Posted by : Vaig a Peu lunes, 21 de mayo de 2018

Las casitas del Caserío de Masca se alinean sobre las crestas de las montañas. Ocupan prácticamente cada porción del espacio habitable, encaramadas al filo del abismo que dibujan los barrancos más hondos de la isla. El Mirador de Cherfe (en la carretera que llega desde Santiago del Teide) regala una estupenda panorámica del conjunto habitado. Este siempre fue un rincón angosto y perdido de la civilización al que la electricidad llegó no hace mucho y donde las carreteras eran poco más que caminos polvorientos. De hecho, durante años solo hubo una vía de comunicación con el exterior, el Camino de los Guanches, que conectaba Masca con Santiago del Teide. Pero gracias a ese secular olvido, se conserva como antaño. Ser un sitio pequeño no le impide coleccionar tesoros valiosos como la casa de los Avinculados, en el Caserío de Piedra, o una minúscula iglesia del siglo XVIII. Hasta cuenta con un museo y un centro de artesanía, que han sido montados en el interior de una de las casas del núcleo. El caserío es uno de los mayores encantos del Parque Rural de Teno, al condensar los elementos que hacen inconfundible a la arquitectura tradicional de Canarias: uso de mampostería y madera, sencillez conceptual y plena adaptación al entorno. Popular como el caserío es el Barranco de Masca, de los más bellos de la isla y perfecto para practicar senderismo entre su abundante vegetación. El recorrido se realiza en unas cuatro horas y transcurre desde la montaña hasta el mar, punto en el que una embarcación traslada a los senderistas de nuevo a tierra firme. Eso sí, no te recomendamos adentrarte en él porque no está homologado y es verdaderamente peligroso. En un roque utilizado como santuario aborigen, no lejos del caserío, se ha encontrado un conjunto arqueológico con grabados rupestres. Las leyendas cuentan que por su carácter de sitio apartado y solitario, era uno de los escondites preferidos de los piratas que merodeaban por la isla. El Caserío de Masca es Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. La visita a esta zona se puede alargar para, además de Masca, conocer otros caseríos de los alrededores como el mismo El Palmar, Las Portelas y Teno Alto.









Bajar desde Masca por el barranco hasta una playita de enclave único en los acantilados de Los Gigantes, era una de las rutas de senderismo que teníamos programadas, nos entusiasmaba la idea de que para el regreso pudiéramos tomar uno de los barcos que hace el recorrido marítimo por los acantilados.


Madrugamos un poco para tener más opciones de regreso. Buenas carreteras hasta llegar a Santiago del Teide, pero en la subida hacia Masca y luego la serpenteante y vertical bajada hasta llegar al caserío, es poco apta para los que no tengan seguridad o se mareen. Es preferible llegar en guagua o taxi, que también se las trae.

La verdad es que se trata de un recorrido espectacular. A estas horas todavía no hay nadie que regrese y no nos cruzamos con ningún vehículo. Hicimos una bajada lenta y sosegada, pero apenas hay sitio donde parar a hacer algunas fotos.


El paisaje es tremendamente abrumador pero no hay que perder de vista la carretera. Poco antes de llegar al caserío hay un pequeño parking junto a amplio mirador. Las pocas casas están distribuidas sobre la cresta de un puntiagudo peñón.


Es como estar encerrados dentro de una caldera montañosa que solo tiene salida hacia el mar por el tortuoso cauce del barranco de Masca, o volver a subir por las culebrinas de la carretera. Salvo algunas palmeras su vegetación es autóctona y muy cuidada.

Nos hemos calzado las botas y con la mochila y los bastones nos dirigimos por la derecha al bar Restaurante Aquí me Quedo, donde sabíamos que teníamos que comprar los tiques de regreso por barco a Puerto Santiago.


La gran decepción. No se venden tiques porque el barranco de Masca está cerrado desde hace unos meses y los barcos no entran a recoger a nadie en la playita, además de que está prohibido bajar por el cauce.


Después de hablar con el dueño del bar y con un señor que vende cositas para los turistas, los motivos principales son dos: el recorrido no está homologado y demasiadas veces se meten a efectuarlo personas sin ninguna experiencia, nula preparación física y sin material de senderismo apropiado.


Ello ha ocasionado algunos accidentes y rescates, que aunque son multados con hasta 3.000 € siguen sin hacer ningún caso a las medidas de seguridad. La gota que colmó el vaso fue el rescate de seis turistas alemanes. 





