Posted by : Vaig a Peu sábado, 24 de junio de 2017

Separando las bahías de Altea y Benidorm esta pequeña sierra es una de las pocas supervivientes al gran desarrollo urbanístico costero de la región, convirtiéndose en un de los ejemplos más singulares y mejor conservados de las sierras litorales valencianas. A pesar de sus reducidas dimensiones la Serra Gelada alberga una gran cantidad de ecosistemas de elevado valor ecológico, entre los que destacan los ecosistemas marinos por su excepcional biodiversidad y estado de conservación . Esto unido a la extraordinaria riqueza histórica y cultural de su entorno implicó su declaración como Parque Natural en 2005, convirtiéndose en el primer parque natural marítimo terrestre de la Comunidad valenciana. Su cercanía al mar y a los fértiles llanos de las bahías de Altea y Benidorm convirtió la Serra Gelada y su costa en fuente de recursos y lugar de refugio desde los tiempos prehistóricos. Fenicios, íberos, romanos, árabes y finalmente cristianos han habitado y dejado su huella en este lugar. Como herencia de esta constante interacción en la actualidad podemos disfrutar de valioso patrimonio histórico-cultural. Destacan las minas de ocre de l’Albir, ya explotadas por los fenicios. Así como las dos torres vigías construidas para prevenir los ataques de piratas berberiscos que asolaban la costa durante los siglos XVI al XVIII. No menos importantes son los muros de piedra en seco que nuestros antepasados construyeron con trabajo duro ganando palmo a palmo un trozo de tierra que cultivar. Sin tampoco olvidarnos del valioso patrimonio inmaterial vinculado a la sierra con oficios, artes de pesca, tradiciones y leyendas que todavía perduran en la memoria colectiva. Esta alineación montañosa de 6 km de longitud muestra un perfil asimétrico muy característico, con una vertiente formada por una impresionante costa acantilada de más de 400 m de altitud y otra ladera interior con pendientes mucho más suaves. Esta marcada asimetría ha favorecido la formación de ecosistemas muy diversos. La vertiente interior, protegida de la influencia marina, presenta un bosque mediterráneo con un matorral asociado a Pino carrasco formado por especies como romero, lentisco, espino negro, brezo, esparto, coscoja o palmito. En la ladera marina, adaptada a condiciones  extremas de salinidad, exposición al viento y falta de suelo, aparecen especies vegetales de valor ecológico, con plantas endémicas como la Camarina, el Enebro de las Dunas, la Palomilla o la Silene de Ifach entre otras. En cuanto a la fauna destaca el grupo de aves marinas con especies como el paiño común o la gaviota patiamarilla que nidifican en el parque, u otras como el cormorán moñudo o la gaviota de Audouin. En el medio marino encontramos una de las plantas de mayor valor ecológico del parque: la Posidonia oceánica. Esta planta forma extensas praderas que, a modo de bosque submarino, albergan una enorme variedad de fauna marina, siendo de vital importancia para su reproducción, cría y alimentación. Las praderas de la zona son abundantes y se encuentran en buen estado de conservación, pero la disminución de la calidad de las aguas o el constante fondeo de embarcaciones de recreo entre otros factores están provocando su lento pero continuo retroceso. Además rondando las aguas del parque y atraídas por las piscifactorías de la zona existe una de las pocas poblaciones de Delfín Mular asentadas en aguas de la península.
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 hacia Benidorm, salida en la nº 65 BENIDORM (LEVANTE) CALLOSA D’ENSARRIÁ, enlazar con la N-332 y por la izquierda continuar hasta la Playa de l’Albir. Al ser una ruta corta hemos preferido aparcar cerca de la playa para luego darnos un baño. Apenas llega a un km del Parque Natural.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: PLAYA DE L’ALBIR / PARC NATURAL / MIRADOR-1 / MIRADOR-2 / DESVÍO A LA MINA / MINA DE OCRE / MIRADOR-3 / DESVÍO ALJIBE / ALJIBE / FARO / REGRESO A LA PLAYA DE L’ALBIR.

LA RUTA: Hemos llegado pronto y no ha habido problema de aparcamiento junto a la Fundación FRAX, a menos de cien metros de la playa. Todo está en calma y tenemos un día claro y despejado, esperamos que el calor no apriete.

Iniciamos por el paseo marítimo hacia la gran rotonda de la playa, en la que vemos a varias personas realizar movimiento estáticos de respiración y estiramientos parecidos al yoga o alguna disciplina asiática.


Tras la rotonda giramos a la izquierda donde ya vemos paneles del Parc Natural de Serra Gelada y del Sendero Azul Camí Vell del Far. Comenzamos a subir entre miradores y chalets hasta el aparcamiento del Parc Natural.


Antes de entrar echamos una mirada al mar y a las montañas de la Marina Baixa, la bruma acorta las panorámicas. Hay un punto de información, aseos y una máquina de venta de refrescos, el acceso está prohibido para vehículos.

