Posted by : Vaig a Peu sábado, 28 de enero de 2017

La historia de los regadíos de Alhama ha estado desde tiempo inmemorial estrechamente ligada al río Espuña y al Caño del mismo nombre. Su origen se atribuye nada menos que a los árabes, expertos donde los haya en llevar aguas de un lado para otro. Algunos textos de 1560 hallados en el Archivo Municipal de Alhama ya los citan como sus primeros constructores. Además, su propia fábrica y, muy especialmente, la de sus acueductos a base de ladrillo y argamasa, parece confirmar semejante origen. Mas no es de extrañar que así sea cuando resulta que muy cerca de unos de los puntos por donde pasa el Caño existe un cabezo conocido como de “de la Mezquita”. El tramo que se atribuye a los árabes es el de la parte baja, el que va desde Carmona hasta la Balsa de los Molinos. Su construcción pretendía evitar que las aguas del río Espuña se filtraran en el lecho arenoso y, de ese modo llegaran sin dificultad a la huerta de Alhama. En 1760 se le incorporó un nuevo aprovechamiento: la molienda del grano. En aquel año se construye el primero de los molinos que en la actualidad sirven para dar nombre a ese paraje a 2 kilómetros de Alhama. La energía desencadenada al caer el agua por una chimenea vertical de 20 metros de altura servía para mover las palas del molino y, con ellas, todos los engranajes y las piedras de moler. Lógicamente el agua volvía al caño sin merma alguna, porque los regantes, constituidos en lo que aún se llama “Heredamiento de las Aguas de Espuña” las aprovechaban continuamente para regar. Tal era la organización que esta comunidad de regantes que ya en 1737 contaban con un “Reglamento de Aguas de Espuña” con el cual se regía como habían de traspasarse los derechos de uso del agua de generación en generación, así como el sistema de votaciones para repartir los riegos o resolver conflictos. En la actualidad el Heredamiento sigue funcionando aunque ahora se rige con un Reglamento modificado el ¡1 de septiembre de 1868!. En 1837, a consecuencia del gran aumento de la producción de cereales, se decide construir otro molino algo más abajo del primero, justo donde en la actualidad está la citada “Balsa de Molinos”. Por cierto, esta balsa data también de 1868, año en que se autorizó construirla a D. Bernardino Sánchez porque la del primer molino ya se había quedado pequeña. Y un año después, en 1869, se decide construir el tramo alto del caño , el que va desde la Fuente del Sol hasta el azud de Carmona. Con motivo de esta obra se inventariaron todas las fuentes que daban agua a este viejo “trasvase”, resultando un total de 13, la mayoría de ellas hoy secas. Hay que ver lo que da de sí la historia de tan “insignificante” caño de 13 km de recorrido. Mas aquí no acaba todo. Por si esto fuera poco el Caño Espuña llegó a tener su propia “fábrica de electricidad”, situada frente a la actual central eléctrica, en el paraje de Carmona. Está claro que el Caño Espuña es algo más que una simple conducción de agua. Su valiosa historia hace de él un meritorio resto arqueológico digno de protección al que no tiene ningún sentido seguir enturbiando o enterrando. (Del libro “Sierra Espuña, El Berro y Gebas. Caminos a las pedanías altas de Alhama de Murcia”).
CÓMO LLEGAR: Autovía A-7 hasta Murcia, salida por la nº 138 y continuar por la E-15 ALMERÍA/GRANADA, salida por la nº 631 ALHAMA DE MURCIA/PLIEGO, cruzar las rotondas hasta la indicación de SIERRA ESPUÑA, atravesar el pueblo y por la C-3315 dirección El Berro durante 4 km. Girar a la izquierda por la carretera de montaña a Sierra Espuña y EVA 13. Dejar atrás el Centro de Visitantes, la Fuente del Hilo, el Puente del Aire, y girar a la derecha hacia la Casa Forestal La Perdiz. Aparcar.

COMPONENTES: VICENTE, PATRO Y SANTI.

ITINERARIO: LA PERDIZ / ACEQUIA DE ALHAMA / CORTAFUEGOS / BIFURCACIÓN / PEDRIZA / ÁRBOL CAÍDO / LOS GEMELOS / COLLADO MANGUETA / SENDA / MORRA DE LAS MOSCAS / COLLADO DEL PIOJO / MORRÓN CHICO / DERECHA / SENDA DEL CARACOL / ESCALERILLAS / CORTAFUEGOS-2 / SENDA DINOSAURIO / LA PERDIZ.

LA RUTA: La semana pasada no salinos por las inclemencias del tiempo y carreteras cortadas para acceder a lugares nevados. Hoy con casi todo restablecido, nos decidimos por Sierra Espuña, por sus buenos accesos y su altitud, esperando poder patear restos de nieve acumulada en las cumbres.

