EN LA SIERRA DE LA PILA A LOS PICOS DE LA PILA Y DE LOS CENAJOS, DESDE PUERTO FRÍO.

Posted by : Vaig a Peu sábado, 21 de diciembre de 2024

El Parque Regional de la Sierra de la Pila está situado entre los términos municipales de Jumilla, Abarán, Blanca, Molina de Segura y Fortuna. Cuenta con una superficie total aproximada de 8.836 hectáreas. Forma parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, de la Red Natura 2000, y además es un Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). La mayor parte del Parque está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). La Sierra de la Pila tiene un gran interés, no sólo por el gran valor de su ecosistema biótico y de gran diversidad ambiental, sino también por su riqueza tectónica y paleontológica, aunque es sin embargo, uno de los espacios naturales menos conocidos y visitados de la Región de Murcia. El parque, al igual que la sierra, se puede dividir en 2 grandes sectores separados por el Barranco del Mulo: Un sector oriental en el que se encuentran las cimas más altas (La Pila con 1.266 m y Los Cenajos con 1.229 m). Otro sector occidental dominado por la cumbre del Caramucel a 1.023 m de altitud. Merece la pena destacar por sus valores paisajísticos, botánicos y faunísticos la zona de la Fuente de la Higuera y la Umbría de los Cenajos. Entre las especies de fauna de interés protegidas que habitan en el Parque, destacan rapaces como águila real, águila perdicera, halcón peregrino, o búho real, que encuentran en los salientes y oquedades de los abruptos relieves numerosos lugares donde nidificar. Respecto a la flora, destaca la presencia de carrascales, sabinares y pinares, acompañados de un conjunto de especies, entre las que se encuentran numerosos endemismos ibéricos del sureste español. Muchas de las especies que podemos observar están protegidas en la Región de Murcia, destacando el palmito, madroño, enebro, sabina, lentisco, cornicabra, carrasca, aladierno y espino negro. Los bosques de carrasca, se presentan en manchas aisladas en las umbrías y cumbres de los Picos de la Pila y los Cenajos. El pino carrasco domina la vegetación arbórea, favorecido por las distintas repoblaciones realizadas.

CÓMO LLEGAR: Por la CV-84 hacia Aspe, antes de entrar en la población girar a la izquierda por la CV-846, continuar durante 8 km. hasta la rotonda, tomar 4ª salida por la CV-840 hasta la Romana, continuar durante 13 km. pasando La Algueña, girar a la izquierda por la CV-839 hacia la pedanía de la Solana, girar a la izquierda por la CV-836 dirección Fortuna. Girar a la derecha por la A-10, hacia Cañada del Trigo dirección La Zarza. Girar a la izquierda por la A-17 hasta Peña Zafra de Arriba y por la pista forestal hasta Puerto Frío. Hay espacio para aparcar.

COMPONENTES: VICENTE.

ITINERARIO: PUERTO FRIO / CAMINO IZQDA. / IZQ. SEGUIR / MOJONES-INICIO SENDA / SENDERO / VISTAS / MOJON COLLADO / IZQDA. / IZQDA. / MOJONES / PANORAMICA / COLLADO / ARBOL CAIDO / CRUCE DCHA. / CRESTAS, POR LA DCHA. / PICO DE LA PILA / IZQDA. POR SENDA / ENLACE PISTA / IZQ. POR LA PUERTA / GARITA FORESTAL / PICO DE LOS CENAJOS / MIRADOR / POSTE INFO. SEGUIR PISTA / RUINAS, CASA DE LOS NECEROS / POZO DE NIEVE-1 / POZO DE NIEVE-2 /IZQ. SENDERO-ATAJO / CRUCE INFO. DCHA. / FUENTE MINA DEL ENGARBO / CAMINO DEL PUERTO FRIO / ZONA BOSCOSA / BARRANCO DEL DEAN / CAMINO DEL PUERTO FRIO / ALBERGUE CABEZO DE TURRA / PUERTO FRIO.

LA RUTA: Llevo una temporada de nostalgia recordando las viejas y clásicas rutas. Hoy toca los Picos de la Pila y de los Cenajos, que últimamente habíamos desechado por sus largos tramos de pista, subiendo por la Garapacha o explorando por el Caramucel y el Pico Pelado intercalando la Cueva de la Excomunión.

Por hacer alguna pequeña variación esta vez comenzaremos desde Puerto Frío, para conectar con el sendero que sube por la cresta Este del Pico de la Pila, dejando para el regreso el dilatado tránsito de bajada por las pistas.

