Posted by : Vaig a Peu viernes, 28 de octubre de 2016




El Parque Natural de Ponga, que ocupa la totalidad de ese concejo, se sitúa en la montaña centro-oriental de Asturias, entre el Parque Nacional de los Picos de Europa y el Parque Natural de Redes. El Parque se caracteriza por un fuerte relieve en el que destacan cordales rocosos y encajonados desfiladeros, pudiendo organizarse para su descripción en tres unidades paisajistas principales. El borde meridional forma parte del dominio de la cordillera cantábrica, destacando entre todos el pico Peña Ten de más de 2100 m de altura.Los dos tercios occidentales del Parque se organizan en torno al valle del río Ponga, delimitado en su borde Oeste por el Cordal de Ponga que hace de límite con el territorio vecino del Parque Natural de Redes. Se trata de una crestería de considerable altura, hasta 1950 m, en el Tiatordos, y naturaleza principalmente calcárea. En el valle, sin embargo, aparecen sustratos de pizarras y areniscas, más fácilmente erosionables y sobre los que se ha desarrollado lo principal del doblamiento, organizado en torno a las cabeceras de San Juan de Beleño y Sellaño. El tercio oriental del Parque se organiza en torno al valle del Sella. Allí, los duros roquedos calcáreos son cortados limpiamente por el cauce del Sella, dando lugar al desfiladero de Los Beyos, de incomparable belleza y al que se asoman colgadas pequeñas aldeas como El Beyu, San Ignacio, Viboli o Casielles. Entre ambos valles, se sitúa el Cordal de L´Arcenoriu, que arranca de la Peña Ten también con dirección sur a norte. El cordal puede ser salvado a través de la carretera que por Viego une ambos valles, recorriendo el impresionante desfiladero de Santagustia. Este parque conserva una gran cantidad de bosques siendo los más representativos los hayedos. También podemos encontrar a lo largo del territorio que conforma el parque masas boscosas formadas por tejos, robledal, abedulares, fresnedas con arce y alisedas. De todas estas formaciones boscosas la de mayor importancia es la reserva natural parcial de Peloño un gran hayedo de unos 15 km². de gran importancia ecológica. En los pueblos de Taranes, Beleños y Abiegos podemos observar extensas plantaciones de castaños. El resto de vegetación que compone el parque está básicamente conformado por pastizales, praderías y matorrales si bien en estos últimos se pueden encontrar zonas de acebo, narcisos asturianos y la planta medicinal denominada la genciana.
CÓMO LLEGAR: Desde Cangas de Onís, tomando la N-625 que se dirige a Riaño. Esta vía recorre el extremo oriental del Parque, siguiendo el cauce del Sella por el abrupto desfiladero de Beyos hasta alcanzar el Puerto del Pontón y salir a la meseta leonesa. Para visitar el corazón del Parque, sin embargo, debe tomarse a la derecha el desvío que, por la AS-261 y siguiendo el río Ponga, conduce a San Juan de Beleño, la capital municipal y a Les Bedules, inicio de la ruta.

COMPONENTES: VICENTE Y SUSI

ITINERARIO: LES BEDULES / HAYAS CENTENARIAS / COLLADA / DESVÍO AL ROBLÓN / ROBLÓN DE BUSTIELLOS / COLLADA / MAJADA / LES BEDULES

LA RUTA: Tenemos dos tracks seleccionados para el Parque Natural de Ponga y tras el desayuno nos dirigimos a San Juan de Beleño donde está el Aula de la Naturaleza del Parque, muy cercano a los Picos de Europa. De camino hemos fotografiado unas instalaciones de puentes, pasarelas y una cascada.

La bruma se despeja pronto y tenemos un día maravilloso, con los coloridos otoñales en todos los parajes. En la oficina del Parque nos atienden con sonrisas y nos recomiendan el hayedo del Monte Peloño, que ya teníamos en el GPS. Nos facilitan abundante información de otros parques.

El inicio de la ruta está cercano, a unos cuatro kilómetros del pueblo, en Les Bedules siguiendo el Camin de Los Arrieros, hay buen sitio para aparcar. Han adaptado unos 500 metros de pasarela de madera sobre el suelo para que personas con alguna discapacidad puedan llegar hasta un mirador y observar el paisaje.

Hay paletas informativas de varios recorridos y paneles sobre la conservación del urogallo que habita en estos bosques. Otras tres personas inician por el ancho camino, nuestra ruta es lineal ida y vuelta por el mismo sendero pero en forma de “T”, con dos variantes a ambos lados.


Tenemos un cielo limpio y salimos directamente en manga corta. El ganado pasta a la sombra de los primeros árboles, y las miradas a los agrestes Picos de Europa impresionan. La zona está compuesta por grandes manchas boscosas entre las herbosas y despejadas majadas para el ganado.


Pasamos por una caseta de aperos ganaderos y entramos en el bosque. Los árboles nos protegen del sol con su ramaje, el camino entra en la penumbra pero se nota la falta de humedad, su grado no es muy elevado y las lluvias no terminan de llegar restando viveza otoñal.









Entramos y salimos a claros donde el sol es intenso entre grupos de robles y abedules hasta que poco a poco las grandes hayas van tomando posesión de las laderas y el colorido aumenta de tono. Grandes ejemplares se mezclan entre otros más jóvenes que buscan la luz del sol.









