Posted by : Vaig a Peu sábado, 21 de febrero de 2015

La historia de Sierra Espuña también tiene que ver con el Bacilo de Koch, responsable de producir la peligrosa enfermedad que ya habrás imaginado. La relación Espuña-tuberculosis se remonta cuanto menos al año 1913. Mientras en sus laderas crecía el joven bosque que pocos años atrás se había repoblado bajo la dirección del Ingeniero  de Montes Ricardo Codorníu, en Murcia se constituía  el “Patronato benéfico-social del Sanatorio Antituberculoso de Sierra Espuña”. Mediante cuestaciones populares, corridas de toros, obras de teatro y zarzuelas, el Patronato recaudó fondos suficientes para que en 1917, en un singular acto religioso, se colocase la primera piedra de aquel edificio. Durante el verano se construía y en invierno se recogía dinero. Mas pasan los años y las obras de tan ingente edificio nunca finalizaban.  Para paliar ese problema el Patronato cedió el edificio al Estado a finales de 1931, con lo que la construcción se agilizó. Esta intervención hizo posible que   el edificio se inaugurara en el año 1935 con el nombre de “Sanatorio Antituberculoso de Murcia”. Habían elegido este lugar para ubicarlo, además de por estar apartado de zonas pobladas y así evitar el contagio, porque según habían estudiado “existían unas corrientes especiales de aire que desde el Valle de Leiva ascendían hasta los Morrones y el Collado Bermejo, limpiando la atmósfera continuamente”. Catorce años después Waksman descubriría la estreptomicina, un eficaz antibiótico contra la tuberculosis. Aunque tardó en extenderse su utilización la década, de los 50 aportó una importante mejora en el tratamiento de la enfermedad. El número de enfermos del Sanatorio de Espuña se iba reduciendo, mientras que los costes de mantenimiento de tan ingente edificio se incrementaban. Así las cosas, el 10 de mayo de 1962 trasladaron los últimos enfermos a otro hospital de Albacete, cerrando definitivamente el Sanatorio Antituberculoso de Sierra Espuña. Después se convirtió en Escuela-Hogar y más tarde en Albergue Juvenil. Ahora lleva más de diez años  “en expectativa de destino”
CÓMO LLEGAR: Autovía a Murcia, dirección Granada, salida en Alhama de Murcia, por el centro del pueblo en dirección al Parque Regional de Sierra Espuña, abandonamos la carretera que va al Berro y continuamos por la izquierda hacia el Centro de Visitantes y sin dejar la carreterita llegar hasta La Perdiz. Aparcar.
ITINERARIO: LA PERDIZ / CORTAFUEGOS / DIENTES DE LA VIEJA / MORRÓN CHICO / MORRA DE LAS MOSCAS / SENDA DEL PIOJO / COLLADO MANGUETA / POZOS DE CARTAGENA  COLLADO ELEUTERIO / ACEQUIA DE ALEDO / CAMINO DEL PINILLO / SENDA DE LA SOLANA / ZIGZAGS / TREPADA / PEDRO LÓPEZ / COLLADO MANGUETA / BARRANCO DEL GALLEGO / LA PERDIZ.
COMPONENTES: VICENTE Y PATRO.

LA RUTA: Con la creencia de que todavía quedaba nieve de la semana pasada y por las peores previsiones meteorológicas en nuestra provincia, volvemos de nuevo a Sierra Espuña. Pero siempre haciendo rutas distintas o añadiendo senderos que desconocíamos. Las variaciones de hoy nos han permitido conocer el Sendero de la Solana del Pedro López.

Al Pedro López siempre habíamos subido por camino, desde el Collado Mangueta o desde el Purgatorio, a partir de ahora utilizaremos este sendero aunque demos más rodeo. Hay que dejar muy claro que no es un sendero para todo el mundo, los zigzags están muy deteriorados y hay dos trepadas. Imprescindible GPS.

Iniciamos desde La Perdiz, no hace mucho frío pero tendremos algo de aire y posibilidades de algunas gotas de lluvia. Continuamos por la Senda de los Dinosaurios para dejarla unos trescientos metros después por la izquierda, atajando en fuerte subida hasta alcanzar el ancho cortafuegos.

La toma de altura nos hace tener espectaculares vistas al manto verde del pinar, entre el que distinguimos la casa de la Perdiz a nuestros pies, y el enorme edificio del antiguo Sanatorio Antituberculoso de Murcia; por delante la senda se empina recorriendo el despejado cortafuegos.

