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- LA SIERRA DE LA VILLA POR EL CASTILLO DE SALVATIERRA, VILLENA
Posted by : Vaig a Peu
sábado, 9 de julio de 2016
El
valle del Vinalopó ha sido un corredor por el que distintas oleadas humanas han
pasado desde el interior de la Península Ibérica a la costa. Es un paso natural
que nace en la Sierra de Mariola, entre Bañeres y Bocairente, y acaba en el
Hondo de Elche; fue aprovechado por los romanos para construir un ramal de la
Vía Augusta que discurría a lo largo de este río. Esta vía pasaba por Villena;
en esta población hay un lugar situado entre el cruce que forman la autovía de
Madrid-Alicante y la carretera que desde Villena lleva a Alcoi que se llama la Losilla,
y según cuenta M. Jesús Rubiera el término latino losa significa vía pavimentada,
y justamente en La Losilla se unen el tramo de la Vía Augusta que bajaba desde
Xátiva con el que iba a la Meseta. Hasta 1031 en que desaparece el califato
cordobés al deponer la aristocracia hispanoárabe a Hisham III, Al-Andalus fue
gobernado por los califas omeyas desde el 912, éstos construyeron fortificaciones
a lo largo de la frontera con los reinos cristianos, y sistemas defensivos y de
vigilancia a lo largo de las calzadas, siendo uno de estos castillos el de
Salvatierra, que se construyó en la sierra de San Cristóbal de Villena y que
se comunicaría con otras fortalezas haciendo señales de humo o de fuego,
porque según Azuar y Rubiera el sistema defensivo omeya fue copiado del
bizantino y se basaba en la construcción de castillos unidos entre sí por
torres vigías que se comunicarían entre ellos visualmente. En el siglo XIII los
castillos del valle medio del Vinalopó son reconquistados por los cristianos,
y en el siglo XIV el castillo de Salvatierra pertenecía a D. Juan Manuel, que
junto con otros lo entrega en garantía al rey de Aragón Jaime II el 28 de marzo
de 1303 al serle entregada la infanta Constanza, niña de seis años, para que
fuera su mujer cuando tuviera una edad conveniente, momento en el que le serían
devueltas todas las villas y castillos que había dado en fianza el Señor de
Villena. Cuando la península está en manos de los cristianos en el siglo XVI,
la razón de ser de todos los castillos y fortificaciones del interior se pierde
y son abandonados poco a poco para reforzar el sistema defensivo costero que es
atacado periódicamente por los turcos; esto hace que torres, alcázares y
fortalezas se deterioren y desaparezcan. En "La relación de Villena de
1575" se dice que en la ciudad de Villena hay un "castillejo"
muy antiguo, volviéndole a llamar castillejo cuando dice que está edificado
encima de una peña de la sierra de la Villa, así pues no debía tener la
envergadura del Castillo de la Atalaya -sito en la misma Villena-, al que sí se
llama castillo. En un grabado de 1760 se pueden ver dibujados los dos castillos
nombrados, siendo el de Salvatierra representado por un torreón de planta
circular, los muros serían de mampostería en seco y estaría coronado por
almenas; el castillo de la Atalaya, sin embargo, es una edificación mucho más
importante y que hoy es un monumento restaurado que merece la pena visitar.
CÓMO LLEGAR: Por la Autovía A-31 hacia
Villena, antes de llegar al túnel, salir en dirección a BIAR, en el semáforo,
torcer a la izquierda hacia el pueblo y en la siguiente rotonda, salida al
Paraje de las Tres Cruces, aparcar en la zona recreativa.
COMPONENTES: VICENTE Y PEPE.
ITINERARIO: ÁREA RECREATIVA DE LAS CRUCES /
CRESTA DEL CASTILLO DE SALVATIERRA / SALIDA A LA CUMBRE / POSTE INFORMATIVO /
VÉRTICE GEODÉSICO / BAJADA AL CAMINO / CASA DEL PURGATERO / CASA QUILES /
CAMINO ASFALTADO / COLLADO DE LA CALERA / CASICA DEL GUARDA / DESVÍO A LA MINA
/ MINICA DE LOS COLORES / COLLADO DE LA
CELADA / ÁREA RECREATIVA DE LAS CRUCES.
LA RUTA: Hoy nos vamos a Villena, a la Sierra de la Villa, llamada también la Sierra de San Cristóbal, sin meternos en la vía ferrata, es una ruta bastante asequible aunque en la subida haremos una variante para darle un poco de emoción, pasaremos por la cresta y las ruinas del “Castillico”.
