Posted by : Vaig a Peu martes, 17 de diciembre de 2019

El Parque Regional de Sierra Espuña alberga entre sus cumbres un conjunto de 25 pozos de nieve. Situados a 1400 metros de altitud en la vertiente septentrional de del Morrón de Espuña, los pozos están divididos en dos núcleos que distan entre sí 500 metros. Entorno a estas singulares construcciones y durante casi cuatro siglos, existió una próspera actividad económica que abarcaba desde la recogida y encierro de la nieve hasta su posterior transporte y comercialización. La nieve ha sido un producto muy apreciado por todas las grandes civilizaciones que han surgido desde la Antigüedad, teniendo un uso terapéutico y de conservación de los medicamentos en los hospitales. Durante los siglos XVII y XVIII, el esplendor económico del Reino de Murcia propició un aumento de la demanda de hielo, principalmente entre la alta sociedad, que lo utilizaba para mantener frescos los alimentos, elaborar helados y enfriar bebidas. Desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX, el comercio de la nieve fue una próspera actividad económica para abastecer de hielo a las villas y ciudades del reino. La búsqueda de lugares donde emplazar las neveras, para almacenar nieve en épocas invernales, se realizó por varios puntos de la Región, siendo sin duda alguna, en Sierra Espuña, donde se levantó el mayor número de pozos de la nieve. La altitud en que estaban situados era un lugar idóneo para recoger y conservar la nieve, sin embargo constituía un gran problema puesto que estaban muy alejados de las villas y ciudades donde iba a parar finalmente el hielo. Alrededor de estas edificaciones se construyó una complicada infraestructura  para el transporte y comercio de esta materia prima. Vías y caminos fueron abiertos a través del monte hasta llegar a su primer destino: Las villas de Totana y Alhama. Se construyeron viviendas para los trabajadores y almacenes donde guardar los aperos, y se procedió a la deforestación de la zona para poder sembrar cultivos de cereales. Los pozos de nieve de Sierra Espuña comenzaron a construirse en la segunda mitad del siglo XVI cuando empezó a estandarizarse el uso de la nieve. Los primeros pozos que se levantaron eran propiedad de la Ciudad de Murcia, que llegó a poseer un total de 8 y una calera. Después le siguió Cartagena, que al final del siglo XVIII contaba con tres pozos. Además de estas dos ciudades, también tenían propiedad Orihuela, que poseía dos pozos, y Lorca, Mula y Alhama que contaban uno cada población. Las instituciones eclesiásticas y personas particulares disponían de propiedades sobre alguno de estos almacenes de hielo. Así pues, la Pía Memoria del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial de Moratalla era poseedora de uno, que suministraba nieve a Cehegin, Caravaca y demás poblaciones del noroeste murciano. Otro pozo pertenecía al Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Cartagena. En cuanto a las neveras particulares, estas eran propiedad de personas que residían en Totana y Alhama.
CÓMO LLEGAR: Autovía A-7 hasta Murcia, salida por la nº 138 y continuar por la E-15 ALMERÍA/GRANADA, salida por la nº 631 ALHAMA DE MURCIA/PLIEGO, cruzar las rotondas hasta la indicación de SIERRA ESPUÑA, atravesar el pueblo y por la C-3315 dirección El Berro durante 4 km. Girar a la izquierda por la carretera de montaña a Sierra Espuña y EVA 13. Dejar atrás el Centro de Visitantes, la Fuente del Hilo, el Puente del Aire, y Casa Forestal La Perdiz. Llegar al Collado Bermejo (1.201 m.) y seguir subiendo hasta el Collado Mangueta (1.414 m.), dejar el coche en su aparcamiento.
COMPONENTES:  VICENTE, JUANJO, PEPE COVES, MARIANO Y VICENTE CERVERA.
ITINERARIO: COLLADO MANGUETA / MIRADOR MANGUETA / POZOS DE CARTAGENA / POZO RESTAURADO / POZO NEVERO / RUINAS CASA / POZO VISITABLE / RUINAS / POZO DE LA NIEVE / COLLADO EKLEUTERIO /  ALMUERZO / BALCÓN / COLLADO MANGUETA / MIRADOR NATURAL /  POZOS DE MURCIA / COLLADO MANGUETA.


