Posted by : Vaig a Peu miércoles, 26 de febrero de 2020

El melocotonero es un pequeño árbol frutal caducifolio, de hasta 7 metros de altura, y con ramas que normalmente, nacen muy cerca del suelo, a causa de las podas a las que se somete a lo largo de su crecimiento y desarrollo. Posee una corteza lisa y de color grisáceo-ceniza que se desprende del tronco en pequeñas láminas, y unas ramas que tras dos años se vuelven completamente leñosas. Las hojas del melocotonero, aunque varían un poco de una variedad a otra, suelen ser simples y de forma lanceolada, de color verde brillante, con una punta bastante fina y alargada y en el margen finamente aserrado. El tamaño de las mismas varía, según variedades, entre 7 y 15 cm de longitud. A finales de otoño y comienzos de primavera florecen los primeros árboles, ofreciendo unas bellas flores de color rosáceo, que puede llegar a rojo. Aparecen solitarias o en parejas, y bastante pegadas a los tallos, pero siempre en una gran cantidad, lo que le da un aspecto espectacular. El fruto de este árbol, el apreciado melocotón, es una drupa globosa que varia en su color (desde amarillo a rojo-granate) y en su tamaño (desde 7 cm de diámetro en adelante) y en su sabor (normalmente dulce pero con matices) según la variedad a que nos refiramos. Este posee un hueso duro y rugoso que contiene una almendra amarga en su interior. El melocotonero (proveniente de China e introducido en Europa desde Persia) es un árbol de clima templado que originariamente tiene preferencia por suelos profundos y guijarrosos, pero que en la actualidad se cultiva sobre cualquier tipo de suelo (incluso sobre suelos tan yermos como los de lágena) merced a las técnicas de cultivo de regadío intensivo y a la aparición de un ingente número de variedades adaptadas genéticamente para este tipo de plantación y producción. Son árboles de poca longevidad y, normalmente, después de producir durante 8-10 años se cortan y sustituyen por nuevos árboles. Quedan muy pocos ejemplares viejos que sobrepasen los 30 años.
CÓMO LLEGAR: Por la A-7 E-15 en dirección a Murcia, tomar la salida nº 567A  para incorporarnos a la A-30 dirección Albacete. Tomar la salida nº 100 hacia la N-301  dirección Cieza y en el pueblo llegar al Paseo Ribereño y el Molino de Teodoro, donde podemos aparcar.
COMPONENTES: VICENTE, PEPE COVES, PELEGRIN, VICENTE CERVERA Y RAFA BUYOLO.
ITINERARIO: MOLINO DE TEODORO / ACEQUIA LANDERMA / DCHA. / CUESTA DE LAS CABRAS / IZQUIERDA / IZQ. CAMPOS DE CARRILLO / DCHA. / CRUZAR CARRETERA / RAMBLA MECO / IZQ. PUERTA / IZQ. CAMINO / DCHA. CARRETERA / CAMINO DCHA. / VIVERO Y RAMBLA / DERECHA / POR LOS BANCALES / DCHA. CTRA. / DCHA. / ASFALTO IZQ. / OLMEDA / PUENTE 9 OJOS / DERECHA / MOLINO DE TEODORO.


LA RUTA: Bonita excursión la realizada por tierras de Cieza, sin embargo ha sido una de las menos concurridas pese a la fecha elegida en plena floración. También he tardado mucho en subirla, después del viaje a Ibiza y la crisis del Covid-19.


Iniciamos desde el Molino de Teodoro junto al bonito cauce del río Segura. Este molino toma el nombre como se conoce actualmente a su último dueño que se hizo cargo del mismo en los primeros años del siglo XX.


Con la mirada puesta en la emblemática Atalaya que domina el valle, rodeamos el molino por la derecha, por un inclinado callejón por el que cruzamos la Acequia de La Endelma que aportaba la fuerza para la molienda.


Construida en el siglo X con una longitud de 3,5 km supone una reliquia de la antigua red de acequias árabes  que convirtieron la antigua Medina Siyasa en un vergel. El camino se inclina más haciendo unas revueltas.


Dejamos el pequeño valle y el cauce del río Segura subiendo hacia las laderas de la Atalaya. La altura nos otorga preciosas panorámicas al apretado pueblo de Cieza que se va quedando atrás despertando entre la bruma.


La Cuesta de las Cabras nos exige un esfuerzo más de los pocos que tiene la ruta de la Brujilla para evitar algunos de los barrancos que bajan desde la Atalaya, impresionante muela cubierta de un tupido manto de pinar.


Sin llegar a cruzar la RM-532 giramos a la izquierda caminando paralelos al asfalto, tomando la Senda Campos de Carrillo, una franja de terrenos y casas de campo particulares con pequeñas plantaciones donde ya florecen los melocotoneros.


