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Posted by : Vaig a Peu
sábado, 2 de enero de 2016
El “tío Roc” tenía como ambición
comprar más tierras para tener una vida mejor, pero como no tenía suficiente
dinero, pidió un préstamo a uno de esos usureros de la época, que trabajaba
para un marqués de Alicante. Las condiciones que imponía aquel usurero eran tan
duras que el “tío Roc” tuvo que hipotecar su propia finca. -Quien no arriesga,
no gana –le decía el prestamista. El campesino aceptó las duras cláusulas de la
hipoteca y regresó a su huerto. Aquel invierno, no llovió nada, por lo que los
viñedos se secaron. Para colmo, una terrible helada en febrero hizo perder la
floración de sus almendros. Luego llegó marzo, abril, mayo y junio, con el
cielo cruel e impasible, que siempre amanecía azul y brillante. Después de un
verano abrasador, no hubo rogativas posibles: el huerto estaba destruido. Aquel
año, el hambre visitó las casas de muchos campesinos. Cuando llegó el usurero a
recoger su dinero, el “tío Roc” no le pudo pagar. El marqués le quitó sus
tierras y lo dejó en la calle. Pero el campesino sacó fuerzas de donde no las
tenía. Decidió irse a Barcelona a probar suerte. Con los cuatro reales que le
quedaban, compró un pasaje en barco y se fue. - Volveré rico. Aquel día,
durante la puesta de sol, un barco cargado de comerciantes partió del puerto de
Alicante. En él iba nuestro campesino. -¿Ha visto que bonita es la Sierra del
Hombre? –le dijo un marinero. -¡Querrá decir el Cabeçó! – Replicó el “tio Roc” -Nosotros
lo llamamos Sierra del Hombre porque parece un hombre acostado; aunque también
lo llamamos D´Or porque dentro tiene el tesoro escondido de los moriscos. -Yo no me creo esas leyendas. -Pues le puedo
asegurar que es cierta. En el Cabeçó hay una cueva llamada “Canelobre”, y dentro
de ella un tesoro morisco que nadie se ha atrevido a buscar. Aquellas palabras
despertaron la curiosidad del campesino, que le pidió que le contara la
historia. “Allí, al pie de la montaña, hay un pueblo llamado Busot, que
siglos atrás estaba habitado por moros y cristianos. Todos vivían en paz,
aunque los cristianos mandaban y los moros obedecían. Entre los segundos, había
un hombre rico muy importante, llamado Alí, que tenía una bella hija llamada
Gessamina. Un día llegaron noticias que los cristianos se habían sublevado en
armas y que los moriscos corrían un serio peligro. Lo más sensato era abandonar
aquellas tierras. -Hija mía,
esta tarde subiré a las Cuevas de Canelobre y esconderé un cofre lleno de oro y
joyas. Si algún día me pasa algo, podrás cogerlo y vivir bien -le dijo Alí a su
hija-. Lo enterraré a la entrada de la cueva, a los pies de una piedra que se
ilumina con los últimos rayos de Sol. Aquella tarde, tras esconder el tesoro, Alí fue asesinado por unos
cristianos del pueblo a mitad de camino entre Busot y el Cabeço. La princesa
Gessamina, al ver que su padre no regresaba, decidió subir a las Cuevas a
buscarle. Al llegar a la última curva antes de la subida, descubrió el cuerpo
de Alí tendido en el suelo, sin vida. Mientras estaba sentada junto al cadáver de su padre, llorando, escuchó
a sus espaldas unas terribles voces. Eran los asesinos de Alí, que iban también
en busca de Gessamina. Rápidamente, entró en la caverna: ella conocía un
pasadizo que desde la Cueva de Canelobre, bajo la montaña, salía al mar por la
Cueva del Llop Marí en El Campello. Por esta galería huyó la princesa, mientras los cristianos gritaban:
-Mora… Di dónde está el tesoro o te
mataremos. Gessamina, desde el
interior del Cabeçó D´Or grito: -Nunca.