LA RUTA: Primera incursión con mis amigos veteranos en el Parque Regional de Sierra Espuña. Para abrir boca hemos elegido algo muy sencillo, desde el Collado Mangueta (1.414 m.) visitar los pozos de nieve de Murcia y Cartagena.


Iniciamos desde el solitario aparcamiento tomando el sendero del Pedro López PR-MU 63 con el cual llegaremos hasta el collado Eleuterio. Este será un trayecto de ida y vuelta con el objetivo de visitar los pozos de la nieve.


A tan solo unos pasos tenemos el Mirador del Collado Mangueta con una peana de madera que enumera los puntos visibles, pero hoy ha amanecido un día gris y nuboso en el que solo vemos un mar de nubes entre los dos Malvariches.


Proseguimos por el ancho camino que se adentra en el bosque de pinos en suave descenso, luego hace una curva a la izquierda y sobre un pequeño montículo aparecen las dos primeras construcciones, son los pozos de la nieve de Cartagena.












Los dos están sin sus cúpulas de mampostería derruidas con el paso del tiempo, pero mantienen sus fosos limpios desde los cuales podemos observar sus estructuras interiores protegidas por barandas metálicas.


Si observamos bien la zona de este apartado rincón en umbría reunía todas las condiciones para la construcción de los pozos, que eran levantados sin excavar, rellenando con tierra desde su base hasta los portales y luego edificaban la cúpula.


Volvemos al camino y las laderas de pinar para en una corta distancia tener a la vista otro de los pozos de nieve, éste ha sido restaurado por completo dotándole de nuevo con una cúpula de mampostería y los portales de entrada.


Los pozos se construían con los elementos del entorno: piedras, arena, madera, yeso, cal… Los operarios introducían la nieve hasta cubrir los casi siete metros de profundidad, pero solo hasta los portales, así la cúpula a modo de  cámara de aire, mantenía la temperatura más fría. 


Se ubicaron en esta zona por las frecuentes nevadas de aquel entonces, la menor insolación reinante en umbría y la pendiente del terreno, necesaria para evacuar de agua los pozos en el deshielo, favorecían que, aquí, la nieve tardase más tiempo en derretirse.


Para llegar a las siguientes construcciones seguimos bajando por la escalonada ladera hasta los restos de otro pozo sin cúpula y en peor estado que los anteriores, pero podemos observar el grosor de sus muros de piedra.


Un escalón más abajo nos llama la atención una zona de plantas de humedal y comprobamos la existencia de un pequeño túnel tapado con una reja metálica, que quizás pudo servir para desaguar los pozos en el deshielo.


Continuamos hacia otro pozo también en ruinas y su foso ha sido invadido por las hiedras y matorrales, también nos fijamos en los contrafuertes construidos para asegurar los muros en la parte menos rellena de tierra.


El primer frigorífico llegó a Totana hace 80 años. Hasta entonces este paraje gozó, durante más de tres siglos y medio, de una intensa actividad entorno a 25 construcciones ésta: los Pozos de la Nieve. Cientos de personas trabajaban aquí con un único fin: llevar hielo a las ciudades de alrededor.


Siguiendo en la misma dirección y siempre a media ladera de la umbría encontramos dos de las casas utilizadas por los braceros, que servían de cobijo y para guardar los aperos de una temporada a otra. Actualmente están en ruinas.












Más adelante, en otro de los rasos, encontramos uno de los pozos que ha sido rehabilitado, éste en su totalidad, ya que se le han añadido unas escaleras metálicas para poder descender al fondo de su foso y comprobar su magnitud.


De los 38  pozos de nieve existentes en la Región, 25 se encuentran en Sierra Espuña, agrupándose en dos conjunto según el destino del hielo “fabricado” en ellos: los Murcia y los de Cartagena, donde se ubican también los de Lorca y los de Orihuela propiedad del obispado.


Los primeros jornaleros llegaban a la sierra al empezar el otoño. En los meses de octubre y noviembre limpiaban los rasos, terrenos despejados donde se recogía la nieve, y recogían leña para caldear sus cabañas en invierno. 


