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Posted by : Vaig a Peu
sábado, 1 de abril de 2017
Desde el punto de vista geológico, la
provincia de Alicante pertenece a la Cordillera Bética y podemos diferenciar
básicamente dos dominios geológicos, que serán los grandes protagonistas de
nuestra historia. Se trata de lo que los geólogos llamamos Zonas Internas y
Zonas Externas. A las Zonas Internas pertenecen las sierras de Orihuela y
Callosa, mientras que el resto de relieves de la provincia pertenecen a las
Zonas Externas. Las rocas más antiguas que afloran en la provincia de Alicante
comenzaron a formarse hace más de doscientos millones de años, en el período de
tiempo que conocemos como Triásico. En ese momento la geografía de nuestro planeta
era muy distinta a como la vemos hoy día. En medio de lo que actualmente es el
Mediterráneo había multitud de pequeños continentes que posteriormente
desaparecieron; uno de ellos es el llamado Continente Mesomediterráneo, que se
situaba entre África y la Península Ibérica. En este período de tiempo,
mientras que los primeros dinosaurios colonizaban el planeta, el mar que
rodeaba al Continente Mesomediterráneo estaba ocupado por una gran cantidad de
organismos con conchas calizas que formaban arrecifes. Estos organismos, al
morir, quedaron fosilizados generando así las rocas que componen las sierras de
Callosa y Orihuela. El proceso que generó las rocas del resto de relieves de la
provincia de Alicante es el mismo. Es decir, se generaron también por la acumulación
de restos fósiles calizos, con la diferencia de que este segundo proceso
ocurrió mucho después, en un intervalo que va desde los 130 a los 30 millones
de años aproximadamente y en la zona del mar situada al sur de la Península
Ibérica. De hecho, muchos de estos restos fósiles son visibles aún; basta con
fijarnos un poco en ese canto que estamos agarrando para que nos sorprendamos
al reconocer de qué está formado. Pero ¿cómo es posible que rocas que se
generaron bajo el océano aparezcan hoy día emergidas? Para entender esto
tenemos que viajar de nuevo en el tiempo, hasta unos 65 millones de años atrás.
En ese momento el Continente Mesomediterráneo comenzó a desplazarse hacia el
oeste, hasta colisionar contra la Península Ibérica. Del mismo modo que se
deforman dos coches al chocar frontalmente, los continentes también se
deforman, pero a una escala mucho mayor. Se generan así pliegues y fracturas
que son los responsables de las montañas que vemos a nuestro alrededor. Este
fenómeno es conocido como la Orogenia Alpina, por ser también el responsable
del levantamiento de la gran cordillera de los Alpes. El último acto de esta
larga función es la creación del paisaje que hoy día podemos disfrutar en la
provincia de Alicante. De la misma manera que un escultor utiliza diferentes
instrumentos para tallar los materiales de sus esculturas, la naturaleza
utiliza distintas herramientas para modelar las montañas y dar lugar al
paisaje. Con estas herramientas (los ríos, la lluvia, el viento...) la
naturaleza erosiona poco a poco las rocas, configurando los diferentes
escenarios en los que escalamos: cuevas, muros repletos de agujeros, zonas de
bloques, placas pulidas, etc. (Iván
Martín Rojas)
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 dirección Valencia, salida en la
nº 66 VILLAJOYOSA, tomar la CV-770 hasta Sella. Antes de entrar en el pueblo
girar a la derecha y seguir por la pista asfaltada al Refugio de la Font de
l'Arc, donde acaba el asfalto. Aparcar en el Refugio.
COMPONENTES: VICENTE Y PEPE
ITINERARIO: REFUGIO / MARCAS ROJAS / ENTRADA AL BARRANCO
/ MURET / CASA PATARRANA / DIVINO / SIN SENDERO / ENLACE CAMINO / ATAJO / PORT
DE TAGARINA / PENYÓ MULERO / PORT DE L’ARC / ENLACE PISTA / PISTA / SUBIDA AL
MURET / REFUGIO.
LA RUTA: Hace seis meses hicimos una subida muy parecida a esta, por la Cueva del Divino y el Barranc de les Perxes y bajar desde la Casa Patarrana por la otra vertiente. Esta vez la subida es algo más directa, pero llegaremos al Penyó Mulero bajando por el Portet de l’Arc.
