Posted by : Vaig a Peu domingo, 18 de septiembre de 2016

El Sendero Marítimo de Anglesey (Anglesey Coastal Path en inglés) discurre por toda la longitud del Área de Destacada Belleza Natural en Anglesey, Gales, Reino Unido. Es una red de senderos con derechos de paso en Inglaterra y Gales públicos y algunos están designados como senderos permisivos. La ruta sigue la costa de Anglesey, casi dando la vuelta completa. Hay dos puntos en los que el camino no atraviesa las fincas: en Plas Newydd y en Llanfachraeth. Como es circular, oficialmente empieza y termina en Holyhead. El sendero está bien señalizado por todo el recorrido. Los fondos del Objetivo Europeo han contribuido en este proyecto, que pretende satisfacer la creciente demanda de paseos costeros. El camino fue creado por una asociación dirigida por la agencia comunitaria Menter Môn y el Concejo Condal de la isla de Anglesey. Se inauguró formalmente por el primer ministro de Gales Rhodri Morgan, el 9 de junio de 2006.
Anglesey, o Ynys Môn, es una isla en la costa noroeste de Gales. Dos puentes se extienden a lo largo del Estrecho de Menai, conectando a este bello paraíso europeo con tierra firme: el Puente de Menai y el Puente Britannia. Una vez siendo parte vital del Reino de Gwynedd, ahora esta isla compone el Condado de la Isla de Anglesey junto con Holy Island y otras cercanas. Casualmente,Anglesey este sitio es el más grande dentro del Mar de Irlanda, la isla más grande de Gales, y la quinta en toda Gran Bretaña. Es recomendada por su increíble paisaje y gran posibilidad de un retiro pacífico para sus visitantes. Anglesey es una isla relativamente baja, con muchas montañas planas que se reparten por el lado norte de ésta. Por más pequeñas que puedan llegar a ser, las más altas son Holyhead (220 metros), Mynydd Bodafon (178 metros), Mynydd Eilian (177 metros), Mynydd y Gran (170 metros), Mynydd Llwydiarth (158 metros), y Parys (147 metros). El lado sur presenta el Estrecho de Menai, y en las demás direcciones encontramos el Mar de Irlanda. La isla en sí se divide en varios poblados, los más grandes siendo Holyhead, Llangefni, Benllech, Menai Bridge, y Amlwch. Al este nos podemos encontrar con Biwmares, hogar del Castillo de Beaumaris (construido por Eduardo I), y que hasta el día de hoy permanece como un lugar ideal para pasear en bote o hacer carreras de yates. Dentro de estos bellos pueblos podemos visitar atracciones así como el Zoológico Marino de Anglesey, que hace un pantallazo diario de la flora y fauna de la región, particularmente marina, que va desde langostas hasta anguilas congrio. Todos los peces y crustáceos que se muestran en éste fueron tomados de diferentes partes de la isla y colocados en reconstrucciones de su hábitat natural. Como visitantes podemos comprar además sal, langostas, o perlas recogidas en la zona. Toda la costa rural de la isla ha sido designada un Área de Impactante Belleza Natural, algo que tiene muy merecido debido a sus extensas playas pacíficas, en especial aquellas que van desde Ynys Llanddwyn a Rhosneigr, o las bahías en Carmel Head. Un paraíso sin igual, con todos los ecosistemas posibles, Anglesey nos espera con los brazos abiertos.

COMPONENTES: VICENTE MONERRIS (GUÍA), MARIBEL, TONYI, MARIES, FRAN, IVAN, DAVID, JAVIER, SUSI Y VICENTE.

ITINERARIO: HOLYHEAD / ACANTILADOS / REFUGIO / FARO DE SOUTH STACK / CAFETERIA / CANTILADOS / PLAYA / PORTH DAFACH.

LA RUTA: Amanece un precioso día sin nubes, aunque todos los pronósticos son de que caiga alguna gota, pero hasta ahora nos vamos librando. Desayunados y con las mochilas subimos al microbús de Lloyd, que hoy nos trasladará a Holyhead, en la isla de Anglesey, cruzando el Puente Menai.

