Posted by : Vaig a Peu jueves, 26 de octubre de 2017

La primera referencia de propiedad del Señorío se remonta al año 1392. Su titular, Pedro Miguel Bértiz, fue nombrado Merino de las Montañas, juez de amplia jurisdicción, por el rey Carlos III el noble. Unos años después, en 1421, Pedro Miguel (conocido más comúnmente como Micheto) de Bértiz acompañó a Carlos III como escudero interviniendo en una importante mediación con el fin de evitar la guerra. Como resultado de sus buenos oficios, Carlos III concedió el escudo que ha lucido hasta la actualidad que muestra una lamia o sirena.  A Pedro Miguel sucedieron sus descendientes directos en la propiedad a través de generaciones: Miguel Pérez, Petri Sanz, Juan Peris, Alain y finalmente Martín de Bértiz, al final del siglo XVI. Durante todo este tiempo el "Señorío de Bértiz" ha sido durante la mayor parte de su larga historia una finca privada. Ello le ha mantenido al margen de una explotación intensa en contraste con su entorno más humanizado. Sólo al final, en coincidencia con la época en la que hubo un cambio de propietarios más frecuentes se dio lugar una explotación más desordenada del bosque y el valle. El Señorío continuó en manos de la antigua familia Bértiz hasta el siglo XIX, en que se sucedieron diversos propietarios entre los que destacan el marqués de Vessolla y los Oteiza, quienes finalmente vendieron la finca al matrimonio Ciga-Fernández. En 1898 la adquirieron Don Pedro Ciga y su esposa Dª Dorotea Fernandez. Don Pedro Ciga, mandó reconstruir diversos elementos arquitectónicos y ornamentales: reconstruyó el antiguo palacio, construyó el puente de acceso actual y dio forma al Jardín, ampliando el antiguo Jardinzar, y dotándolo de fuentes, estanques, pérgolas y cenadores con claras influencias románticas y modernistas. También generó la pista de acceso al monte Aizkolegi en cuya cima construyó una segunda residencia hoy en desuso. Pero además aplicó a todo el señorío de una gestión con objetivos de recuperación del bosque, que se había perdido por zonas, y de conservación de la naturaleza propia del valle. Fruto de esta labor podemos en la actualidad disfrutar de uno de los hayedos más espectaculares de toda la Península. En 1949 Don Pedro Ciga legó por testamento de puño y letra el Señorío a Navarra y en su nombre a la Diputación Foral, con la exigencia de conservarlo sin variar sus características naturales. En tal sentido debe entenderse su declaración como Parque Natural en 1984 por el Gobierno de Navarra a propuesta del Departamento de Agricultura, Ganadería y Montes. Éste Departamento fue el responsable de la gestión del Parque que actualmente recae en el Departamento de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Vivienda
CÓMO LLEGAR: Desde Zubiri, por la NA-138 hasta Urtazu donde seguimos por la NA-2520 hasta cerca de Olagüe donde tomamos la N-121-A, carretera de Irún. Continuar hasta cerca de Oronoz donde tomamos la NA-1210 hasta el Parque Natural del Señorío de Bértiz.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI
ITINERARIO: PARKING / JADÍN BOTÁNICO / CASA ZABALA / CARBONERAS DCHA. / PUENTE SUSPIRO / BARRANCO SUSPIRO / CRUCE 6 KM / OTALZU REGATA / CRUZAR REGATA / SENDA RECTO / CASTAÑOS / CARBONERA / PARKING.


LA RUTA: Hoy nos vamos al valle del Baztán en los limites de la muga con Francia. Antes de coger el coche hemos hecho unas fotos al puente medieval de Zubiri, ya que siempre volvemos de noche. Hemos parado en el embalse de Eugi.


De camino por la carretera de Quinto Real, hemos contemplado la turbera de Xurriain, y arriba en el puerto, una persona con traje de camuflaje en una especie de parapeto de ¿observación?. Después los hermosos paisajes del valle.

Somos de los primeros en llegar al Parque Natural. Aunque el Track que llevamos es de la senda Irretarazu, la acortaremos un poco por el barranco del Suspiro, que serán unos 2 km menos; queremos ver muchas cosas.











