Posted by : Vaig a Peu sábado, 27 de octubre de 2018

Toro es un municipio perteneciente a la provincia de Zamora, en la comunidad autónoma de Castilla y León.​ Su término se encuentra situado al sureste de la provincia de Zamora, en plena vega del Duero, a unos 33 km de Zamora, la capital provincial. Cuenta con una extensión total de 325 km², dato que sitúa a este municipio como el de mayor superficie de su provincia, al ocupar algo más de un 3% de su territorio, y uno de los mayores de Castilla y León. Administrativamente está formado por el núcleo que le da nombre, Toro, y por una serie de asentamientos de diferente carácter, como son el pequeño núcleo rural, con tratamiento de barrio, llamado Tagarabuena, la urbanización denominada El Gejo, y seis asentamientos menores como son La Estación, Montelareina, Granja Florencia, Villaveza, Villaguer y Estancia Piedra. Toro es una ciudad histórica y monumental. La ciudad es reflejo de su notable papel histórico, de especial relevancia entre los siglos XII y XVI, en la que fue sede real y lugar de celebración de Corte. Su casco histórico acoge auténticas joyas monumentales, entre las que destaca la Colegiata de Santa María la Mayor. En sus calles se percibe la imbricación de distintas etapas de su desarrollo histórico, siendo aún identificable la traza y los elementos clave de la estructura urbana fundacional, junto con el de otras etapas posteriores de su desarrollo. Otro de los elementos clave en la configuración de su estructura urbana es su emplazamiento sobre un accidente orográfico significativo, consistente en una considerable elevación del terreno y su ubicación próxima al Duero. La ciudad ejerce una notable función de cabecera comarcal sobre un área rural circundante de 19 municipios, el denominado Alfoz de Torro, de los que 13 están situados al norte del río Duero y 6 al sur. Por su tamaño, es un núcleo intermedio, con un volumen de población significativo para la media de Castilla y León y que contribuye decisivamente con sus más de 9 000 habitantes a aproximar la densidad comarcal a la que existe en el conjunto regional, cumpliendo su papel de cabeza de comarca de su área funcional. El río Duero se configura como el elemento central del relieve y la morfología del municipio, atravesando el término de este a oeste. El río ha ejercido un drenaje espectacular del territorio de su amplio valle, que en algunos puntos puede superar los 6 km de anchura, determinando su particular fisonomía de terrazas, laderas, abarrancamientos y fondos de valle. El municipio se extiende por encima y debajo del río, con tierras principalmente cubiertas de viñedos, con las que se ha generado una cultura vitícola de alta calidad que se ha protegido con la Denominación de Origen Toro. A pesar de que su suelo cuenta con una alta ocupación por actividades agrícolas, el territorio municipal presenta importantes áreas protegidas que incluyen un lugar de importancia comunitaria (LIC), una zona húmeda catalogada y un monte de utilidad pública (MUP).









Ayer, bien entrada la tarde, llegamos a nuestro nuevo hotel en Zamora. Situado muy cerca del centro, nos dio tiempo a ducharnos y salir a cenar. Hoy hemos decidido pasar el día en Toro para ir de compras y ver todo el Arte Sacro que atesora.










Se puede adquirir por 5€ un bono para visitar los cinco principales monumentos, iglesia del Santo Sepulcro, iglesia de San Lorenzo el Real, la Colegiata Santa María la Mayor, iglesia de San Salvador de los Caballeros y la iglesia de San Sebastián de los Caballeros.


En todos está incluido el uso de audioguía y los horarios son de 10:30 a 14:00 y de 17:00 a 19:30, sin importar el orden por donde se empiece. De esta manera intercalamos compras, aperitivos y comida durante el día.










Las piezas expuestas en el museo del Salvador, procedentes de Toro y su alfoz, son un pálido reflejo de la riqueza escultórica que acumuló la ciudad en la Edad Media, menoscabada por muchos accidentes, por la reducción de parroquias y por la pobreza y las consiguientes enajenaciones de épocas pasadas.












Se han recogido aquí sólo obras carentes de culto, descontextualizadas y en peligro de deterioro o de ser robadas. Buena parte de ellas se han hallado enterradas al efectuar obras de restauración en los templos.












Otras fueron retalladas o bárbaramente mutiladas para adaptarle vestidos con que parecieran más modernas; dos sarcófagos fueron reutilizados en el socalzo de un muro de la iglesia de Arbas.










Se muestran, por fin, algunos canecillos y capiteles del antiguo pórtico septentrional de la Colegiata, así como despojos de iglesias destruidas y de los grandes conventos de san Ildefonso y san Francisco, víctimas de las desamortizaciones del siglo XIX y del paso de los franceses.











La escultura y la pintura religiosas tuvieron que proliferar en Toro aunque solo fuera por meras exigencias del culto. Las pérdidas han sido cuantiosas y entre las múltiples causas de ello, sin duda, la principal ha sido la naturaleza cambiante del gusto estético.












Esto obligó en su época, por el carácter eminentemente funcional del arte religioso, a destruir, ocultar, renovar o sustituir esculturas o pinturas porque chocaban con los ideales estéticos de etapas anteriores.








Con  todo, es sorprendente, por su número y calidad, la serie de pinturas murales que han logrado sobrevivir en esta ciudad, en los templos de la Vega, san Pedro del Olmo, san Lorenzo, santo Sepulcro, y en los monasterios de Sancti Spiritus y santa Clara, estas últimas, custodiadas actualmente en la iglesia de san Sebastián de los Caballeros, el conjunto más espectacular de los conservados.












Lo más apreciado del legado escultórico se condensa en la antigua Colegiata Santa María la Mayor, en su portada septentrional, que es una de las más notables aportaciones del románico de fines del siglo XII.










Que acusa la influencia de lo obrado en Compostela por el maestro Mateo, en las grandes esculturas góticas de los pilares y pechinas del cimborrio, en la grandiosa portada de la Majestad, que por fortuna mantiene gran parte de su policromía original.









Ya en la capital, cuando salimos a buscar restaurante para cenar, nos sorprendió el gran espectáculo, al menos para la gente de otras latitudes  que como nosotros, no estamos acostumbrados a observarlo, el  regreso al atardecer de las cigüeñas a sus nidos.

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