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- O CAMIÑO DOS FAROS, ETAPA 2 FARO DE PUNTA NARIGA-ALDEA O RONCUDO, COSTA DA MORTE.
COMPONENTES: VICENTE Y SANTI.
ITINERARIO: FARO DE PUNTA NARIGA / PUNTA DO RUBIO / REGATO / ENSENADA DO LAGO / REGATO / PRAIA DE NIÑONS / FONTE DO NIÑONS / PRAIA DO MORRO / PRAIA NIÑO DO CORBO / PORTO DE SANTA MARIÑA / PELIGRO ACANTILADOS / REGATO / CABALLOS EN LIBERADE / PRAIA DA BARDA / FONTE DA BARDA / PUNTA ESPIÑEIRA / PUNTA DO CASTRO / PUNTA DAS EIRAS / PUNTA PERCEBELLOSA / ACANTILADOS -NO PASAR- / GRIFO EXTERIOR CASA PARTICULAR / ALDEA O RONCUDO.
LA RUTA: Ayer al volver al hotel nos pudimos duchar, relajarnos tranquilamente y se encargaron de poner nuestras botas y prendas mojadas en el cuarto de la caldera para que se secaran poco a poco. Están muy preparados, llover es algo cotidiano en la zona y nos ayudaron a reforzar uno de los bastones. Cena ligera y a descansar.
La ruta de ayer fue una toma de contacto de lo que es el Camiño dos Faros, hay que estar preparados para los momentos duros por fabulosos senderos en constantes altibajos, pero en un entorno fascinante. La subida al Alto de Nariga con lluvia me recordó a mis viejas travesías en Pirineos donde el destino era el siguiente refugio.
En el desayuno del hotel había bastante gente, pero luego no nos hemos cruzado con nadie. La razón es sencilla, nosotros estamos haciendo unos tramos de rutas diferentes. Puntualmente llega el taxi a recogernos y nos deja en el Faro de Punta Nariga.
Amanece un precioso día con nubes pasajeras y un mar más embravecido, pero de un intenso color azul. Hacemos las fotos que ayer no pudimos con la lluvia, e iniciamos al pie del faro siguiendo unas huellas pintadas de verde junto a la famosa flecha que indica la dirección.
Conectamos con el sendero que parece empedrado con rocas, y que nos baja hacia los acantilados para enseguida volver a remontarlos. La imagen del faro como la proa de un buque, seguirá a nuestras espaldas durante gran parte del trayecto, siendo la referencia a nuestra distancia recorrida.
Encaramados en unas rocas vemos a dos pescadores con caña lanzando sus sedales donde rompen las olas. Marchamos cercanos a los acantilados donde el mar se bate contra las rocas y levanta blancas olas espumosas.
Comenzamos a elevarnos para salvar la Punta do Rubio. Lo bonito de este sendero y su preciso trazo, es que siempre encuentra una salida entre los grandes roquedos, donde los helechos secos respetan el vial abierto.
En la bajada cruzamos uno de tantos regatos que desembocan en la costa y comienza a vislumbrarse parte del trazado que nos queda. Se conoce que en los días de mar brava es preludio de buena pesca. Vemos otro solitario pescador encaramado en una espaciosa roca.
Descendemos por acantilados más bajos y llaneamos por un mar de helechos con sendero alfombrado de hierba. Es la Ensenada do Lago en un mar calmado, tramo con gran visibilidad que llega a las lomas dominadas por los molinos eólicos que nos sirven de referencia.
Vamos virando a la izquierda en suave descenso a la Praia de Niñons, donde las olas rompen a larga distancia alcanzando suavemente la orilla. Para llegar, pasamos por una gran casona y un roquedo con cara de gorila.
Cruzamos un leve regato para subir entre un bosque de altivos eucaliptos que nos eleva a la otra vertiente, dejando atrás la recóndita Praia do Morro. Seguimos elevándonos hasta que tenemos una amplia mirada de las dos playas separadas por un brazo de tierra que se adentra en el mar.