Y pobre de aquel que robe mi tesoro. Morirá como mi padre. Estas palabras, pronunciadas con tanta
amargura, hicieron que los asesinos huyeran por donde habían venido”. El marinero concluyó el relato al mismo
tiempo que el barco se alejaba de la costa. La imagen de la montaña desaparecía
en lontananza, entre la penumbra de la noche. El “tío Roc” fue a Barcelona. Pero
las cosas no fueron tan fáciles como él pensaba. Allí, por las noches, el
campesino recordaba la historia del tesoro del Cabeço. Pronto se convirtió en
una obsesión para él. Un día, el “tío Roc” pensó: “Roc, en Barcelona no
saldrás de pobre”. Y decidió regresar a Alicante. Embarcó en el mismo
mercante que había utilizado para su marcha. Cuando la embarcación estaba cerca
de la costa alicantina, el campesino vio la figura de la montaña, majestuosa,
rodeada de una fina capa de niebla blanquecina. Con la intención de buscar el
tesoro de Alí, el labrador compró en Busot un capazo de esparto y una pala, y
se dirigió hacia las Cuevas de Canelobre. No sabemos si encontró o no el
tesoro. Pero la verdad es que un buen día el “tío Roc” apareció por Alicante
con camisa nueva, traje y elegante sombrero. Había recuperado sus tierras y
ahora dedicaba su tiempo libre a cazar con gente de la alta sociedad. Ya era el
rico “tio” Roc”. Pero un día, mientras cazaba patos con un amigo, entre altos
cañizos, alguien disparó accidentalmente su rifle y mató al campesino. Su
cuerpo cayó al suelo, inerte. La maldición de la princesa mora se había
cumplido.
CÓMO LLEGAR: Por la AP-7 dirección Valencia, salida en la nº 1 después del túnel de
San Juan, dirección MUTXAMEL / XIXONA por la N-340. Salida por la derecha
BONALBA / BUSOT por la CV-774, hasta nueva rotonda. Continuar por la CV-776 a
las Cuevas de Canelobre. Aparcar en el lugar habilitado en la gran curva antes
de llegar a la barrera.
COMPONENTES: VICENTE Y PATRO.
ITINERARIO: PLA DE LA GRALLA / CRUCE RACÓ /
MAS DE GORGES / ESQUENALL DE L’ASE / MAS DEL RACÓ DE SEBA / COLL DE L’HOMBRÍA /
DERECHA / TREPADA / TREPADA 2 / ENTRADA CANAL / CORDAL / PENYA DE L’HOME /
PISTA DCHA. / FORAT / ALT / PISTA / DESVÍO DCHA. / CABEÇÓ D’OR / AVENC DEL
MARQUÉS / COLL ALEMANY / PASO HILLARY / CASA POLSET / CANAL DE L’HOMENET / RACÓ
DEL CALDERÓ / CRUCE RACÓ / PLA DE LA GRALLA.
LA RUTA: Primera ruta del 2016. Al Cabeçó d’Or le hemos dado muchas vueltas pero nunca habíamos subido desde la Penya de l’Home. Cercano y entrañable, con sus bonitas leyendas, siempre lo he utilizado como escuela piloto para que mis hijos, sobrinos y amigos dieran sus primeros pasos en la montaña.
LA RUTA: Primera ruta del 2016. Al Cabeçó d’Or le hemos dado muchas vueltas pero nunca habíamos subido desde la Penya de l’Home. Cercano y entrañable, con sus bonitas leyendas, siempre lo he utilizado como escuela piloto para que mis hijos, sobrinos y amigos dieran sus primeros pasos en la montaña.
Iniciamos desde el aparcamiento tradicional del Pla de la Gralla, siempre hay gente a primera hora, corredores y senderistas. Tenemos un bonito amanecer en la costa y las primeras luces iluminan la Penya Migjorn y las paredes del Cabeçó; la temperatura es buena y quizás sople un poco de aire.
El trayecto hasta el Racó de Seba nos sirve para ir calentando las piernas; antes pasamos por el inicio de la senda del Racó del Calderó, por donde cerraremos el círculo de la ruta al regreso. Al ir rodeando la montaña obtenemos una buena foto de las dos cimas de hoy, el Cabeçó y la Penya de l’Home.