Aquí si está nublado y amenazando lluvia. Nos deja en el puerto deportivo y por un camino asfaltado iniciamos buscando el mar; nuestra ruta de hoy recorrerá parte de los acantilados de la isla de Anglesey. Pasamos por una curiosa edificación, vallada y abandonada, en forma de castillo medieval pero pintada de blanco.


Un poste balizado nos indica el sendero que baja hacia el mar en una playa pedregosa, a la derecha tenemos el puerto y por detrás, varias torres vigías desde donde se oteaba el horizonte para hacer frente a posibles ataques. Traspasamos un portón entre abundante matorral bajo.

Tomamos un poco de altura y se ensancha la visión al puerto, donde vemos atracados algún ferry y un crucero. Esta parte del océano Atlántico corresponde al Mar de Irlanda, muy frecuentado por esta clase de embarcaciones que hacen el transporte marítimo entre las islas.


Enseguida tenemos los primeros acantilados, no tienen gran altura pero están cortados a bisel y cuando el mar esté bravío será impresionante ver romper las olas. Después hay un saliente donde varios pescadores plantan sus cañas, y en otro, está posada una bandada de aves marinas.


Viene un bonito tramo donde el verde de los pastos llega prácticamente hasta el mar, nosotros que somos de secano nos sentimos como niños con zapatos nuevos. Para sorpresa, algo más alejados de la orilla, hay pastando una manada de caballos salvajes, que nos permiten acercarnos prudentemente.

Avanzamos siempre junto al mar entre múltiples tonalidades de verdes, serpenteando la acantilada costa y acercándonos a las montañas, donde predomina la gama de los marrones. Es un entorno bucólico y agradable en el que no te das cuenta de que el cielo sigue tapado y sopla un poco de aire fresco.


Esta parte del sendero está bajo protección y aparecen algunas peanas de madera con información sobre la fauna y la flora del lugar. Leyendo una de ellas nos damos cuenta de que en las rocas hay una foca, que al vernos se lanza al agua, y al poco tiempo asoma su cabeza entre las olas del mar.

Proseguimos por el mullido césped y atravesamos una tranca, ésta está abierta. Al haber fincas particulares tenemos que dejarlas tal cual las encontramos, cerrando o abriendo el paso al ganado. Estamos en un espacio especial, que cuando tomemos altura nos daremos cuenta que tiene forma de corazón. ¿?


El tráfico de ferrys es constante en el mar. Pasamos por otra tranca que hay que dejar cerrada, y el camino comienza a empinarse para subir unos promontorios rocosos que tenemos enfrente; a partir de ahora iremos separándonos del mar para izarnos a la parte más elevada de la ruta.



Antes, desde una barrera de grandes peñascos tenemos panorámicas a los acantilados recorridos. Desde la altura todo es más espectacular, distinguimos pequeñas calas inaccesibles, la serpenteante dársena del puerto y, el bancal de césped esmeralda en forma de corazón.


Comienza una larga subida en diagonal por la ladera de la montaña, seguimos viendo el mar pero no los acantilados. El sendero se abre paso entre el matorral bajo y helechos con un bonito colorido otoñal. Pasamos por delante de una especie de refugio de cemento, aunque no tiene puerta.


El ascenso es moderado pero constante, surcando la ladera hasta alcanzar su parte alta. Volvemos a sorprendernos con la magnífica visión del Faro de South Stack, espectacular centinela del mar de Irlanda, en un diminuto islote unido a la isla de Anglesey por un corto puente.


Es una visión fugaz puesto que tenemos que seguir subiendo lomas donde vuelve a aparecer de nuevo y ocultarse. También vemos una gran casa en otro acantilado junto a un diminuto islote. El faro está bajo un saliente, un pequeño istmo, y el sendero acorta para verlo desde el otro lado.


Bajamos desde las colinas para dirigirnos de nuevo a los acantilados, justo al borde hay una garita para protegernos en los días de fuerte viento y donde tenemos una excelente mirada, ahora muy cercana, y a nuestros pies el Faro, que reúne todos los requisitos, apartado, solitario y con buena visibilidad.

