Posted by : Vaig a Peu sábado, 10 de noviembre de 2018

El término de Calasparra es bastante accidentado, estando atravesado de Este a Oeste por dos líneas de montañas casi paralelas entre las que se halla el valle del Segura, y por una serie de elevaciones de menor importancia que se extienden por su parte meridional. El terreno, en general, es ondulado, abundando los “cabezos” o cerros por entre los que corren las aguas de avenidas de los ríos Argos, Quípar y Benamor. La línea más septentrional de elevaciones se halla formada por el Cabezo Blanco (bajo el cual circula el agua desviada del río segura que forma el saldo de Cañaverosa), en el límite de Moratalla Sierra de la Virgen, para seguir por la Sierra del Puerto. La línea central arranca del Cabezo de la Doctora, sigue por la sierra de San Miguel y por la Serrata de San José y la Sierra del Molino, y se continúa hasta las inmediaciones de la vecina ciudad de Cieza. En la Meseta que enlaza la Sierra de San Miguel, con la serratilla o Serrata de San José, se halla ubicada distante 2 kilómetros del río Segura y 500 metros del río argos. Al lado sur de este río se sucede una amplia teoría de elevaciones de menor importancia, que van perdiendo en altura hacia los límites con Mula y Cehegín. Entre las dos líneas de alturas primeramente citadas, se eleva, aislado, como un cono casi geométrico en la llanura, el Cabezo Negro, formado por una masa de rocas basálticas de gran calidad que está siendo demolido para su aprovechamiento en pavimentaciones asfálticas para todas las carreteras y poblaciones de la provincia. En la ladera Oeste de la Sierra de la Virgen se halla el Santuario de Nuestra Señora la Virgen de la Esperanza, patrona de Calasparra, a unos 6 kilómetros del casco urbano, que daba su origen, seguramente, a la acción milenaria de la erosión del río Segura que bordea la sierra sobre los estratos y conglomerados que forman la base de la montaña. El río, al descender, dejó al descubierto unas amplías grutas en las que la tradición y testimonio escrito que se hallaba en la iglesia parroquial y que desapareció en el incendio del templo, aseveran que se apareció la Virgen en forma de doncella a un pastorcillo que acarreaba su ganado hacia una de las grutas, en la que se halló la imagen que se conserva y venera como la Aparecida, pequeña talla de madera policromada de unos cuarenta centímetros de altura, al parecer procedente del arzón de alguno de los caballeros que durante la Reconquista anduvieron por estas tierras. La altura sobre el nivel del mar de la estación del ferrocarril es de 340,48 metros. El casco urbano tiene una altura media de 345 metros. Los picos más elevados, según el mapa levantado por el Geográfico y Catastral, son la sierra del Molino, con 829 metros, el Pico de la Palera (654 metros), la sierra de San Miguel (585 metros), la sierra del Puerto (639 metros), la Serratilla (409 metros) y el Cabezo Blanco (489 metros).
CÓMO LLEGAR:Por la A-7 E-15 dirección a Murcia, salida en la nº 567ª por la A-30 dirección Albacete. Salida en la nº 91 Jumilla/Calasparra/Caravaca de la Cruz, seguir por la RM-714 hasta llegar a Calasparra, aparcar cerca de la calle Gran Vía, o bajar a la depuradora.
COMPONENTES:VICENTE Y PEPE
ITINERARIO:DEPURADORA /  CAÑÓN RÍO ARGOS / RUINAS / DCHA. DEJAR SENDA-SUBIR / TREPADA EL CORDAL / TREPADA / ANTECIMA / V.G. DEL MOLINO / PORTILLO DE LA ALABARDA / PASO / BAJADA TÉCNICA / ZONA REPLANTADA / DEPÓSITO / CAÑÓN RÍO ARGOS / DEPURADORA.

LA RUTA:Interesante ruta de Moskys en una zona que no teníamos pateada. Se trata de crestear por toda la cuerda de la sierra del Molino hasta su punto geodésico y bajar por un portillo, sin sendero hasta un camino por donde regresamos.


Iniciamos desde la depuradora, bajando al cauce del río Argos que vadeamos por un pequeño puente. La humedad hace que sea un punto de exuberante vegetación, sobre todo de matorral, arboleda y cañaveral.


Remontamos por un camino de tierra que continua paralelo al cauce del río del que solo vemos la mancha verde del carrizo y algunas viejas construcciones de acequias y balsas para encauzar el agua, ahora en desuso.


Nos elevamos un poco hasta la entrada al pequeño cañón del río Argos donde dejamos el camino por la izquierda, bajando un poco para enlazar con un sendero. Hay un poste informativo, pero las paletas están rotas.


Entramos en un rincón encajonado y rocoso, de altas y rojas paredes ennegrecidas, con huellas de antiguos desprendimientos. Seguimos girando a la derecha rodeando el espolón montañoso entre pinos de pequeño porte.


Pese a que la senda sube moderadamente no llegamos a ver las aguas del río que se abre paso encajonado entre los paredones. Vemos restos de antiguas balsas en nuestra ladera y las ruinas de una casa de aperos.


Poco después, dejamos el sendero por la derecha, en un punto marcado en el Track, para comenzar a subir por la ladera fuera de senda. Es un tramo asequible manejando el GPS, que mirando atrás nos da vistas por encima de los paredones del cañón.


Llegados al frontal rocoso subimos sobre una de las peñas donde obtenemos espléndidas miradas de Calasparra. Prácticamente estamos en la cresta, pero en una roca aislada. Tenemos que bajar y en unos metros volver a subir.