Iniciamos desde el Área Recreativa de las Cruces, subiendo por el PR-CV 312 para en pocos metros dejar el sendero y por la derecha buscar algunos mojones que nos guíen por este pétreo espolón. Apenas nos elevamos y tenemos grandes vistas de la población de Villena y el restaurado castillo de la Atalaya a nuestros pies.
El trazado es vertical y de pura roca dura, la vegetación desaparece ante la imposibilidad de echar raíces entre sus grietas. Es de superficie rugosa donde las suelas de las botas se agarran con facilidad y es fácil elevarse. Se amplían las miradas a la cercana Sierra de Cabrera, por la autovía hasta Caudete, y un plano inclinado del Barrio del Rabal.
Afrontamos un recio espolón en el que tenemos que utilizar las manos para superarlo. El día está bastante claro y despejado, refrescado por una ligera brisa. Se abren las vistas al estrecho valle del Vinalopó flanqueado por la Sierra de la Peñarrubia y la Serra del Frare en Biar. Damos la última mirada al castillo de la Atalaya.
Tras unas rocas, nos plantamos en lo alto de la cresta para enfrentarnos a su inclinado itinerario, al final de la misma, tenemos a la vista las puntas de las innumerables antenas que coronan el gran contrafuerte, actualmente convertido en una sucursal de las compañías de teléfonos móviles.
El tránsito por la cuerda de la crestería es relativamente sencillo, siempre que se extremen las precauciones y se trate de personas acostumbradas a manejarse en estas situaciones. Las panorámicas son espectaculares a 360º y pronto tenemos a la vista los pocos restos visibles del Castillo de Salvatierra.
Se encuentra en estado ruinoso, pues dada su situación elevada y difícil de acceder, no se ha efectuado ningún tipo de restauración después de las excavaciones arqueológicas que en él realizó en el año 1951 el afamado arqueólogo villenense D. José María Soler, descubridor del Tesoro de Villena en el Cabezo Redondo.
El castillo presenta una orientación N-S (desde la torre norte a la torre central). Tiene unas dimensiones aproximadas de 92 metros de largo por otros 32 metros de ancho, y un aljibe de gran capacidad, teniendo una fuerte pendiente en sus dos vertientes, que ha favorecido su deterioro.
Desde el espolón donde se hallaba su torre norte tenemos que descender unos metros por la derecha, donde la cresta hace una especie de collado, hay unas marcas que indican la situación de la vía ferrata, y en la inclinada pared de la ladera vemos instalados en horizontal varias decenas de metros de cable de acero.
Nosotros seguimos de frente para volver a situarnos de nuevo encima de la cuerda de la cresta. Ahora nos acompañan grandes puntos pintados de verde que nos van indicando el mejor paso. Antes de llegar al gran espolón final, tenemos que ladear la cresta por la izquierda evitando una cornisa peliaguda.
Por el mismo lado volvemos a trepar ganando altura, rodeando en ascenso la gran peña, sin perder de vista los grandes puntos verdes. Viene un corto tramo de cresta, y también por la izquierda atacamos el último escollo para salir a pie plano, a algo más de cien metros del prolijo nido de antenas.
Tenemos grandes panorámicas por delante, a la derecha la cuenca del Vinalopó y en el otro lado separadas por el Barranco de Taconar, la Sierra de San Cristóbal, por donde regresaremos, y la Sierra de Benexama. Proseguimos por la derecha por la pétrea planicie en leve ascenso.
Llegamos al vértice geodésico de la Sierra de la Villa (779 m.) solitario y alejado de las antenas. Encontramos una cepa de vid con racimos de uva, que ha logrado enraizar en este rocoso suelo. Enfrente ya distinguimos la Casica del Guarda, una de las referencias de esta ruta. Caminamos casi sin perder altura por el lomo de la sierra.
En los comicios de una rambla el sendero hace una especie de vaguada, volviendo a subir para alcanzar otra loma que termina en un roquedo, y comienza a bajar rápido cerca de un embalse de riego, hasta un camino que seguimos por la derecha y enseguida por la izquierda, por debajo del embalse.
Pasamos por delante de unos pozos, donde con motores extraen el agua que elevan hasta el embalse para su distribución. Desfilamos por cuidados bancales de olivos centenarios equipados con riego a goteo, cerca de la enorme Casa del Purgatero que parece mínimamente mantenida.