Es cuestión de tomárselo con calma y sin dejar de avanzar ir contemplando el hermoso paisaje, hoy acotado por la bruma. En la prolongada subida nos aliviamos algo de ropa y damos miradas al trayecto recorrido asombrados por el trabajo de repoblación forestal llevado a cabo por el ingeniero Ricardo Codorníu.

Alcanzamos los destrozados muretes de mampostería y la senda  que en su último tramo, por la derecha, se dirige a la Senda del Caracol, Las Escalerillas. Nosotros seguimos progresando directos hacia arriba. La senda se acaba pero el rastro es evidente y hay algún esporádico mojón.

Rodeamos el espolón por la derecha, sin apenas poner las manos, son pequeñas trepadas sin dificultad, también se puede hacer por la izquierda. Vamos tomando altura con facilidad, y las vistas comienzan a ser fantásticas pese a la plancha de nubes que ha dejado caer unas gotas. Las paredes del Leiva se yerguen majestuosas.


Una vez en la cuerda de la sierra, marchamos cerca del precipicio bajando un poco para superar otra rocosa loma, luego volver a bajar hacia la derecha, tornar por la izquierda y  rebasar una empinada cuesta que nos sitúa en la cresta de los Dientes de la Vieja. Las vistas maravillan.


El tránsito por la rocosa cresta es entretenido al no haber senda ni hitos, y nos va animando ver como asoma la parte alta de la garita del Morrón Chico. Terminamos culminando los erosionados Dientes de la Vieja y tras una redondeada loma, llegamos a nuestra primera cumbre de hoy.

Morrón de Alhama o Morrón Chico (1.444 m.) este es uno de los puntos más emblemáticos de Sierra Espuña y la cima más visitada, aunque hoy no hay nadie. Hacemos unas fotos apresuradas porque comienzan a caer unos copos de nieve y el aire arrecia. Tomamos hidratos de carbono y barritas para continuar.

Bajamos hacia el Llano de las tres Carrascas donde se unen y bifurcan varios senderos. Poco antes de llegar cruzan unas cabras a toda velocidad, y vemos tres montañeros que vienen con dos perros, ese ha sido el motivo de la desbandada de las cabras. Nos piden una bolsa de plástico para dar de beber a los perros.

Continuamos en dirección a la Morra de las Moscas, aunque en el mapa figura como Morra del Majal del Puerco. Los copos de nieve y el viento arrecian, lo que hace que nos abriguemos más. Las panorámicas al Morrón de Espuña colman nuestra atención.

Morra de las Moscas (1.502 m.) segunda cumbre de hoy y, aunque es más alta que la anterior no tiene ningún encanto, es una loma plana y tan solo un montón de piedras marca su vértice. Bajamos un contrafuerte y el sendero se dirige hacia los Pozos de Murcia, protegidos en un bonito rincón.

En este punto lo dejamos, puesto que no los visitaremos. Por la izquierda, marcado con mojones se inicia el Sendero del Piojo. Nada más entrar en él, un nutrido grupo de cabras quedan sorprendidas al vernos, quizás debido al fuerte aire no nos han olido. Se reagrupan y están pendientes de nuestros movimientos y se protegen entre las carrascas.

Este bonito sendero, a media loma entre los pinos nos desciende y enlaza con el camino que viene de los Pozos, muy cerca del sendero de la canaleta del Barranco del Gallero, que utilizaremos de regreso. Salimos a la carretera y por la derecha al Collado Mangueta (1.404 m.).


Proseguimos por el Camino Forestal del Pedro López, dejamos atrás el Mirador de los Malvariches, y los Pozos de Cartagena y Orihuela, pasamos por delante del único que tiene cúpula, ya que ha sido restaurada. El camino sigue subiendo hasta el Collado Eleuterio (1.448 m.)

Poco antes de llegar al cruce de caminos, nos desviamos a la izquierda, campo a través, para atajar y salir al camino que baja a la Casa Forestal de la Carrasca. Llegados a la Acequia de Aledo acortamos por ella, evitando las múltiples “eses” del camino; pasamos dos puertas del parque y al llegar al Camino del Pinillo, dejamos la canaleta y continuamos por la derecha.

