Posted by : Vaig a Peu domingo, 21 de mayo de 2023

Tebas, la capital del IV nomo Alto Egipto, se extendía a lo largo de la ribera oriental del Nilo, en la región situada entre la actual Luxor y Karnak, unos 500 km. al sur de El Cairo. Los egipcios la llamaban Waset, la «Ciudad del Cetro», y fueron los griegos los que la denominaron Tebas, nombre que ya utilizara Homero cuando hablaba de «Tebas la de las Cien Puertas», refiriéndose no tanto a las puertas de la ciudad como a las impresionantes columnas del cercano templo de Karnak, el mayor de los construidos en Egipto en honor a Amón. La posición geográfica de Tebas contribuyó en gran medida a su importancia histórica, ya que estaba cerca de Nubia y del desierto oriental, área rica en recursos minerales y surcada de rutas comerciales. En los comienzos de la historia egipcia, los gobernantes locales de Tebas llevaron a cabo una política de expansión activa, sobre todo en los Períodos Intermedios I y II. En el Reino Antiguo no fue más que una ciudad provinciana, aunque en el Reino Medio se afianzó como centro administrativo de la parte meridional del Alto Egipto. Su período de mayor esplendor llegó con la dinastía XVIII, cuando la ciudad se convirtió en la capital del país. Sus templos fueron los más importantes y ricos, mientras que las tumbas de la elite, ubicadas en la orilla occidental, fueron las más lujosas. Incluso a finales de la dinastía XVIII, cuando la residencia real y el centro político del país se trasladaron hacia el norte (El-Amarna, Menfis y Pi-Ramsés), los templos tebanos continuaron con su esplendor, los reyes continuaron siendo enterrados en el Valle de los Reyes, y la ciudad mantuvo su importancia administrativa. Durante el III Período Intermedio, Tebas, y su sacerdocio de Amón, representó la contrapartida de la monarquía de las dinastías XXI y XXII, que gobernaban desde Tanis, en el Delta. La influencia tebana terminó en el Período Tardío. En la ribera occidental del río, al pie de la montaña tebana, se extendía la gran necrópolis real y civil de la capital. Los egipcios la denominaban Imentet en waset, «el Occidente de Tebas». En esta zona estaban las tumbas de los reyes, de sus familiares y de los principales dignatarios, pero también era el lugar donde se celebraba el culto al rey vivo divinizado en los llamados «Templos de Millones de Años».


Realmente la ciudad de Luxor apenas la vemos en la lejanía al estar atracados en los puntos más cercanos a los templos que vamos a visitar. Amanece un día claro y con las luces todavía encendidas tenemos una bonita estampa con varios globos aerostáticos flotando en el aire. Es una de las actividades tempraneras que eligen algunos turistas. A pie de puerto tenemos la entrada al Centro de Visitantes donde hay una gran maqueta de todo el complejo. Ahmad gestiona los tiques y nos da instrucciones para organizar la visita, fuera un sol rojo emerge entre los edificios.


El templo de Karnak es el mayor complejo religioso del mundo. Sus 100 hectáreas de extensión contienen más de 25 templos y capillas. Este extenso complejo se construyó y amplió a lo largo de un periodo de 1.300 años. El templo está dedicado a diversas deidades, especialmente al dios Amón. Sus santuarios, obeliscos y conjunto de columnas recuerdan las heroicas hazañas de los faraones que promovieron su edificación. Aproximadamente 30 faraones contribuyeron a su construcción, lo cual les permitió alcanzar un tamaño, una complejidad y una diversidad jamás vista en otros lugares.



Una avenida de esfinges con cabeza de carnero conduce al visitante hacia el enorme frontal del primer pilono. Cada una de las criaturas sostiene una estatúa del rey Ramsés II entre sus garras. Las esfinges eran bestias fantásticas con cuerpos de león y cabeza de carnero, símbolo del dios Amón.