Poco después viene otra edificación de labor, la Casa de Quiles, custodiada por un pino de gran porte. Vamos virando a la izquierda para conectar con un camino asfaltado, desde el cual tenemos una imagen poco nítida del Castillo de Biar, dejamos el asfalto por un atajo para volverlo a coger más adelante.
Termina el asfalto y por camino de tierra llegamos al Collado de la Calera (631 m.) balizado con un poste de PR-CV 312 y otro del SL-CV 76 que viene desde La Canyada. Tomamos el desvío de la izquierda, que tras un fuerte repecho se prolonga hasta la Sierra de San Cristóbal y a la Casica del Guarda.
A sus espaldas, a la sombra de la gran casona, damos buena cuenta de nuestro almuerzo. Luego proseguimos el sendero entre pequeños pinos y con abundante matorral de esparto y romero; es un sube y baja continuo sobre el sólido piso pétreo, hasta que llegamos al desvío de la Minica de los Colores.
Bajamos hasta su reducido foso de color rojizo debido al mineral de hierro, pero su oquedad se vuelve muy angosta y lo dejamos. Su nombre proviene de la gran cantidad de cristales de colores que pueden encontrarse en su interior. Su origen es incierto, aunque se cree que ya funcionaba en el Neolítico.
Continuamos hasta el Collado de la Celada (721 m.) donde enlazamos con el sendero de bajada por la cara norte y a la umbría de los pinos. Sorprendemos a una perdiz y sus polluelos entre el matorral, es asombrosa la cantidad de maniobras que la madre realiza para que la sigamos a ella y dejemos en paz a sus polluelos.
El trazado es rápido pero hay que estar atentos a los cruces ya que hay varios senderos, debemos procurar seguir el de las marcas amarillas y blancas del PR que nos llevan hasta el aparcamiento, cerrando esta entretenida ruta. Nos ha encantado el tránsito por la cresta del Castillico de Salvatierra.
LA RUTA: Hoy nos vamos a Villena, a la Sierra de la Villa, llamada también la Sierra de San Cristóbal, sin meternos en la vía ferrata, es una ruta bastante asequible aunque en la subida haremos una variante para darle un poco de emoción, pasaremos por la cresta y las ruinas del “Castillico”.
Iniciamos desde el Área Recreativa de las Cruces, subiendo por el PR-CV 312 para en pocos metros dejar el sendero y por la derecha buscar algunos mojones que nos guíen por este pétreo espolón. Apenas nos elevamos y tenemos grandes vistas de la población de Villena y el restaurado castillo de la Atalaya a nuestros pies.
El trazado es vertical y de pura roca dura, la vegetación desaparece ante la imposibilidad de echar raíces entre sus grietas. Es de superficie rugosa donde las suelas de las botas se agarran con facilidad y es fácil elevarse. Se amplían las miradas a la cercana Sierra de Cabrera, por la autovía hasta Caudete, y un plano inclinado del Barrio del Rabal.
Afrontamos un recio espolón en el que tenemos que utilizar las manos para superarlo. El día está bastante claro y despejado, refrescado por una ligera brisa. Se abren las vistas al estrecho valle del Vinalopó flanqueado por la Sierra de la Peñarrubia y la Serra del Frare en Biar. Damos la última mirada al castillo de la Atalaya.
Tras unas rocas, nos plantamos en lo alto de la cresta para enfrentarnos a su inclinado itinerario, al final de la misma, tenemos a la vista las puntas de las innumerables antenas que coronan el gran contrafuerte, actualmente convertido en una sucursal de las compañías de teléfonos móviles.
El tránsito por la cuerda de la crestería es relativamente sencillo, siempre que se extremen las precauciones y se trate de personas acostumbradas a manejarse en estas situaciones. Las panorámicas son espectaculares a 360º y pronto tenemos a la vista los pocos restos visibles del Castillo de Salvatierra.
Se encuentra en estado ruinoso, pues dada su situación elevada y difícil de acceder, no se ha efectuado ningún tipo de restauración después de las excavaciones arqueológicas que en él realizó en el año 1951 el afamado arqueólogo villenense D. José María Soler, descubridor del Tesoro de Villena en el Cabezo Redondo.
El castillo presenta una orientación N-S (desde la torre norte a la torre central). Tiene unas dimensiones aproximadas de 92 metros de largo por otros 32 metros de ancho, y un aljibe de gran capacidad, teniendo una fuerte pendiente en sus dos vertientes, que ha favorecido su deterioro.