Fuera de la provincia, Sierra Espuña es una de las zonas que más visitamos, por su cercanía, su inmenso pinar, sus altas cumbres y su red de senderos. Como siempre, buscamos alguna variante distinta a las que ya hemos efectuado y que esta vez será llegar hasta el Collado Mangueta por la Senda de la Fuente del Piojo.

Iniciamos desde el aparcamiento, subiendo el murete de piedras y caminando paralelo al camino de llegada, nos acercamos a la parte trasera del edificio del restaurante La Perdiz, donde comienza una senda muy visible entre el bosque de esbeltos pinos que el sol comienza a alumbrar.

Conectamos con el camino de mampostería que discurre paralelo o por encima de lo que antiguamente fue la Acequia de Alhama. Poco después dejamos la piedra por un sendero de tierra  que tendremos a nuestra izquierda, el cual está muy bien marcado por el paso de otros senderistas.

En ocasiones se aprecia enterrada en el suelo, restos de la antigua canaleta de esta acequia de Alhama. Comienza un zigzagueante recorrido entre el tupido bosque de pino laricio o negral, delimitado muchas veces por la coscoja o el romero, y que termina junto a un cortafuegos cerca de la carretera de acceso a la Perdiz.

Desde el cortafuegos, frente a nosotros veremos el inicio de una nueva senda que culebrea y asciende paralela al cortafuegos que se extiende sobre la solana del Morrón. A esta senda se la conoce como la “Senda de la Fuente del Piojo”. Sube por esta cara sur de Sierra Espuña y es fácil de seguir, pues está muy marcada.

A través de sus rampas y lazadas tomamos altura con facilidad adquiriendo preciosas vistas entre las ramas de los pinos a Las Cunas o Peña apartada( 1.406 m.),  que mantiene algunas motas de nieve en su cara norte, y hacia arriba las peñas de la solana del Morrón Chico o de Alhama.


La Senda del Piojo nos pasea por la parte soleada de la sierra haciendo prolongadas lazadas que cruzan frecuentemente el cortafuegos y consiguiendo que la fuerte subida sea más llevadera y tengamos cada vez más cerca las peñas de la solana. Entre los huecos del bosque admiramos el espeso manto de pinar y por fin, el Morrón de Espuña (1.583 m.) nevado.

Esto nos hace albergar la ilusión de que podamos patear nieve. A más altura el bosque se torna más denso de matorral y delgadas carrascas; salvamos varios troncos de pinos caídos por el viento o quizás, por el peso de la nieve y que cruzan el sendero hasta alcanzar una bifurcación de sendas.

En la bifurcación, ahora continuaremos por la de nuestra izquierda, en dirección oeste. Seguimos por esta senda que discurre entre el bosque de pino y un sotobosque donde abunda la coscoja, la carrasca  y pequeños retazos de encinar y lentisco. En las zonas umbrosas tenemos las primeras manchas de nieve.


Hacemos una pequeña parada técnica para tomar hidratos de carbono y contemplar la inmensidad del paisaje, la barrera rocosa cada vez más cercana, reflejos del sol en el mar y la impresionante mole del Morrón de Espuña, que poco a poco dejamos de ver al ir avanzando por la parte alta de la ladera.


A medida que sube el desnivel acercándonos a las paredes, la zona se vuelve más pedregosa y remite la arboleda, reduciéndose el pinar a pocos ejemplares que subsisten a la altura y las inclemencias meteorológicas, vemos grandes especímenes caídos y como la carrasca les gana terreno.









La nieve que desaparece al llegar a un gran pedregal donde están ubicadas dos enormes piedras verticales y puntiagudas como menhires, llamadas los Gemelos, que rodeamos por su base, bajando y volviendo a subir por detrás ellas. Nos alcanzan unas corredoras de montaña algo ateridas por su exigua vestimenta en un día tan frío y ventoso.


Tras el pedregal viene una fuerte subida y el espesor de la nieve aumenta. Volvemos a tener entre el bosque otra mirada al Morrón de Espuña. El sendero totalmente cubierto de nieve se pega las rocas en pronunciado desnivel. Debemos echar mano del GPS puesto que en algunos tramos es difícil seguir las trazas.


Pese al esfuerzo, es un trecho espectacular entre las rocas y la nieve, con algún pino maltrecho y superviviente, y en los descansillos, nuestros ojos se vuelven a llenar del denso verde oscuro del alfombrado pinar, mientras a lo lejos, el sol reverbera sobre el mar que no alcanzamos a distinguir.


El último empujón es para terminar de rodear la loma donde el desnivel se apacigua dándonos un respiro y ofreciendo unas panorámicas espectaculares y cercanas al Morrón de Espuña, donde distinguimos a la perfección las instalaciones de EVA-13 y el Torreón de los Exploradores.


