Posted by : Vaig a Peu domingo, 30 de octubre de 2016

La Tierra es el escenario sobre el que se escenifica la vida y los seres vivos son los actores de la obra de la Naturaleza. En algunas rocas han quedado plasmadas escenas de la vida primitiva, son los fósiles. La fosilización es un proceso que requiere mucho tiempo y unas condiciones muy particulares. Uno de los ejemplos más singulares de ello es el ámbar, resina fosilizada de plantas extintas que vivieron hace millones de años. Algunas de esas plantas dejaron, como prueba de su paso por los ecosistemas terrestres, restos de madera, hojas y el preciado ámbar, un tesoro enigmático cuyos secretos van siendo poco a poco desvelados. Desde que en Julio de 2008 se hizo público el descubrimiento del Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao, se han realizado cuatro excavaciones que han proporcionado gran cantidad de datos. Las investigaciones avanzan a buen ritmo y ya se han publicado varios artículos en revistas científicas que tratan de la geología del yacimiento, de las afinidades botánicas y de la geoquímica del ámbar, además ya se han descrito nuevas especies de insectos fosilizados en ámbar. La primera lleva por nombre Cantabroraphidia marcanoi, en alusión a su origen cántabro, al orden de insectos al que pertenece, Raphidioptera, y ha sido dedicada al Consejero del Gobierno de Cantabria, Francisco Javier López Marcano, quien ha hecho posible que las investigaciones del Yacimiento Paleontológico de ámbar y de todo el entorno geológico de la cueva de El Soplao sean una realidad. La segunda especie publicada es un ejemplar del orden Thysanoptera (trips) que ha recibido el nombre de Tethysthrips hispanicus. Estos nuevos registros del catálogo de la vida son los pioneros de la nómina de especies del Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao, que promete ser larga.

Hoy también hacemos un paréntesis en nuestras rutas. Hemos organizado un pequeño circuito para recorrer los alrededores y terminar en la Cueva del Soplao, para la que tenemos entradas a primera hora de la tarde. Comenzamos por otro de los pueblos bonitos de España.







Mogrovejo es una pequeña aldea situada en el municipio de Camaleño, en un alto muy dominante. Conserva un importante conjunto de casas populares lebaniegas y algunos edificios singulares, entre los que destaca la torre medieval. La torre medieval es de finales del siglo XIII, tiene planta cuadrada, estando rematada por almenas cuadradas.

En torno a la torre se construyeron diversos edificios, algunos de ellos en ruinas, entre los que destaca la casa solariega adjunta que fue remodelada en el siglo XIX, con capilla de planta rectangular, con interesante retablo barroco. Otro edificio singular es la iglesia parroquial, probablemente del siglo XVII, que tiene nave rectangular cubierta por bóvedas de crucería.

Tiene retablo barroco con los escudos de los Mogrovejo, destacando la escultura de una Virgen flamenca de finales del siglo XV. Además se conservan algunas casonas entre las que destaca la de Vicente de Celis, con el escudo de los Estrada, del siglo XVI.







Las casas populares son de tipo lebaniego, con la planta alta frecuentemente abierta al exterior y paredes de entrelazo de varas, forradas con manteado de barro que delimitan un espacio generalmente dedicado a pajar; algunas de ellas con acceso al segundo piso con patín, de influencia asturiana.

En cuanto a otro tipo de edificaciones populares hay que reseñar la aparición de varios hornos de pan de forma semicircular y un hórreo. En sus calles se está filmando la trilogía de Heidi, la pequeña heroína de los Alpes creada por Joana Spyri, que en España se convirtió en uno de los personajes infantiles más populares en los años setenta.

Ahora nos vamos al Monasterio de Santo Toribio de Liébana. Las primitivas construcciones que conformarían el monasterio serían sencillas, dentro del estilo prerrománico, quizás de estilo asturiano o mozárabe. Durante los siglos X y XI se había producido una gran expansión del monasterio por los valles de Liébana.





En el año 1256, se construye la actual iglesia, con el apoyo económico de los fieles, por medio de indulgencias concedidas para tal fin por el obispo palentino Fernando. El templo sigue las directrices del gótico monástico de influencia cisterciense, con la claridad de líneas y de espacios y la sobriedad decorativa que caracteriza a la arquitectura de la Orden de San Bernardo.





Posee una cabecera de tres ábsides poligonales y un cuerpo de tres naves de similar altura. Todas las bóvedas son de crucería y algunas llevan nervios de refuerzo. La escasa decoración se concentra en los capiteles. Los del ábside mayor llevan decoración figurada de cabezas humanas y de animales, el toro y el oso, que según la leyenda ayudaron a Santo Toribio a construir la iglesia.

En el ábside central se venera la imagen de la Virgen de los Angeles, del siglo XVI, y en el ábside del evangelio se conserva la estatua yacente de Santo Toribio. Tallada en madera de olmo de Burgos, consta que existía en el monasterio al menos desde el año 1316. Conserva la policromía original.