Desde el espolón donde se hallaba su torre norte tenemos que descender unos metros por la derecha, donde la cresta hace una especie de collado, hay unas marcas que indican la situación de la vía ferrata, y en la inclinada pared de la ladera vemos instalados en horizontal varias decenas de metros de cable de acero.
Nosotros seguimos de frente para volver a situarnos de nuevo encima de la cuerda de la cresta. Ahora nos acompañan grandes puntos pintados de verde que nos van indicando el mejor paso. Antes de llegar al gran espolón final, tenemos que ladear la cresta por la izquierda evitando una cornisa peliaguda.
Por el mismo lado volvemos a trepar ganando altura, rodeando en ascenso la gran peña, sin perder de vista los grandes puntos verdes. Viene un corto tramo de cresta, y también por la izquierda atacamos el último escollo para salir a pie plano, a algo más de cien metros del prolijo nido de antenas.
Tenemos grandes panorámicas por delante, a la derecha la cuenca del Vinalopó y en el otro lado separadas por el Barranco de Taconar, la Sierra de San Cristóbal, por donde regresaremos, y la Sierra de Benexama. Proseguimos por la derecha por la pétrea planicie en leve ascenso.
Llegamos al vértice geodésico de la Sierra de la Villa (779 m.) solitario y alejado de las antenas. Encontramos una cepa de vid con racimos de uva, que ha logrado enraizar en este rocoso suelo. Enfrente ya distinguimos la Casica del Guarda, una de las referencias de esta ruta. Caminamos casi sin perder altura por el lomo de la sierra.
En los comicios de una rambla el sendero hace una especie de vaguada, volviendo a subir para alcanzar otra loma que termina en un roquedo, y comienza a bajar rápido cerca de un embalse de riego, hasta un camino que seguimos por la derecha y enseguida por la izquierda, por debajo del embalse.
Pasamos por delante de unos pozos, donde con motores extraen el agua que elevan hasta el embalse para su distribución. Desfilamos por cuidados bancales de olivos centenarios equipados con riego a goteo, cerca de la enorme Casa del Purgatero que parece mínimamente mantenida.
Poco después viene otra edificación de labor, la Casa de Quiles, custodiada por un pino de gran porte. Vamos virando a la izquierda para conectar con un camino asfaltado, desde el cual tenemos una imagen poco nítida del Castillo de Biar, dejamos el asfalto por un atajo para volverlo a coger más adelante.
Termina el asfalto y por camino de tierra llegamos al Collado de la Calera (631 m.) balizado con un poste de PR-CV 312 y otro del SL-CV 76 que viene desde La Canyada. Tomamos el desvío de la izquierda, que tras un fuerte repecho se prolonga hasta la Sierra de San Cristóbal y a la Casica del Guarda.
A sus espaldas, a la sombra de la gran casona, damos buena cuenta de nuestro almuerzo. Luego proseguimos el sendero entre pequeños pinos y con abundante matorral de esparto y romero; es un sube y baja continuo sobre el sólido piso pétreo, hasta que llegamos al desvío de la Minica de los Colores.
Bajamos hasta su reducido foso de color rojizo debido al mineral de hierro, pero su oquedad se vuelve muy angosta y lo dejamos. Su nombre proviene de la gran cantidad de cristales de colores que pueden encontrarse en su interior. Su origen es incierto, aunque se cree que ya funcionaba en el Neolítico.
Continuamos hasta el Collado de la Celada (721 m.) donde enlazamos con el sendero de bajada por la cara norte y a la umbría de los pinos. Sorprendemos a una perdiz y sus polluelos entre el matorral, es asombrosa la cantidad de maniobras que la madre realiza para que la sigamos a ella y dejemos en paz a sus polluelos.
El trazado es rápido pero hay que estar atentos a los cruces ya que hay varios senderos, debemos procurar seguir el de las marcas amarillas y blancas del PR que nos llevan hasta el aparcamiento, cerrando esta entretenida ruta. Nos ha encantado el tránsito por la cresta del Castillico de Salvatierra.
RECORRIDO: CIRCULAR
AGUA EN RUTA:
NO.
DISTANCIA: 12,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 04:25 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 779 M. (Vértice Geodésico de la
Sierra de la Villa)
ALTURA MÍNIMA: 553 M.
DESNIVEL POSITIVO: 510 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 510 M.
DIFICULTAD: MODERADA.
DIFICULTAD: MODERADA.