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Posted by : Vaig a Peu
martes, 12 de abril de 2016
Las
primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu
indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al
sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también
cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los visitantes dejaron
un graffiti con sus nombres en uno de los muros del templo de
las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por varias
personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había
visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894. Lizárraga les
mostraba las construcciones a los «visitantes», aunque la naturaleza de sus
actividades no ha sido hasta hoy investigada. Las primeras referencias directas
sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga,
un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también
cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los
visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los
muros del templo de las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por
varias personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había
visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894. Lizárraga les
mostraba las construcciones a los «visitantes», aunque la naturaleza de sus
actividades no ha sido hasta hoy investigada. Hiram Bingham,
un profesor estadounidense de historia interesado en encontrar los últimos
reductos incaicos de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos
con los hacendados locales. Fue así como llegó a Machu Picchu
el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario
de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil
peruana de apellido Carrasco. Encontraron a dos familias de campesinos
viviendo allí: los Recharte y los Álvarez, quienes usaban los andenes del sur
de las ruinas para cultivar y bebían el agua de un canal incaico que aún
funcionaba y que traía agua de un manantial. Pablo Recharte, uno de los niños
de Machu Picchu, guio a Bingham hacia la «zona urbana» cubierta por la maleza. Bingham
quedó muy impresionado por lo que vio y gestionó los auspicios de la Universidad de Yale, la National Geographic
Society y
el gobierno peruano para iniciar de inmediato el estudio científico del
sitio. Así, con el ingeniero Ellwood Erdis, el osteólogo George Eaton, la
participación directa de Toribio Recharte y Anacleto Álvarez y un grupo de
anónimos trabajadores de la zona, Bingham dirigió trabajos arqueológicos en
Machu Picchu en 1912 hasta 1915 período en el que se despejó la maleza y se
excavaron tumbas incas en los extramuros de la ciudad. La «vida pública» de
Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en
la revista de la National Geographic. Si bien es claro que Bingham
no descubre Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo
dado que nunca se «perdió» realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser
la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con
un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos. Ello pese a que los
criterios arqueológicos empleados no fueran los más adecuados desde la
perspectiva actual, y pese, también, a la polémica que hasta hoy envuelve
la más que irregular salida del país del material arqueológico excavado (que
consta de al menos unas 46.332 piezas) y que recién en marzo de 2011 comenzaron
a ser devueltas al Perú
COMPONENTES: YANINA, MARÍA, JUAN, PATRICIA,
ALEX, BRUNO, NINO, SUSI Y VICENTE.
ITINERARIO: WIÑAYWAYNA / PUESTO DE CONTROL /
INTIPUNKU / ENTRADA A MACHU PICCHU / CASA DEL GUARDIÁN / ZONA AGRÍCOLA / TEMPLO
DEL SOL / TEMPLO DE LAS 3 VENTANAS / INTIHUATANA / TRES PUERTAS / ROCA SAGRADA.
LA RUTA: Recién levantados el mate de coca despeja un montón. Es la primera vez que usamos los frontales fuera de la tienda. Nos aseamos y preparamos las mochilas dejando libres las tiendas que los porteadores comienzan a desmontar. Nos reunimos en la tienda común para el desayuno y las últimas instrucciones.
El día es tremendamente húmedo , todo está mojado, e invadido por la bruma. Comenzamos a caminar hacia el puesto de control, el último del Camino Inca, abren el paso a partir de las 05:30 horas. La visibilidad es casi nula y en las montañas vemos como las nubes las van cubriendo.
Tomamos el desvío a Intipunku por unas escaleras tan inclinadas que tenemos que subir casi a gatas. El sol no puede con la bruma, pero a cambio, un halo misterioso que nos deja entrever el sitio arqueológico de Intipunku (2.720 m.) "Puerta del Sol", estamos a 1 km de la Ciudad Inca de Machu Picchu y es el punto donde concluye el Camino Inca.
El IntiPunku es un conjunto de recintos de estilo Inca Imperial, con presencia de dinteles, puertas y ventanas. Se accede a este pequeño conjunto por escalones trabajados en piedra. Los muros incas interiormente, muestran la presencia de hornacinas trapezoidales. El piso es de tierra con algunos afloramientos de roca.