El camarín que cobija el "Lignum Crucis" fue diseñado hacia 1705 por Fr. Pedro Martínez de Cardeña. En sus hornacinas presenta diversas esculturas de los Santos Padres, apóstoles y santos, aunque algunas de sus tallas son modernas. La tradición la relaciona con el origen del monasterio.





Pero lo más verosímil es que fuese traída al mismo tiempo que los restos de Santo Toribio de Astorga, alrededor del siglo VIII. Según el P. Sandoval, cronista de la orden benedictina, esta reliquia corresponde al "brazo izquierdo de la Santa Cruz, que la Reyna Elena (madre del emperador Constantino, en el siglo IV) dejó en Jerusalén cuando descubrió las cruces de Cristo y los ladrones.

Está serrado y puesto en modo de Cruz, quedando entero el agujero sagrado donde clavaron la mano de Cristo. Se encuentra incrustado en una cruz de plata dorada, con cabos flordelisados, de tradición gótica, realizada en un taller vallisoletano en 1679. Las medidas del leño santo son de 635 mm. el palo vertical y 393 mm. el travesaño, con un grosor de 38 mm. y es la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo, por delante de la que se custodia en San Pedro del Vaticano. Un análisis científico del sagrado leño, determino que "la especie botánica de la madera del Lignum Crucis es Cupressus Sempervivens L., tratándose de una madera extraordinariamente vieja y que nada se opone a que alcance la edad pretendida".

Volvemos a Potes para conocer el pueblo, que aunque bajamos algunas noches a cenar apenas conocemos nada. Paseamos por las riberas del río Deva. Potes se sitúa en el centro de Liébana, en la confluencia de los ríos Quiviesa y Deva, al pie del Parque Nacional de los Picos de Europa.

Desde antiguo fue centro administrativo y mercantil de la comarca, y aunque fue bastante destruida durante la Guerra Civil, todavía conserva edificios y barrios de interés. El casco histórico está repartido entre las dos orillas del río, unidas por dos puentes, el de San Cayetano y el de la Cárcel.





El edificio más emblemático es la torre del Infantado, actualmente sede de exposiciones. Fue construida en el siglo XV y perteneció primero a Orejón de la Lama y luego al Marqués de Santillana y Duque del Infantado. Tiene planta cuadrada con cuatro pisos y azotea, rematándose por una cornisa apoyada en modillones, y con cuatro cubos circulares culminados por almenas, en los esquinales.

La entrada tiene arco ojival y conserva varias ventanas geminadas. La iglesia vieja de San Vicente es gótica, del siglo XIV, aunque con abundantes añadidos y reformas de los siglos XV y XVII. La iglesia nueva es del siglo pasado, aunque conserva varios retablos barrocos procedentes del convento dominico de San Raimundo.

Además, hay varios edificios de interés, tanto religiosos, como la ermita de San Cayetano, con interesantes retablos barrocos; el Colegio Menor, con claustro del siglo XVII perteneciente al antiguo convento de los dominicos de San Raimundo, etc.; como civiles, las casas de Linares, Sánchez Cicero, etc.







Tras un tentempié nos dirigimos hacia la cueva situada en la Sierra de Arnero, atravesando el desfiladero de la Hermida. Queremos comer por el camino, pero todo se complica un poco al ser carreteras locales. Llegar y comer en Casa César ha sido una odisea y además sin reserva, pero lo conseguimos.

Una recreación del tren minero nos traslada, a través de la galería minera de la Isidra, hasta llegar a la cueva. Una vez allí se realiza un circuito a pie a través de las galerías y salas de La Gorda, Los fantasmas, Mirador de Lacuerre, Centinelas y La Pera.


De haberlo sabido, para los más intrépidos se organizan visitas de 02:30 horas en las que se recorren las galerías de Campamento, el Órgano y el Bosque entre otras, pasando por el suelo original o zonas menos accesibles. Suministran casco con luz, buzo y botas de agua, ya hicimos algo parecido en la Grotte de Niaux, Pirineos franceses.


La Cueva del Soplao, descubierta a principios del siglo XX con motivo de la explotación de las minas de La Florida, está considerada una de las grandes maravillas de la geología, atesorando un auténtico paraíso de espeleotemas (excéntricas, estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas, perlas de las cavernas, dientes de perro, etc.).










El Soplao constituye un deleite para todo el que acerque a visitarlo, que podrá disfrutar de un recorrido que sobrecogerá por la espectacularidad, abundancia y diversidad de sus formaciones excéntricas, que son las que hacen de El Soplao una cavidad única.











Un auténtico juego de sombras y luces, de colores, un festival de sensaciones. Además de su valor geológico, la cueva y su entorno albergan un excepcional patrimonio de arqueología industrial minera, com más de 20 km de galerías.









La actividad minera también ha dejado su huella en el espacio interior: castilletes, hornos de calcinación, lavaderos, talleres, etc. Las labores mineras se orientaron a la extracción de blenda y galena, dos de las mejores menas para la obtención de zinc y plomo, respectivamente.

A la salida nos topamos con otro precioso mar de nubes que inunda la Sierra de la Sagra, los Picos de Europa y el Valle del río Nansa. Regresamos tranquilamente para cenar en Potes.

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