LA RUTA: Hace seis meses hicimos una subida muy parecida a esta, por la Cueva del Divino y el Barranc de les Perxes y bajar desde la Casa Patarrana por la otra vertiente. Esta vez la subida es algo más directa, pero llegaremos al Penyó Mulero bajando por el Portet de l’Arc.
Iniciamos desde el refugio donde ya hay algunos coches aparcados y una calma total. Tomamos el PR-CV 9 por la derecha que discurre el camino hacia Benimantell. Las primeras miradas son a nuestro objetivo de hoy, el Penyó Divino y su grandiosa pared extra-plomada.
Las últimas lluvias han hecho que el arroyo de la Font de l’Arc venga más crecido y el agua tintinee a su paso. En unos metros dejamos el PR por un camino a la izquierda que tiene una cadena. Seguimos por trazas de sendero y vemos un pino con un tronco inverosímil en forma de 6 o de 9.
Ganamos altura y las trazas se pierden entre bancales con miradas a la pineda de Tafarmaig y a una casa de madera bajo la gran pared del Divino. Nos sorprenden las rebuznos de un burro y los ladridos de un perro que alerta de nuestra presencia.
Una persona joven nos indica que estamos en una propiedad privada, y tiene razón. Dejamos el Track del GPS para retroceder hasta el camino y subir fuera de ruta por detrás de la casa. Esto nos descoloca un poco y marchamos sin senda más o menos paralelos al Track.
Nos arrepentimos de no haber utilizado la subida de los escaladores, a un kilómetro por el camino y marcada por una gran piedra pintada de rojo. El ganar unos cientos de metros no tiene sentido si con ello te pierdes la bonita Cueva del Divino.
Para otras personas no conocedoras de la zona hubiera sido un contratiempo, pero nosotros sabíamos que, sin sendero y avanzando intentando mantener el rumbo, conectaríamos con el Track y las marcas pintadas de rojo.
Con la seguridad que dan las marcas, nos dirigimos hacia la canal del Barranc de les Perxes. Para entrar en ella, tenemos que bajar un poco, atentos a los puntos rojos, para subir por el lomo y pasar a la ancha boca de la vertiente, cerca de las verticales placas de la sierra.
Tras las paredes de Tafarmaig y els Castellets, el Puig Campana se presenta ante nuestros ojos enorme y colosal. Los puntos rojos nos hacen meternos en el lecho del estrecho cauce, donde se unen las dos inclinadas vertientes.
El desnivel se acentúa y hay que tomárselo con mucha calma, no resulta muy difícil seguirlo pese al matorral bajo, pero la verticalidad exige más esfuerzo. Por delante solo vemos rocas, pero por detrás la masa forestal de pinar se hace extensa.
A medida que la canal del barranco se va cerrando ante un paredón, debemos ir girando hacia la derecha, sin perder los puntos rojos que nos dirigen hasta una especie de murete de piedra seca, que marca un antiguo paso de pastores por el que hay que subir.
Se trata de una trepada sencilla pero muy aérea, siguiendo los puntos rojos y utilizando los múltiples agarres que nos proporcionan las rocas. Los primeros metros trepando hacia la derecha, y girando a la izquierda, continúa por la base de la pared que tenemos delante. Preciosas vistas que llegan al mar.
Ahora, pegados a las paredes tenemos que llegar a la cornisa que hay más arriba, una especie de colladito donde tenemos miradas espectaculares a la Serra de Orxeta, el Pantano del Amadorio y el mar; en el otro lado los puntales de la Penya de Sella.
Giramos a la derecha entrando en la umbría para seguir subiendo, el trayecto nos da una pequeña tregua para alcanzar un barranco que va girando poco a poco a la derecha hacia una pedrera. Poco antes de la pedrera cometemos el error de seguir unos mojones.
Esto nos hace rodear el pivote equivocado y alejarnos de la subida directa al Penyón Divino. Cuando nos damos cuenta es difícil volver atrás, así que, decidimos seguir adelante entre los muretes de un pinar para salir al camino que viene del azagador de la Penya de Sella.