Iniciamos por la derecha por el portón abierto de entrada al Parque Natural, por piso de asfalto y en suave ascenso, pero rápidamente la altura nos concede buenas vistas entre las ramas de los pinos a la sierra del Carche.

Hace un día espléndido y poco frío, y aunque toda la primera parte de la ruta será por la umbría resulta agradable el caminar. El sol va punteando los cerros cercanos, entre ellos el Pico de los Cenajos donde se distingue la garita forestal.

Con miradas al Carche y al Altiplano jumillano alcanzamos nuestro primer desvío de hoy. Giramos a la izquierda para seguir por un ancho camino de tierra que comienza a subir en sentido contrario para hacer un fuerte giro a la derecha elevándose con facilidad.

Otra corta rampa nos alza las miradas al Pico de los Cenajos y después entre la pineda, vemos nítidamente la bola del radar del Pico de la Pila. Desechamos por la derecha un sendero que viene del refugio Cabezo de Turra.

Poco a poco vamos alcanzando una especie de collado donde el pinar escasea, y por la derecha vemos dos mojones de piedras a modo de entrada entre un bosquecillo de pinos donde empieza un bonito sendero que parece llevarnos por el lomo de la sierra al Pico de la Pila.

Con la mirada puesta en nuestro próximo objetivo el sendero sube y baja pequeñas ondulaciones del terreno entre matorral diverso y pinos de poco porte que han conquistado los escasos puñados de tierra cerca de los acantilados.

En los puntos clave está perfectamente amojonado y su trazo es evidente. Hay trechos que bordeamos los acantilados rocosos y las panorámicas se abren a las sierras de Quibas, Barinas, del Cofer y los Frailes todavía con bruma pero que llegan hasta el mar.

Mirando hacia atrás el Carche sigue dominando en la llanura. Metidos en la fresca umbría de la sierra avanzamos aprovechando todas las ventanas que nos dejan los viejos pinos que en esta zona nunca fueron podados.

Subimos a un montículo donde hay un mojón de término y tenemos una gran visión del serpenteante lomo que va ascendiendo hasta el Pico de la Pila entre rocas y el pinar que lo cubre. Visto así parece que está hecho, pero hay altibajos.

A medida que avanzamos, siempre guiados por los mojones, vamos superando desniveles y ampliándose las vistas. El sol ya refleja sobre el mar y a nuestras espaldas adquieren protagonismo las canteras de la Algueña y la Romana.

Atravesamos pequeñas planicies entre ondulaciones; antes de llegar a unas rocas vemos el tronco de un gran pino caído y en un aparente cruce tenemos que seguir por la derecha apurando al máximo las panorámicas.

La bola del radar está más cercana al llegar a la rocosa cresta. Es preferible y más sencillo esquivarla por la derecha siguiendo el sendero que se pega a los grandes peñascos. Luego hay que subir hasta alcanzar un mojón.

Encajonados en la umbría, ahora viene el tramo más vertical sobre suelo rocoso con agarre y que se patea bien. De nuevo girando hacia atrás tenemos todo el lomo recorrido y el elenco de sierras que se añaden, el Algaiat, la Taja y el Reclot.

Alcanzamos el cordal de la sierra y caminamos hacia la cima abrumados por las panorámicas. Volvemos a tener a la vista el Pico de los Cenajos, por delante la sierra de Orihuela y apurando el zoom distinguimos el Mar Menor.

Pico de la Pila (1.266 m.), la bola de su radar meteorológico y las antenas la afean bastante. Su vértice geodésico de 1982 está asentado sobre uno anterior, construido en la década de 1860. Este vértice aparece en el mapa de Triangulación de Primer Orden de España, de 1870.

Damos las últimas miradas a la sierra del Carche, la de Don Pedro, y la de Salinas que la distancia ha ido separado. En el mural de sierras al frente, distinguimos la sierra de Lúgar, el Carrascoy y Loma de Planes.

Comenzamos el descenso por la carretera asfaltada y con la vista puesta en el Pico de los Cenajos. Al poco dejamos la pista por un sendero desdibujado que evita el asfalto y luego se une a ella de nuevo para llegar a la puerta de entrada.

Esto es el Llano de las Víboras (1.143 m.) donde la carretera se bifurca formando una “Y”. Los 85 metros de desnivel hasta la cima se hacen durillos al no haber sendero ni zigzag que los hagan más llevaderos, pero vale la pena el esfuerzo.

Pico de los Cenajos (1.229 m.), segunda cima más alta del Parque Regional de la Pila, elevación reconocible desde varios puntos situados al norte y al noroeste de la sierra, constituyendo un hito de referencia dentro del macizo montañoso. Recibe su nombre por los escarpados farallones rocosos que lo forman, denominados cenajos o lejas por estas tierras.