Aunque pagaron su rescate, 24.000 €, el Cabildo insular quiere que Masca invierta en homologar el sendero, y ésta es la gran cuestión: los habitantes de Masca dicen que, los taxistas y las guaguas son de Santiago del Teide y ellos no ven un duro por llegar aquí, y los tiques del recorrido marítimo son de las navieras, que tampoco les llega nada, por lo tanto no harán nada hasta que se solucione o bien, ampliando el parking haciéndolo de pago o cobrando a los que quieran hacer la ruta. En resumen, todo es una cuestión económica.


No han publicitado el cierre del barranco quizás para no mermar la afluencia de gente, no obstante el turismo sigue llegando, es casi una visita obligada llegar al caserío de Masca, su enclave es excepcional y la gente busca la serenidad del ambiente y se quedan a comer.


Nos quitamos las botas y emprendemos el regreso a Santiago del Teide. Ahora si nos cruzamos con vehículos que vienen, e incluso con una guagua, las que hacen este recorrido son más pequeñas y todos ceden el paso o aguardan en zonas más amplias. Esta vez si paramos en dos miradores.

En Santiago del Teide estamos poco tiempo, vemos la iglesia y el monumento al guanche. Nos vamos a Puerto Santiago, intentaremos coger uno de los barcos que hacen el itinerario de los acantilados de Los Gigantes con posibilidad de avistamiento de cetáceos.


Aparcamos dentro del puerto y escogimos uno de los barcos que partía en esos momentos. Saliendo de la dársena ya tenemos una buena vista a la muralla rocosa de los acantilados, formaciones volcánicas de tamaño colosal con alturas entre los 300 y 600 metros.







Navegamos a cierta distancia de los acantilados envueltos en una especie de neblina que nos emborrona los detalles y resaltes de los paredones. Estamos de suerte, nuestro capitán avista en el horizonte movimiento de aletas que entran y salen del agua.


La embarcación hace algunos virajes para acercarnos, la verdad es que son poco visibles, pero sus experimentados ojos posicionan la nave para que podamos tomar fotografías. Con el zoom de la cámara logro algunas buenas tomas.

Luego desaparecen unos minutos y vuelven de nuevo juguetones, son dos pequeños grupos de delfines que al vernos se acercan en paralelo a los laterales de la nave. Otras veces dicen que se avistan calderones, y en otras, a lo lejos, alguna ballena.

No tienen nada que ver con los avistamientos de ballenas jorobadas que vimos en Islandia con sus enormes colas entrando y saliendo del agua, pero alegra ver estos simpáticos mamíferos acompañando las estelas de la nave.


Tal como vinieron han desaparecido. En el horizonte vemos la silueta de la isla de La Palma, recordamos cuando hace unos años, mirábamos desde La Palma, la isla de Tenerife, inconfundible con la tremenda altura del Teide.


Un vuelo de gaviotas grises se sumerge en el mar persiguiendo posiblemente algún banco de peces. Viramos para el regreso acercándonos mas a la base de los acantilados donde hay varadas algunas embarcaciones privadas.


Hablo con el capitán sobre la posición de la pequeña playa de Masca, donde termina el cauce del barranco y donde hasta hace unos meses se acercaban a recoger a algunos senderistas, tampoco tiene idea si se restaurará el servicio.











Muy cerca de los acantilados podemos ver alguna de las paredes más elevadas, aquellas que se elevan hasta los 600 metros como grandes escudos pétreos que contienen que las fuertes ráfagas de viento penetren en tierra firme.


Aceleramos el regreso dejando una gran estela blanca, el ayudante del capitán coge unas galletas y levantando los brazos atrae a las gaviotas que a gran velocidad persiguen la nave hasta arrebatarle la galleta de las manos. ¡Genial!


Escrutando los detalles de los acantilados, las líneas de las antiguas coladas de lava que cayeron al mar y como vientos y aguas han modelado las rugosidades de estas inmensas paredes, llegamos de nuevo a puerto.

Marchamos hacia Valle Alto donde después de haberse disipado todas las nieblas, brumas y nubes, tenemos una limpia visión por primera vez del majestuoso cono del Teide. Tenemos reserva para dormir una noche en el refugio Altavista.


Seguimos recorriendo esta zona de costa embravecida hasta llegar a Garachico, pequeño puerto pesquero por el que paseamos recorriendo sus miradores. Al final hemos arreglado una jornada improvisada.

Leave a Reply

Subscribe to Posts | Subscribe to Comments

Entradas Más Visitadas

Patrocinadores:

Retales Design. Con la tecnología de Blogger.

- Copyright © Vaig a Peu - Buscando Nuevos Senderos -Metrominimalist- Template by Johanes Djogan - Blog Designed by Díez Pérez - Gráfico&Web -