Posted by : Vaig a Peu sábado, 9 de abril de 2016

El Qhapaq Ñan, el Gran Camino Inca, es una asombrosa red de caminos que conectó el gigantesco territorio del Imperio Incaico, llamado Tahuantinsuyo. Desarrolló un sistema de comunicación que permitió a los incas dominar nuevos territorios, asimilar culturas contemporáneas y administrar los recursos de los diferentes ecosistemas. Su rescate y puesta en valor es un agente unificador cultural para la región. Más de 30.000 km que unen seis países de Sudamérica, donde Perú tiene más del 37% del largo total del camino declarado por la Unesco. Muchas de las rutas ya habían sido previamente establecidas por otras culturas de los 3500 años a.C., pero quienes las convirtieron en una red estratégica de caminos reales a través de increíbles condiciones geográficas fueron los incas. Varios puntos de su extensión superan los 4.500 m.s.n.m. Los caminos se necesitaron para trasladar información: En el Cusco, el inca podía recibir información proveniente de Quito, Ecuador, en un promedio de doce días. Para movilizar ejércitos: La expansión inca necesitó el desplazamiento de grandes cantidades de gente. Para el transporte de bienes y alimentos: En Cusco podían acceder a insumos marinos frescos debido a la rapidez del transporte. Para el traslado de mano de obra: Esta era necesaria para la construcción del mismo camino y sus servicios. Los más de 30.000 km de la red de caminos representaron un gran sistema de comunicación integrado por: caminos troncales y transversales. Del camino longitudinal de la sierra, que es la gran vía central, se desprenden numerosos caminos o ejes transversales hacia el camino de la costa. También existen puentes, muros de contención, drenajes, escalinatas y calzadas, tambos, almacenes y llactas. La accidentada geografía del camino inca necesitó de estas ingeniosas formas de construcción. Los puentes fueron divididos en cuatro tipos: Colgantes. Elaborados con fibra de Cabuya, ccolla o criznejas (oriundas de la sierra) atadas a dos estribos de piedra con barandas de 70 cm. El puente Q’eswachaka (Cusco) se teje cada año usando ccolla y las mismas técnicas de hace 500 años. También los hay de troncos con ataduras de soguillas de cabuya o paja con base de piedra. De lajas de piedra. De balsas de totora ligadas. Los Tambos eran puestos estratégicamente construidos a lo largo de los caminos. Aproximadamente  cada 20 o 30 km. Servían de descanso y hospedaje para los mensajeros oficiales llamados chasquis, fue una de las figuras más importantes, pues era el principal mensajero del inca; llevaba quipus y encargos mediante un sistema de postas corriendo grandes distancias en el menor tiempo posible. Tenía entre 18 y 20 años y era formado desde niño. También las comitivas oficiales y los ejércitos en campaña. Se estima que en el Tahuantinsuyo hubo entre mil y dos mil tambos. Las llactas eran centros administrativos para la gestión del gobierno a lo largo y ancho del territorio. Mantenían una enorme población flotante que residía por temporadas: funcionarios estatales, sacerdotes, yanaconas, curacas, soldados, acllas y mitimaes. Machu Picchu, en el Cusco, es una de las más conocidas llactas.
COMPONENTES: YANINA, MARÍA, JUAN, PATRICIA, ALEX, BRUNO, NINO, SUSI Y VICENTE.
ITINERARIO: REUNIÓN / KM 82 PISCACUCHO / PUESTO DE CONTROL / PUENTE RÍO VILCANOTA / Q’ARPAMAYO / MIRADOR Q’HANAMARKA / RÍO WALANKAY / LLAQTAPATA / TARAYO / PUENTE RÍO KUSICHACA / WAYLLABAMBA (CAMPAMENTO).

LA RUTA: A las 07:00 nos recogen en el hotel y proseguimos por el centro de Cusco hasta completar  el resto de la expedición. El cielo está algo nuboso y en la sierra, por encima de los tejados de las casas, restos de un arco iris colorea el paisaje. Tomamos rumbo hacia el Valle Sagrado donde está el punto de encuentro; serán casi tres horas. Damos alguna cabezadita.

El punto de encuentro es un descampado habilitado para que puedan aparcar los autobuses de las distintas expediciones autorizadas a comenzar el Camino Inca hoy. El colorido inunda el lugar, los porteadores de cada expedición visten de un color distinto, rojo, azul, verde…, los nuestros de amarillo fluorescente.

En el suelo, sobre una tela de rafia colocan nuestras mochilas mientras los porteadores empaquetan los enormes petates con enseres, tiendas de campaña y provisiones para los tres días completos. Recogemos los bastones alquilados y los sacos de dormir que abultan muchísimo puesto que llevan un saco sábana polar.

Nuestra expedición de habla hispana, está compuesta por cuatro brasileños, Patricia y Alex que son pareja, Bruno y Nino; tres argentinos, María y Juan, y Yanina, nosotros dos, únicos españoles. Nuestro guía nativo es Ronald. También hay otro grupo de dos parejas canadienses de habla francesa, que tienen su propio guía, pero compartiremos todos los servicios del campamento.

