Posted by : Vaig a Peu miércoles, 25 de octubre de 2017

La Selva de Irati es el segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, después de la Selva Negra de Alemania. Una inmensa mancha verde de unas 17.000 hectáreas que se mantiene en estado casi virgen. Se encuentra situada en el Pirineo oriental navarro, en una cuenca rodeada por montañas (Ori, Abodi...), en la cabecera de los pirenaicos valles de Aezkoa y Salazar. La Selva de Irati es un tesoro natural con gran valor ecológico en el que conviven distintas figuras de protección como las reservas naturales de Mendilatz y Tristuibartea y la reserva integral de Lizardoia. Tupidos hayedos, pastizales, abetos y frescas aguas pintan un paisaje de colores vivos que se transforma con cada nueva estación. Un bosque que te brindará multitud de sensaciones: el encuentro a solas con la naturaleza, el rumor salvaje del agua entre hayas y abetos, el frescor del río Irati o del embalse de Irabia, el sonido huidizo de los animales y de las hojas caídas en otoño, el olor a los frutos del bosque y la suavidad del manto de hierba que cubre esta joya de los Pirineos. Coge tu cámara y tus botas de monte y échate a andar por alguno de los senderos balizados que recorren el bosque. Hay dos accesos para adentrarse en la Selva de Irati: por su costado occidental desde Orbaizeta y por el oriental desde Ochagavía, donde se encuentra además el Centro de Interpretación, un buen punto de partida para informarse de este enclave y su entorno. Incontables rincones perdidos en la espesura de los bosques o en los luminosos pastizales de las zonas altas sirven de refugio y hábitat a valiosas poblaciones de animales salvajes. Aves, como reyezuelos, pinzones, petirrojos, pito negros o dorsiblancos, especies acuáticas como las truchas y otras como zorros, jabalís, martas y ciervos... Estos últimos son protagonistas del otoño en la Selva de Irati ya que es su época de celo y la berrea con la que intentan conquistar a las hembras resuena por todo el bosque. Igualmente rica y variada es la flora. A pesar de que las actividades forestales se han llevado a cabo de forma controlada y que algunos parajes se conservan prácticamente en su estado primitivo, el bosque se ha ido transformando. En la actualidad, hayas y abetos conviven con tilos, avellanos, olmos, sauces, arces, boj, enebro, helechos, líquenes, musgos, patxarán y solitarios robles que recuerdan que fue el árbol mayoritario en sus orígenes. La variedad cromática que regala un paisaje tan diverso alcanza su máximo esplendor en otoño cuando marrones cálidos, amarillos intensos o embriagadores rojos tiñen las copas de los árboles. El alto índice de lluvias que registra esta zona pirenaica provoca que el paisaje esté poblado de arroyos y torrentes que surcan su abrupto relieve. Entre ellos destacan el Urbeltza y el Urtxuria, que confluyen al pie de la ermita de la Virgen de las Nieves, para formar el río Irati. 
CÓMO LLEGAR: Desde Zubiri por la N-135, coger la Na-140 después de pasar la localidad de Espinal y llegar hasta Arive, donde cogemos el desvío por la Na-2030 para ir hacia Orbaiceta y unos 6 km de pista para llegar al puesto de control de la Selva de Irati. El aparcamiento es de pago.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO: PUNTO DE INFORMACIÓN / REGATO ARRAZOLA / ABREVADERO / CRUZAR / POSTE / HAYA / CRUCE CAMINO / ABREVADERO / DCHA. ARRIBA / SUBIDA A ERMITA / AZALEGI / ERMITA / PORTILLA / PORTILLO / DESV. DCHA. / PASO / PUNTO DE INFORMACIÓN.

LA RUTA: Nuestro primer día en Navarra. Desayunamos pronto y salimos en dirección a Irati. Aquí en el norte amanece un poco más tarde, por lo que nos vamos deteniendo en algunos miradores o paisajes rurales.

En los Altos de Errebelu tomamos contacto con las primeras hayas, enormes y frondosas. Llegamos al área de acogida de Arrazola donde está el punto de información, aparcamiento y control de vehículos, cuyo pago es para el mantenimiento de Irati.

Aunque traemos algún Track en el GPS, aceptamos la propuesta del monitor,  hacer rutas cortas desde distintos lugares para ir  metiéndonos en los bosques de Irati. Iniciamos desde el mismo aparcamiento.

Seguimos la señalización y las marcas de los SL-NA 50C y 51C que coinciden en el tramo hacia Anbulolatz. El sendero enseguida toma el margen del regato Arrazola que va paralelo a la pista asfaltada de llegada.

Hace un día precioso de otoño, las altas temperaturas y la ausencia de lluvias en las últimas semanas han precipitado la caída de las las hojas de las hayas, por lo que tenemos un precioso sendero  almohadillado de hojarasca.











El regato aporta una buena humedad ambiental y es una delicia caminar entre los retorcidos troncos de las hayas mayoritariamente cubiertos de verde musgo. Vadeamos el arroyo por un puente de madera.

Las laderas tienen la uniformidad marrón de las hojas secas caídas pero que ocultan pequeñas zonas umbrosas embarradas en el sendero. En los lugares que la luz del sol penetra el bosque se enmaraña con matorrales.