Posiblemente fue un lugar de control, por la ubicación estratégica, sería el punto de acceso, a la Ciudad Inca de Machu Picchu, desde Cusco. El nombre "Intipunku" debe haber sido puesto en el siglo XX, respondiendo a su ubicación porque muy temprano, el sol hace su aparición por la misma puerta, iluminando toda la Ciudad Inca.
Susi comienza a emocionarse. Emprendemos el camino hacia la ciudadela abriéndonos paso entre la bruma y la vegetación, comprobando que Perú es el país más rico en biodiversidad de orquídeas en todo el mundo; bellos ejemplares mojados por la niebla desfilan a nuestro paso.
Nos detenemos en los últimos muros y Ronald nos da las instrucciones finales. Seremos los primeros en entrar junto con otras expediciones; tendremos casi dos horas para ver las ruinas a nuestro aire, luego debemos salir por el puesto de control y volver a entrar, dejando las mochilas en consigna, para la visita guiada, donde ya entrará el resto de gente.
La primera visión es ensoñadora, difuminada y apacible, metidos en la bruma cerca de la Casa del Guarda, entre andenes y algunas llamas pastando. Crees que no estás en un sitio real, mientras la etérea bruma sigue subiendo hacia arriba.
Unas escaleras nos bajan hacia la ciudadela en el momento que se abre un tímido claro llegados al rellano. Susi no puede contener la emoción y nos abrazamos, el sueño se ha cumplido. En el grupo todos nos felicitamos. Sentimos que hay algo especial en este lugar.
Los grupos de las expediciones están muy diseminados y siguen llegando, pero no hay ninguna sensación de agobio. Nuestras miradas se van fijando en todo y en nada, la mente parece ausente, lo que nos atrae es el sitio en donde estamos.
La bruma parece no querer irse y el Wayna Picchu nos ofrece apenas su piramidal silueta. Nadie debe perderse la subida al Wayna Picchu, a no ser que le ocurra como a nosotros, en estas fechas está cerrado por mantenimiento. Por días no logramos coordinar las dos cosas a la vez. La antelación para las reservas es de al menos dos meses.
Pese a su vertical subida, los incas esculpieron en las rocas un extraordinario sendero mayormente escalonado hasta su cima. Es el mejor otero para contemplar la ciudadela de Machu Picchu. Actualmente ha sido reforzado con pasamanos de acero dando más seguridad. Sólo hay dos turnos diarios de 200 personas cada uno.
El tiempo pasa rápido y tenemos que salir al control para volver a entrar ya sin mochilas. Una vez dentro, recorremos las zonas con Ronald. La Zona Agrícola, la Casa del Guardián…pero yo me separo y les voy haciendo fotos, mi mente sigue pululando.
LA RUTA: Recién levantados el mate de coca despeja un montón. Es la primera vez que usamos los frontales fuera de la tienda. Nos aseamos y preparamos las mochilas dejando libres las tiendas que los porteadores comienzan a desmontar. Nos reunimos en la tienda común para el desayuno y las últimas instrucciones.
El día es tremendamente húmedo , todo está mojado, e invadido por la bruma. Comenzamos a caminar hacia el puesto de control, el último del Camino Inca, abren el paso a partir de las 05:30 horas. La visibilidad es casi nula y en las montañas vemos como las nubes las van cubriendo.
Tomamos el desvío a Intipunku por unas escaleras tan inclinadas que tenemos que subir casi a gatas. El sol no puede con la bruma, pero a cambio, un halo misterioso que nos deja entrever el sitio arqueológico de Intipunku (2.720 m.) "Puerta del Sol", estamos a 1 km de la Ciudad Inca de Machu Picchu y es el punto donde concluye el Camino Inca.
El IntiPunku es un conjunto de recintos de estilo Inca Imperial, con presencia de dinteles, puertas y ventanas. Se accede a este pequeño conjunto por escalones trabajados en piedra. Los muros incas interiormente, muestran la presencia de hornacinas trapezoidales. El piso es de tierra con algunos afloramientos de roca.
