Posted by : Vaig a Peu martes, 23 de octubre de 2018

Con más de 1,7 millones de habitantes Oporto es la segunda ciudad más grande de Portugal por detrás de Lisboa. La cercanía de Oporto con España hace que sea un destino muy cómodo y atractivo para los turistas españoles, incluso para una escapada de fin de semana. Esta ciudad, situada al norte de Portugal junto a la desembocadura del río Duero, es un lugar muy especial; tal vez sea ese aire de decadencia que la invade o a la vida que se respira en ella. Tal vez sean sus elegantes barrios y villas señoriales en contrapunto con las estrechas calles y viejos callejones que la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad. Oporto es una ciudad para recorrerla andando, disfrutando al máximo de sus estrechas callecitas cargadas de historia y nostalgia. Un paseo al anochecer junto a la ribera del río Duero, la sensación que produce entrar en el Mercado do Bolhao o el sabor de sus dulces vinos son algunas de las cosas que se pueden hacer en Oporto.
La leyenda cuenta que Caleera el nombre de uno de los argonautas griegos que llegó hasta aquí en un viaje que hizo y fundó un enclave comercial. Se sabe que Caleera un pequeño asentamiento que ya conocían los griegos situado en la orilla izquierda del Duero, cerca de su desembocadura; tenía muy malas condiciones para la navegación por lo que los romanos trasladaron la ciudad a un lugar de mejores condiciones donde se pudiera construir un puerto. Durante las invasiones bárbaras, Cale pasaría a control suevo. Hacia el 417 los alanos invadieron el territorio de los suevos, empujándolos hasta la orilla derecha del Duero donde hoy se sitúa Oporto. Los alanos, sin embargo, no llegarían a conquistar la villa. Hermerico I, el rey suevo, fortificó un castillo en la colina de Pena Ventosa, construyendo en su interior viviendas para las tropas. A este burgo se le llamó Cale Castrum Novum (castillo nuevo de Cale) adquiriendo la denominación de civitas. En la base de esa colina se situaba Portus Cale (puerto de Cale, actual Ribeira), que dio origen al nombre Portucale, que pasaría a designar también a la ciudad alta a partir de finales del siglo V. Otro castillo, situado en la orilla de Vila Nova de Gaia, quedó como defensa avanzada de Cale. Ambos castillos figuran desde hace siglos en el escudo de armas de Oporto, situados a los lados de la Virgen María, protectora del burgo desde siempre y razón por la que la ciudad también es conocida en Portugal como "ciudad de la Virgen". Tras la invasión musulmana de la Península, Oporto fue reconquistada y poblada por el Reino de León al que perteneció hasta independizarse, dando lugar al Reino de Portugal. Dicho condado se extendía desde el Miño hasta el Duero. Alfonso VI otorgó este condado a su hija bastarda Teresa, casada con Enrique de Borgoña. El hijo de ambos fue el primer rey independiente de Portugal, Alfonso Henriques.









Ayer tras 975 kilómetros en una jornada mayormente por autopista y evitando los grandes núcleos como Madrid, llegamos del Mediterráneo al Atlántico, a Oporto la capital del Duero. La diferencia horaria con Portugal ha jugado a nuestro favor.












Para las dos noches en Oporto hemos elegimos un pequeño y antiguo hotel que ha sido restaurado, situado estratégicamente a unos ochocientos metros del centro histórico y a otros tantos de la Ribiera, con plaza de garaje al lado.

El arribar a media tarde al hotel nos permitió descansar, situarnos y pasear, para terminar viendo la puesta de sol en la Ribeira. Después de ocho años casi nada ha cambiado y pese a ser una ciudad muy activa, aún conserva ese aire melancólico. 


Cerca de la bella fachada de la iglesia dos Congregados, nuestra primera visita es a la estación de ferrocarril de São Bento. El edificio fue construido a principios del Siglo IX sobre los restos del antiguo convento de São Bento del Ave María.


Aunque ya de entrada su fachada es señorial, la verdadera joya se encuentra en su interior: un hall decorado con más de 20.000 azulejos en los que se retrata la historia de Portugal. La afluencia de gente a estas horas es elevada.


Seguimos callejeando por sus antiguas y nostálgicas calles hasta el Palacio da Bolsa junto al jardín del mercado Ferreira, donde vemos asomarse las torres de la Sé Catedral en todo lo alto, y que mañana visitaremos.


Llegamos a la Ribeira cuando el sol comienza a caer y el ambiente comienza a animarse al encenderse las primeras luces. El ancho y sereno Duero lo acapara todo, con grandes barcazas que cruzan a los Cais de la otra orilla.


Todavía es pronto para cenar y paseamos en dirección al Ponte de D. Luis I, donde ingeniosos músicos callejeros nos deleitan con instrumentos hechos material de  reciclaje, botes latas y tubos, mientras la luna se eleva por el puente.