Seguimos sobre los acantilados, recortados por pequeñas entradas y salidas al mar con preciosas olas que rompen espumosas. Pasamos por la Praia Niño do Corbo poco después tenemos a la vista las casetas del Porto de Santa Mariña.
Tras unos recodos y unos entrantes, pasamos por encima de la boca de una gran cueva, para llegar al Porto de Santa Mariña, con una serie de casitas donde los pescadores guardan sus aperos. Continuamos por la derecha.
Por rocosos acantilados cercanos al mar y algunos trazos de sendero entre helechos seguimos avanzando henchidos de mar azul y nubes blancas. Sobre unas rocas que se adentran en el mar hay una cruz tallada en piedra, quizás recordando una de tantas muertes en esta costa.
Hacemos un viraje a la izquierda para evitar peligrosos acantilados. Conectamos un breve trecho con una carreterita que luego dejamos por un sendero que nos adentra en el bosque. Aquí tenemos un Waypoint que indica caballos en liberade, pero no vemos ninguno.
Subimos hasta la zona más elevada cerca de los molinos eólicos. Es un sector rocoso en el que un incendio ha arrasado los pocos helechos y matorrales que había. Al comenzar la bajada el verde vuelve a reinar en la ladera con vistas a la Praia da Barda.
El fuerte descenso es compensado por las panorámicas al mar. Tenemos que rodear las dos vertientes de una corta ría que entra entre las dos puntas de tierra, terminando en la bonita Praia da Barda que mira a mar abierto.
Pisamos la arena alejados del mar, pasando por la Fonte da Barda y por sendero comenzar a subir de nuevo hacia la otra vertiente. Al principio siempre hay grandes árboles, entre ellos un castaño que ha dejado caer sus frutos todavía envueltos en su caparazón.
Al elevarnos, las panorámicas a la playa y la pequeña ría son extraordinarias y nítidas, dejándonos ver al final del todo la Punta de Nariga con su faro, con lo cual podemos ver casi todo el contorno de la costa que hemos recorrido hasta ahora.
Proseguimos elevándonos sobre los acantilados hasta situarnos a los pies de la Punta Espiñeira que se adentra en el mar, y en el otro lado, en las lomas de la izquierda, vemos asomarse las enormes aspas de los molinos eólicos.
Ahora viene una sucesión de lomas por las que tenemos que subir y volver a bajar para superar la siguiente, son tres y las tres terminan con un saliente al mar, Punta do Castro, Punta das Eiras y Punta Percebellosa.
El esfuerzo se ve recompensado con las gratas y espectaculares panorámicas a la Costa da Morte, hoy en un bello día, viendo como rompen las olas desde aquí hasta el Faro de Punta Nariga. Todo un espectáculo visual.
En lo alto avistamos una vertical antena de telecomunicaciones y el sendero nos aparta de unos peligrosos acantilados y nos dirige hacia una loma donde vemos una casa. Volvemos a subir con vistas a los molinos eólicos que ahora vemos completos.
Un gran hórreo y un cartel nos dan la bienvenida a la Aldea o Roncudo final de esta etapa. Un estrecho pasillo entre un murete de piedra y una casa nos lleva hasta la fuente. Un grifo particular que brinda agua para los senderistas.
La pequeña aldea de Roncudo nos muestra una arquitectura con base en la misma piedra y totalmente adaptada al viento y a los temporales, con grandes muros de piedra que tienen que resguardar del crudo invierno a estas gentes.
Llamamos a nuestro taxi y tardará un poco. Como no hemos comido decidimos bajar Corme que está a dos km y hay buena restauración. De camino reservamos en un restaurante y quedamos con el taxi para que nos recoja allí.
RECORRIDO: LINEAL.
AGUA POTABLE EN RUTA:
DISTANCIA: 13,1 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 6 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 125 M.
ALTURA MÍNIMA: 0 M. (Nivel del mar)
DESNIVEL POSITIVO: 644 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 595 M.
DIFICULTAD: MODERADA.






