Continuamos bordeando los precipicios hasta otro mirador, que con un murete de piedras da comienzo a la trepidante bajada hacia el Faro, son unos cuatrocientos escalones de ida y otros tantos de vuelta. Monerris aconseja no bajar porque además del esfuerzo, el puente suele estar cerrado.

El camino sale a una carretera que en pocos metros nos lleva a la Casa de la Naturaleza, en la que, como no podía ser de otra manera, hay una surtida cafetería. Decidimos almorzar en su interior tomando unas cervezas. La carretera da acceso a gente impedida o a los que vienen a ver las panorámicas del Faro









Retomamos la marcha bajando de nuevo a los acantilados, tomando posesión de un espléndido mirador al Faro. En una pared vertical del acantilado distinguimos cómo progresan dos escaladores. Luego pasamos junto al Centro de Información de la Torre Ellin's.


Nos alejamos del mar por un camino que nos acerca a unos verdes prados, donde dentro de un vallado pacen preciosos caballos percherones, éstos están más acostumbrados a ver gente y se acercan para que los acariciemos, lo que desata una prolongada sesión fotográfica.


Cruzamos la carretera para entrar por un portón a un camino que discurre paralelo a la misma y  a la valla de varias fincas con verdes prados. En cercados de piedra y postes con alambre pace el ganado vacuno, ovejas blancas y negras, y otro apartado redil, machos cabríos.


Obtenemos las últimas miradas al Faro, apartado en su islote o sobresaliendo entre las lomas, ha oscurecido un poco y con paciencia, esperamos a que su luz giratoria nos enfoque para hacer la foto alumbrándonos. Por sendero mullido y esmeralda nos acercamos de nuevo al mar.


Empezamos un extraordinario recorrido por los acantilados de la isla de Anglesey, asomándonos y metiéndonos en todos los recovecos del litoral, admirando desde la altura las numerosas entradas del mar ganadas a las rocas o los tremendos farallones que se adentran en él.


Tras un tramo alfombrado de césped para encarar un diminuto golfo en el mar, en un núcleo de rocas más alejadas, vemos un grupo de gente joven que están practicando un nuevo deporte que consiste en avanzar trepando por los acantilados marinos. Van provistos de neoprenos y salvavidas.


Nos elevamos para salvar unos escoyos y subir a la parte alta de los acantilados, despidiéndonos de ellos. Avanzamos otra vez cruzando prados para salir a una curiosa zona donde todas la casas que hay son de madera, que han sido transportadas una vez fabricadas. Saltamos por un portón.


Arribando al final de la ruta tenemos otra sorpresa, la Playa de Porth Dafach. Escondida entre dos pivotes que se adentran en el mar, no se intuye hasta que estamos encima de ella. Y por supuesto también está influenciada por las mareas, que en este momento está en bajamar.


Es un delicioso espectáculo. Decidimos bajar a la arena, ahora que no está el mar, y atravesar todo el espacio entre arena, charcos, rocas y algas, hasta tocar las frescas aguas del Atlántico, aquí el Mar de Irlanda. Es una rara sensación para la gente que vive junto a mares que no menguan.

Disfrutamos como críos ante lo novedoso, luego nos reagrupamos en la playa y seguimos unos metros hacia Porth Dafach donde nos recoge Lloyd con su microbús. De todas las rutas realizadas, la de hoy ha tenido un encanto muy especial, el fabuloso colorido del paisaje, los acantilados y el bucólico Faro de South Stack
RECORRIDO: LINEAL.

AGUA EN RUTA: SI. (En la cafetería)

DISTANCIA: 16,5 KM.

TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:45 HORAS.

ALTURA MÁXIMA: 185 M.

ALTURA MÍNIMA:0,0 M. (Nivel del Mar)

DESNIVEL POSITIVO: 240 M.

DESNIVEL NEGATIVO: 240 M.

DIFICULTAD: MODERADA.

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