Con las primeras nieves multitud de braceros acudían a trabajar en la sierra, procedentes de Alhama, Totana Aledo, Priego y Mula. Una vez allí se organizaban en cuadrillas, a las que se les asignaban los rasos. 

Azadas, palas y capazos de esparto eran utilizados para la recogida de la nieve, que después eran cargados hasta el interior del pozo, donde se extendía y compactaba con mazos. Al mimo tiempo las paredes eran cubiertas con hierbas y arbustos, que se empleaban como aislante.


Algo más alejada quedan los restos y ruinas de una gran casa que sirvió para albergar a las cuadrillas de braceros, protegiéndolos del duro invierno que debían soportar hasta compactar todos los pozos hasta su máximo nivel de nieve.


Nos falta el último pozo de esta zona, escondido entre el bosque de pinos su estado es lamentable, conquistado por las hiedras sus paredes están agrietadas y es mejor observar desde sus barandas protectoras.

Regresamos al camino y continuamos hasta el Collado Eleuterio. A la derecha sobre unas rocas tomamos unas frutas y té mientras observamos la gran masa de pinar en la umbría de la Morra de las Moscas y el Morrón Chico.


Luego nos elevamos sobre un montículo en la otra ladera donde tenemos preciosas panorámicas a la gran mole del Morrón Grande o de Espuña (1.583 m.) la máxima altura del Parque Regional, coronado por artilugios militares.


Deshacemos camino hasta el Collado Mangueta, esta vez sin detenernos en los pozos, absorbidos por el paisaje, en un día gris que ha dejado caer algunas gotas haciendo más agradable si cabe esta bonita caminata.


Ahora nos vamos hacia los Pozos de la Nieve de Murcia, caminamos un trecho por la carretera para girar a la izquierda y tras pasar la valla subimos a contemplar las vistas desde las ruinas de la vieja casa.


El camino se eleva un poco y dejamos atrás los inicios de los senderos del barranco del Gallego, que baja hacia La Pérdiz y, el que sube hasta la Morra de las Moscas. Todo ello con vistas al Morrón Grande y a los Malvariches.


Esta pequeña y cerrada umbría albergaba los Pozos de Murcia que era la ciudad que más consumía hielo. En 1794 se vendieron en ella 450 mil kilos de hielo, aunque tuvieron que salir casi 700 mil, por el deshielo hasta destino.


Llegó a tener ocho pozos de nieve para mantener su consumo, que también permitía conservar medicamentos. En la actualidad todas las estructuras de esta zona están tremendamente deterioradas y sin cúpula.


De las dos grandes casas que albergaban a las cuadrillas de braceros y los aperos de trabajo, de una quedan en pie los muros pero sin el techo y de la otra el deterioro es más ostensible pero se pueden comprobar sus habitáculos.


Junto al primer pozo, quizás el que mejor conserva su estructura, hay otros dos más pequeños cuyos fosos, con el paso de los años están taponados y rellenos de tierra, tan solo conservan un pequeño trozo de su cúpula.


Por antiguas fotos y visitas de hace muchos años, recuerdo que sus cúpulas fueron puntiagudas casi en forma de huevo. No sé porque en esta zona no se ha emprendido ninguna rehabilitación, dejando que el tiempo acabe con ellos.


Paseamos por las casas hacia el resto de pozos ubicados al otro lado. Construidos como los anteriores aprovechando los desniveles del terrero para levantar las paredes del foso sin excavar demasiado y luego rellenar con tierra.


De estructuras más recias y anchos muros, sus fosos también han sido colonizados por los matorrales trepadores que enraízan por las paredes abriendo grietas y brechas que terminaran por derruirlos totalmente.


Emprendemos el regreso pasando por una antigua fuente que recordaba, ahora está tapiada y solo conserva la humedad. Nos despedimos de los vestigios de un floreciente negocio que sucumbió con la llegada de la luz eléctrica a las ciudades.

Para cerrar esta bonita excursión nada mejor que celebrarlo con un buen arroz en la Casa Forestal de La Perdiz. Prepararemos nuevas rutas para que mis amigos conozcan la gran diversidad de este Parque Regional.
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 6,4 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:15 HORAS.
DESNIVEL POSITIVO: 275 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 274 M.
DIFICULTAD: BAJA.

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