Más adelante también tenemos otra imagen tremenda de la peñascosa montaña a los pies de la Casa de Gorjas. Antigua masía situada sobre un montículo en un punto estratégico de la ruta, sirve de referencia a montañeros y escaladores. Recientemente ha sido reformada manteniendo su bonita estampa.
El camino va girando a la derecha para entrar en el Racó de Seba, donde enseguida nos recibe por la izquierda la preciosa cresta del Esquenall de l’Ase (el espinazo del asno). El camino toma dirección a las paredes de la sierra, nos despedimos de la gente que se va por el PR a la Casa del Polset, nosotros seguimos hasta el Mas del Racó de Seba.
Otra emblemática casa a la entrada del Barranc de L’Ombría, y cuyo estado es muy deteriorado. Por la derecha de la casa, entre los pinos, tomamos un camino que va ascendiendo pegándose a las paredes. A medida que vamos ganando altura, tenemos preciosas y extensas vistas que llegan hasta el mar.
Arribamos al Coll de L’Ombría, donde al poco, guiados por mojones de piedras, dejamos el camino y vamos virando a la derecha buscando los contrafuertes de la montaña. Adquirimos altura con rapidez y las vistas siguen ampliándose por detrás, a la gran peña inicial se le ha añadido el farallón de l’Homenet, otra referencia marinera.
Ceñidos a las paredes viene un tramo de pequeñas bajadas y subidas, se trata de no perder la línea de los paredones, donde es más fácil salvar los obstáculos cerca de las rocas, que tener que hacerlo más abajo con desniveles más agudos. Todo ello guiado con maestría por los pródigos mojones de piedras.
Las panorámicas son impresionantes, vemos como las nubes sobrevuelan la Penya Migjorn. Oímos silbar las ráfagas de aire en las alturas mientras nosotros avanzamos protegidos. En un momento dado, tenemos un giro a la derecha, por un acceso abierto en las paredes que nos sube a otro farallón más arriba.
Llegados al frontal rocoso dudamos un poco buscando el inicio de la primera trepada, pero enseguida encontramos el mojón salvador, que escalonadamente nos permite progresar en este vertical tramo. Pese a estar bien marcada con hitos es recomendable llevar el Track de la ruta para mejor orientación.
Las diversas trazas y rastros de senda nos llevan hacia las siguientes paredes para transitar por su base. Una de ellas es una colosal roca rojiza, erguida e inhiesta como una muralla infranqueable. Bajamos y subimos otro escollo para volver a situarnos frente a otro panel rocoso que tenemos que salvar.
Se trata de la segunda trepada, algo más prolongada y como embutida en una especie de canal. Son varios tramos nada difíciles en los que hay que apoyar las manos. La altura tomada es considerable y el entorno salvaje e inhóspito, pero con unas miradas extensas y cautivadoras, que pocos pueden lograr.
Derivamos hacia la izquierda entre varias pequeñas carrascas cuyos retorcidos troncos nos ayudan a izarnos. Ganada esta altura debemos bajar unos metros por una inclinada roca lisa hasta el pie de un solitario pino. Volvemos a subir un poco y prácticamente estamos situados en el inicio de la canal.
Dentro de la canal ya no hay pérdida. Se hacen más visibles los rastros de sendas, hasta el tramo central que es una inclinada torrentera o pedrera, llamarla como queráis, pero es el último obstáculo que debemos superar. Hacia abajo las vistas siguen siendo espléndidas y seguimos protegidos del aire.
La canal tiene un duro trecho pero de gran hermosura. Es un erizado pasillo por el que poco a poco vamos avanzando al mismo tiempo que nos deleitamos de un heterogéneo desfile rocoso con grandes farallones, puntiagudas agujas, enormes espolones, y como no, nuevas miradas hacia el mar.
Una vez alcanzado el pequeño collado todo cambia, enlazamos con el cordal de la sierra en donde el viento nos vapulea, tenemos inéditas vistas de las últimas estribaciones de esta montaña, y una gran panorámica del resto de ellas, Puig Campana, Ponoig, Penyó Cabal y Penyó Roc, hasta llegar a Aitana.
La senda del cordal no es muy clara pero se intuye, y los mojones nos ayudan a seguirla cerca de los precipicios, desde los que contemplamos una espléndida Xixona a los pies de la Penya Migjorn, y al tomar altura, mirando a la costa vemos a Benidorm y Sierra Helada cubiertas por una densa bruma.
