Posted by : Vaig a Peu sábado, 14 de noviembre de 2015

El río Benamor, también llamado Moratalla o Alharabe, desemboca en la margen derecha del río Segura después de recorrer 49 km. Nace al pie de las sierras de Alcaboche y Zacatín, cerca del Sabinar, a 1450 m s.n.m, y su confluencia con el río Segura se produce en las proximidades de Calasparra a 272,6 m s.n.m; la pendiente media, del 24 %, es de las más acusadas de todos los afluentes del Segura; posee una cuenca receptora de 345 km2 de extensión. El módulo absoluto del río es de 0,77 m3. Esta pobreza de caudal se debe a las reducidas dimensiones de su cuenca, la más pequeña de todos los afluentes del Segura, y al hecho de hallarse enclavada en un sector semiárido, salvo el tramo superior, situado en otro sub húmedo. Las inflexiones de la curva de caudal siguen la curva de las precipitaciones, con picos en otoño (septiembre) y en primavera (junio), mientras que los valores más bajos de caudal se registran en julio-agosto. Pese a todo lo expuesto, en ocasiones pueden producirse avenidas de importancia. Los materiales litológicos predominantes de la cuenca son las rocas carbonatadas consolidadas (calizas y dolomías) y las margas del Neógeno, en algunos pequeños enclaves. La vegetación de ribera está bastante degradada debido a los usos agrícolas. Quedan solamente algunos olmos, como vestigio de antiguas 01- medas (Aro-Ulmetum minoris), y algún chopo, como resto de antiguas choperas (Rubio tinctori Populetum albae). Las saucedas están mejor desarrolladas y en ellas conviven distintas especies: Salix eleagnos, S. purpurea, S. fragilis y S. atrocinerea. Las zonas más degradadas están colonizadas por grandes helófitos: Arundo donax, Phragmites australis y Saccharum ravennae, que dan paso a los juncales (Cirsio holoschoenetum), en los que dominan Cirsium monspessulanus, Scirpus holoschoenus, S. tabernaemontani y Carex hispida junto con diversas especies de Mentha: M. suaveolens, M. rotundifolia y M. longijolia. Dentro del agua sólo se reconoce un herbazal (Helosciadietum nodiflori) limitado por tapices de gramíneas tales como Cynodon dactylon y Paspalum vaginatum. En zonas de aguas remansadas o en las represas proliferan los céspedes monospecíficos de Zannichellia palustris o Potamogeton coloratus.

CÓMO LLEGAR: Por la A-7 E-15 hasta Murcia donde tomaremos la C-415 dirección Caravaca de la Cruz, seguir hasta Moratalla, donde tomaremos la MU-703 carretera de Campos de San Juan dirección a El Sabinar. Justo en el kilómetro 2 de esta carretera, hay un espacio de carretera inutilizada donde podemos aparcar.
COMPONENTES: VICENTE, PATRO Y SANTI.
ITINERARIO: INICIO / DERECHA Y CRUCE DE REGRESO / CAUCE DEL RÍO / SENDA / PISTA / SEGUIR RECTO / CORTIJO LOS BARRANCOS / SEGUIR PR / DEJAR PR / MOJÓN DE SUBIDA / PICO DEL BUITRE / GIRO IZQUIERDA / COLLADO / CAMPO A TRAVÉS / CAMINO / PISTA DERECHA / PISTA IZQUIERDA / ATAJO SIN SENDA / CAMINO IZQUIERDA / CRUCE REGRESO / FINAL.

LA RUTA: Volvemos a la provincia de Murcia, concretamente a Moratalla. A la sierra del Buitre ya subimos una vez, junto con el Nevazo desde Caravaca de la Cruz. El aliciente de volver es el transitar por el cauce del río Benamor, y el otoño es una buena época para hacerlo.

Iniciamos desde el aparcamiento, bajando por un carril asfaltado que poco después se convierte en una ancha pista forestal de tierra. Dejamos de ver Moratalla, y nuestras miradas se centran en la sierra del Buitre que tenemos enfrente, cuya cumbre sobresale entre la enorme masa de pinar.

El día está tapado y la bruma envuelve la parte alta de la sierra del Buitre. La pista nos pasea entre casas de campo y bancales de olivos, avanzamos poco a poco hacia el interior del espeso bosque de pinos y en una barranquera vemos dos coloridos arces que el otoño ha pintado de amarillo.

Pasamos entre dos grandes balsas que forman el Embalse Regulador de Riegos del Benamor y cuyas aguas son canalizadas desde el principio de la cuenca, dejando apenas un reguero testimonial. Llegamos al punto donde se cierra el círculo de la ruta. Debemos seguir por la derecha.


Enseguida entramos en el cauce del río Benamor, es un mar de rocas acotado por la espesa pineda. Todo cambia en el paisaje, se torna más abrupto y salvaje; aunque en los primeros metros las cubetas son algo artificiales y se ven las rejillas por donde se cuela y canaliza el agua.


Es un cauce muy rocoso y húmedo, invadido por el pinar y una abundante vegetación autóctona de matorral bajo parecida al esparto, y que debido a las fuertes lluvias recientes, parecen estar peinadas marcando el curso del agua que debió ser muy tumultuoso.


