Posted by : Vaig a Peu martes, 23 de noviembre de 2021

Soy Aldeire, pueblo de la comarca de Guadix ubicado en el Marquesado del Zenete a las faldas de la cara este del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada. Tengo una altitud de 1277m sobre el nivel del mar, lo que me convierte en uno de los pueblos más altos de la Península Ibérica. Me encuentro dentro de uno de los valles que surcan la cara norte de Sierra Nevada y albergo el cerro de San Juan (2784m), el morrón del Lobo y el del Mediodía. La procedencia de mi nombre se debe a la palabra árabe “Dayr” que significa lugar de descanso, monasterio, refugio… . He sido habitado durante miles de años, y recuerdo aún mis primeros poblamientos de época argárica (os hablo de 3000 años a.C) aunque mi época más esplendorosa es alrededor del siglo XI durante el Reinado Zirí en la provincia de Granada. Mis antepasados musulmanes vieron que era el paso natural entre la comarca de Guadix y la Alpujarra, entre Granada y Almería y de este paso, conservo el medieval Castillo de la Caba, que era controlado por una guarnición musulmana. Debido a mi ubicación y pobladores tuve también gran relevancia durante la rebelión de los moriscos en la provincia de Granada. Aún recordamos estos acontecimientos a través de la Fiesta de Moros y Cristianos que mis actuales vecinos representan todos los últimos domingos de mayo. El agua es un regalo fundamental, es por ello que mis dos ríos, Benéjar y Benabre, han marcado la vida de mis pobladores, siendo una de las fuentes naturales de riqueza de nuestra comarca relacionada con el regadío histórico heredado de época árabe y con la actividad minera que tiene uno de sus exponentes en la Fábrica de lavado de mineral. Pero como no todo es trabajo, también ha aportado sosiego y descanso a través de mis Baños árabes, usados durante muchos años y que continúan existiendo, aunque con otros usos. En mi corazón descansa una iglesia de estilo renacentista, construida encima de una mezquita, que acoge el artesonado mudéjar mejor conservado de la Diócesis de Guadix, un archivo histórico con documentos de mi historia desde el siglo XVIII, así como uno de los campanarios más altos de la misma. Especial orgullo y cariño siento por La Rosandrá, un área recreativa que se adentra entre castañares y alamedas generando un paisaje de alta montaña pero accesible para todo aquel que quiera pasar un rato conmigo.
CÓMO LLEGAR: Desde Guadix, por la N-324, continuar por la A-4101 hasta enlazar con la A-92 dirección Almería, tomar la salida nº 412 y continuar por la A-337, pasando La Calahorra y llegar a Aldeire. Aparcar cerca de la Plaza de la Constitución.

COMPONENTES: VICENTE, SUSI, PEPE Y TERE.

ITINERARIO: ALDEIRE / RUINAS CORTIJO / SEGUIR POR CARRIL / A.R. DE LA ROSANDRÁ / SENDERO / PUENTE COLGANTE / VADEO POR BLOQUES-1 / RÍO BENÉJAR / GRAN CASTAÑO / VADEO POR BLOQUES-2 / CORTIJO DE BCO. HONDO / SERVAL DEL CORTIJO / VADEO POR TRONCOS / CASCADA / SENDA JUNTO ALRÍO / SECUOYAS / SALIDA A PISTA /  EL HORCAJO / CORTAFUEGOS-1 / FUENTE VALENTINE / BARRANCO HONDO / CORTAFUEGOS-2 / BARRANCO DE MALPICA / BARRANCO DE LUNA / DERECHA / VISTAS CASTILLO DE LA CABA / CARRETERA A-337 / MIRADOR / SENDERO AL CASTILLO / CASTILLO DE LA CABA / CRISTO / SENDERO DE BAJADA / IGLESIA / ALDEIRE.


LA RUTA: Segundo día en Guadix. Ayer llegamos directamente a la Dehesa del Camarate, pero tuvimos que suspender la ruta por la lluvia. Hoy amanece un buen día y desde el hotel tenemos vistas a Sierra Nevada nunca mejor dicho.

 



Desayunamos temprano y hemos cambiado el orden de las rutas. No nos fiamos todavía y nos marchamos a Aldeire. Dejaremos para mañana la ruta del Camarate, comeremos en la zona y regresaremos directamente.

 



Todo está muy tranquilo en Aldeire. Iniciamos cerca de la iglesia callejeando por sus calles silenciosas hasta el carril asfaltado que nos acerca al cauce del río Benéjar, que será nuestro compañero en la primera parte de la ruta.

 



Dejamos el pueblo atrás y por delante tenemos la maravillosa vista de las cumbres de Sierra Nevada cubiertas de nieve, eso quiere decir que la lluvia de ayer cuajó. Vemos el amarillo pajizo de algunos árboles en el cauce del río.