Regresamos a las terrazas de los diminutos restaurantes. Pulpo a la brasa, cocinado con carbón ante nosotros. Delicioso. La noche ha ido cayendo y la Ribeira es un festival de luces que se reflejan sobre las aguas del Duero.


Nos marchamos a descansar. Podemos coger el funicular junto a la base del Ponte de D. Luis I, pero necesitamos estirar las piernas y subimos a pie por las empinadas escaleras. Arriba nuestro hotel está cercano.












Con el cambio de horario nos hemos despertado demasiado pronto y hacemos algo de tiempo antes de desayunar. Tenemos una lista de las vistas que queremos hacer pero vamos a nuestro aire sin rumbo aparente.











Pronto llegamos a la avenida dos Aliados, amplía, extensa y señorial con sus emblemáticos edificios. La recorremos desde la fuente que hay junto a la Cámara Municipal do Porto, buscando en una calle adyacente la primera parada.











La Librería Lello e Irmao situada en pleno centro de Oporto está considerada como la librería más bella de Europa, y lo es, pero desde que sirviera de inspiración a la escritora J.K. Rowling se ha convertido en un negocio turístico.











Casi tres mil personas la visitan a diario y la entrada cuesta 5€ que te descuentan si compras un libro, en cuyo precio ya ha sido aumentado. Largas colas para entrar en un espacio tan reducido y masificado, que apenas puedes fotografiar.












Sus enormes estanterías de madera llenas de libros llegan hasta el techo y una preciosa escalera de madera labrada reina en el centro del local, mientras, la vidriera del techo proyecta luz natural dando vida a este escenario sin igual.

Dejamos el tumulto por el sosiego de la iglesia dos Carmelitas, que data de entre 1756 y 1762 y consta de una fachada principal de estilo rococó, y en su fachada lateral exhibe un mosaico que forma una de las mayores y más exquisitas muestras de azulejos de toda la ciudad. 











La Torre de los Clérigos es uno de los monumentos más importantes y fue construida entre 1735 y 1748,  consta de una torre de 76 metros de altura desde donde podrás ver todo Oporto, subiendo 225 peldaños, pero nos conformamos con visitar su iglesia.












Seguimos caminando hasta conectar con la rúa Santa Catarina, calle peatonal y de shopping donde visitamos distintos comercios hasta la hora de comer, picoteando en sitios gourmet productos locales acompañados con vino de Oporto.








Capela das Almas, en su espectacular fachada podemos ver magníficos mosaicos de azulejos que representan las vidas de diversos santos, entre los cuales cabe mencionar el que representa la muerte de San Francisco y el martirio de Santa Catalina.











Tras un breve descanso en el hotel proseguimos paseando cerca de las antiguas murallas de la ciudad camino de la catedral. A medida que tomamos altura las vistas se extienden y sobresalen las cúpulas y torres de las iglesias.












La Sé de Oporto fue fundada durante el siglo XII, y reconstruida en gran parte un siglo después, y durante el siglo XVIII. Conserva en buen estado su contorno romántico y actualmente está en obras y no se puede acceder.












Está ubicada en la zona más alta de la ciudad, y de su interior destacan sus elevados arcos de piedra, su claustro gótico, que data del siglo XIV; su altar de plata que data del siglo XVII, y sus relieves tallados cubiertos por pan de oro.


Comenzamos a bajar hacia el cauce del río Duero, la tarde comienza a caer y nos proporciona vistas maravillosas contemplando las dos orillas desde las alturas. No descendemos del todo y nos situamos en la parte de arriba del Ponte de Luis I.


Cruzamos el río por el gran puente metálico que tiene dos plantas, por la primera circulan vehículos y peatones y por la segunda y más elevada, peatones y tranvías, con unas vistas al Duero y a la ciudad impresionantes.


Pasamos por delante de la Serra do Pilar que anoche veíamos iluminada desde la Ribeira y vamos a coger el teleférico para bajar a Vila Nova de Gaia  y a los Cais donde están atracados los ravelos, preciosas barcas fluviales tradicionales.


Vila Nova de Gaia debe su prosperidad a unos de los vinos más peculiares y apreciados de todo el mundo, el Vinho de Porto, elaborado con las uvas que los ravelos transportaban desde los viñedos aguas arriba del Duero.










Aprovechamos para visitar una de sus numerosas bodegas y después de una cata adquirir alguno de sus exquisitos caldos. Luego al estar cerrado el teleférico regresamos a pie por la primera planta del puente.


Ya en la Ribeira, cenamos bacalhau a la brasa y vinho verde. Las vistas siguen siendo tan bonitas como anoche. Para el regreso al hotel cogemos el funicular de cremallera que nos ahorra la fuerte subida con escaleras. Mañana partimos.

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