Posted by : Vaig a Peu jueves, 27 de octubre de 2022

Por fin, Santiago de Compostela y sus torres barrocas de la catedral. La meta de la gran ruta jacobea. Santiago es una gran ciudad que supera los 95.000 habitantes que compagina la modernidad de la plaza Roja y el aeropuerto de Lavacolla con el halo misterioso, religioso, romántico y cosmopolita de su ciudad vieja. El feliz caminante descubre una ciudad de piedras oscurecidas por el paso del tiempo y por la humedad. Rúas viejas con olor a Ribeiro y a pulpo se diseminan por todo el Casco Antiguo. La catedral, en plena plaza del Obradoiro, representa el culmen del Camino. En ella descansa, según la leyenda, el Apóstol que ha hecho que millones de peregrinos emprendan un viaje lleno de cansancio y experiencias que se convertirán en recuerdos para toda una vida. Lo mejor es hacerse con alguna espléndida guía que le haga recorrer con sentido por la histórica ciudad. Entonces comprenderá mejor la belleza del precioso y filigranero Pórtico de La Gloria, obra del Maestro Mateo, la plaza de las Platerías, el Ayuntamiento, la Azabachería, el Hostal de los Reyes Católicos y cada losa de la impresionante plaza del Obradoiro.


Ayer, al llegar a la Pensión Linares Room, tras una buena ducha descansamos y salimos a cenar de vinos y picoteo. Nuestro vuelo de regreso sale hoy a las 16:40 horas por lo que dedicaremos todo el tiempo a Santiago y su Catedral.

 


Acostumbrados a madrugar, sobre las nueve estábamos en la Catedral. Salimos con las mochilas pequeñas con un paraguas y la cámara, con lo que no tuvimos problemas para entrar con ellas a su interior, eso si, nos pidieron no hacer fotos hasta que terminara la misa.

 


No sé cuántas veces la he visitado, estará cerca de la decena, pero siempre entro a verla, me pasa lo mismo con la de León, Burgos o Sevilla, y en la Alhambra o la Mezquita, son monumentos ligados a nuestra historia.

 












Admiramos algunas capillas, bajamos a ver el sepulcro del Apóstol. Actualmente ya no se puede abrazar al santo por el desgaste que sufría, al igual que para el Pórtico de la Gloria hay que reservar con antelación.

 



Para nuestra sorpresa, terminada la misa, vemos que comienzan a preparar el botafumeiro cuando no es día preceptivo. Después nos dijeron que en ocasiones especiales y previo pago de un donativo lo suelen hacer.

 









Tomamos posición sin molestar a los feligreses, y contemplamos este acto que tiene todo un protocolo, para empezar a balancear el botafumeiro después de colocarle el incienso. Se necesitan ocho hombres para maniobrarlo, los llamados “tiraboleiros”, que, mediante un complejo sistema de cuerdas y poleas, le dan un movimiento pendular.

 










En realidad, el Botafumeiro ha tenido su propia historia y su uso ha cambiado con el tiempo. Originalmente, según el Códice Calixtino, no era realmente un incensario utilizado durante las ceremonias, sino un gran recipiente que se utilizaba para quemar incienso y cubrir el olor de los peregrinos que, por la noche, llenaban la catedral en busca de refugio.

 



A la salida, el día sigue húmedo y nos metemos en la cafetería del Hostal de los Reyes Cátolicos a tomar café y tarta de Santiago. Luego callejeamos por casco antiguo, para bajar luego a la parte moderna de los lujosos comercios

 



Siempre pendientes del horario, volvemos a subir para comer otra vez en el Mercado de Abastos, que está cerca de la Pensión. Esta vez elegimos un pequeño restaurante del interior. Al terminar solicitamos un taxi, recogemos nuestro equipaje y al Aeropuerto de Lavacolla.

 

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