Tenemos a unos pasos la torre del “Palomaret” y la Casa de Patarrana, y nuestra sorpresa es que la están reconstruyendo, así como la torre del palomar, lo cual es de agradecer, ya que son símbolos de este paraje que estaban en un estado ruinoso.
Decidimos no subir a la cima del Divino pese a ser un trayecto corto y tampoco nos apetece volver por el camino al azagador de la Penya de Sella. Por detrás de la Casa de Patarrana, sin sendero y sin perder mucha altura marchamos campo a través.
Siguiendo las curvas de desnivel y sin bajar al cauce de la pequeña rambla, proseguimos rodeando el Alt de la Creu (1.113 m.) sin dificultad alguna, hasta enlazar con el ancho camino del PR-CV 10 que llega al Port de Tagarina.
Empieza un largo recorrido por la pista de tierra, a tramos más o menos pedregosa, pero siempre en ascenso. Hacia atrás tenemos vistas al mar algo brumosas y por delante llegamos a una pequeña cruz con flores de plástico en recuerdo de un senderista fallecido.
Posteriormente el camino hace una curva alargada, bajando y subiendo para salvar una barranquera, en la parte baja tomamos un sendero por la izquierda, ver mojones, que remonta la loma atajando y volviendo de nuevo al camino.
Mirando hacia atrás de vez en cuando, la altura nos hace tener buenas panorámicas a la costa y al Puig Campana, hasta que poco a poco, culminada la cuesta alcanzamos el Port de Tagarina (1.256 m.), importante cruce de caminos.
Por la izquierda se patean las crestas de Aitana o el Sender Botánic de la Rabosa, de frente tenemos preciosas vistas a la Vall de Guadalest y el camino llega a la Font de Partagat. Nosotros viraremos el rumbo hacia la derecha.
Cima del Penyó Mulero (1.306 m.) Almorzamos junto a unas carrascas mirando al Puig Campana y al Ponoig. Hablamos con una pareja joven que resultan ser los que viven en la casa que esta mañana hemos invadido. Preguntan por otras rutas y nos invitan otro día a tomar una infusión.
Emprendemos el regreso por el cordal de la sierra que ahora se torna sendero, con la vista puesta en el Bérnia, la Vall de Guadalest y el cordal de la vertiente del Barranc de l’Arc que termina en el Penyó Roc (1.108 m.). Espectacular.
El descenso se precipita perdiendo desnivel rápidamente, por la derecha el Puig Campana comienza a menguar, y por delante comienzan a esconderse el Bérnia, la Serra del Ferrer y el Montgó. Hacia atrás vemos los lomos descendidos.
Nos vamos acercando a las crestas del Penyó Roc y por tanto teniendo las últimas miradas a las cumbres de la costa. Llegamos al Port de l’Arc (1.046 m.) donde el sendero hace un brusco giro a la derecha, comenzando a bajar por la ladera.
Es un descenso fuerte y largo, en el que poco a poco vemos desaparecer el Puig Campana con su Portell, al mismo tiempo que el Penyó Roc va creciendo y nos vamos metiendo en la parte más amplia del Barranc de l’Arc.
Antes de alcanzar el camino del PR-CV 9 que viene del Pas del Comptador, pasamos por debajo del paraje de les Coves d’Isidor, compuesto por algunos abrigos prehistóricos. Junto a la Casa d’Isidor seguimos el camino por la derecha.
En suave descenso el camino bordea el cauce del Barranc de l’Arc y nos pasea por diversas casas de campo como el Mas de la Bodega, y les Cases de l’Arc, al tiempo que admiramos las paredes de Tafarmaig, con el Collado Blanc entre la Moleta y Lloma Sirventa.
Marcamos con un Waypoint la piedra pintada de rojo por la que deberíamos haber iniciado la ruta y en un kilómetro cerramos esta preciosa ruta en el refugio de la Font de l’Arc. Otro día la alargaremos hasta el Penyó Roc.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 16,2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 06:20 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.306 M. (Penyó Molero)
ALTURA MÍNIMA: 447 M. (Refugio de la Font de l’Arc)
DESNIVEL POSITIVO: 943 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 943 M.
DIFICULTAD: DIFÍCIL.
DIFICULTAD: DIFÍCIL.