La hojarasca invade el camino y la vegetación se aprieta tornándose más boscosa entre añosas hayas que quizás no han sido podadas nunca, su prolifero e incontrolado ramaje ha crecido libre buscando la luz. Algunas chorreras bajan por la ladera pero con escaso aporte de agua.


En recodos y claros, seguimos observando los grandes picos montañosos tapizados con manchas boscosas y laderas de apretado matorral pintado de vistosos colores ocres,verdes y marrones. Nuestras laderas se alfombran de helechos que el sol amarillea vistosamente.








Viene un tramo de robledo encendido de rojizos colores que da paso a una selección de enormes hayas centenarias, altas y esbeltas, de nutrido ramaje y colorido. Individuos longevos que aportan umbría al camino. Los siguientes regatos traen humedad pero nula contribución acuífera.

Nuevos claros se abren en el bosque con extensas miradas a las montañas y a una foresta variada y dispersa, con arces abedules, fresnos y helechos, que dan paso a las majadas y pastos siempre delimitados por la arboleda. Nos vamos acercando a una pequeña meseta.


El camino gira y nos metemos en un breve bosque que nos termina de ascender a un espacioso rellano herboso, donde hay una pequeña casa de pastores y una fuente con abrevadero. Alcanzamos la Collada Granceno (1.194 m.) Un poste con paletas nos indica el roblón de Bustiellos.









Continuaremos en esa dirección durante 1,5 kms aproximadamente hasta el gran roble y luego regresaremos a este mismo punto. El ancho camino nos introduce de nuevo en el bosque que poco a poco se torna robledal que con delgados y esbeltos especímenes filtran los rayos del sol.

Proseguimos bajo el palio del ramaje hasta que una estaca de madera nos indica el desvío por la izquierda hacia el Roblón. La nueva senda se abre camino serpenteando entre la apretada foresta de delgados robles hasta que un enorme ejemplar nos tapona el paso.









Es difícil de describir la sensación. Al estar rodeado de espigados robles jóvenes y tener poco espacio para la perspectiva no calibramos bien su tamaño hasta que te acercas a su base. Es realmente impresionante, sus 8 metros de diámetro y sus 30 metros de altura lo convierten en ejemplar único.









Hemos visto otros especímenes de robles y castaños centenarios con más envergadura en su diámetro, pero siempre han estado muy dañados por su edad o fenómenos naturales. Éste tiene un vigor increíble y el denso bosque que lo rodea le brinda una gran protección.









Volvemos por el sendero al Camin de Los Arrieros, deshaciendo camino hasta la Collada Granceno, el bosque de robles es ahora mucho más luminoso. En la Collada nos acercamos a un cartel del PR-AS 283, Senda Granceno-Tolivia, que califican de dificultad elevada.


En la oficina del Parque nos recomendaron transitar un tramo de este sendero hasta una majada más elevada donde tendremos panorámicas más abiertas de los Picos de Europa. Nos elevamos por camino mullido abriéndonos paso entre el ganado vacuno que nos mira impávido.

La Majada está situada estratégicamente entre los dos valles y al pie de un gran pico que supera los mil quinientos metros, sin nombre en mi mapa, y por cuyas tapizadas laderas discurre parte del PR. La luminosidad del día nos depara unos paisajes espectaculares.


Decidimos tomar un bocado junto a unas hayas y luego retornamos a la Collada Granceno disfrutando de unos parajes bucólicos, dignos de cuentos de Heidi. Esporádicamente nos hemos cruzado gente que viene haciendo la misma ruta o parte de ella.

El Camin de Los Arrieros nos trae de regreso pero no dejamos de volver la vista atrás admirando el paisaje que dejamos. Pese a ser el mismo itinerario, la luz y las perspectivas son distintas, hay matices diferentes y detalles que en la ida no habíamos reparado. Arribamos a Les Bedules.








También teníamos una reseña del pueblo de Taranes, que desde San Juan de Beleño nos cogía de paso. Poco antes de llegar nos topamos con La Casona de Mestas, Hotel Aguas Termales y preguntamos. Tienen un especie de cueva donde hay una piscina con aguas termales.

Aunque están fuera de temporada acceden a abrirlo para nosotros. En el coche siempre vamos preparados y no faltan ni bañadores, chanclas o toallas. Qué mejor colofón que un baño termal. Nos dan las llaves y nos metemos en el agua, lo de termal es ambiguo, pero se puede estar.


Taranes es un diminuto pueblo rural cobijado bajo las paredes de los Picos de Europa. Desde aquí comienza la ruta que sube a Tiatordos (1.950 m.) uno de los picos emblemáticos del Parque. Por supuesto que a estas horas de la tarde y en estas fechas, no hay nadie fuera de sus casas.
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.

AGUA EN RUTA: NO.

DISTANCIA: 14,8 KM.

TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:15 HORAS

ALTURA MÁXIMA: 1.278 M. (cerca de la Majada)

ALTURA MÍNIMA: 1.083 M. (Les Bedules)

DESNIVEL POSITIVO: 400M.

DESNIVEL NEGATIVO: 400 M.

DIFICULTAD: MODERADA.



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