Hacemos un corro para las presentaciones, nosotros somos los más veteranos, después Bruno con 50 años y el resto no alcanza la cuarentena. Nos ponemos en marcha hacia el control de entrada, antes nos hacemos la foto de rigor de inicio del Camino Inca bajo el cartel que marca el km 82 de Piscacucho junto la vía férrea.










En todos los controles debemos mostrar el pasaporte original que comprueban con la reserva efectuada por nuestro operador Xtreme Tourbulencia. Nos reagrupamos para el control y cruzamos uno a uno el puente sobre el río Vilcanota. Ahora sí ha comenzado el Camino Inca.


Desde lo alto del mirador observamos el encajonado valle surcado por el río Vilcanota, las vistas son espectaculares, en las altas cumbres las nubes siguen enganchadas y de vez en cuando caen algunas gotas. Caminamos pausadamente, muy pendientes de todos los detalles y de los comentarios del guía.

Esta primera parte del camino está habitada por gentes ancestrales que cultivan maíz, papas y hortalizas, cuyas tierras heredaron de sus familiares. Pasamos junto a un minúsculo cementerio donde tumbas con cruces, adornos y flores, todas miran hacia la salida del sol: Inti, su divinidad quechua.


Hacemos una parada técnica en un techadito cerca de una de las casas donde podemos comprar agua embotellada o usar los servicios. Nos vamos mezclando para ir conociéndonos. Las rústicas casas están metidas en la vegetación y podemos ver almacenadas sus mazorcas del maíz (choclo) de distintas variedades.


El día no termina de despejarse pero hace una temperatura ideal. Entramos en la zona de Q’arpamayo y en la otra margen del río vemos el yacimiento arqueológico de Q’hanamarka que no visitaremos; paramos en otro techadito donde compramos algunas frutas, yo cargo con unas piezas de maracuyá que están deliciosas. Con el turismo, estas pequeñas transacciones alivian la economía de estas familias.


Junto a la casa giramos a la izquierda, cruzando un torrente por una pasarela de madera para luego entrar en otro valle distinto y tan espectacular como el anterior. Comenzamos una subida algo más fuerte hacia Willkaraqay, donde mirando hacia atrás, entre las nubes distinguimos el Wakaywillka (Nevado Verónica) 5.682 m.

Alcanzamos el Mirador de LLaqtapata, imponente plataforma con profundas miradas al valle y a la ciudadela de Llaqtapata, que fue importante lugar de descanso y santuario inca, cuyo yacimiento arqueológico descubrió también Hiram Birgham en 1912, aunque no llegó a explorarlo muy a fondo.


Comenzamos a descender de forma escalonada entre frondosa vegetación. Es una prolongada bajada entre el verde intenso de las laderas; al fondo del valle se distinguen varias edificaciones en la foresta. Poco a poco alcanzamos el curso del río Kusichaca y luego Tarayo, el campamento para la comida.

Es un lugar habilitado donde acampan varias expediciones, cada una en su parcela. Para la comida han montado una sola tienda con mesas y sillas en su interior. Hay varios recipientes con agua caliente para lavarnos las manos, luego nos sentamos a comer sopa, arroz, quinua, papas, choclo, ensaladas, verduras y después mate de coca.

Reanudamos la marcha. Los porteadores que acarrean las tiendas de campaña no se han detenido en este campamento, marchan hacia el lugar de pernocta para que cuando lleguemos esté todo montado. Volvemos a subir paulatinamente retomando las extensas miradas al valle y sus fabulosos picos.

Según Ronald, nuestras marchas se alargarán un poco cada día para que en el último de ellos disfrutemos más de Machu Pichu. En algunos cruces encontramos paneles descriptivos del Camino Inca y su trazado: campamentos, restos arqueológicos, y el hábitat de las especies más representativas como el oso de anteojos, venados, vizcachas y aves.

De nuevo la vegetación se torna exuberante, en unos tramos el silencio es atronador y en otros nos acompaña el trino de los pájaros.  Con la altura alcanzada volvemos a tener vistas el Nevado Verónica y su glaciar entre inquietantes nubes.

Se intuye que estamos llegando a la zona de campamentos. Vadeamos por un puente el río Kusichaca y proseguimos hasta Wayllabamba donde está ubicado nuestro campamento. Nos asignan las tiendas y mientras preparan la cena nos aseamos. Hoy nos acostaremos pronto y mañana madrugaremos, quizás sea el día más duro, muchos escalones y ascenderemos a la máxima altura 4.215 m.
RECORRIDO: LINEAL.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 12 KM.
TIEMPO: 05:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 2.868 M. (WAYLLABAMBA)
DESNIVEL POSITIVO: 500 M.

DIFICULTAD: MODERADA. (Técnicamente no hay mayor dificultad que la aclimatación individual a la altura)

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