Frente a la garita forestal hay un precioso mirador, un balcón al paisaje murciano. Las vistas son de 360º, desde el Carche, Sierra de Salinas, Teula, Algarejo, Peña Gorda, La Mina, las sierras de Crevillente, Callosa y Orihuela, El Valle y Carrascoy, y por supuesto todo el campo de Cartagena y el Mar Menor.

El descenso, con miradas al Pico de la Pila hasta llegar a la puerta del Llano de las Víboras, es rápido. Proseguimos por la pista de la izquierda que discurre rodeando las faldas del Pico de los Cenajos y cortas miradas al valle interior.

En un cruce con un sendero balizado con un poste informativo, seguimos por la derecha sin dejar la pista en dirección a los pozos de nieve. El asfalto hace una amplia curva que nos deja ver las ruinas de la casa de los poceros, donde descansaban y guardaban sus aperos.

Dejamos el asfalto por la izquierda para acercarnos a ver los pozo de nieve. No hay cronología exacta de su construcción pero todo parece que su factura data del siglo XVII y llegaron a pleno rendimiento en el XVIII.

El Pozo-1 sigue conservando las paredes y estructura, pero solamente conserva una parte de su cúpula que ha sufrido varias fases de destrucción. Los materiales de construcción son piedras medianas y grandes unidas con mortero de cal y en lucidas por lo interior.

El Pozo-2, su estado de conservación es mucho peor habiéndose visto afectada su estructura por la construcción del camino. No queda vestigio alguno de la cúpula y sus paredes, aunque la forma constructiva y los materiales son los mismos que el otro pozo.

Tras la visita a los pozos de nieve nos quedan por delante muchos kilómetros de pista, es lo que tiene esta sierra, su bosque de pineda es espléndido y bien cuidado, pero tiene bastante asfalto y pistas de tierra. Es lo que tienen las grandes reforestaciones.

Por la izquierda, con un breve sendero atajamos una cerrada curva de asfalto para llegar a otro cruce balizado que ahora seguimos por la derecha, pasando a ser de tierra, en dirección al Albergue Cabezo de Turra.

El descenso es suave y nos mantenemos a buena altura, la cual nos permite anchas miradas a los montículos plagados de pinar. Llegamos a la Fuente Mina del Engarbo, aunque no es potable tiene pileta y un grifo de pulsador.

Este es el Camino del Puerto Frío que sigue bordeando el macizo de la sierra de la Pila. Es una zona umbrosa de apretado bosque de pinos donde se mezclan algunas carrascas, altivos cipreses y escondidos madroñales.

Entre diversas barranqueras taponadas con diques de piedra cruzamos el barranco del Deán. El camino nos dispensa con dilatadas panorámicas al ondulado manto verde que cubre toda la sierra del Parque Regional de la Pila.

Poco a poco se va intuyendo la proximidad del Albergue Cabezo de Turra (915 m.), solitario a estas horas es un cruce de senderos, inicio y final de diversas rutas. Seguimos adelante en suave descenso por la pista.

Pronto cerramos el círculo de la ruta al llegar al cruce de esta mañana. Ahora solo queda repetir camino hasta Puerto Frío. En este día despejado, la subida por el sendero de la cresta hasta el Pico de la Pila, que siempre lo había hecho de bajada, ha sido espectacular.

De regreso hice una parada para visitar el toro de Peña Zafra de Arriba. Se trata de una escultura tallada en piedra de unas medidas semejantes a las de un toro hispánico, cuyo autor se desconoce. Cuenta la historia que cierto día, apareció por Fortuna un personaje del norte europeo con mochila y aire extravagante, sin misión definida, que se interno por amplia comarca de esta villa, donde convivió con los naturales durante unos seis meses. Una mañana, se acercó a las canteras de mármoles y piedra de las proximidades, trató con el capataz de una de ellas la adquisición de un bloque de piedra blanca de gran tamaño, que quedó tasado, pagado y de su propiedad, aquella misma mañana. Desde aquel momento, durante tres meses y provisto de cincel y mazo, comenzó su artística labor, dejando casi terminado un enorme ejemplar de toro hispánico, digno de ser contemplado, por su perfecta ejecución, belleza de líneas, gallardía y dimensiones, que se aproximan a los dos metros de largo por un metro ochenta de alto. Y como sigue la historia de los lugareños, pasado un tiempo apareció una joven en un vehículo descapotable, localizó al artista espontáneo y se marcharon juntos a su país. Desde entonces nunca más se supo de él, y el toro quedó abandonado en la cantera..