Posted by : Vaig a Peu martes, 30 de octubre de 2018

Son Las Arribes del Duero tierras escarpadas, de cabreros y contrabandistas, de historias y leyendas en las que el Duero no sólo ha sido frontera física, sino también psicológica entre los que habitan a uno u otro lado de este internacional río, e incluso, en ocasiones, generadora de desamores y pesares. De todas las leyendas , es la de Felipe la más bella y la que da nombre a este mirador. Un pastor llamado Felipe, que acudía a diario con sus cabras a este lugar escarpado de Las arribes, a este enorme peñasco que cae vertical sobre el río , acabó enamorándose de una muchacha del pueblo portugués de Bruço a la que veía cada día a lo lejos. Desesperado por no poder llegar a reunirse con la bella muchacha debido al caudaloso Duero, con sus manos y pequeñas herramientas intentó derribar el Picón para construir un puente con sus piedras, un paso que le permitiera cruzar el río y abrazar a su amada. La imposibilidad de levantar aquel imaginario puente, de separar todo lo que les separaba hizo que el joven pastor se suicidara. La leyenda habría que datarla antes de 1840, ya que en ese mismo año ya existía una barca perteneciente a la Aduana de Aldeadávila, con la que el joven Felipe podría haber salvado el río. En la actualidad es costumbre depositar en el lugar una hoja verde o una flor para romper simbólicamente con este aislamiento. Más allá de leyendas que, en realidad no son más que metáforas que nos hablan de lo que el Duero significó hace no tanto tiempo, el Mirador del Picón de Felipe es uno de los lugares más espectaculares de Las Arribes del Duero. En su parte central las rocas graníticas o cachones caen en vertical 500 metros sobre el río, hoy en calma debido a su embalsamiento, hasta hace apenas 50 años, un río salvaje, veloz y fiero, que se abría paso a fuerza de historia a través del duro granito. Cerca de donde nos encontramos se ubica el paraje denominado Salto del Gitano. Según cuenta la leyenda que da nombre al paraje, allá por el siglo XVIII, donde el cauce del Duero se estrecha, un hombre de raza gitana, perseguido por las tropas y sin más remedio que entregarse, decidió saltar, salvando la distancia entre las dos orillas. De nuevo la búsqueda de unir la historia de dos pueblos que hasta hace siglos han vivido de espaldas y que hoy son capaces de trabajar juntos por el desarrollo y la prosperidad de una Raya que ha perdido su carácter de límite, de separación, para convertirse en punto de encuentro.

Como estaba previsto amanece lloviendo pero esto no va a detener nuestras actividades. Hoy ruta con coche por los miradores de la zona. Desayuno más pausado y salimos a por el primero de ellos, el Mirador del Fraile.


El Mirador del Fraile es en principio una roca asegurada con una barandilla y provista de una rampa y unos escalones para facilitar el acceso. Es el mirador con mejor accesibilidad, ya que hay una carretera directa desde Aldeadávila.


Las vistas sobre la presa son espléndidas, y las nubes que flotan dentro del cañón le dan un aire enigmático y misterioso. Con la lluvia el contraste resalta las paredes graníticas del cauce del Duero aquí remansado.

La monolítica formación de la llamada Silla del Fraile, que constituye el mirador actual, brinda la singular posibilidad de construir un mirador que literalmente toca el terreno en solo dos puntos, a pesar de su gran tamaño, impresionante y voladizo.

Este proyecto está en marcha, incluso la plataforma inferior se sostendrá únicamente con unos pocos anclajes a esta misma roca. Esto, como diseño en sí ya constituye una intervención extremadamente respetable con el medio ambiente.


Ahora nos vamos hacia los miradores de la presa de Aldeadávila, el acceso es bueno hasta llegar al túnel que está cerrado, luego hay que continuar por una carreterita más estrecha que zigzaguea, tomando altura por la ladera. Hoy con la lluvia no circula nadie.


La Presa de Aldeadávila fue puesta en funcionamiento en el año 1962. Su construcción supuso una obra de ingeniería sin precedentes en nuestro país.  Forma parte del sistema Saltos del Duero junto con las infraestructuras instaladas en Almendra, Castro, Ricobayo, Saucelle y Villalcampo.


La presa posee una altura de 139,50 m, es de tipo Arco Gravedad y está construida a base de hormigón. Dispone de un aliviadero de superficie con ocho compuertas de segmento de 14 m por 8,30 m. Además, posee un túnel aliviadero con dos compuertas tipo segmento de 12,50 m x 9,70 m.