Posiblemente fue un lugar de control, por la ubicación estratégica, sería el punto de acceso, a la Ciudad Inca de Machu Picchu, desde Cusco. El nombre "Intipunku" debe haber sido puesto en el siglo XX, respondiendo a su ubicación porque muy temprano, el sol hace su aparición por la misma puerta, iluminando toda la Ciudad Inca.
Susi comienza a emocionarse. Emprendemos el camino hacia la ciudadela abriéndonos paso entre la bruma y la vegetación, comprobando que Perú es el país más rico en biodiversidad de orquídeas en todo el mundo; bellos ejemplares mojados por la niebla desfilan a nuestro paso.
Nos detenemos en los últimos muros y Ronald nos da las instrucciones finales. Seremos los primeros en entrar junto con otras expediciones; tendremos casi dos horas para ver las ruinas a nuestro aire, luego debemos salir por el puesto de control y volver a entrar, dejando las mochilas en consigna, para la visita guiada, donde ya entrará el resto de gente.
La primera visión es ensoñadora, difuminada y apacible, metidos en la bruma cerca de la Casa del Guarda, entre andenes y algunas llamas pastando. Crees que no estás en un sitio real, mientras la etérea bruma sigue subiendo hacia arriba.
Unas escaleras nos bajan hacia la ciudadela en el momento que se abre un tímido claro llegados al rellano. Susi no puede contener la emoción y nos abrazamos, el sueño se ha cumplido. En el grupo todos nos felicitamos. Sentimos que hay algo especial en este lugar.
Los grupos de las expediciones están muy diseminados y siguen llegando, pero no hay ninguna sensación de agobio. Nuestras miradas se van fijando en todo y en nada, la mente parece ausente, lo que nos atrae es el sitio en donde estamos.
La bruma parece no querer irse y el Wayna Picchu nos ofrece apenas su piramidal silueta. Nadie debe perderse la subida al Wayna Picchu, a no ser que le ocurra como a nosotros, en estas fechas está cerrado por mantenimiento. Por días no logramos coordinar las dos cosas a la vez. La antelación para las reservas es de al menos dos meses.
Pese a su vertical subida, los incas esculpieron en las rocas un extraordinario sendero mayormente escalonado hasta su cima. Es el mejor otero para contemplar la ciudadela de Machu Picchu. Actualmente ha sido reforzado con pasamanos de acero dando más seguridad. Sólo hay dos turnos diarios de 200 personas cada uno.
El tiempo pasa rápido y tenemos que salir al control para volver a entrar ya sin mochilas. Una vez dentro, recorremos las zonas con Ronald. La Zona Agrícola, la Casa del Guardián…pero yo me separo y les voy haciendo fotos, mi mente sigue pululando.
El Templo del Sol, el Templo de las tres Ventanas…la maravillosa arquitectura y conocimiento inca, como construían las paredes y muros antiseismos; es asombroso que después de 500 años sigan en pie, ingenieros de todo el mundo han venido a estudiarlos.
Intihuantana, las Tres Puertas, la Roca Sagrada, el Cóndor, la Cantera...se nota mayor afluencia de gente al unirse los que han llegado en tren, pero al ser un aforo restringido lo tienen todo controlado. Visitamos los espejos de agua, y el Wayna Picchu se desprende de la bruma dejándonos ver su imponente figura.
Por un andén buscamos la salida, recuperamos las mochilas y Ronald nos acompaña a nuestro autobús de bajada, que sale antes, indicándonos el restaurante donde tenemos reservada la comida. Luego acompañó al resto del grupo a otro restaurante y vino a tomar una cerveza con nosotros. Nos despedimos.
Después de comer paseamos por Aguas Calientes y fuimos al otro restaurante a despedirnos del grupo. Intercambiamos teléfonos, e-mails y formaron un grupo de WhatsApp por el que seguimos en contacto. Realmente lindo. Luego, casi tres horas en tren, un transfer nos esperaba en la estación y nos llevó a nuestro hotel en Cusco.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 5,2 KM.
TIEMPO:
04:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 2.720 M. (INTIPUNKU)
DESNIVEL POSITIVO: 300 M.
DIFICULTAD: MODERADA. (Técnicamente no hay mayor
dificultad que la aclimatación individual a la altura)