En la actualidad, hayas y abetos conviven con tilos, avellanos, olmos, sauces, arces, boj, enebro, helechos, líquenes, musgos y solitarios robles, que recuerdan que fue el árbol mayoritario en sus orígenes. 


La umbría cubre las laderas que atravesamos por su zona media, acercándonos o separándonos del regato, y en ocasiones distinguimos la pista asfaltada entre los troncos de las hayas, sin tráfico a estas horas.










Alcanzamos el cruce balizado donde se separan los dos senderos. Ahora seguiremos por la izquierda en dirección a Anbulolatz, vamos a hacer un corto recorrido para ver el haya de los tres brazos y luego regresar.


El punto de referencia es un pequeño abrevadero alimentado por hilillo de agua en el centro. Cruzamos la pista por una zona donde hay varias hayas de gran tamaño en ambos lados para  atravesar un rellano con suelo de césped.










Las marcas nos llevan por una inclinada trocha que forma un increíble pasillo de musgo verde adherido a los delgados troncos de boj, pequeñas hayas y arbustos con más de tres metros de altura, el grado de humedad es muy alto.


Prosigue la subida con nivel más moderado, y a medida que subimos va disminuyendo la humedad y se aclara el bosque. En la parte alta se forma un gran rellano con vistas a las pelada montañas. Hacemos un giro cerrado a la derecha.


Caminamos de regreso para hacer otro giro a la izquierda que nos introduce en otro bosque de hayas, éstas de enorme envergadura. No hay nada que indique cual es el haya de los tres brazos, y tenemos que fijarnos en todos los ejemplares.










Quizás es la que está junto a un poste de señalización. Su tamaño es monumental y no ha sido podada en muchos años. Sus brazos arrancan desde el inicio de su corto tronco. Iniciamos el regreso, ahora en suave descenso.


Volvemos a la pista asfaltada junto a un cercado con reses. Tenemos que girar a la derecha y caminar por la pista algo menos de trescientos metros para cruzarla y llegar al abrevadero, donde seguiremos las marcas del SL-NA 51C a Azalegi.


Marchamos en suave ascenso por la umbría de la ladera hasta alcanzar la parte soleada, donde salimos del boque, continuando rodeando la loma, ahora con vistas abiertas a un paisaje que poco a poco se adentra en los prados.


Sin dejar de subir, el piso se torna herboso, acanalado y algo incomodo por el constante trasiego del ganado. Pasamos junto algunos acebos cargados de sus tóxicos frutos rojos, y en el horizonte vemos diversas fincas ganaderas.

El sendero pasa por comederos de pienso para el ganado antes de llegar a un cruce de pistas. Las marcas no son muy claras, pero tenemos que seguir por la derecha, en constante subida hasta llegar a un diminuto collado.

Veremos un poste informativo, protegido con alambre espino para el ganado, que nos indica un giro a la derecha en dirección a la ermita de San Esteban. El herboso prado de subida está surcado por el paso del ganado.


Primero tenemos ganado lanar, pero superada la primera loma, se diversifica, aparecen los caballos y el ganado vacuno, todos conviven juntos respetando su territorio y compartiendo los comederos metálicos de pienso.


Nos miran pasar sin inmutarse, están acostumbrados a ver senderistas. Superamos dos lomas más para llegar a la más elevada. El Azalegi (1.167 m.), no hay nada que marque esta herbosa y llana cima. Es una hermosa atalaya para contemplar el Pirineo occidental.


Siguiendo las estacas que marcan el sendero, descendemos con suavidad con largas miradas a los diminutos valles e interminables laderas boscosas. Tras el prado aparece el matorral bajo donde pacen algunos caballos.









Luego entramos en el denso bosque junto a una valla alambrada que seguimos durante un tramo. Cambiamos de ladera y las hayas lo dominan todo, sendero de hojarasca entre altivos ejemplares que suben buscando la luz del sol.


Arribamos a la ermita de San Esteban, pequeña y recogida como una minúscula borda. Destruida en la Guerra de la Convención (1793) fue reconstruida en 1940. Se mantiene abierta y su pulcro interior está muy cuidado.


El descenso es ahora más rápido y pronunciado, pero el sendero es claro y despejado entre las hayas,  con profundas vistas al salir del bosque y atravesar anchos prados ganaderos, antes de volver a entrar en la foresta.










En la parte baja lindamos con nuevos prados vallados, a los que accedemos por caminos con portillas que impiden el paso del ganado, para volver al bosque de hayas y hojarasca, cruzando los últimos pasos cerrados a los rebaños.










Salimos a una espiral formada con piedras en el prado, al aparcamiento y el área recreativa del Punto de Control de Irati. Decidimos comer en sus mesas de madera antes de irnos al Embalse de Irabia, nuestra próxima ruta.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA: SI.
DISTANCIA: 9,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 03:45 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.167 M. (Azalegi)
ALTURA MÍNIMA: 850 M (Inicio)
DESNIVEL POSITIVO: 405 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 436 M.
DIFICULTAD: MODERADO.


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