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Posted by : Vaig a Peu
martes, 27 de octubre de 2015
Desde Os Ancares
hasta los Picos de Europa se extenderá la Gran Reserva de la Biosfera de la
cordillera Cantábrica, formada con la suma de las diferentes unidades ya declaradas
y las que se añadan en el futuro. Os Ancares lugueses son su límite occidental,
plurales como su diversidad; mágicos por naturaleza. Las poblaciones humanas
que se supieron afincar en este difícil territorio también lo modelaron y
conservaron el legado de su patrimonio. Aún se abren al visitante las puertas
de algunas pallozas. Encerrado bajo su techo de paja que les da nombre, estas
peculiares viviendas permiten acercarnos toda una forma de vida ancestral. La montaña brota en tonalidades infinitas de verde en toda la amplia escala de
altitudes. Sorprenden Os Ancares no por grandes alturas, sino por los fuertes
desniveles. Desde el encajonamiento de los valles hundidos por debajo de los
300 metros hasta los picos de casi los 2.000 en pocos kilómetros. Los ríos de
la vertiente gallega son Navia, Rao y Ser; los picos, entre otros, Mustallar y
Tres Bispos. La evidencia de la presencia humana en la Reserva de la Biosfera
Os Ancares Lucenses se remonta al Paleolítico existiendo en la zona,
concretamente en el municipio de Navia de Suarna, restos de construcciones
megalíticas como las ‘mámoas’ y dólmenes de Ferreirúa. Muy frecuente en la zona
es la presencia de restos de poblaciones pertenecientes a la cultura castrexa,
existiendo numerosos castros en los tres municipios que integran la Reserva.
Según Manuel Amor Meilán vivió en Becerreá el pueblo prerromano de los Zuelas
(antigua tribu celta), situando su capital en la actual Oselle, topónimo que
procede de Ocellum Gallaicorum. Este pueblo cultivaba y trabajaba el lino,
altamente apreciado en Roma para la confección de ropas y para la curación de
llagas y heridas. Por lo que respecta a la presencia de los romanos, la calzada
Lugo-Astorgana pasaba por el municipio de Becerreá, por lo que ya por entonces
este municipio era un importante centro de comunicaciones. En Navia de Suarna
existen vestigios de antiguas explotaciones mineras, que también se consideran
romanas. Durante la Edad Media la historia de la zona sería la de las familias
que ejercieron sus señoríos sobre estas tierras. Destacan en este sentido los
Condes de Altamira que se hicieron con el concejo de Navia de Suarna hacia
1450, conservándose todavía los restos del castillo de Pobra de Navia, citado
ya en los documentos históricos desde el año 1037. También entre estas
poderosas familias se encuentran los marqueses de San Saturnino y el señor de
Cervantes, Conde de Villanueva de Cañedo y marqués de Alcañices, que ejerció
jurisdicción en la zona de Cervantes desde el Castillo de Doiras. En el siglo XIX
las tropas napoleónicas que invadieron Galicia por el Camino Real de Castilla,
sufrieron toda clase de avatares por parte de las “alarmas populares”,
auténticos ejércitos de paisanos que provocaron numerosas bajas en el ejército
invasor. En el Puente de Cruzul (Becerreá) los lugareños lograron apoderarse de
un numeroso arsenal bélico del ejército francés.
CÓMO LLEGAR: Desde Lugo por la A-6 a
Pedrafita do Cebreiro, tomar la LU-633 a O Cebreiro, seguir a Rubiales, Vega da
Brañas y Brañas da Serra.
COMPONENTES: VICENTE Y
SUSI.
ITINERARIO: BRAÑAS DA
SERRA / COTELA DO FARO / BRAÑAS DA SERRA.
LA RUTA: Nueva ruta en el corazón de Os Ancares, muy cerquita de O Cebreiro, en Brañas da Serra, minúscula aldea a 1.145 m. de altitud, rural, callada y solitaria como todas, y rodeada de sus huertas particulares, pero mirando a un paisaje de colorido excepcional en estas fechas otoñales.