Es la segunda presa con aprovechamiento hidroeléctrico de titularidad española construida en el tramo internacional del río Duero. Concretamente sus trabajos comenzaron en 1956, con la desviación del río, cuando los trabajos de la primera fase del salto y de la presa de Saucelle estaban siendo finalizados.


Para erigirla se opto por utilizar el llamado “Llano de la Bodega”, que ofrecía una buena simetría para su ubicación y a la vez permitía aprovechar la totalidad del desnivel. Fueron varios los estudios realizados para dar forma a la opción finalmente elegida. 


Se descartaron algunas ideas como la de gravedad con aliviadero separado del cuerpo de la presa, o la bóveda de doble curvatura. Al final se opto por elegir la solución que constaba de una presa-vertedero de tipo arco-gravedad, la cual resolvía mejor los condicionantes hidráulicos, geológicos y estructurales.










De bajada pasamos a visitar el Poblado de la Verde de Iberdrola, situado al lado de la presa y que fue levantado para dar cobijo a las familias de los obreros que la construían, junto a las ruinas del convento franciscano de Santa María la Verde, que ha sido restaurado y convertido en hostelería.


Marchamos hacia nuestro próximo objetivo, el Picón de Felipe, quizás el más conocido por sus leyendas. Desde el aparcamiento tenemos que caminar un poco, aunque ahora apenas llueve, para llegar a la hoz del río.











En este tramo del Duero se produce un brusco descenso del perfil longitudinal del río. Esta fuerte pendiente, unida a la especial orografía de Las Arribes del Duero, han propiciado la construcción de numerosos embalses, cuyas presas se conocen como Saltos del Duero.


Situado en un saliente granítico, desde esta atalaya se divisa una bellísima panorámica del cañón fluvial del Duero y de las ladera vecinas de Portugal, y nos permite contemplar algunas de las colonias de alimoche y cigüeña negra más importantes de la Península, además de buitre leonado, águila real, águila perdicera y una reciente población de cormoranes, entre otros.


En la penillanura. El paisaje de robledales y encinares ha sido modificado por la intensa actividad agrícola y ganadera, y hay áreas de pastizal y matorral cada vez más abundantes debido al progresivo abandono de la agricultura.


En Las Arribes, la unión de elementos tan peculiares como la escasa altitud, la abrupta orografía y los grandes afloramientos rocosos, propician la existencia de zonas de abrigo en las que se conserva una vegetación mediterránea muy singular, de carácter termófilo, rica en endemismos ibero-norteafricanos.









A la hora de comer y estar tan cerca, preferimos volver al pueblo de Aldeadávila. Anoche descubrimos un nuevo restaurante que queremos probar. Luego barajamos las posibilidades para la tarde y elegimos el Pozo de los Humos, pese a que no hay agua en la cascada.

El Pozo de los Humos es un sorprendente enclave que se localiza al noroeste de la provincia de Salamanca, del territorio que engloba el Parque Natural Arribes del Duero. Las aguas del río Uces, cuya bravura en su descenso hasta el río Duero, para salvar el gran desnivel del terreno en este punto, dan vida a una espectacular cascada, marcan el límite principal entre las localidades ribereñas de Pereña, que se encuentra en la margen derecha del río, y Masueco, en su margen izquierda.La cascada desciende por un impresionante cortado granítico, efectuando una caída de 50 metros. Un saliente de roca divide el torrente de agua en su caída, en dos cuerpos o cascadas; una recibe el nombre de Pozo de las Vacas, atribuido por la leyenda que habla del despeño, en este punto, de un carro tirado por vacas que transportaba trigo a un molino próximo. Esta cascada discurre por la parte derecha de la que da nombre a este conocido enclave, Pozo de los Humos.
CÓMO LLEGAR:Por la SA-314 a Masueco y desde allí seguir las indicaciones hasta el aparcamiento.
COMPONENTES:VICENTE Y SUSI,
ITINERARIO:APARCAMIENTO / MIRADORES.

LA RUTA:Desde el inicio del recorrido hay diversos puntos desde los cuales obtenemos unas esplendidas vistas del valle. Según vamos avanzando, alcanzamos a dar vista al río Uces, que discurre a su encuentro con el río Duero. 













Es una lástima que en estas fechas y debido a la falta de lluvias el cauce de los pequeños ríos y arroyos están bajo mínimos, ya nos informaron que por falta de agua no podríamos contemplar ninguna cascada.

