Posted by : Vaig a Peu domingo, 1 de abril de 2018

Las levadas de Madeira son uno de los mayores atractivos del archipiélago, sobre todo para los amantes del senderismo, que pueden elegir entre múltiples rutas, ya que Madeira cuenta con 2500 kilómetros de levadas y de senderos. Las levadas son canales de agua de una profundidad de 50 cm. que se encuentran por toda la isla y que, en su origen, estaban destinadas para abastecer de agua a la región del sur de Madeira -para regar las plantaciones y para llevar agua a las aldeas-, que era más seca que la región norte. Fueron construidas a partir de mediados del siglo XVI y, en muchos casos, supusieron auténticas obras de ingeniería, ya que muchas levadas fueron esculpidas en las montañas (recuerden que Madeira es muy montañosa); de hecho, algunas atraviesan túneles: hay unos 40 kilómetros de túneles en la isla de Madeira. Existen unos 2.500 kilómetros de levadas, y pueden recorrerse por senderos paralelos a las mismas y, a veces, sobre las mismas levadas. Algunas discurren por acantilados al borde del mar, y otras, por el interior de la isla, a través de lugares más protegidos; a veces se estrechan tanto que a penas hay sitio para pasar y, otras veces, son auténticas avenidas. Eso sí, en todas ellas, podrán disfrutar de magníficos paisajes y descubrir rincones recónditos, como es el caso del bosque de Laurisilva, declarado patrimonio mundial por la UNESCO en 1999. De hecho, las levadas forman parte del patrimonio cultural de Madeira y son la demostración de que el hombre puede realizar obras en total armonía con la naturaleza.

Acordamos desayunar todos los días a las 08:00 hora local. Madrugamos, y un poco antes de la hora estamos en el otro edificio para el desayuno que realizamos tranquilamente. Luego volvemos al hotelito de a Casa do Lado a recoger las mochilas y el picnic.

Hoy vamos algo más cargados puesto que tenemos que tantear el tiempo y algunas cosas como los bastones y prendas de más abrigo se podrán quedar en la furgo, que viene a recogernos en el Jardim do Almirante Reis, junto al teleférico.

Elegimos los asientos al azar y todos los días iremos rotando. Nos marchamos hacia el norte por el municipio de Porto Moniz, haciendo varias paradas en el camino para ir conociendo la isla. La primera de ellas en Cãmara de Lobos.


Bajamos al pequeño puerto pequero inactivo hoy domingo. Paseamos por su recogido varadero repleto de pequeñas embarcaciones pintadas de colores chillones. En las calles hay algún corrillo de pescadores charlando.










Callejeamos un poco y entramos a su pequeña iglesia con un altar barroco recargado de paneles dorados. Lo más curioso es que no se ve ninguna mujer en la calle, solo hombres que repasan bien a las componentes de nuestro grupo.



De nuevo en la furgo seguimos tomando altura por la carretera hasta llegar a la próxima parada, cerca del mirador de Cabo Girão. Junto a la cafetería tenemos las primeras miradas en un día gris a las pobladas laderas de la sierra.









Seguimos caminando entre vallas y jardines hasta situarnos en el acantilado más alto de Europa, con 58 m. de altura, el mirador de cabo Girão posee una plataforma de cristal suspendida (denominada skywalk).


La cual ofrece unas vertiginosas vistas de la Fajã do Rancho y de la Fajã do Cabo Girão, pequeñas zonas de tierra cultivadas en la falda del acantilado, así como magnificas panorámicas del océano y de los municipios de Cãmara de Lobos y Funchal.


Continuamos hasta Ribeira Brava donde volvemos a detenernos y caminar por su largo espigón portuario formado con bloques de cemento prefabricado, saltando de bloque en bloque hasta llegar a su parte más tranquila y cerrada.


Retornamos por un ancho túnel excavado en la sierra donde hay una plataforma de escalera de caracol que sube a lo alto de la sierra, pero está cerrada. Contemplamos sin llegar a ella la bonita iglesia de São Bento, del siglo XV.


