domingo, 28 de octubre de 2018
Zamora se levanta sobre un cerro estratégico, defendido al sur por el río Duero. En plena Ruta de la Plata, albergó la mansión romana de “Ocellum Duri”. La Edad Media le otorga protagonismo a la provincia de Zamora. Tres recintos amurallados poseía la ciudad en el siglo XIII. De ellos se conservan el castillo, cubos y puertas, tramos de murallas, que ofrecen bellas panorámicas sobre el Duero. El Románico: la capital concentra el mayor número de edificios románicos por metro cuadrado de una ciudad europea. Más de una veintena de iglesias románicas se esparcen por la capital, por lo que su casco antiguo ha sido declarado Conjunto histórico-artístico. La Catedral, del siglo XII, presenta cúpula escamada en piedra, sostenida por un cimborrio de influencia bizantina. De sus puertas originales sólo conserva la Puerta del Obispo, siendo añadida en el siglo XII una torre maciza de cinco cuerpos. En el interior destaca la sillería del coro del siglo XVI. Dentro del Museo Catedralicio, aguarda una espléndida colección de tapices flamencos. A su lado el Castillo, hoy Centro de Arte Contemporáneo Baltasar Lobo. Sobre el río y del siglo X, las Aceñas de Olivares y el puente de piedra del siglo XIII. Las calles de la Rúa de los Notarios y la Rúa de los Francos reflejan aún su antiguo trazado del primer recinto medieval, dentro del cual se construyeron las iglesias románicas de San Pedro y San Ildefonso y La Magdalena. Zamora vivió un importante desarrollo urbanístico y arquitectónico desde mediados del siglo XIX, cuyo punto culminante fue la etapa modernista. Entre 1875 y 1930 se elevaron multitud de inmuebles eclécticos e historicistas, otros de carácter industrial y sobre todo, un notable número de edificios modernistas. La brillantez de estos últimos ha permitido la inclusión de Zamora en el exclusivo grupo de municipios que forman la Ruta Europea del Modernismo.
Hoy dedicaremos toda la mañana a recorrer los monumentos de la capital, al mismo tiempo que haremos las últimas compras y tapearemos hasta la tarde que marcharemos a Aldeadávila de la Ribera en Salamanca.
Zamora conserva más de una veintena de iglesias de origen medieval. Esto la convierte para muchos en la ciudad del románico, pues difícilmente se puede encontrar en otra ciudad europea semejante concentración de vestigios de este estilo tan reconocido. Declarados y protegidos como Monumentos Históricos, ocupan un lugar destacado en la memoria colectiva de los zamoranos.
Zamora “la bien cercada” del Romancero debe su interés inicial a su ubicación estratégica sobre el río Duero. Las gestas legendarias le atribuyen importantes murallas, hasta siete recintos, para la defensa de una frontera cambiante, bien con al-Andalus, bien con los reinos cristianos de Castilla primero y de Portugal después.
El conjunto formado por el Castillo, la Catedral, el Palacio del Obispo y las Murallas se han convertido en la imagen más representativa y prestigiosa de la ciudad, y desde antiguo ha iluminado la sensibilidad de ciudadanos y viajeros.
La cabecera románica se construyó durante el largo episcopado de Esteban 81151-1174), aunque la hoy conservada es tardogótica. De homogénea hechura y consagrada en 1174, la catedral posee tres naves de cuatro tramos y crucero, en cuyo brazo meridional se abre la imponente Puerta del Obispo.
Pero lo más singular del Edificio es su recia torre Occidental con cinco cuerpos que data del siglo XIII y, sobre todo, su hermoso cimborrio gallonado de fines del siglo XII, ornado con torrecillas cilíndricas y frontispicios triangulares, cubierto con escamas pétreas que sellan sus gajos.
La portada septentrional data de 1500 y el claustro clasicista, que sustituyó al tardorrománico original destruido por un incendio, fue diseñado por Juan de Ribero Rada (1592) y construido por Juan y García de la Vega y Juan y Hernando de Nates (1603).
Su interior atesora un portentoso coro tallado en madera de nogal por Juan de Bruselas (1502-1505), un retablo de Fernando Gallego, el sepulcro del Doctor Grado de finales del siglo XV, el Cristo de las Injurias de mediados del XVI y una soberbia colección de tapices flamencos aportados por los condes de Alba de Aliste en 1608.
La ciudad de Zamora se extiende por un conjunto de suaves elevaciones que se alzan en la margen derecha del Duero, y por la vega del mismo río en ambas márgenes, Se halla rodeada por amplias áreas de cultivo, tanto de secano como de regadío y limita con el ecosistema fluvial del Duero y la pequeña masa forestal del bosque de Valorio, los cuales constituyen los principales espacios naturales de la ciudad.