El exiguo caudal de agua recorre tintineante el lecho del río, el cual tenemos que cruzar en repetidas veces buscando el mejor paso, extremando la precaución debido a las rocas mojadas y el fino barro que se adhiere a nuestras botas. Estamos alucinados ante este bello paraje.


Comienza una trabajosa marcha por el interior de un cauce muy accidentado; grandes rocas impiden el paso, o  pequeñas cascadas de agua resbaladiza por las que no se puede trepar,  nos obligan a dar un rodeo, subiendo y bajando para volver al curso del río.


El cauce no es muy profundo, pero si estrecho y agobiado por los pinos y la vegetación de ribera. A veces cuando una pequeña poza o remanso ocupan todo el lecho, resulta difícil abrirnos paso entre la foresta para flanquear el obstáculo.


Río arriba, aunque el desnivel no es fuerte, conlleva más esfuerzo, que se ve recompensado por las diminutas maravillas que estamos viendo. Pequeñas chorreras que caen entre los grandes peñascos, o tenues cataratas que se precipitan en minúsculas pozas de aguas claras.


Para salvar un escoyo rocoso salimos del cauce por nuestra derecha, subiendo por la ladera de pinos, desde donde vemos precipitarse un chorrillo de agua. Volver al lecho del río resulta tan complicado como salirse de él, pero estamos consiguiendo el propósito de no mojarnos las botas.


Poco a poco el desnivel se suaviza y el cauce se abre dando paso al bosque de pinos. Por nuestra derecha dejaremos el río por un sendero muy pateado. Han sido unos dos kilómetros deliciosos de senderismo acuático. El sendero conecta con una amplía pista forestal que nos sigue elevando.

En una curva cerrada a la izquierda,  llegamos a una bifurcación de dos caminos, en una piedra hay dos flechas, una azul y otra amarilla, seguimos flecha amarilla, dirección sur. Este camino termina un poco más arriba, junto al Cortijo los Barrancos con su altiva chopera.


Vale la pena detenerse unos minutos a contemplar esta enorme casona, su fuente de agua que vierte en una pileta, y sobre todo, por sus gigantescas y espectaculares encinas centenarias. Sus troncos son descomunales y sus ramas forman un formidable entramado aéreo a gran altura. Precioso lugar.


Proseguimos subiendo por caminos y tramos de PR, teniendo vistas al nido de antenas de la cumbre del Buitre. Ya en la solana, caminamos bordeando unos campos de almendros para poco después por la izquierda, ver un par de mojones que marcan la senda de subida a la cima.


Senda bien definida y amojonada pero con fuerte desnivel entre el bosque de pino negro con abundante matorral bajo, sobre todo de pequeñas sabinas. A medida que se inclina, la senda se deteriora y se vuelve pedregosa. Mirando hacia atrás tenemos una amplia vista del Nevazo.


El tramo final es muy erizado y por el espolón rocoso, es cuestión de tomárselo con calma  y ver cómo crecen las antenas al acercarnos. Hacia abajo un extenso mar de pinos cubre las laderas de los montes cercanos, y por delante atisbamos casi por completo la vega de Moratalla.


Pico del Buitre (1.427 m.) Todas las cumbres que tienen antenas son horribles. Otra cosa son las panorámicas que desde ellas obtengamos. Tenemos el pueblo de Moratalla a nuestros pies, y entre la masa de pinar distinguimos las dos balsas del embalse regulador del Benamor. Disfrutamos del almuerzo.

El descenso se efectúa por el lado contrario al de subida, después de las antenas. Es un sendero irregular de tierra que no está marcado, con fuerte pendiente y ramales que pueden confundir, hay que extremar la precaución. El sendero finaliza en una amplía pista forestal.

Marchamos por la cara norte y umbrosa del Buitre, entre el espeso pinar, del que sobresalen los farallones y puntiagudos espolones rocosos de la parte alta de la sierra. Una rampa corta la pista y por la derecha tomamos un camino para vehículos forestales que sube a la loma.

Bajamos la loma campo a través sin dificultad, virando un poco a la derecha para alcanzar un sendero que seguimos por la izquierda, y en unos 400 metros, enlazamos con otra pista entre el bosque de pino negro. Tendremos dos cruces más, uno a la derecha y otro a la izquierda.

Unos 650 metros después tendremos un atajo por la izquierda poco definido, por una pequeña rambla o correntía que desemboca en otra pista forestal, que seguimos por la izquierda. El camino ya es definido y nos pasea por varios cortijos modernos, a la umbría del bosque de pinos.

Poco antes del cruce donde se cierra el círculo de la ruta, vemos un sapo de buen tamaño. Ahora solo nos queda pasar por las balsas que regulan los riegos del río Benamor, para finalizar la ruta en el aparcamiento. Ruta muy completa, destacando el tramo por el interior del cauce del río Benamor.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (En el Cortijo los Barrancos)
DISTANCIA: 19,1 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 06:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.427 M. (Pico del Buitre)
ALTURA MÍNIMA: 670 M. (Río Benamor)
DESNIVEL POSITIVO: 866 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 866 M.
DIFICULTAD: ALTA. (Por el tramo del río Benamor y un trecho campo a través en el que hay que estar atentos al Track del GPS)


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