Teniendo a la vista la caseta de Vigilancia Forestal, conectamos con la pista para llegar a ella. Alt de la Penya de l’Home (1.138 m.) primera cumbre de hoy. Pese a su importancia como reseña marinera para los pescadores, la caseta y las antenas lo afean todo. Hacemos la foto de rigor y proseguimos.
Bajamos por la pista de tierra y tras una cerrada curva tomamos otro camino de tierra a la derecha que poco a poco se convierte en senda y nos lleva por el lomo de la sierra hacia otra elevación que tenemos enfrente. Antes de llegar pasamos por el Forat, un curioso agujero con doble salida.
Arribamos al Alto (1.126 m.), en los mapas no viene ninguna reseña del nombre. Se desciende siguiendo el curso de la senda por la otra vertiente. La bajada es algo incomoda al no haber una senda clara, pero se trata de enlazar con otro camino de tierra que vemos al fondo, mejor ir escorándose un poco a la izquierda.
Una vez en el camino, lo seguimos por la derecha remontando hasta la otra loma, donde tomamos un desvío a la derecha. Es un tramo insulso y carente de atractivo, los múltiples incendios en la zona lo han dejado arrasado sin arboleda, solo las aliagas, con el romero y el matorral bajo han vuelto a enraizar.
Cima del Cabeçó d’Or (1.209 m.) Siempre hay gente en la cumbre. En un hueco de la base medio derruida del vértice geodésico, alguien ha puesto las tres figuras del Belén con una ramita de carrasca. Nos protegemos del aire para el almuerzo. El viento a disipado la bruma pero se ha quedado un día gris.
Emprendemos el regreso por el PR tradicional, descendiendo cerca de la derruida casita del Avenc del Marqués, y teniendo toda la cresta por delante hasta llegar al colladito Alemany, descender un poco, y arribar al paso Hillary, un divertido destrepe que nos sitúa en la senda de la umbría.
La senda nos transita cerca de las paredes, bajando por la pedrera y entre los pinos, obteniendo buenas vistas hasta la Casa del Polset. Junto a su pequeño pozo de nieve y por detrás de ella, se inicia una senda sin balizar que nos sube un poco para bajar bruscamente hasta el inicio de la Canal.
Damos otra mirada a las dos cumbres que acabamos de descender y al magnífico espolón de l’Homenet (976 m.) que tenemos enfrente. Comienza un trepidante descenso por el angosto e inclinado corredor que forma la Canal, flanqueado por las hermosas y verticales paredes.
Con un desnivel tan fuerte y exigente, debemos tomar precauciones para no resbalar en un trazado de pequeñas y continuas rampas, por un suelo descompuesto y con muchas piedrecitas sueltas. Pese a ello, la belleza de las paredes es increíble. De vez en cuando miramos hacia arriba asombrados del nivel bajado.
A media bajada entre las estrechas paredes la vegetación es más abundante, aparecen algunos pinos y matorral alto, por lo que el sendero zigzaguea mucho más para esquivarlos y su piso es de piedras de mayor tamaño, tipo torrentera, que lo hace muy incomodo. Hay que ir haciendo descansillos para aliviar las rodillas.
Alcanzamos la parte más bonita de la Canal con la Penya Forat (815m.) un vertical y abrupto espolón, que a medida que nos vamos acercando nos deja ver el agujero que le atraviesa en su parte más alta, es como el ojo de una gigantesca aguja; y en el otro lado, la Penya Malena (875 m.) con sus paredes de escalada.
Poco a poco el desnivel se va asentando y los pinos aumentan de tamaño. Pronto llegamos al Racó del Calderó y después una senda por la derecha nos saca del barranco junto a una finca, para enlazar con la pista de tierra de esta mañana, que tomamos por la izquierda para finalizar en el Pla de la Gralla.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 11,170 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:48 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.209 M. Cabeçó d’Or)
ALTURA MÍNIMA: 522 M. (Pla de la Gralla)
DESNIVEL POSITIVO: 855 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 855 M.
DIFICULTAD: DIFÍCIL.