El primer piorno contaba inicialmente con 43 m. de altura y aún mantienen una importante presencia. Los restos de una rampa de adobe todavía pueden verse en la cara interior del pilono. Esta rampa, único ejemplo restante, muestra como se erigió el pilono.










En el lado sur del atrio se halla una entrada que conduce a un templo de Ramsés III, quien construyó un santuario de barcas como versión reducida de su templo funerario en Medinet Habu, en la orilla oeste. Su primer patio alberga una hilera de estatúas osiríacas de Ramsés III, mientras que sus paredes muestran escenas y textos festivos.



Horemheb inició la construcción del segundo pilono, que no se terminaría hasta el reinado de Seti I. El hijo de Sei, Ramsés II, construyó dos estatúas colosales de sí mismo y las situó frente a la entrada de los pilonos. Una enorme tercera estatúa de Ramsés II, posteriormente reclamada por Ramsés IV y aún después por el sumo sacerdote Pinedyem I, se mantiene en pie y alberga una pequeña estatúa, de su hija la princesa Bintanat, entre sus pies.



Al traspasar la entrada del segundo pilono se va a la legendaria sala hipóstila. Entre sus gigantescas 134 columnas, es imposible no maravillarse ante la grandeza y esplendor del lugar. Las 12 columnas centrales son más altas (21 m.) y cuentan con capiteles de papiro abierto. Las restantes 122 columnas son menores (15 m.) y presentan capiteles cerrados.



El tercer pilono fue construido por Amenhotep III. Al dejarlo atrás, en dirección Este, nos acercamos a la parte más antigua del templo, construida durante los inicios de la dinastía XVIII. En el interior del tercer pilono se han encontrado números bloques reutilizados de otros edificios, que se están ahora reconstruyendo en el Museo al aire libre.



Uno de los obeliscos de Tutmosis I se mantiene en pie en la zona comprendida entre los pilonos tercero y cuarto. También pueden apreciarse las bases de un par perteneciente a Tutmosis III. El Lago Sagrado, bajo el cual se encontraron los restos de las casas sacerdotales, es una visita imprescindible. 

 



Dentro del mismo completo está el templo de Luxor, pasamos por el control de visitantes y atravesando la gran explanada enseguida tenemos la impresionante vista del primer pilono con las estatuas del rey y uno de los obeliscos.

 



En el centro de Luxor se halla el templo antaño conocido como “Ipet-resyt” u “Opet del sur”, utilizado como punto de encuentro durante el festival de Opet. La entrada moderna del templo se encuentra al oeste. Tras atravesarla y descender los nuevos peldaños de piedra, el visitante se encuentra con el primer pilono gigante, de 21 m. de altura, añadido por Ramsés II. 



Se erigieron seis estatúas del rey frente al pilono, de las cuales se conservan solo tres, , junto con uno de los inmensos obeliscos originales. El obelisco noroeste actualmente ubicado en la plaza de Concordia de París. La cara externa del pilono está decorada con escenas de las batallas de Ramsés e incluye el famoso poema de la batalla, el cual se aprecia mejor con el sol de primera hora de la mañana. La cara interna presenta un texto dedicado, registros de la batalla de Qadesh y escenas del festival. La cara sur del pilono de la torre oeste del primer patio muestra un relieve que representa el exterior del templo original con banderas hondeando en los mástiles. Netcanebo I erigió una avenida de esfinges con cabeza humana para reemplazar las esfinges originales de Amenhotep III, cuya cabeza era de carnero. En la época Nectanebo también construyó una muralla alrededor del recinto.



Más allá del primer pilono se encuentra el patio de Ramsés II, que habría servido como atrio en la edificación de Amenhotep III. El lado noroeste alberga el santuario triple de Amón, Mut y Jonsu, construido en piedra arenisca conservando características de la anterior estructura de Hatshepsut. El gran patio de Ramsés cuenta con una columnata en cada lado intercalada con estatúas colosales, muchas de las cuales pertenecieron anteriormente a Amenhotep III. 