Este es un largo recorrido que comienza a ascendernos suavemente, primero de frente al Pedro López, nuestro próximo objetivo, y luego rodeándolo. En el trayecto tenemos espléndidas vistas al Morrón Grande y al Pedro López que va cambiando su fisonomía a más agreste. Desde una curva vemos gente en su cima.

Casi culminando, antes de llegar al Collado del Húmero y junto a un bebedero, de animales construido hace poco, nos salimos por la derecha, ver mojones que indican el comienzo de la Senda de la Solana, que nos introduce en el bosquete de pinos con mínimo desnivel y con la mirada puesta en el Morrón Grande.



Senda amojonada y fácil de seguir, que luego se ciñe a la montaña sobre muretes de piedra seca. Las vistas a esta altura son impresionantes; un extenso y profundo mar de pinos cubre por completo la visión hasta las Cunas, Peña Apartada y el Morrón de Espuña. Vamos girando a la izquierda.



El aspecto de las paredes va cambiando, se tornan abruptas y escabrosas, de una belleza singular. Con el zoom de la cámara acercamos unos zigzags hacia los que nos encaminamos. Atravesamos dos torrenteras de una verticalidad escalofriante, acojona pensar la velocidad del agua al caer.

Arribamos a los pies del zigzag. No sabemos si los muros de piedra seca eran de contención, muy probable, o sostenían el trazado de la senda. Su deterioro es considerable. Comenzamos por la izquierda, pero las conexiones entre los muros escalonados están derruidas o destrozadas por la caída de rocas.


Trabajosamente las vamos superando hasta que el GPS nos guía a la derecha junto a unas coscojas y doblamos a la otra vertiente. La senda vuelve a estar sobre mampostería en línea recta y algo más estable, aunque su deterioro es muy evidente. Las erosionadas paredes son imponentes.

Siempre atentos, vamos progresando por este espectacular tramo con miradas al majestuoso paisaje y sus agrestes paredes. Alcanzamos un nuevo recodo con vistas al omnipresente Morrón, y al girar, tenemos una de las trepadas. Se trata de una subida escalonada de unos cinco metros y con bastantes puntos de apoyo.


Plegamos los bastones y ¡¡Arriba!! Para gente acostumbrada a hacer diversas trepadas es un paso sencillo. Alcanzamos un pequeño rellano con dos enormes pivotes rocosos que hacen de barrera, y entre los cuales tenemos unas vistas prodigiosas. Seguimos adelante hasta el próximo recodo.

El siguiente obstáculo es una especie de canalón rocoso algo inclinado, y mucho más sencillo de culminar. Poco a poco hemos superado el escabroso espolón y las dudas que traíamos al desconocer su complejidad. Ahora solo nos queda remontar la pétrea loma entre el incómodo lapiaz, y ya tenemos a la vista el vértice de la cumbre.

Pedro López (1.569 m.) nuestra tercera cumbre de hoy, y segunda elevación del Parque Regional de Sierra Espuña. Una pareja joven está acurrucada junto al vértice geodésico, nos hacemos fotos, y bajamos a tomar nuestro ganado almuerzo, abrigados y protegidos junto a la caseta.


Iniciamos el regreso detrás de la caseta, para subir  otra vez cerca de la cumbre. Hoy tenemos suerte, sorprendemos a otro rebaño de cabras, se reagrupan sin perdernos de vista. Caminamos por el molesto lapiaz atajando hasta el camino, que seguimos, pasando por el Collado Eleuterio y los Pozos de Cartagena para llegar al Collado Mangueta.

Este tramo es el único que repetimos y que une los dos círculos que forma la ruta. Por la carretera volvemos al camino de los Pozos de Murcia y enseguida por la derecha empezamos el descenso por la canaleta del Barranco del Gallego. Es una bajada rápida y alegre entre los pinos, y por la margen derecha.

El sendero termina en la carretera que sube al Morrón Grande, por la que seguimos en declive tomando trazas de sendas que acortan curvas y rampas hasta finalizar en La Perdiz. Durante la mañana han montado un campamento de chavales. Preciosa ruta recorriendo las alturas del Parque Regional y llegando al Pedro López por la preciosa Senda de la Solana, que aunque deteriorada, es apta para motañeros con experiencia.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 25,1 KM.
TIEMPO: 07:15 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.569 M. (Pedro López)
ALTURA MÍNIMA: 796 M. (La Perdiz)
DESNIVEL POSITIVO: 1.207 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 1.210 M.

DIFICULTAD: ALTA.

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