Posted by : Vaig a Peu sábado, 15 de marzo de 2014

El ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, por orden de Felipe II diseñó el Fuerte de Bérnia, que formaría parte del conjunto de fortalezas defensivas para la protección de la costa, y para frenar la huida de moriscos a Alger. Efectivamente el 15 de abril de 1562 se inicia en la sierra de Bérnia, la construcción de una gran fortaleza para la defensa contra los moros enemigos de nuestra Fe Católica. El baluarte de Bérnia, rápidamente construido, tendría que cumplir, pese a sus deficiencias, una doble finalidad: restañar las fugas de moriscos, y asegurar la defensa contra los piratas en una de las zonas más estratégicas de la costa. La construcción se ubicó a unos 630 metros sobre el nivel del mar en la vertiente sur de la sierra, en un área con un amplio campo visual de la costa, y además se encontraba en un cruce de caminos de montaña por donde podían también abastecerse de agua. Por lo que respecta a su distribución, el fuerte ocupaba una extensión de 8.000 m2. Los flancos no tienen todos la misma longitud. El foso que lo rodeaba está bien conservado así como también los baluartes del norte y de levante. La puerta de entrada a la fortaleza estaba mirando al sur, y para acceder a ella había que atravesar el foso por un puente elevadizo. El fuerte también tenía dependencias como las casas de la guarnición, la iglesia o capilla, la casa del alcaide, la del alférez, la del capellán o la enfermería. Los que estaban casados ocupaban una hilera de casas llamada “acera de los casados”, en donde cada casa disponía de cocina, chimenea, y una habitación en la parte superior. Además había carnicería, almacén de harina y vino, horno de pan, cisterna… y numerosas garitas de vigilancia. En el año 1612 se decidió desmantelar la fortaleza, una vez expulsados los moriscos del reino de Valencia. Los altos costes de mantenimiento, y la ineficacia de la construcción llevan a la demolición bajo el reinado de Felipe III. La guarnición del fuerte entró en acción en diversas ocasiones contra piratas berberiscos, escaramuzas que apenas justificaban los cuantiosos dispendios de mantenimiento que requería. Cincuenta años de vida tuvo la fortaleza, sin  que ninguna utilidad justificara su existencia. Fent Camí.
CÓMO LLEGAR: Autopista AP-7 dirección Valencia, salida en la nº 64 ALTEA / CALPE. Continuar por la CV-755 Callosa-Fuentes del Algar. A un kilómetro aproximadamente del último semáforo de Altea la Vella, y poco antes de llegar al punto kilométrico nº 19, girar a la derecha (a la izquierda hay señalización de la Zona Recreativa de Bérnia) Seguir la estrecha carretera hasta el final, hay aparcamiento junto a los paelleros.
ITINERARIO: PAELLEROS / CRUCE DE CAMINOS / PINAR DE CALSES / FONT DE ROSTOLL / COLLADO DE ALTEA / COVA L’ARC / FORAT / DESVÍO A LAS CRESTAS / PORTIXOL / CIM DE BÉRNIA / FORT DE BÉRNIA / FONT DEL RUNAR / PAELLEROS.
COMPONENTES: VICENTE, JULIÁN Y PATRO.

LA RUTA: Se acerca la primavera y todo lo revoluciona. La luz del día se alarga, mejora el buen tiempo y nos entran ganas de hacer nuestras mejores rutas clásicas, pero como casi siempre, añadiendo alguna variante. Creíamos haber agotado las posibilidades en el Bérnia, sin embargo este año hemos dado una vuelta de tuerca más; rodeándolo por el Collado de Altea en vez del Forat, cambiando el sentido de la marcha para subir por las crestas en vez de bajarlas, y agregando dos trepadas más antes del Portixol. El resultado ha sido duro pero espectacular.

Iniciamos bajando por el PR-CV 7, que viene desde Altea la Vella, hasta pasar la primera casa de campo, donde volvemos a remontar para encontrar la pista que nos conduce por el pinar de Calses. Esta bajada se puede evitar continuando por la pista a la derecha de los paelleros. La diferencia es poca. Como premio tenemos las buenas vistas a la “W” del Portixol.

Comienza un cómodo camino que nos eleva paulatinamente tomando alguna variante hasta conectar con el que viene de la zona recreativa. Pasamos por los restos y edificaciones de antiguos corrales; la masa de pinar se va haciendo más densa. Un poco más abajo vemos las ruinas de la Ermita del Vicari.

