Posted by : Vaig a Peu sábado, 5 de enero de 2019

Esta impactante Kasbah de Taourirt en Ouarzazate, declarada Patrimonio de la Humanidad, fue la residencia de uno de los gobernadores más poderoso de la región.  Actualmente es la sede de una organización encargada de la conservación del patrimonio arquitectónico del sur de Marruecos, pero no terminan aquí sus méritos; desde el punto de vista arquitectónico, es una compleja superposición de muros y torres almenadas que forman una verdadera fortificación. Se dice que fue una de las kasbahs más hermosas de Marruecos; su huésped más importante, Glaui, el pachá de Marrakech, dominaba todas las tierras del Atlas. Su interior estaba ricamente decorado con maderas talladas y policromas y las habitaciones se comunicaban entre sí con laberínticos pasillos. Impresiona su exterior, de sencillo adobe que realza su grandeza, con unos huecos geométricos como única decoración. Hay mucho para admirar en esta Kasbah; la entrada es gratuita pero para visitar el interior del palacio se debe abonar una entrada. El paseo comienza en la entrada principal. En su interior se encuentra el antiguo ksar de Taourirt y curiosamente la decoración rinde homenaje tanto a los símbolos del islam como del judaísmo: hay una Menoráh representada, por el tradicional candelabro judío, pues aquí vivió una de las comunidades más florecientes de la región. Las paredes interiores son de un grosor impresionante, para mantener la temperatura interior y proteger la fortaleza de los vientos y la arena. La sala principal goza de iluminación natural gracias a una lucarna. Una de las habitaciones más bellas es la de la esposa favorita, que tiene un gran balcón sobre el patio; la habitación principal está decorada con citas del Corán.


Se acabó. Después del desayuno vamos bajando equipaje y despidiéndonos de los bellos salones del Hotel los Jardines de Ouarzazate y su bonita distribución como un riad. El dibujo de un mapa nos muestra el Circuit Grand Sud.


Cargamos el bus que antes del medio día nos llevará al aeropuerto, pero nos dará tiempo para hacer una parada para visitar la gran Kasbah de Taourirt, declarada Patrimonio de la Humanidad, y que no llegamos a visitar el primer día.


Nos reunimos con el guía frente a la Kasbah y junto al Museo del Cine, símbolo de esta región que ya es conocida como la Hollywood de Marruecos. El guía presume de haber sido extra en alguna película y relata la escena.












Como en la de ayer, la kasbah, en realidad está dentro de un ksar, un pueblo amurallado de adobe, el pueblo de Taourirt es mucho mas antiguo que la propia kasbah. Pasamos a un gran patio interior donde comienza la visita.


Subimos por unos estrechos pasillos a la parte superior, pasando por una sala donde se exponen dibujos  de escenas cotidianas y personajes árabes, que están en venta, y  por los contraluces de una oscura habitación con ventanales.











De las fortificaciones de Marruecos, ésta es una de las más impresionantes. Con casi 300 habitaciones y un verdadero laberinto de pasillos, escalones y puertas con cerradura con llave, es fácil sentirse perdido dentro de esta inmensa estructura. 


Originalmente construida en el siglo XIX, la Taourirt Kasbah era propiedad del clan el Glaoui, una familia que tenía un poderoso bastión de una de las rutas de caravanas más importantes del sur de Marruecos a África occidental.


Este poder y riqueza convirtió al clan en una de las familias más influyentes del país. Su miembro más notable fue Thami El Glaoui, también conocido como el Señor del Atlas, que fue el Pasha de Marakesh entre 1912 y 1956.











Thami El Glaoui era una figura intrigante cuyo personaje aún hoy deja a muchos marroquíes desgarrados. Por un lado, era un déspota despiadado que aprovechaba todas las oportunidades de riqueza y poder que se le presentaban.











Tras haberse convertido en el jefe del clan Glaoui después de la muerte de su hermano mayor, Thami El Glaoui es probablemente el más recordado por el papel que desempeñó durante el gobierno colonial francés sobre Marruecos. 


A cambio del poder completo sobre el Alto Atlas y otras regiones del sur del país, el Señor del Atlas ayudó al país europeo a derrocar al sultán Mohammed V. Aunque esto deja a muchos marroquíes creyendo que él es un traidor.









Los vastos éxitos de Thami El Glaoui como un señor de la guerra y jefe han hecho que muchos lo vean como un buen hombre también. Independientemente de las opiniones particulares del hombre, es indudable que Thami El Glaoui dejó una gran impresión en sus compatriotas marroquíes y en el curso de la historia de su país. 












Aunque oficialmente residía en Telouet Kasbah, fue en Taourirt Kasbah donde los hijos, primos y familiares de su dinastía pasaron sus vidas diarias asistidos, como siempre, por criados, artesanos y constructores que sumaban cientos.










La primera planta era para los esclavos, la segunda planta para las concubinas, y la tercera y última para el pacha y su esposa preferida. Dentro de la kasbah, hay habitaciones de formas y tamaños únicos, decoradas con yeso, mosaicos y estuco pintado. 

Pese a que la kasbah está bien conservada en la actualidad, una parte de ella todavía está en ruinas. Las salas disponibles para visitar forman parte de un proyecto de restauración que se llevó a cabo con el apoyo de la UNESCO.












A la salida de la Kasbah, siempre guiados, nos dirigimos por la parte posterior, entre las callejuelas y casas derruidas, donde todavía siguen habitando familias y hay una pequeña mezquita con un nido de cigüeñas.


El paseo es un verdadero laberinto impresionante de callejones, soportales y viejos portones abiertos a corrales o campos de palmeras hasta que llegamos a una asociación de artesanos que fabrican alfombras en rudimentarios telares.


Al final de cada visita siempre intentan venderte algo, pero es su arraigo. Primero nos invitan a un ceremonioso té con menta y luego descendemos a la sala donde exponen las coloridas alfombras de todos los tamaños.

Salimos de la Kasbah y mientras esperamos al bus que nos hará en transfer al aeropuerto, hacemos compras de última hora en el bazar de enfrente. Después subimos a la terraza de la cafetería con grandes panorámicas.











Aeropuerto, embarque y en Madrid nos despedimos la mayoría. Los de Alicante con la furgo de Monerris llegaremos a nuestros destinos. Ha sido un viaje distinto e intenso, integrados en armonioso grupo de gente dispuesta a pasarlo bien. 


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