Pese a ello, hemos querido venir a ver las formaciones rocosas que hacen que el agua se precipite desde 50 metros de altura. Podemos ir contemplando cómo las benignas condiciones climáticas del arribe, en contraste con la meseta, favorecen el desarrollo de una flora diferente. 


Cultivos propios de clima mediterráneo, como olivos y almendros, inundan las laderas del arribe, al abrigo del valle, dispuestos en terrazas, invitando a comprender la dificultad que supuso la construcción de estos bancales o paredones sobre la acusada pendiente, con el fin de aprovechar y proteger al máximo el suelo para cultivo.

Especies como quejigos y encinas conviven con arbustos y matorrales diversos como escobas, jaras, enebros, retamas, zumaques y cornicabras. Esta última debe su nombre a una agalla en forma de cuerno que surge como defensa ante la puesta de un insecto. En otoño, la cornicabra adquiere unos tonos rojizos que aportan calidez al paisaje.


Diversas formaciones rocosas afloran en forma de salientes y berrocales, fruto de la acción erosiva del agua y el viento durante millones de años sobre los materiales de origen paleozoico, revelándonos la naturaleza fundamentalmente granítica de este territorio. 


La abundancia de roca es patente en los elementos constructivos propios de la arquitectura popular en estas tierras. Las cortinas de piedra, que parecen invitar a la continuidad de nuestros pasos por agrestes senderos, constituyen un tipo de construcción popular, frecuente en arribes del Duero, para delimitar las lindes de las propiedades y fincas. En algunos casos, aparecen mimetizadas en el entorno debido a la invasión de musgos y vegetación. 

En las inmediaciones del mirador, podemos ver las barandas de madera que protegen del abismo. Si hubiese agua, el ruido seria ensordecedor, comprobando el efecto humo que provoca la cascada difuminando el agua.












Desde los dos miradores contemplamos en seco los magistrales bloques de granito tallados y erosionados por el devenir de las aguas, que les ha otorgado unos tonos suaves en la parte alta, y marrones, grises y negros en los tajos verticales.












De un mirador a otro, podemos observar como quedan colgados en el aire, permitiendo cercanas e inverosímiles perspectivas. Debe ser alucinante ver la caída del torrente de agua y como golpea en la cubeta de su base.


También se distingue el saliente de roca divide el torrente de agua en su caída, en dos cuerpos o cascadas; una recibe el nombre de Pozo de las Vacas, y la otra más afamada, el Pozo de los Humos que nombre al paisaje. Regresamos.

RECORRIDO:LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA POTABLE EN RUTA:NO.
DISTANCIA:2,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO:0:50 HORAS.
ALTURA MÁXIMA:592 M. (Aparcamiento)
ALTURA MÍNIMA:453 M. (Miradores)
DESNIVEL POSITIVO:143 M.
DESNIVEL NEGATIVO:143 M.
DIFICULTAD:BAJA.


En la cumbre del Berrocal, en el municipio de Pereña de la Ribera, se encuentra la Ermita de Nuestra Señora del Castillo. Dice la tradición que, con la llegada de los musulmanes en el año 711, la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles conocida como Nuestra Señora del Castillo fue escondida y enterrada por los pereñanos antes de entregarse, bajo uno de los cubos de la fortaleza que allí existía. 

En la primera mitad del siglo XIV, durante el reinado de Alfonso XI de León, la figura fue recuperada y a partir de ese momento se convierte el Teso de la Ermita en lugar de peregrinación destacado del Condado de Ledesma y de las tierras lusitanas al otro lado del Río Duero.

Junto a la talla en piedra policromada se conservó una segunda piedra aparentemente encontrada junto a la figura de la Virgen, usada ocasionalmente como peana. El 14 de mayo de 1721 esta segunda pieza se rompió y “apareció” una tablilla en piedra de color alabastro, que representa la figura mayor: es la Virgen Chica. A partir de ese momento se redobla el fervor de los peregrinos, especialmente en la fecha señalada del 14 de mayo.

La Ermita de Nuestra Señora del Castillo está rodeada por un explanada, formando el teso y rodeada por multitud de árboles y áreas de descanso, que invitan a pasar una jornada en la naturaleza. Desde aquí se pueden observar algunos de los más asombrosos paisajes de Las Arribes del Duero, con el río a nuestros pies a cuatrocientos metros de profundidad.

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