Enlazamos con la Senda de la Rambla Meco girando a la derecha. Salimos a la RM-532 que cruzamos de frente junto al puente de los tres arcos y subimos a la otra vertiente para por la izquierda, por la puerta de una valla seguir caminando.


Al poco giramos a la izquierda por otro camino que vuelve a salir a la RM-532, que seguimos por un amplio arcén a la derecha junto a una balsa un corto trecho y giramos a la derecha por un camino de vallados bancales de melocotoneros.


Todo este trasiego ha sido para evitar el caminar un tramo por la carretera. A ambos lados del camino comienza un bonito desfile de bancales repletos de árboles floridos que dependiendo de la clase de frutal cambian de intensidad y color.


Comenzamos a tener grandes perspectivas del pequeño valle encajonado entre las montañas, salpicado de extensas manchas coloreadas por la floración que van desde el verde intenso de las hojas, y de un rosa pastel al fucsia.


Vislumbramos las grandes casonas dentro de los recintos de las fincas, donde los bancales están preparados para su recolección con anchos pasillos entre los árboles, que permiten la recogida de los frutos sin tener que acarrear pesados cestos.


Dentro de una misma propiedad se pueden distinguir diferentes plantaciones de frutales donde predomina el melocotonero además de ciruelas, nectarinas, aguacates o paraguayos y distintas variedades cromáticas.


También influye mucho para la floración las variedades tempranas o tardías, de ahí las motas coloridas de diversas intensidades que observamos en el paisaje, e incluso en los mismos árboles hay pluralidad de tonalidades.


Vamos llegando a una especie de vivero que solo protege a los árboles con el techado traslucido superior dejando el resto abierto. Viramos un poco a la derecha bordeando una rambla hasta subirnos al margen de unos bancales.


Giramos a la derecha y en vez de utilizar el camino marchamos sobre un ancho margen superior que tiene acceso directo a los bancales, lo que nos permite ver las rectas líneas de arboleda y las ondulaciones del terreno.


La siguiente tanda de melocotoneros está en el auge de su floración, con todas sus varas cargadas de flores de un intenso color rosa-fucsia impresionante. El suave aroma nos invita a hacer cercanas fotos a los pistilos.


Observamos que en alguno de los bancales hay junto a las hilera de árboles cuadradas balas de paja que no sabemos su utilidad, quizás de usen para proteger los árboles en las heladas. Sobre una de ellas decidimos tomar nuestro almuerzo.


Disfrutamos de esta explosión floral que alegra los sentidos, haciendo senderismo cómodo y suave sin apenas desniveles es una gozada. Este es el mejor recuadro de arboleda florida y al que hemos llegado en su cenit.


Poco a poco, el nivel del margen va reduciéndose hasta quedar a la altura del camino por el que seguimos la caminata paralelos a los bancales de melocotoneros que nos acompañan hasta una casa de aperos.


El paisaje cambia y aparecen más casas de campo, fincas y plantaciones menores con variedades de frutales distintas y floración algo tardía. Enlazamos con un camino asfaltado por el que luego giramos a la derecha.


La soberbia mole de la Atalaya vuelve a acaparar nuestras miradas con moteados campos coloridos a sus faldas. Bajamos para luego remontar una vaguada aprovechada con bancales de cultivo y vemos las primeras casas de Cieza.


Pasamos junto a pequeñas huertas y vallados bancales floridos. En una de ellas vemos unas coles de tamaño gigantesco. Volvemos a salir a la RM-532 a la altura de la Venta Maripinar, continuando por la izquierda.


Por el arcén de  la carretera proseguimos cerca de acequias y huertas particulares hasta llegar al principio de la gran Olmeda del Maripinar. Dos hileras de olmos gigantescos que flanquean y comprimen la carretera.


Su origen se sitúa en torno a 1911 y se localiza sobre los suelos depositados por el río Segura en sucesivas crecidas. Se les plantó como árboles de sombra para los transeúntes, actualmente sobreviven 43 individuos de los que se plantaron.


El de mayor perímetro a la altura del pecho (1,30 m del suelo) detenta 4,25 m de cuerda, siendo uno de los mayores de Murcia, siendo la olmeda en su conjunto la que contiene mayor numero de individuos monumentales de Europa.


Tras la olmeda viene el Puente de los Nueve Ojos o de Las Delicias construido en 1892 y que salva una rambla inundable que ha sido aprovechada como campo de cultivo de frutales. En la peña vemos las ruinas del castillo y el pueblo.


Al final del puente torcemos a la derecha entrando en la ribera del río Segura caudaloso en estas fechas, para llegar al Molino de Teodoro cerrando esta hermosa ruta, en la que hemos tenido la suerte de la plena floración y un día estupendo.

RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 8 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 270 M. (Laderas de la Atalaya)
ALTURA MÍNIMA: 164 M. (Molino de Teodoro)
DESNIVEL POSITIVO: 171 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 191 M.
DIFICULTAD: BAJA.


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