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- RÍO CHÍCAMO, RUTA CIRCULAR.
Posted by : Vaig a Peu
miércoles, 20 de junio de 2018
En las áridas tierras al Norte de Abanilla surge brotando del mismo suelo el río Chícamo, un regalo para los campos y huertas de Mahoya y Abanilla. Nace bajo la cara Sur de la sierra del Cantón, a 320 metros de altitud y pronto nos depara otra impresionante sorpresa al encajonarse en el estrecho del Cajer, desfiladero de conglomerados calcáreos que ya los árabes supieron aprovechar para construir canales colgantes tallados sobre la misma roca. El paisaje dentro del cauce del Chícamo es árido, pero el color de sus tierras contrasta frecuentemente con el verdor de los bosquecillos de taray y palmeras. Es por ello que a esta tierra se le ha llamado desde antiguo `La Palestina muciana´. Flanqueado por los picos del Agudo y el Zulún de la Sierra de Abanilla, este río desciende siempre encajonado, unas veces seco, otras arrastrando caudalosos ríos colorados de las eventuales lluvias torrenciales. A los 10 km de haber nacido, el río Chícamo pasa por La Hurta y Mahoya junto a Abanilla y riega la tierra rica en frutales. Este es el tramo de río que os proponemos descender, aunque otros 20 km más le restan de cauce agonizante, perdido entre la huerta del Bajo Segura, tras la sierra de Orihuela, donde cambia de nombre para llamarse rambla de Abanilla. Antiguamente su cauce desembocaría en el río Segura, al pasar entre Redován y Orihuela, pero en la actualidad se pierde entre la llana huerta que rodea las moles rocosas de la sierra de la Muela y la Sierra de Callosa.
CÓMO LLEGAR:Por la CV-84 dirección Aspe. En la rotonda continuar por la CV-845, pasar por Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y en la pedanía de Barbarroja entramos en la región de Murcia por la MU-410, hacia Macisvenda, antes de llegar tomar por la izquierda la carretera MU-9-A hasta el aparcamiento.
COMPONENTES:VICENTE, PEPE COVES, JUANJO, TONI, PACO VERDÚ, ANTONIO SOLER, CERVERA, PELEGRIN, VICENTE CERVERA Y TELE
ITINERARIO:APARCAMIENTO / CHARCA / MOLINO / CRUZAR RÍO / CRUZAR OTRA VEZ / CUIDADO / CAJER / POZO / ASFALTO / CAMINO / COLLADA / COTA MÁS ALTA / MINA / DCHA. CAMINO / APARCAMIENTO.
LA RUTA:Volvemos al río Chícamo, esta vez, con el grupo de amigos veteranos. Hemos elegido una pequeña ruta circular que regresa por la sierra, pero nos perderemos parte del cauce del río y los Badlands.
Iniciamos desde el aparcamiento, por el camino de tierra de la izquierda que pasa cerca de algunas casas de campo y cuevas en las laderas tan típicas en la zona, y por cuidados bancales de olivos antes de llegar al barranco.
Después de un recodo entramos en el cauce y la vegetación cambia, aparece el cañaveral y plantas acuáticas. Por un pequeño puente vadeamos el cauce de agua del río Chícamo que aquí se retiene cerca de su nacimiento.
El camino nos lleva hasta la Charca del Fartet (Aphanius Iberus) especie de pez catalogada en peligro de extinción. Las aguas turbias nos impiden observar algún ejemplar. Es de pequeñas dimensiones y rodeada de vegetación.
Antes de seguir curioseamos entre la vegetación y retenciones de agua. Arriba en las laderas del barranco vemos las fachadas de varias casas-cueva, y por detrás, nos vamos alejando de la pequeña pero abrupta sierra del Cantón.
Al poco llegamos a un antiguo molino hidráulico del siglo XIX que pertenece a la Comunidad de Regantes de la Huerta de Abajo y Sahués. Ha sido remodelado recientemente y pasamos por debajo de su porchada.
Enseguida entramos en contacto con el pequeño curso de agua del río Chícamo. Es extraordinario como un delgado reguero de agua da vida a todo el cauce con pinos, juncos, mimbres y floridas adelfas que pintan de color el paisaje.
Comienza un precioso recorrido por el estrecho sendero junto al río entre la apretada vegetación. Poco acostumbrados a los cursos de agua recién surgida de la tierra estamos maravillados, ansiosos de hacernos fotos.
Tener que vadear el río apoyándonos en algunas piedras para no mojarnos es todo un espectáculo. El cañaveral surge en puntos concretos, flanqueando el curso del río o en sitios cercanos donde la humedad es alta.
Pasamos por un lugar donde la vegetación es exuberante, palmeras, pinos, cañaveral y adelfas, comprimidas, descuidadas y desaliñadas que impiden el paso. Tomamos la salida por un corto terraplén.
Volvemos al sendero junto al cauce oculto por la espesa vegetación hasta que tenemos que vadearlo de nuevo. Esta vez las piedras son escasas e inestables, lo cual origina hilarantes escenas y posturas poco deportivas.