Iniciamos el recorrido en dirección al Jardín Botánico, al que rodeamos sin llegar a entrar; desde sus vallas admiramos algunos raros ejemplares de colorido muy vistoso, que el otoño ha vestido para la ocasión.

Un esplendido pasillo de altos chopos y piso de hojas caídas nos da paso junto a la Casa Zabala y seguidamente tenemos un pequeño desvío hacia la Calera. La cal es un producto natural cuyo uso hasta hace poco era imprescindible.

Retornamos al camino principal y, bajo un techado protector veremos las carboneras, y a su lado, el cruce con el camino de regreso, donde se cierra el círculo. A la vuelta, las miraremos con más detalle.


La primera parte del recorrido es común para casi todos los itinerarios, la senda Aizkolegi, que llega hasta el mismo pico. El camino se mete de lleno en el bosque y poco después tenemos una diminuta fuente de agua no tratada.


La humedad va en aumento y pronto tenemos un desvío a la izquierda que nos baja hacia el barranco del Suspiro y, ya por sendero, luego, cruzamos el arroyo por un puente de madera y proseguimos paralelos al cauce.











Poco más tarde desechamos otro puente a la izquierda que corresponde al itinerario de Iturburua, el más corto de todos. El sendero cruza un pequeño arroyo y comienza a elevarse moderadamente entre una vegetación exuberante.











El bosque luce espectacular, verde y húmedo, con helechos y espinoso matorral bajo; en la umbría de esta ladera todas las hayas son jóvenes, altas y espigadas, y el sendero se abre paso serpenteando entre ellas.


Hay suficiente señalización indicando distancias entre todos los cruces o próximos desvíos por lo que es fácil seguir cualquier itinerario. Marchamos paralelos a la regata Otalzu que recibe muchas chorreras, algunas las atravesamos por pasarelas de madera.










Otras, son meros pliegues en la ladera que originan diminutos cauces. En todo el entorno se nota la mano del hombre, no hay nada descuidado, todo está pulcro; los troncos caídos han sido apartados y nada irrumpe en la bien traza senda.










El sendero sigue subiendo moderadamente siguiendo los contornos de la ladera, solo hemos visto un hongo magullado entre la hojarasca, pero en varios troncos se dejan ver adosadas algunas trametes versicolor.


Tras un pliegue por el que chorrea agua, y que se salva con unos troncos con pasamanos, viene un cruce, por el que subiendo arriba y cruzando de nuevo la regata Otalzu, nos unimos otra vez al sendero que viene de Irretarazu.










Ahora en ligero descenso, cambiamos de ladera y el paisaje cambia sensiblemente, las hayas son mucho más grandes y su porte es parecido al de las hayas trasmochas, con varios mástiles que se elevan hacia las alturas.

Aparecen algunos tocones y ramas esparcidas que el musgo ha enverdecido. También una gran haya caída que cruza el sendero, ha sido aserrada en parte, lo justo, para permitir que los senderistas pasen por debajo.










El sol comienza a penetrar y el bosque cambia, al menos en un tramo, dando lugar a una colonia de castaños, de más vivos colores y hojas caídas de mayor tamaño. Antiguos propietarios de parque solían cultivarlos.








Comienza un descenso algo más acelerado entre el bosque de castaños, el sendero se convierte en camino bajo la crujiente hojarasca y termina junto al techado de la carbonera, cerrando la parte circular de la ruta.









Observamos la carbonera y seguimos el camino cerca del Jardín Botánico, con sus altivos ejemplares, y terminamos la ruta en las oficinas del Centro de Interpretación del Parque Natural, junto a un tremendo ejemplar de abeto de curvadas ramas.

RECORRIDO: CIRCULAR
AGUA POTABLE EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 10,3 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 02:50 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 294 M. (Cruzar regata Otalzu)
ALTURA MÍNIMA: 120 M. (Inicio)
DESNIVEL POSITIVO: 211 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 205 M.
DIFICULTAD: BAJA.

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