Al entrar en la columnata de Amenhotep III es posible percibir un ligero cambio en el eje de la parte anterior del templo. Esta columnata, que alberga catorce altas columnas papiriformes, quedó inacabada a la muerte de Amenhotep. Los trabajos continuaron durante el reinado de Tutankamón y concluyeron en el reinado de Seti I. Las paredes este y oeste exhiben espléndidos relieves que representan la procesión de Opet de ida y vuelta a Karnak. Sin embargo, el nombre de Tutankamón ha sido sustituido en los textos por el de Horemheb.

 


A la salida del templo de Luxor regresamos al puerto para tomar una lancha que nos llevará a la otra orilla del Nilo donde está atracada nuestra motonave, y sin subir a ella, montamos en el autobús que será exclusivo para nuestro grupo en dirección al Valle de los Reyes. 



De camino hacemos una parada para contemplar los Colosos de Memnón. Uno de los principales lugares de interés de la ribera occidental de Lúxor, punto emblemático contemplado por todos de camino a la zona monumental, está constituido por las dos enormes estatuas conocidas como los Colosos de Memnón. Estas dos inmensas estatuas de alrededor de 17 m. de altura, se hallaban antaño en la puerta de entrada al templo funerario de Amenhotep III. Poco queda del templo tras ellos. Para construir los colosos se utilizaron dos grandes bloques de granito procedentes de las canteras cercanas a El Cairo, que tallaron para representar al faraón Amenhotep III de la dinastía XVIII. Las estatuas están sentadas y descansan sobre un gran pedestal de granito. Las columnas situadas tras las estatuas presentan textos dedicados a Amenhotep III con escenas de la unificación del símbolo Sema-Tawi. Las piernas de las estatuas están flanqueadas por pequeñas imágenes de la Gran Esposa Real, la reina Tiy, y su madre la reina Mutemwiya.

 



Aparcados en el Valle de los Reyes nos dirigimos al Centro de Visitantes, y mientras Ahmad gestionaba nuestros tiques contemplamos la enorme maqueta de metacrilato transparente con la representación del valle y la situación de cada tumba o hipogeos, recintos funerarios excavados en los acantilados del valle del Nilo. 



Una gran explanada aglutina casi todas la entradas a las tumbas o caminos para las que se hayan más alejadas o escarpadas. Por consejo de Ahmed visitamos primero la tumba de Ramsés III, e n sentido descendente.



Es de las más livianas de acceder por su ancho pasillo con la altura suficiente para contemplar la decoración de la tumba, con grabados y pinturas murales de bellos colores que describen escenas de la realeza y la momificación del cuerpo de rey, los ajuares y las cosas que necesitará en la nueva vida, así como los escollos que tendrá que salvar para llegar. 



En su camino se enfrentará a serpientes con tres cabezas, enormes cocodrilos o puertas que tendrá que abrir por sus medios o recurriendo a la ayuda de los dioses.Todas la tumbas está vacías, los ajuares, los sarcófagos y las momias fueron trasladados al Museo Egipcio o al Gran Museo que todavía está pendiente de inauguración en El Cairo.

 



Ahmed nos indica que podemos visitar dos tumbas más y nos dice las que son sencillas de acceder puesto que en otras, sus pasadizos son de baja altura, teniendo que caminar agachado y resultan incomodas y como todas las demás están vacías.



Elegimos la de Tausert/Setnakht que está algo más arriba. Es de recorrido menor que la de Ramsés III pero sus grabados y pinturas, en murales y columnas son de gran belleza y colorido, describiendo escenas de la realeza y en la nueva vida. Al final del pasillo, en una sala en forma de “T”,  queda todavía el enorme sarcófago de granito con los cartuchos con los datos del rey grabados en un lateral.