Llegamos a la Font de Rostoll, con su alargada pileta abrevadero. Decidimos no bajar puesto que a estas horas tenemos los depósitos llenos. La vegetación se aprieta, apenas vemos el tejado de una apartada casita. Hacia atrás tenemos una colosal vista del Puig Campana y del Ponoig.
Conectamos con una senda que nos da la sensación de que ha sido roturada recientemente, de hecho nuestro GPS no la tiene pero la dirección es correcta. Se abre paso entre la vegetación acercándose a las paredes. Unos corredores vienen en sentido contrario, quizás haya sido perfeccionada para facilitar su tránsito.

Salimos a un espacio más abierto donde predomina el palmito, y el sendero hace largas rampas y algún zigzag elevándonos por la rocosa ladera. Las vistas al mar se amplían pero la bruma las acorta. Seguimos progresando hasta alcanzar el collado.


Collado entre Altea y Pinós (750 m.) Brumosas vistas a la Oltá y al Penyal de Ifach que asoma por detrás. El aire hace que nos abriguemos un poco. Debemos continuar por la izquierda, pero no coger ninguna de las sendas que bajan, mejor, por las rocas donde poco a poco se va haciendo más patente el sendero. Se trata de no perder mucha altura para rodear la loma.


Nos cuesta un poco encontrar la senda correcta mientras que un rebaño de cabras nos miran sorprendidas pero sin inmutarse demasiado. Al entrar en la cara norte y la umbría, la perspectiva alargada y casi completa de toda la cresta de Bérnia es alucinante.  Quizás, la mejor vista de nuestras montañas.

Durante este trayecto apenas perdemos altura hasta que tenemos que bajar por un pequeño canalón para rodear un farallón rocoso  y comenzar a entrar en la zona en forma de herradura donde está la Cova de l’Arc, que ubicada en las paredes, su base es una inclinada torrentera.

Hay que procurar no bajar mucho y pegarse a las paredes para evitar en lo posible la torrentera central, unos mojones nos van guiando.  Poco a poco se va haciendo más patente el agujero y el imponente arco de piedra que da nombre a la cueva, más a la derecha vemos la otra gran oquedad que se asemeja al interior de un cono.


La Cova de l’Arc, situados frente a ella, su tamaño toma protagonismo. Tiene un escalón de unos ocho metros de altura que hay que salvar para llegar al primer rellano. El trepar no es difícil, pero ha sido equipada con cuerdas que ayudan a su acceso, dando seguridad a la gente que quiera subir.


Tiene múltiples apoyos para los pies y la cuerda nudos para que no resbale. El recinto es amplio pero en pendiente por lo que es preferible acercarse a las paredes. No tiene techo y su  abertura junto con la boca de entrada forma el gran arco. Resulta relajante contemplar el paisaje desde dentro.

Hacemos las fotos de rigor y dada la incomodidad de la estancia, comenzamos paulatinamente el descenso, cogiéndonos de las cuerdas y de espaldas al vacio como mandan los cánones. El destrepe resulta tan sencillo como la subida. Como es lógico, estamos hablando siempre de gente sin síntomas de vértigo.

No visitamos la otra cueva y retornamos por el mismo sitio hasta la mitad del recorrido, donde trazamos una diagonal por la pedrera hasta coger la senda. Pasamos por delante del gran risco (Frare) que es la punta de una vertical pared, y de nuevo caminamos a la sombra de la espectacular cresta.

Este umbrío pasaje mantiene nuestra atención, ya que junto a las paredes hay un precioso ejemplar de tejo que se conserva en perfectas condiciones, y sobre él una hay oquedad o abrigo junto a una elevada hiedra, que según la leyenda es donde está recluida la Reina Mora.

Arribamos a la peana informativa que hay cerca del Forat. Esta vez no vamos a pasar a la otra parte ya que venimos de ella y las vistas son brumosas. Además, sabemos que nos queda la parte más complicada de la excursión, por lo que decidimos repostar líquidos, barritas energéticas e hidratos de carbono.

Continuamos por el PR tradicional, bajando junto a la umbría de las paredes con abundantes hiedras entre oquedades y sesters. Luego nos alejamos de las paredes y antes de que el sendero agudice la bajada, veremos un espacio abierto con pedreras que llegan a las paredes. Este es nuestro punto de ataque.

Es el inicio que marca el GPS, al principio no hay mojones y solo trazas de senda que se va reafirmando cuando aparecen los hitos. Comienza una dura y larga subida serpenteando entre las pedreras, cerca del final hace una pausa para escorase a la derecha, y casi verticalmente llegar hasta las mismas paredes.