Conectamos con las modernas carreteras que nos suben hacia el norte de la isla, las nuevas estructuras han excavado numerosos túneles y elevado puentes sobre profundos barrancos. Tenemos otra parada en la casa de Elías.

LA RUTA: Llegamos a Porta da Vila donde comienza la caminata de hoy, la levada do Moinho por el PR 7 en dirección Achadas da Cruz, aunque no llegaremos a ella. Nos calzamos la botas, cogemos las mochilas y los pertrechos de senderismo.


Iniciamos desde la carretera junto al panel de la ruta, subiendo un margen y luego por unos escalones reforzados con troncos de madera hasta alcanzar el nivel de la levada, recordemos que las levadas son las acequias que distribuyen el agua de riego.


El estrecho sendero se ciñe a la levada y ésta al contorno de la ladera recorriéndola sinuosamente. La vegetación cambia, de altos y espigados pinos a ser exuberante y frondosa con la aparición de la laurisilva.

Unas piquetas de hierro entrelazadas con un cable de acero hacen de barrera y quitamiedos a las profundas ramblas y barrancos invadidos por helechos y laureles de troncos retorcidos y poco porte que enmarañan de un verde intenso la zona.









Unos inclinados escalones nos ascienden pegados a la estrecha levada, cuya espumosa agua baja por un tramo recto a gran velocidad. Aprovechamos para hacernos preciosas fotos en este entorno espectacular.

En esta levada existían varios molinos de agua ya desaparecidos, tan solo quedan las ruinas de un antiguo molino de cereales en Achadas da Cruz pero que hoy no visitaremos. El sendero vuelve a ser de tierra.









Oímos la música del agua al caer. Nos acercamos a una cascada. El agua se precipita desde unos doce metros sobre un frontal rocoso oscurecido por la constante humedad. No es un gran caudal pero forma una pequeña cola de caballo.











El agua cae sobre la levada y el muro que sostiene el sendero, para poder salvar este tramo tenemos que descender un corto trecho por la rambla,  volviendo a subir al nivel de la levada y dentro de la protección de las piquetas.










Seguimos el agradable trayecto a pie plano hasta un recodo donde se bifurca otro sendero que sube por unas escaleras y se unen las aguas de otra levada que baja junto él. En los entornos rocosos la humedad alimenta musgos y líquenes.  











Poco después, tras una zona de abundante vegetación y ramaje que cruza el sendero, entramos en un rincón espectacular, otra cascada o chorrera que se desliza por las rocosas paredes. Esta cae desde menos altitud.


El ambiente mojado y húmedo contribuye al desarrollo de la vegetación de laurisilva con gran abundancia de helechos que cuelgan de las paredes. Avanzamos hasta otro tramo más despejado donde decidimos tomar nuestro picnic.


Una vez terminado, se decide iniciar el regreso, deshaciendo camino por el mismo sendero ya que la ruta es lineal, de ida y vuelta. Pasamos junto a unos altos eucaliptus y vamos descubriendo pequeños destalles que no vimos en la ida.


El paso por la cascada grande vuelve a ser espectacular y poco a poco concluimos la corta ruta que nos ha servido  como toma de contacto,  estirar las piernas después del largo viaje de ayer y al guía para calibrar nuestras aptitudes.


De regreso en Funchal nos da tiempo a ducharnos y descansar. Salimos a pasear por las animadas calles peatonales haciendo tiempo para la cena e ir adaptándonos al uso horario de la isla. Luego, paseamos por el Forte de São Tiago.
COMPONENTES:  MONERRIS (GUÍA), LETI, INMA, ALICIA, MARA, SUSI, PACO Y VICENTE.
ITINERARIO: PORTA DA VILA / CASCADA / CHORRERA / REGRESO / PORTA DA VILA.
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 4,1 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 01:30 HORAS
DESNIVEL POSITIVO:65 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 65 M.
DIFICULTAD: BAJA.

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