 



Pese a la hora temprana que es por el madrugón de esta mañana, fuera de las tumbas el calor es temible. Nuestra última tumba será la de Ramsés IX, algo apartada. Es quizás la más pequeña de las tres y sus primeros grabados a la entrada están algo estropeados.



Pero a medida que nos adentramos por el pasillo la policromía y los vivos colores siguen siendo excepcionales después de casi 4000 años. Las escenas son todas de contexto y temas muy parecidos pero cada artista imprime su sello en los grabados. Esta tumba también se encuentra totalmente vacía.

 



Volvemos de nuevo al autobús que nos llevará en un corto trayecto a el templo de Ramsés III de Medinet Habu, es un vasto complejo con murallas de piedra y adobe ubicado en la ribera occidental del Nilo, en Lúxor. Es segundo en tamaño después de Karnak y está mejor conservado; no obstante es uno de los templos menos visitados de Lúxor. 



El primer pilono es aproximadamente del mismo tamaño que el del templo de Lúxor, aunque ha perdido la cornisa y una de las esquinas. Los relieves del pilono muestran a Ramsés III derrotando a los nubios (izquierda) y a los sirios (derecha), aunque en realidad nunca se enfrentó a ninguno de ellos. 










Tras superar el primer pilono llegamos al amplio primer patio, flanqueado por columnas, el conjunto derecho de las cuales cuenta con estatuas osiríacas de Ramsés III atendido por reinas que le alcanzan a la altura de las rodillas. El lado izquierdo del primer patio linda con las ruinas del Palacio Real. 



Algunos de los mejores relieves se hallan en las paredes exteriores, especialmente en las del lado norte. Son bastante débiles , por lo que se aprecian mejor a primera o a última hora del día. Los relieves de batalla de Ramsés III se extienden a lo largo de toda la pared norte, desde la parte trasera junto a los santuarios hasta el exterior del primer patio. 



El segundo patio se utilizó como iglesia cristiana en tiempos coptos, época en la cual se retiraron los pilares y se cubrieron los relieves. Actualmente se han recuperado los relieves, que aún conservan la coloración original. En todas las visitas a los templos, después de las detalladas explicaciones históricas de Ahmed y respuestas a nuestras preguntas, siempre tenemos un tiempo libre para recorrer los templos a nuestro albedrio que aprovechamos para nuestras fotos o descubrir en nuevos detalles.

 


Con el autobús regresamos a nuestra motonave atracada en esta orilla. Para llegar, atravesamos otras embarcaciones, una de ellas tiene un lujoso salón y escalinatas para subir a las diversas cubiertas. Pese al intenso recorrido de hoy llegamos con tiempo para ducharnos antes de la hora de la comida, mientras la nave zarpa con rumbo a Esna. 



Tras una buena siesta quedamos en la cafetería y la piscina para tomarnos algo viendo el curso de la navegación por el Nilo. Es muy curioso ver como de los núcleos de población de las riberas se acercan barcas a remo a la altura de las naves para intentar vendernos sus artículos. Tienen gran habilidad para lanzarlos con algo de peso por encima de la borda de las naves. 












También es un buen espectáculo ver maniobrar las embarcaciones para pasar por las ajustadas esclusas en riguroso turno unas detrás de otras para pasar al siguiente nivel de río. Los empleados de las compuertas amarran cabos para dirigir las naves.


Poco a poco el sol va decayendo y nos disponemos para la cena. Hasta ahora los bufets preparados cada día son muy variados y distintos. Componentes para realizar tu ensalada al gusto, verduras, arroces, legumbres, platos internacionales, sopas, a la plancha carnes o pescado y sabrosos postres. Durante la noche la nave seguirá navegando hasta llegar a Edfu. Mañana aunque madrugaremos será un día más tranquilo visitando un templo por la mañana y otro por la tarde. Seguiremos navegando hasta llegar a Asuán. 

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