 



En las laderas de la derecha vemos las ruinas de un gran cortijo. Llegamos a un cruce con un panel informativo de la ruta y postes indicadores. Mientras entramos en las riberas otoñales del río con altos chopos y algún álamo.

 



Pasamos por delante del Molino Chico y aparecen los primeros ejemplares de castaño centenarios, con tremendos troncos y gran altura, la hojarasca caída y la corteza de los frutos desprendida van cubriendo el carril. 

 



Siguiendo nuestro track giramos a la derecha por otro camino en el que tenemos que vadear el río para llegar a la Rosandrá, pero con las lluvias de estos días viene con más caudal y no lo vemos claro. Volvemos al carril.

 



El destino es el mismo, pero nos gusta más este camino puesto que entre los pequeños álamos resaltan los grandes castaños en pleno apogeo otoñal y de vez en cuando algún colosal tocón de castaño nos recuerda su grandiosidad.



Por la derecha entramos hacia el Área Recreativa de la Rosandrá un hermoso espacio natural para disfrutar de actividades y ocio. Tiene un pequeño parking, mesas y bancos de piedra con varios fogones y cocinas.



La recorremos dándole la vuelta bajo la sombra de sus centenarios castaños. Desde aquí parten algunas rutas por Sierra Nevada, la más conocida es la que llega al puerto de la Ragua. Por la parte alta proseguimos con nuestro sendero.

 



Llegamos a un bonito puente colgante sobre el río Benéjar que se eleva sobre unos escalones de piedra para cruzar el cauce. Un vistoso diseño que hará las delicias de pequeños y mayores, su paso no entraña riesgo.

 



Marchamos de nuevo sobre piso firme entre un pasillo de castaños, chopos y álamos, pero lo que más llama la atención son los gruesos troncos de los castaños, no hay ninguno que sea igual, las cicatrices de los años los hacen diferentes.

 



Durante este recorrido hay catalogados unos 100 ejemplares de castaños centenarios que tienen de media unos 10 metros de altura mínimo. Esto nos hace una idea de su colosal tamaño y la gran cantidad de hojarasca que hay esparcida por el suelo.

 



Por la derecha vadeamos el río sobre unos grandes bloques de travertinos con pasamanos de madera. Su caudal es alegre y cantarín,  con poca profundidad pero de unos metros de anchura en medio del bosque.

 



Junto a un corral de ganado encontramos un ejemplar sublime de castaño, que por su tronco debe ser el abuelo de todos. Su rareza consiste en la anchura de su tronco rugoso que cubre un vástago de gran envergadura.

 



Tenemos un nuevo vadeo sobre doble hilera bloque de travertinos sin barandas que nos lleva hasta el Cortijo de Barranco Hondo y poder admirar un bonito serval de ancha copa, coloreado de amarillos y rojos otoñales.

 



Volvemos de nuevo al río para vadearlo por medio de unos troncos cruzados cuidando de no resbalar. Decidimos quedarnos en este margen derecho río arriba, nos apetece más patear el bosque que seguir por el carril.

 



La elección es acertada y la aconsejo, solo hay que seguir paralelos al curso del río, de fácil caminar entre trazos de sendas que van y vienen que nos conducen bajo ramaje de los castaños y el mullido manto de hojas.

 













Algún pino silvestre se mezcla entre el bosque y junto algunos troncos han apoyado ramas secas formando pequeñas cabañas que pueden haber sido utilizadas para observar la fauna y las aves, o simplemente cobijarse.

 













Retornamos a caminar junto al río que hace un pequeño salto formando una cascada de vistosa caída,  dentro de un bosque más enmarañado,  de pinos delgados y elevados troncos que buscan el sol. Los castaños van escaseando.

 













El bosque ha cambiado su fisonomía predominando el pinar, y si nos fijamos bien en esta zona, podremos ver varios ejemplares de jóvenes seucoyas pero de gran altitud que son difíciles de observar desde dentro del bosque.

 



Arribamos a el Horcajo, donde se unen las aguas de las altas cumbres de Sierra Nevada para formar el río que nos ha acompañado durante el recorrido. Salimos del bosque y dejamos el río Benéjar por una pista forestal a la derecha.

 













Nada más elevarnos, comenzamos a  ver y admirar por la izquierda, dentro del bosque de pinos, los ejemplares de seucoyas que ahora se distinguen perfectamente, y con ello, las primeras miradas a las laderas de Sierra Nevada.

 



El ascenso por la pista es algo monótono pero constante, que nos permite ganar altura con facilidad, proporcionándonos amplias panorámicas al paisaje y la gran masa de pinar de reforestación. Alcanzamos el primero de los cortafuegos.

 



Al entrar en la umbría vemos varios charcos de agua que todavía están congelados. Un tramo después llegamos a la Fuente Valentine de aguas ferrosas junto al tronco de un pino, con mínimo caudal que cae sobre una teja.