Comienza el remozado Camí Vell del Far, que nada tiene que ver con la tortuosa senda que desde su construcción en 1863 subían los fareros. Han renovado todas las señales y carteles, y abundan las peanas informativas con datos del parque.

Por la derecha dejamos atrás la primera subida al Alt del Governador por el PR. El cuidado piso de cemento permite un tránsito concurrido por paseantes, runners y algunos ciclistas. También tiene buen acceso para minusválidos.


Llegamos al primer mirador, donde entre la frondosidad de los pinos tenemos las primeras vistas al mar, con el Penyal de Ifach al fondo, seguido por la muralla montañosa del Bérnia, y como no, las inconfundibles moles del Ponoig y del Puig Campana.


En el segundo mirador, algo más elevado, las panorámicas se amplían para gratitud de nuestros sentidos, mostrándonos toda la bahía desde l’Albir hasta el puerto de Altea, así como, las instalaciones de una piscifactoría en pleno mar.


Pasamos un corto túnel excavado en la sierra y salimos a la solana con miradas mucho más abiertas a la parte rocosa de l’Albir y a Altea. También ponemos nuestros ojos en el faro coronando el peñascoso montículo donde está situado.


El camino serpentea tomando un poco de altura y hacer en suave descenso un ancho recodo para evitar una barranquera que termina en la recogida Cala de la Mina, donde hay fondeadas dos embarcaciones. Obviamos el sendero que baja a la cala.


El Faro se va acercando, y en otro recodo, pasamos por debajo de la Cova Boca de la Balena, en forma de semicírculo pero con poca profundidad, hay marcada con mojones una sendita para llegar a ella, que también reusamos.


Poco después un poste informativo nos indica el sendero de bajada a la antigua mina de ocre rojo. Las primeras extracciones fueron realizadas por los fenicios, labor que continuaron posteriormente los romanos.












En época contemporánea, la mina de ocre volvió a explotarse a partir de los años 40 del siglo XX, manteniendo su actividad, escasa y artesanal, hasta finales de los 70. Su producción se destinaba a fábricas de colorantes y pigmentos.











Los restos conservados corresponden a la vivienda del capataz. La línea de pinares que bajan por el barranco servían de soporte a los railes de las vagonetas que llevaban el mineral hasta la orilla y en barcazas lo transportaban a un barco fondeado en la bahía.










Volvemos al sendero principal para subir al tercer mirador. Desde aquí podemos comprobar la tremenda verticalidad de los acantilados y ver la incipiente traza de una senda que se inicia entre las primeras lomas y llega al Alt del Governador (438 m).


Entramos en el recinto del Faro con enormes vistas a las instalaciones, a la cala de la mina, y a toda la bahía. El Faro lo tenemos encima, pero antes de llegar nos sorprende una pollada de perdices, la madre con nueve polluelos. Encantador.

Un pasamanos de madera y un cartel nos indican el sendero de bajada al Aljub del Far. Corto sendero que rodeando la ladera del barranco nos lleva al aljibe, situado en la parte baja para poder recoger la mayor cantidad posible de agua de lluvia.


Seguramente se construyó en el siglo XVI para los soldados de la torre Bombarda. Posteriormente los fareros reutilizaron la cisterna y construyeron un nuevo brocal. El agua recogida se destinaba a consumo humano y al riego de un pequeño huerto.


Regresamos arriba y vemos una pequeña ventana natural al mar. Desde el faro las vistas a los acantilados y al Alt del Governador son impresionantes. Entramos al Centro de Interpretación Faro de l’Albir.











Ubicado dentro de las antiguas instalaciones del faro tiene una sala dedicada a las Dunas Fósiles acumuladas durante el Pleistoceno superior hace 75.000 años. Vemos la cúpula del faro desde un pequeño patio interior.












En el exterior las miradas vuelven a ser imponentes a los acantilados y a la piscifactoría frente al Penyal de Ifach. Estas aguas acogen a una de las escasas poblaciones de delfín Mular (Turciops truncatus) de la península Ibérica.

La torre Bombarda recibe su nombre de una pieza de artillería, la bombarda. La torre fue destruida durante la guerra de la Independencia (1808-1814) los restos que se pueden ver son el basamento de mampostería maciza.


Emprendemos el regreso por el mismo camino. Buscando en el paisaje diferentes perspectivas. Antes de llegar al túnel tenemos nuevas miradas al puerto pesquero de Altea, donde distinguimos en lo alto, la cúpula de su bonita iglesia.

Desde la entrada el parque llegamos a nuestro aparcamiento para cambiarnos y darnos un agradable baño. Al ser una playa de bolos, es importante traer sandalias o zapatillas náuticas. Comemos plácidamente en una terracita.
RECORRIDO: LINEAL, IDA Y VUELTA.
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 8,4 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 02:45 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 96 M. (Far de l’Albir)
ALTURA MÍNIMA: NIVEL DEL MAR.
DESNIVEL POSITIVO: 225 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 225 M.
DIFICULTAD: BAJA.


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