Llegamos al Collado Mangueta (1.404 m.) y sin pasar por el aparcamiento seguimos un corto tramo del camino que va a los pozos de Murcia, comenzando a subir entre el bosque de pinos, buscando el sendero que nos llevará a los Llanos de las Tres Carrascas. Debido al espesor de la nieve nos cuesta encontrar los mojones que nos guían.

Dejamos atrás el bosque y en la loma solo tenemos esporádicas carrascas donde el viento nos vapulea de lo lindo y debemos abrigarnos mucho más. La nieve está algo más dura pero la huella es muy clara y nos permite avanzar hacia la parte más alta y llana de la sierra vigilados por el Morrón Grande.


Alcanzada la zona kárstica y pedregosa la nieve casi desaparece pero el lapiaz incomoda nuestro avance. Un montón de piedras marca la parte más elevada de esta sierra, la Morra de las Moscas (1.502 m.) desde donde damos las últimas miradas al Morrón Grande, y comienza un suave descenso hacia el Morrón Chico.


Es un área devastada y arrasada por los vientos. Tenemos que estar atentos a la grieta de una sima que apenas tiene una mínima barrera de piedras poco antes de llegar al Collado del Piojo (1.403 m.), donde hay unas carrascas grandes y empieza una corta bajada para comenzar a remontar hasta la cima.


Decidimos no bajar tanto y caminar sobre la loma para poco a poco acercarnos y conectar con la senda antes de comenzar a remontar. Percibimos una impactante panorámica de la enorme placa caliza de las paredes de Leyva. El sendero nos acerca y posiciona en la parte baja del gran espolón para su mejor acceso.


En esta parte del espolón, junto a una encina, se ha acumulado gran cantidad de nieve lo que dificulta la pequeña trepada, a la que debemos prestar atención al estar las piedras mojadas y resbaladizas. Una vez superado el obstáculo tenemos el paso franco hacia el vértice geodésico y la garita.


Cima del Morrón Chico o de Alhama (1.444 m.) en la derruida garita y sobre un montón de nieve todavía hay un belén.  Pese a la bruma marina, las vistas son extensas, con el embalse de Algeciras, la alfombra verde del pinar que casi llega hasta el Carrascoy, con el antiguo sanatorio. Buscamos protección para el almuerzo.


Emprendemos el regreso deshaciendo parte del sendero. Bajamos con precaución la barrera nevada teniendo al frente la bonita estampa del Morrón grande y la Morra de las Moscas, y por la derecha, las paredes del Leyva con la Cueva de las Palomas, coronadas por la Morra de Juan Alonso y la Morra de las Cucalas.


Antes de llegar al Collado del Piojo y las carrascas, giramos a la derecha tomando la Senda del Caracol, que ahora en suave descenso nos lleva en dirección las paredes del Leyva. En esta parte umbrosa la nieve ha cubierto por completo el sendero y nos guiamos por la huella dejada por otros montañeros.


En esta cara norte es donde más nieve acumulada hemos tenido. Cuando nos damos cuenta la huella que seguimos es errónea y estamos fuera de ruta. Vemos la senda de mampostería en la parte baja pero nos separa un barranco, retrocedemos unos cien metros hasta que conectamos con la traza oficial.


Por el buen camino avanzamos hasta la parte alta de las Escalerillas donde comenzamos el elegante descenso por su deteriorado sendero zigzagueante. La mampostería resiste a duras penas el paso del tiempo y nos ofrece grandiosas miradas a las soleadas paredes de Leyva y el Paso del Portillo.


Al terminar las Escalerillas tenemos una gran perspectiva de ellas, y seguimos el sendero también sobre mampostería, que sin perder mucha altura comienza a rodear por la umbría la ladera montañosa. Es un largo trayecto hasta llegar al final del sendero, donde comienza la subida por los Dientes de la Vieja desde el cortafuegos.


Seguimos descendiendo por la izquierda, por el inclinado sendero que luego conecta con el cortafuegos. Es una fuerte y dura bajada  en dirección al Sanatorio, y que nos mete otra vez en el bosque de pinos, girando luego a la derecha para conectar con la Senda del Dinosaurio que nos deja en La Perdiz.

RECORRIDO: CIRCULAR.

AGUA EN RUTA: NO.

DISTANCIA: 15 KM.

TIEMPO EN MOVIMIENTO: 07:00 HORAS (Con nieve)

ALTURA MÁXIMA: 1.502 M. (Morra de las Moscas)

ALTURA MÍNIMA: 797 M.

DESNIVEL POSITIVO: 860 M.

DESNIVEL NEGATIVO: 860 M.

DIFICULTAD: DIFÍCIL (Con nieve)


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