 



Hacemos un cerrado giro por la izquierda para salvar el barranco Hondo y volver a remontar dentro del denso pinar que nos va dejando miradas a Sierra Nevada donde predomina el Cerro San Juan con sus 2.784 m.

 



Llegados al segundo cortafuegos por encima de 1.600 m. será nuestra máxima altura de hoy, expandiéndose las miradas a Sierra Nevada y a nuestros pies, aparece el pueblo de Aldeire, a un tiro de piedra.

 



En el siguiente tramo y declinando un poco el desnivel, dejamos atrás el barranco de Malpica y poco después el barranco de Luna, desechando un desvío a la izquierda que nos bajaría directamente a Aldeire.

 



Nuestro objetivo es llegar al Castillo de la Caba del que comenzamos a tener vistas de sus restos amurallados; al tiempo que al ir girando se van ampliando las miradas a los blancos cerros de Sierra Nevada.

 



La pista forestal enlaza con la carretera A-337 que va al puerto de la Ragua. La seguimos un corto trecho por la izquierda, hasta un espléndido mirador con vistas al Castillo de la Caba, al de la Calahorra y al Marquesado del Zenete. 

 



Desde el mirador, nace un sendero de bajada alegre que nos conduce al pie de los restos de lienzos de murallas del Castillo de la Caba, entre negras y rojizas conservan su gran porte. Subimos hasta su interior.

 



El Castillo de la Caba (1.486 m.) que era controlado por una guarnición musulmana. No queda ningún resto salvo los aljibes. Sobre un pedestal hay un gran Cristo o corazón de Jesús de color blanco que mira sobre el pueblo de Aldeire.

 



Regresamos a pie de las murallas para comenzar a bajar. La primera parte del descenso es rápida hacia el pueblo, luego se apacigua y alarga buscando el mejor paso entre yertos bancales donde pace el ganado lanar

 



Entramos en Aldeire y callejeamos hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, de estilo mudéjar, a la salida cerramos esta preciosa ruta otoñal entre el río Benéjar y los grandiosos castaños centenarios.

https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/por-los-castanos-centenarios-del-rio-benejar-al-castillo-de-la-caba-aldeire-granada-91067572




RECORRIDO: CIRCULAR.

AGUA POTABLE EN RUTA: SI. ( En el A.R. de la Rosandrá y en la Fuente Valentine)

DISTANCIA: 13,4 KM

TIEMPO EN MOVIMIENTO: 4:35 HORAS.

ALTURA MÁXIMA: 1.599 M. (En el último cortafuegos)

ALTURA MÍNIMA: 1.277 M. (Aldeire)

DESNIVEL POSITIVO: 408 M.

DESNIVEL NEGATIVO: 410 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

 

 


Comemos en el Hogar de Inés y marchamos a visitar el Castillo de la Calahorra que está cerrado. En 1490, conceden el título de señorío de estas tierras al Cardenal Mendoza, que más tarde sería el Marquesado del Zenete. Este presente la fue otorgado como premio a los servicios que el Cardenal prestó a los Reyes Católicos.

 


Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, primogénito del Cardenal, heredó el título del Marquesado, siendo el primer señor de estas tierras. El Castillo-Palacio de La Calahorra es fruto del peculiar carácter del Marqués. Éste, además de tener fama de violento, era un tanto mujeriego.

 


Al enviudar de su mujer, quedó prendado de una joven de quince años, a quién raptó y forzó para que se casase con él. Con la vehemencia habitual del Marqués, mandó construir el Castillo, como regalo a su joven esposa. Su hija fue Mencía de Mendoza, sucedió a su padre a la edad de 14 años como Marquesa del Zenete.

 












El Cardenal Mendoza, en su búsqueda de prestigio y reconocimiento, trató de establecer una linea de sucesión entre Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”, héroe de leyenda conocido por todos, y su vástago.

 


En este intento de manipulación heráldica, el cardenal llamó a su hijo Rodrigo Díaz de Vivar, además de heredar éste el condado del Cid, situado en Jadraque, Guadalajara. Tal era el poder del Cardenal y la gallardía demostrada por él en tiempos de guerra, que incluso la Reina Isabel, fiel creyente de la ortodoxia matrimonial cristiana, perdonó sus constantes devaneos amorosos, además de pasar por alto que tenia un hijo.

 


Este Castillo-Palacio era capital del Señorío de la familia Mendoza y, por lo tanto, un majestuoso símbolo de su poder. El Castillo de La Calahorra se encuentra situado sobre una colina, desde la cual se divisa todo el Marquesado de Zenete. Construido entre los años 1509 y 1512 sobre las ruinas de una fortaleza árabe como prueba de la conquista del imperio Nazarí.

 

 

 

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