Antes de llegar hemos parado en un mirador con vistas a Pedrafita do Cebreiro y a las sierras colindantes. También nos hemos detenido en otra aldea antes de Brañas, donde hay una palloza reconstruida para atraer visitas y en la fachada de una antigua casona, un blasón labrado en piedra que recuerda a señoríos medievales.
Iniciamos pasado el pueblo, por una ancha pista de tierra que comienza a elevarse en el primer recodo. El día está luminoso pero gris, con restos de nubes bajas deshilachadas y con ganas de soltar algunas gotiñas de lluvia. El paisaje cercano es impactante, con fuertes contraste de colores entre la arboleda y los pastos.
Pronto tomamos un desvío a la derecha marcado por una extraña paleta de madera con la silueta de un corredor, como señalando una salida de escape. Este nuevo camino nos desciende un poco hacia una preciosa vaguada en forma de hoya, con pastizales donde pasta el ganado vacuno.
Rodeamos la vaguada girando a la derecha para subir por la otra ladera y meternos en el interior del colorido bosque, donde hayas, robles, quejigos y algún castaño, tapizan con sus hojas caídas el suelo de la pista. Remontamos suavemente tomando altura para girar luego a la izquierda.
El paisaje se mezcla entre los girones de nubes rasgadas, haciendo que destaquen mucho más los cuadriculados prados, con sus múltiples tonalidades del verde, y cuyos márgenes están delimitados por arboleda o matorral alto. Cercano siempre hay algún grupo de casas de labor o diminuto núcleo habitado.
El Track del GPS nos marca una variante de subida a la izquierda que más tarde conectaría con unos cortafuegos en la parte alta. No vemos ningún nexo que nos dé acceso a subir por la enmarañada ladera. La vegetación es tan densa y con abundante matorral de espino, que desistimos.
Proseguimos por el camino que debería ser el de regreso, cuando alcancemos A Cotela do Faro, decidiremos la vuelta. El paisaje nos sigue sorprendiendo con sus extensas laderas moteadas de amarillos, ocres, y el marrón de los helechos secos. Sin dejar de subir, vamos virando a la izquierda.
Por medio de rampas y recodos vamos superando las pobladas lomas. Al cambiar de orientación, entramos de nuevo en otro bosquete de hayas y robles, a más altura, mayor grado de humedad, las rocas se visten de reluciente musgo verde y líquenes, los helechos se mantienen su vigor.
El camino supera la ladera haciendo largas lazadas, por lo que volvemos a entrar en el bosque pero a mayor altura, lo cual hace que los colores otoñales cambien y sean más intensos. Los rojos predominan sobre los ocres “incendiando” espectacularmente el pintoresco paisaje.
Conectamos con otro camino algo más inclinado, parecido a un cortafuego o es que ha sido ensanchado y desprovisto de arboleda cercana, lo que nos permite observar espléndidamente el paisaje de Os Ancares. La vistosidad de las laderas es impresionante, pocos paisajes lo pueden igualar.
Tras una inclinada cuesta alcanzamos una especie de collado amplio en el que enlaza con un tremendo cortafuego que recorre todo el cordal de la sierra hasta A Cotela do Faro, donde distinguimos su punto geodésico. El trabajo de desforestación ha terminado pero la franja de tierra roturada deja mucho que desear.
El tramo hasta la cumbre forma dos enormes toboganes con un fuerte y erizado desnivel de tierra todavía no asentada que dificulta el caminar. Mientras Susi espera en el collado decido subir hasta arriba, será la primera cima en tierras gallegas. Es un trecho duro pero factible. La masa nubosa empieza a cerrarse.
Excepto por las cortas vistas que me dejan las nubes, la subida no es nada bonita por lo inestable del terreno. Cumbre de A Cotela do Faro (1.616 m.) Es una cima roma que enseguida comienza descender hacia la otra vertiente. Pese a las nubes, consigo bonitas fotos del paisaje.
