Posted by : Vaig a Peu sábado, 29 de diciembre de 2018

Este es un viaje que teníamos pendiente en nuestra mochila. El año pasado no pudimos ajustar las fechas y se quedó para ahora. Yo ya había visitado Marrakech hace unos años con Carol, cuando recorrimos el Atlas haciendo senderismo acompañados por guías, con cocinero y muleros que portaban la mayor parte del equipaje, las provisiones, montaban los campamentos y cocinaban. Dormíamos en habitaciones de alquerías donde instalaban los colchones en el suelo. Todos los días ascendíamos a una altura superior hasta que llegamos al refugio de montaña y al día siguiente subimos al Toubkal. Fue un viaje muy especial del que guardaba un buen recuerdo de Marrakech que quería compartir con Susi.








Ahora es un viaje distinto, habrá poco senderismo, seremos 16 personas en un microbús, con chofer y un guía nativo, también nos acompañará Vicente Monerris, gerente de http://alicanteaventura.com/y Monerris Tour Experience que se encargará de la logística. Pernoctaremos en riads y pequeños hoteles, realizando un recorrido por los rincones con más encanto, visitando lugares y pueblos que nos mostrarán Marruecos en estado puro.


Esta pequeña aventura nos llevará al desierto marroquí para vivir la experiencia de dormir en Jaimas, montar en camellos, saborear la comida tradicional, escuchar y disfrutar de su música y bailes, todo ello en un entorno de ensueño, en pleno corazón del desierto del Sahara.


Donde despediremos este año con una noche mágica bajo un manto infinito de estrellas y recibiremos año nuevo 2019 con la maravillosa salida del sol en las dunas, acompañados del sonido de los tambores beréberes.










Este es el programa, pero el viaje comienza en la T-4 de Madrid donde nos reunimos todos los componentes. Excepto Toni que viene de Murcia, todos los demás residimos en la comunidad Valenciana y, con Leti y Alicia, ya habíamos coincidido en el viaje a Madeira.










Ouarzazate es una ciudad al sur del Alto Atlas marroquí famosa por ser la puerta de entrada al desierto del Sahara. Desde su enorme alcazaba de Taourirt, que alberga un palacio decimonónico, es posible contemplar el escarpado paisaje de la región, que ha servido de escenario para varias películas. 


Al noroeste está la ciudad fortificada de tierra rojiza de Ait ben Hadu. Las rocosas gargantas del Todra están al noreste. Una carretera serpentea hacia el sureste entre los exuberantes palmerales del valle del Dra hasta el desierto.

Con algo de retraso aterrizamos en el pequeño aeropuerto de Ouarzazate, donde casi todo sigue siendo manual, y el paso por el control de pasaportes se hace eterno, la oficina de cambio de divisas está cerrada por lo que tendremos que hacerlo en la ciudad.









Mientras esperamos el microbús que será nuestro vehículo en el viaje, nos fijamos en los troncos de la arboleda del parking, palmeras y árboles tienen sus troncos tallados manualmente formando dibujos o escenas cotidianas sobre la corteza, sin llegar a dañar el árbol.

Entre unas cosas y otras la tarde va cayendo y no nos dará tiempo a visitar la Kasbah de Taourirt ni la ciudad, por lo que vamos directamente a un riad a solo a cenar. En éste pernoctaremos el último día, hoy dormiremos en otro distinto.

Riad, en árabe, se puede traducir como edén o jardín. Y por extensión, en Marruecos designan a aquellas casas o estructuras vecinales que tienen como espacio más representativo su patio central, en el que suele haber elementos naturales como fuentes de agua, plantas o flores.

Los riads están bellamente decorados y éste es muy bonito. Tenemos una gran mesa reservada en el comedor que está muy concurrido, amenizado por un cantante marroquí con chilaba y guitarra española. 

Menú típico berebere,  una sopa de verduras especiadas, exquisito Tajín de pollo con verduras y batbout, pan marroquí. La sorpresa fue que este establecimiento tenia permiso para expedir vino y bebidas alcohólicas a los extranjeros, algo que en la mayoría de establecimientos no tienen debido a la prohibición que existe en el país de consumir alcohol. 

De camino a nuestro hotel paramos frente a las murallas de la Kasbah de Taourirt cerrada a estas horas pero iluminada con grandes focos. Del hotel apenas vemos nada, son pequeños apartamentos de dos plantas con diversas habitaciones. 

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