La subida requiere una trepada con varios puntos de apoyo que nos sitúan de nuevo sobre la crestera. Con varias ventanas entre las rocas que nos ofrecen amplias vistas al valle mientras nos alejamos de Calasparra.


La primera parte es rocosa que vamos salvando por encima de la cresta o bordeándola por la derecha. Aunque el trazo es intuitivo, de vez en cuando aparecen unos puntos rojos pintados que ayudan en su tránsito.


Van desapareciendo las rocas y queda al descubierto el lomo de la sierra, un cordal ancho y redondeado con altibajos, siempre en ascenso moderado y sin obstáculos, que permite patearlo sin complicación alguna.


Debido a los incendios ocurridos en los años 2004 y 2010, la lomada presenta un aspecto árido y devastado, sin un solo pino en la parte alta, solo quedan en pie algunos troncos quemados de lo que en su día fue una pineda.


Accedemos a una lomada más rocosa que vamos superando por ambos lados, lo que nos permite disfrutar de extensas vistas a los dos valles y a las cuidadas vegas del Segura con colores otoñales en sus bancales.

Descendemos un poco para afrontar la subida de un poderoso lomo rocoso con fácil acceso entre las rocas, cresteamos entre farallones que se convierten en magnificas atalayas donde otear el bonito paisaje.


Un lomo esconde a otro, siempre un poco más alto. El siguiente menos afectado por los incendios, al menos en su cara norte, lo salvamos por la parte llana y sin arboleda, de la derecha. Arriba tenemos otro farallón rocoso.


La siguiente lomada es más peñascosa y con tres espolones escalonados, que sin llegar a ellos cresteamos por la derecha, donde el desnivel es más uniforme y asequible hasta la última rampa que nos sitúa en la cresta.


Al ir ganando altura las vistas se ensanchan y aparece un cordal más agreste y afilado, pero todavía no alcanzamos a ver el final, sin embargo, por la derecha vemos los reflejos del embalse de Alfonso XIII del río Quípar.


Por la afilada cresta se transita bien, aunque hacemos unos aéreos pasitos laterales donde tenemos que sujetarnos con las manos. Luego viene un tramo de lomada tranquila al tiempo que el embalse se hace grande.


El próximo resalte montañoso es más escabroso, con salientes puntiagudos y berrocales, con algo de pinar en la cara norte, pero su paso resulta bastante accesible entre  los roquedos. Bajamos y subimos de nuevo.


Por la umbría pasamos junto a la base de los farallones, rematando un quebrado trecho que parecía más abrupto, y volvemos a avanzar por el cordal con vistas a nuestro próximo objetivo, otro lomo peñascoso.


La posición de este lomo, nos deja ver su impresionante y soleada cara sur. De una acusada verticalidad  casi abismal, de taludes y escabrosidades que terminan en una deforestada ladera con miradas al embalse.












Pero como en las anteriores, el trasiego por la cara norte, por la base de las afiladas aristas de la cresta resulta atractivo, con bellas miradas al profundo paisaje entre los huecos que nos dejan las rocosas paredes.


Sin dejar de subir, avanzamos por el cordal ahora más nítido y menos escabroso, que nos permite asomarnos, unos metros a la cara sur, para contemplar las puntiagudas y verticales aristas que hemos salvado por el otro lado.


Sorteamos por el interior varios resaltes dentados de la cresta y por fin, ya tenemos a la vista el vértice geodésico de la cumbre en lo que parece el último lomo. Por detrás vemos parte del fabuloso cordal que hemos atravesado.


Cima del Molino (825 m.), ha valido la pena llegar hasta aquí. Impactantes y generosas vistas a 360º, al embalse de Alfonso XII y a todo su entorno montañoso, la vega murciana y los grandiosos farallones que hemos pateado.


Para el descenso, tenemos que buscar, siguiendo la cresta, un portillo entre las verticales aristas que nos permita el descenso por la cara sur. Estamos atentos al GPS y vamos tanteando la mejor opción hasta que la encontramos.


Es una bajada rocosa y abrupta sin marcas ni sendero, sólo apta para gente acostumbrada y con buen manejo del GPS. A media bajada el desnivel se amortigua, y mirando hacia arriba vemos la “V” del portillo.


Alcanzado un montículo nos dirigimos a una zona reforestada con plantones de pino y arbustos, virando a la derecha y aprovechando las terrazas de plantones. Pero no dejamos de mirar hacia la barrera montañosa que hemos transitado.


Llegamos a un camino que gira a la izquierda para bajar casi en vertical y ensamblar con la pista forestal que va hasta el embalse, la seguimos por la derecha, pasando junto a un depósito que recoge el agua de lluvia.

La cara sur de la sierra ha sido devastada por los incendios, prácticamente no queda un árbol en pie y al tiempo que van reforestando, forman barreras con los troncos calcinados para evitar el desmoronamiento de la tierra.

Tranquilamente avanzamos con apenas desniveles acercándonos a los restos de pineda que se salvó del incendio y al pueblo de Calasparra que se deja ver entre las copas de los pinos. Llegamos al cruce del cañón del río Argos.

Lo vadeamos cerrando la ruta en la depuradora, con vistas al castillo. Preciosa y exigente ruta, con varios puntos técnicos y tramos sin sendero, que se hace larga por la orografía del terreno. Recomendada para gente preparada.

RECORRIDO:CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA:NO.
DISTANCIA:12,1 KM
TIEMPO EN MOVIMIENTO:05:50 HORAS
ALTURA MÁXIMA:827 M. (V.G. del Molino)
ALTURA MÍNIMA:290 M. (Depuradora)
DESNIVEL POSITIVO:740 M.
DESNIVEL NEGATIVO:754 M.
DIFICULTAD:ALTA.

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