El descenso es fácil, con toda la mirada puesta en el colorido paisaje. Tengo que echar mano del zoom para distinguir a Susi en un ladito del cortafuego. Se aprecia perfectamente que la ladera contraria a la que hemos subido, fue pasto de las llamas y está siendo reforestada.
Tomamos unos hidratos de carbono y decidimos regresar por el mismo camino de subida. No tenemos nada claro que en la otra parte del cortafuego podamos encontrar una conexión con el otro camino. A esta altura las nubes se cierran y caen unas gotas, lo que reafirma nuestra decisión.
La lluvia apenas moja el piso del camino y la nube se queda enganchada en la cima, lo que nos permite tener nítidas vistas a las lomas cercanas con los remarcados pastizales. Volvemos a pasear por los hayedos y su suelo de hojas. A medida que perdemos altura la lluvia va cesando.
Las nubes se van deshaciendo y el paisaje sigue enamorándonos. Quizás influya que seamos de tierras de secano y cualquier retazo de hierba verde o chorrera de agua nos emociona, pero no, el paisaje es realmente hermoso y digno de ser contemplado.
Dejamos atrás el segundo hayedo, el primero en la subida, y llegamos al fondo de la pequeña vaguada para subir a la otra vertiente, donde volvemos a admirar la hermosa ladera pintada de colores otoñales, es como una obra maestra, un cuadro del que no puedes apartar la vista.
Llegamos a Brañas da Serra cerrando esta corta pero bonita ruta. Directamente subimos a O Cebreiro, a recordar viejos tiempos del Camino de Santiago. En las dos veces que lo hemos hecho, nunca hemos pernoctado, siempre ha sido paso. Hay buen ambiente de peregrinos y nos quedamos a comer. Cómo no, Menú del Peregrino.
LA RUTA: Nueva ruta en el corazón de Os Ancares, muy cerquita de O Cebreiro, en Brañas da Serra, minúscula aldea a 1.145 m. de altitud, rural, callada y solitaria como todas, y rodeada de sus huertas particulares, pero mirando a un paisaje de colorido excepcional en estas fechas otoñales.
Antes de llegar hemos parado en un mirador con vistas a Pedrafita do Cebreiro y a las sierras colindantes. También nos hemos detenido en otra aldea antes de Brañas, donde hay una palloza reconstruida para atraer visitas y en la fachada de una antigua casona, un blasón labrado en piedra que recuerda a señoríos medievales.
Iniciamos pasado el pueblo, por una ancha pista de tierra que comienza a elevarse en el primer recodo. El día está luminoso pero gris, con restos de nubes bajas deshilachadas y con ganas de soltar algunas gotiñas de lluvia. El paisaje cercano es impactante, con fuertes contraste de colores entre la arboleda y los pastos.
Pronto tomamos un desvío a la derecha marcado por una extraña paleta de madera con la silueta de un corredor, como señalando una salida de escape. Este nuevo camino nos desciende un poco hacia una preciosa vaguada en forma de hoya, con pastizales donde pasta el ganado vacuno.
Rodeamos la vaguada girando a la derecha para subir por la otra ladera y meternos en el interior del colorido bosque, donde hayas, robles, quejigos y algún castaño, tapizan con sus hojas caídas el suelo de la pista. Remontamos suavemente tomando altura para girar luego a la izquierda.
El paisaje se mezcla entre los girones de nubes rasgadas, haciendo que destaquen mucho más los cuadriculados prados, con sus múltiples tonalidades del verde, y cuyos márgenes están delimitados por arboleda o matorral alto. Cercano siempre hay algún grupo de casas de labor o diminuto núcleo habitado.
El Track del GPS nos marca una variante de subida a la izquierda que más tarde conectaría con unos cortafuegos en la parte alta. No vemos ningún nexo que nos dé acceso a subir por la enmarañada ladera. La vegetación es tan densa y con abundante matorral de espino, que desistimos.
