Posted by : Vaig a Peu viernes, 4 de enero de 2019

Ait Ben Haddou, es una kasbah espectacular, a modo de poblado de arcilla y piedra con edificios rodeados por grandes murallas. La cercanía de la kasbah Ait Ben Haddou y Marrakech (unos 190 kilómetros de distancia) convierten a esta fortaleza en una excursión habitual por turistas procedentes de la ‘ciudad roja’. Por todo ello, se trata de uno de los lugares más bellos del país y un lugar de visita obligada para quienes tengan previsto conocer el desierto de Marruecos y el sur del país norteafricano. La kasbah Ait Ben Haddou y el resto de fortalezas de este tipo son conjuntos arquitectónicos construidos de adobe y barro, coronados por torres que sirven de defensa, en lo que podría considerarse el equivalente a los castillos medievales. Estas kasbahs fueron antiguamente grandes pueblos bereberes en el desierto de Marruecos, amurallados y diseñados con el objetivo de defender las casas, las cosechas y los palmerales que crecen junto a sus cauces. Estos pueblos formaban grandes comunidades agrarias y mercantiles con una visión muy particular sobre el Islam. Ait Ben Haddou es una de las kasbahs mejor conservadas de todo Marruecos y representa un ejemplo sobresaliente de las fortalezas en la zona de los valles del Draa, Todgha, Dades y Sous. En Ait Ben Haddou puede apreciarse cómo las construcciones están realizadas en una posición estratégica frente a una montaña, rodeada por torres angulares y una muralla defensiva. No se sabe con determinación la fecha de la que data esta construcción pero, convencidos de su importancia, las autoridades protegieron este lugar desde el año 1953. Además, la kasbah Ait Ben Haddou fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y eso sin contar su gran demanda y reconocimiento en el campo cinematográfico para la realización de grandes películas como Lawrence de Arabia o Gladiator, iniciativa ampliamente aceptada por sus lugareños debido al importante extra que supone para la economía del pueblo y sus alrededores. 

El viaje va llegando a su fin, esta noche llegaremos a Ouarzaate y mañana será nuestro último día. Hoy tendremos una visita guiada por la Medina y después de comer marcharemos hasta la kasbah Ait Ben Haddou.











Dejamos el hotel Akabar y el equipaje en el bus. El guía nos espera junto a la Mezquita Koutoubia, la más importante de Marrakech y una de las más grandes del mundo árabe, con sus 66 metros. El nombre de la mezquita se traduce como “la de los libreros”.












Nos acercamos a la bonita Plaza des Ferblantiers que es la puerta de entrada al barrio de  la Mellah o el antiguo barrio judío, que es una de las zonas menos visitadas de la Medina, pero una de las más interesantes. 












La creación del barrio se remonta al siglo XVI con la expulsión de muchos hebreos ordenadas por los reyes de España y Portugal, lo que ocasionó la formación de una de las comunidades judías más grandes de Europa.











La presencia hebrea es testimonial, pero aún se conserva alguna sinagoga como la Al Azama, junto al cementerio judío. En sus calles no hay tantas tiendas como en el Zoco, pero sí buenos mercados con precios más baratos que en el resto de la Medina.













En sus estrechos y retorcidos callejones quedan restos de las primeras construcciones,  grandes y viejas puertas con antiguos goznes claveteados y pesadas aldabas, fachadas con arabescos y taraceas que recuerdan un pasado casi olvidado.


Entramos en el laberinto de callejuelas del zoco, llenas de puestos y tenderetes donde los marroquíes hacen sus compras y donde los tenderos intentan hacer su "agosto" con los turistas, ropa, especias, comida, artesanía y productos típicos.












El zoco se extiende desde el norte de la Plaza de Jamaa el Fna y ocupa decenas de laberínticas calles. Es la meca del regateo. Encontraremos a los artesanos agrupados por gremios; tintoreros, cesteros y ferreteros entre otros.


Es muy vistoso pasear por el gremio de los tintoreros de lanas con las madejas tendidas en cuerdas secándose y ver los cuencos de barro con polvo de los colores básicos que mezclan con agua en proporciones ya consabidas.