El sendero se torna intrincado entre la espesura, los retorcidos troncos y las raíces de los pinos. Esto hace que nos saltemos un cruce para vadear el río y continuemos recto por una inclinada pared rocosa sin salida.
Volver atrás por la reclinada pared resulta más peliagudo de lo esperado, la situación es distinta y para retornar, lo tenemos que hacer con cuidado y uno a uno, ayudándonos a mantener el equilibrio y la verticalidad.
Unos metros atrás, vadeamos el río por unos vacilantes troncos que nos obligan a descalzarnos las zapatillas y colocarnos el calzado de agua, ya que intuimos que no estamos lejos del encajonamiento del Cajer.
Un corto tramo de tierra y enseguida tenemos que vadear de nuevo el río. Ahora no hay problema y chapoteamos sin remilgos por las frescas aguas. En esta parte la profundidad es escasa y abundante la vegetación.
De nuevo en tierra firme vemos como las paredes del cauce se van estrechando y la vegetación apenas deja espacio para el sendero, que se abre paso entre el cañaveral, formando una especie de túnel de altas cañas.
El espacio se estrecha y resulta más cómodo caminar por el agua hasta lugares donde el sendero es algo más limpio. Vemos como el barranco se constriñe y en algunos recodos, aunque las paredes no son altas casi se tocan.
Entramos de lleno en el desfiladero del Cajer. El curso del agua se comprime, la erosión ha formado una especie de tortuoso canalillo excavado en la roca. Comienzan leves cascadas y pequeños remansos de agua.
Con las retenciones el nivel del agua va subiendo y tenemos que hacer algunas prospecciones con los bastones para evitar meternos en alguna poza demasiado profunda, que salvamos saliendo del agua y volvernos a meter.
Empieza lo bueno, las paredes casi se tocan y el agua fluye por el estrecho canalillo del cauce. La erosión producida por el agua de las lluvias torrenciales y riadas en el cauce es tremenda, y a la vez, de una gran belleza.
En la zona del desfiladero apenas hay vegetación ya que el suelo es rocoso, compuesto de aglomerados y antiguos aluviones de piedra. En cortos tramos se ensancha levemente el cauce y baja el nivel de las aguas.
Pero pronto vuelven a encajonarse las paredes quedando a muy pocos metros unas de otras, formando sinuosos recodos de altos roquedos por donde tenemos que transitar de uno en uno admirando el bello recorrido.
El flujo del agua disminuye en profundidad al llegar al final del desfiladero, el cual se intuye al comprobar que la vegetación vuelve al cauce con las floridas adelfas, el cañaveral, los juncos y mimbres, y la luz del sol.
Nada más salir, el cauce se amplía, y aunque sigue habiendo mucha vegetación ya no es agobiante. Nos calzamos las zapatillas creyendo que ya todo es camino de tierra, pero enseguida tenemos que volver a vadear el río.
El paso por la rambla es distendido, siempre acompañados por el curso del reguero de agua y mayoritariamente por el cañaveral que marca su zona húmeda, con alguna casa de campo y sus descuidados bancales.
Viene otro trecho donde la rambla se estrangula y la humedad hace que la vegetación se apriete junto al curso del río, sobretodo de juncos, mimbres y adelfas por los que tenemos que abrirnos paso sorteando el agua.
Conectamos con una pista asfaltada que nos eleva por la derecha sacándonos de la rambla, y dejando el cauce del río Chícamo. En la parte alta vemos algunas casas de labor y bancales de secano más cuidados.
Tomamos un camino de tierra por la derecha que continua elevándonos. El paisaje ha cambiado por completo, ya no hay humedal y las lomas de la sierra están salpicadas de matorral de esparto y romero, con esporádicos pinos.
Alcanzamos una collada donde seguimos girando a la derecha, cerrando el circulo. Poco después coronamos la loma más elevada y las vistas se amplían, al pueblo y la sierra de Barinas, y la sierra del Cantón emerge de nuevo.
Empieza una bajada con larga pendiente en la que hay que prestar mucha atención. Dejamos arriba el incipiente pinar con ejemplares de poco porte y tomamos dirección hacia la Mina, especie de cantera donde se extrae tierra arcillosa.
La atravesamos por uno de sus caminos, rodeándola para evitar pasar cerca de las enormes máquinas que están excavando y poder enlazar con el camino de esta mañana, cerrando el círculo y la ruta en el aparcamiento.
Luego nos vamos al cercano campo de un amigo donde preparamos un buen arroz con costra a la leña como manda la tradición, y recordamos entre risas el tramo de la roca inclinada y el fabuloso paso por el estrecho del Cajer.
RECORRIDO:CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA:NO.
DISTANCIA:7.2 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO:03:20 HORAS.
ALTURA MÁXIMA:439 M. (Collado)
ALTURA MÍNIMA:273 M. (Salida del río)
DESNIVEL POSITIVO:242 M.
DESNIVEL NEGATIVO:242 M.
DIFICULTAD:MODERADA.