Mientras tomamos un respiro y plegamos los bastones, llegan por la cresta dos escaladores debidamente equipados con casco, cuerdas y el cinturón repleto de mosquetones. Nos impresionan un poco, aunque pensamos que para nuestro recorrido no vamos a necesitar material de escalada.


A la derecha vemos unas marcas rojas en las rocas y una curvada grieta que asciende entre ellas, está equipada con una larga cuerda que nos ayuda a progresar con relativa facilidad. Arriba la vista de la cresta es espectacular. Nos alcanzan los escaladores y los dejamos pasar, su ritmo es más vivo.


Para descender también hay instalada otra cuerda que facilita el destrepe de espaldas. Llegamos a la base de las paredes puntiagudas que forman el centro de la “W” del Portixol y pasamos a la solana. Por delante vienen unos extranjeros que hacen preguntas en inglés, ni les entendemos ni nos entienden, y van equipados, solo con zapatillas sin calcetines. Llega otro que chapurrea un poco de español y dice que quieren ir al Forat. Nos cuesta mucho que entiendan que están equivocados y que deben bajar de nuevo a la senda. Nos parece incongruente que lleguen a un país del que siquiera entienden el idioma, y se atrevan a subir a la montaña sin  ninguna información ni mapas.


Proseguimos con nuestra ruta. A partir de ahora conocemos el itinerario, hemos bajado varias veces pero nunca habíamos subido. El  mastodonte que tenemos delante es impresionante y no está equipado con cuerdas, solo algunos puntos rojos nos guían. Es una subida vertical pero escalonada y con muchos puntos de apoyo y agarre.

Una vez superado nos sentimos satisfechos pero cansados. Las vistas  panorámicas son sublimes y el tramo de cresta donde está el punto geodésico que nos queda por recorrer, es alucinante. Es muy diferente la visión de subida que la de bajada, es más impactante y por supuesto requiere mucho más esfuerzo. Decidimos reponer fuerzas en este lugar  privilegiado.


Retomamos el sendero de la cresta que discurre entre alguna marca roja y esporádicos mojones que nos conducen por la solana o la umbría dependiendo del trazado. Ganamos un largo paso aéreo equipado con cadenas, mientras unos cuervos  nos observan desde su atalaya ¿?.

Hacia atrás, la cadena montañosa es preciosa, termina metida en el mar teniendo como último eslabón al Penyal de Ifach. Por delante nos queda la última giba, el más elevado lomo donde está ubicada la solitaria y pretendida cima.

Aparentemente parece que solo nos queda caminar por el filo de la cresta en línea recta, pero hemos de superar una brecha, primero bajar para luego remontar, ayudados por una larga cuerda. Ahora sí que tenemos a unas decenas de metros la cumbre.


Bérnia (1.126 m.) Hoy nos felicitamos satisfechos por la grandiosidad de la ruta efectuada. Las vistas al mar son brumosas desde sierra Helada al Morro de Troix; en el otro lado, a nuestros pies,  la irregular y bonita sierra del Ferrer. Lentamente comenzamos el descenso.

Maravillados con las vistas, caminamos hacia el final de la cornisa donde hacemos un fácil destrepe con una cuerda; seguimos bajando por el filo rocoso hasta llegar al último punto complicado de hoy. Un pequeño paso aéreo de unos cuatro metros equipado con una cadena.

Enseguida giramos a la izquierda, descendemos un escalón rocoso y tenemos varias opciones de sendas que entre la pedrera llegan hasta el Fort. Lo mejor es seguir unos puntos rojos por la derecha donde la senda es algo más estable, pero todas llegan al mismo sitio.

Fort de Bérnia. Hacemos algunas fotos de este viejo baluarte que apenas estuvo activo durante 50 años, siendo derruido y abandonado cuando los gastos de mantenimiento superaron su utilidad y eficacia. Conectamos con el PR-CV 7.

Marchamos por la senda oficial bajo las verticales paredes para cerrar el círculo, con la mirada nostálgica, pensado que hace muy poco estábamos caminando sobre ellas. El trazado nos lleva hasta la Font del Runar, para descender entre los bancales y la pineda a la zona recreativa y nuestro coche.
Ha sido una excursión memorable.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Font de Rostoll, Font del Fort y Font del Runar)
DISTANCIA: 16,3 KM.
TIEMPO: 07:45 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.126 M. (Bérnia)
ALTURA MÍNIMA: 570 M. (Cruce de caminos)
DESNIVEL POSITIVO: 1.060 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 1.055 M.

DIFICULTAD: DIFÍCIL.

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