Proseguimos por el camino que debería ser el de regreso, cuando alcancemos A Cotela do Faro, decidiremos la vuelta. El paisaje nos sigue sorprendiendo con sus extensas laderas moteadas de amarillos, ocres, y el marrón de los helechos secos. Sin dejar de subir, vamos virando a la izquierda.
Por medio de rampas y recodos vamos superando las pobladas lomas. Al cambiar de orientación, entramos de nuevo en otro bosquete de hayas y robles, a más altura, mayor grado de humedad, las rocas se visten de reluciente musgo verde y líquenes, los helechos se mantienen su vigor.
El camino supera la ladera haciendo largas lazadas, por lo que volvemos a entrar en el bosque pero a mayor altura, lo cual hace que los colores otoñales cambien y sean más intensos. Los rojos predominan sobre los ocres “incendiando” espectacularmente el pintoresco paisaje.
Conectamos con otro camino algo más inclinado, parecido a un cortafuego o es que ha sido ensanchado y desprovisto de arboleda cercana, lo que nos permite observar espléndidamente el paisaje de Os Ancares. La vistosidad de las laderas es impresionante, pocos paisajes lo pueden igualar.
Tras una inclinada cuesta alcanzamos una especie de collado amplio en el que enlaza con un tremendo cortafuego que recorre todo el cordal de la sierra hasta A Cotela do Faro, donde distinguimos su punto geodésico. El trabajo de desforestación ha terminado pero la franja de tierra roturada deja mucho que desear.
El tramo hasta la cumbre forma dos enormes toboganes con un fuerte y erizado desnivel de tierra todavía no asentada que dificulta el caminar. Mientras Susi espera en el collado decido subir hasta arriba, será la primera cima en tierras gallegas. Es un trecho duro pero factible. La masa nubosa empieza a cerrarse.
Excepto por las cortas vistas que me dejan las nubes, la subida no es nada bonita por lo inestable del terreno. Cumbre de A Cotela do Faro (1.616 m.) Es una cima roma que enseguida comienza descender hacia la otra vertiente. Pese a las nubes, consigo bonitas fotos del paisaje.
El descenso es fácil, con toda la mirada puesta en el colorido paisaje. Tengo que echar mano del zoom para distinguir a Susi en un ladito del cortafuego. Se aprecia perfectamente que la ladera contraria a la que hemos subido, fue pasto de las llamas y está siendo reforestada.
Tomamos unos hidratos de carbono y decidimos regresar por el mismo camino de subida. No tenemos nada claro que en la otra parte del cortafuego podamos encontrar una conexión con el otro camino. A esta altura las nubes se cierran y caen unas gotas, lo que reafirma nuestra decisión.
La lluvia apenas moja el piso del camino y la nube se queda enganchada en la cima, lo que nos permite tener nítidas vistas a las lomas cercanas con los remarcados pastizales. Volvemos a pasear por los hayedos y su suelo de hojas. A medida que perdemos altura la lluvia va cesando.
Las nubes se van deshaciendo y el paisaje sigue enamorándonos. Quizás influya que seamos de tierras de secano y cualquier retazo de hierba verde o chorrera de agua nos emociona, pero no, el paisaje es realmente hermoso y digno de ser contemplado.
Dejamos atrás el segundo hayedo, el primero en la subida, y llegamos al fondo de la pequeña vaguada para subir a la otra vertiente, donde volvemos a admirar la hermosa ladera pintada de colores otoñales, es como una obra maestra, un cuadro del que no puedes apartar la vista.
Llegamos a Brañas da Serra cerrando esta corta pero bonita ruta. Directamente subimos a O Cebreiro, a recordar viejos tiempos del Camino de Santiago. En las dos veces que lo hemos hecho, nunca hemos pernoctado, siempre ha sido paso. Hay buen ambiente de peregrinos y nos quedamos a comer. Cómo no, Menú del Peregrino.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 11,6 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:45
HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1.616 M.
(Cotela do Faro)
ALTURA MÍNIMA: 1.145 M. (Brañas
da Serra)
DESNIVEL POSITIVO: 643 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 643 M.
DIFICULTAD: MODERADA.