Curiosos son los talleres donde fabrican los farolillos y lámparas árabes, siempre de tenues luces y complicados diseños jugando con los cristales de colores que iluminan los oscuros y estrechos callejones del zoco.












Con los ferreteros, el caos de sus talleres es tremendo, nada se desperdicia ni se tira, espera ser reutilizado. Sin embargo sus piezas acabadas relucen, sillas, perchas crótalos, bisagras y cerrajería en general.












Saliendo de las callejuelas pasamos por la Medersa Ben Youssef, con más de cuatro siglos siendo un hogar para estudiantes en busca de conocimiento en diversas ciencias, incluida la teología. Ahora está en reformas.













Ahora somos guiados hacia un Riad que ha sido restaurado y convertido en hotel y restaurante de lujo, su decoración respetando su antigua distribución, siempre alrededor de su amplio y luminoso patio es espectacular.


Vamos saliendo del zoco por la Plaza Jamma el Fna para subir al bus rumbo a Marrakech. Hacemos una parada para comer y relajarnos visitando unas tiendas y tenderetes de artesanía y truculentos fósiles.


Llegamos a nuestra última visita de hoy, la Kasbah de Aït Ben Haddou. Mientras contratan a nuestro guía berebere tenemos la primera vista a la Kasbah, y a una mezquita coronada por un gran nido de cigüeñas.


Tenemos que darnos prisa puesto que queremos ver la puesta de sol desde el montículo de la fortaleza. Para ello tenemos que vadear el ancho pero poco profundo cauce del río Ounila por encima de unos sacos de arena.


Aunque normalmente se la conoce como Kasbah de Aït Ben Haddou, es en realidad un Ksar. Es decir, un pueblo fortificado y formado por kasbahs hechas de adobe (arena, arcilla, agua y material orgánico como paja o estiércol) que, una vez moldeado, se deja secar al sol.












Una forma de construir muy peculiar utilizando materiales del propio suelo y que genera la sensación de que la construcción emerge del paisaje, pero que también obliga a un mantenimiento y restauración continuos.











De una belleza que impresiona, preside el valle del río Ounila y es uno de los lugares mágicos de Marruecos. Considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1987, este conjunto de kasbahs es uno de los mejores conservados. 


Sigue habitada por unas pocas familias y está coronada por un risco de unos cien metros de altura, en el que hay restos de una antigua edificación y desde donde se divisa un magnífico paisaje y veremos la puesta de sol.


Sus torres almenadas están decoradas con arcos ciegos y diseños geométricos que crean un efecto de luces y sombras. El perfil de las construcciones, el entorno impresionante y la gentileza de sus gentes han visto trabajar a numerosos equipos de filmación a lo largo de las últimas décadas. 


La villa se instaló en la cima de una colina para escapar de los vientos glaciares de las montañas y aprovechar mejor la luz del sol. Además, de esta manera estaban cerca de las rutas nómadas del desierto de Marruecos, tenían agua y podían defenderse de los potenciales enemigos.


Los muros exteriores cuentan con dos puertas para controlar las entradas y las salidas. La organización interna de la kasbah Ait Ben Haddou se dividió en dos partes diferenciadas:  la pública y la privada. Esta organización le confiere a la kasbah una estructura particular. 


En los espacios públicos está la plaza pública, la mezquita y la escuela coránica. La parte privada es un conglomerado de casas  diferenciadas claramente las casas normales del pueblo, y las de las familias nobles, ricamente decoradas.


Tras la espectacular puesta del sol descendemos del montículo a las callejuelas. Entramos en la tienda de un artista local que dibuja escenas cotidianas sobre papel preparado y con la llama de una botella de camping gas.


También se pueden adquirir los viejos carteles de todas las películas en las que se han rodado de la kasbah Ait Ben Haddou como, Gladiator, Sahara, Bajo el cielo protector, Juego de Tronos y otras muchas más.












Vamos saliendo de la kasbah y sus laberínticas calles, ahora regresaremos por el puente que cruza el río. De nuevo en el bus seguimos camino hasta Ouarzazate, donde cenaremos y pernoctaremos en el mismo hotel del primer día.

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