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- SIERRA ESPUÑA: MALVARICHES I Y II POR SU CARA NORTE
Posted by : Vaig a Peu
sábado, 1 de febrero de 2014
El Parque Regional
de Sierra Espuña alberga entre sus cumbres un conjunto de 25 pozos de nieve.
Situados a 1400 metros de altitud en la vertiente septentrional de del Morrón
de Espuña, los pozos están divididos en dos núcleos que distan entre sí 500
metros. Entorno a estas singulares construcciones y durante casi cuatro siglos,
existió una próspera actividad económica que abarcaba desde la recogida y
encierro de la nieve hasta su posterior transporte y comercialización. La nieve
ha sido un producto muy apreciado por todas las grandes civilizaciones que han
surgido desde la Antigüedad, teniendo un uso terapéutico y de conservación de
los medicamentos en los hospitales. Durante los siglos XVII y XVIII, el
esplendor económico del Reino de Murcia propició un aumento de la demanda de
hielo, principalmente entre la alta sociedad, que lo utilizaba para mantener
frescos los alimentos, elaborar helados y enfriar bebidas. Desde el siglo XVI
hasta finales del siglo XIX, el comercio de la nieve fue una próspera actividad
económica para abastecer de hielo a las villas y ciudades del reino. La
búsqueda de lugares donde emplazar las neveras, para almacenar nieve en épocas
invernales, se realizó por varios puntos de la Región, siendo sin duda alguna,
en Sierra Espuña, donde se levantó el mayor número de pozos de la nieve. La
altitud en que estaban situados era un lugar idóneo para recoger y conservar la
nieve, sin embargo constituía un gran problema puesto que estaban muy alejados
de las villas y ciudades donde iba a parar finalmente el hielo. Alrededor de
estas edificaciones se construyó una complicada infraestructura para el transporte y comercio de esta materia
prima. Vías y caminos fueron abiertos a través del monte hasta llegar a su
primer destino: Las villas de Totana y Alhama. Se construyeron viviendas para
los trabajadores y almacenes donde guardar los aperos, y se procedió a la
deforestación de la zona para poder sembrar cultivos de cereales. Los pozos de
nieve de Sierra Espuña comenzaron a construirse en la segunda mitad del siglo
XVI cuando empezó a estandarizarse el uso de la nieve. Los primeros pozos que
se levantaron eran propiedad de la Ciudad de Murcia, que llegó a poseer un total
de 8 y una calera. Después le siguió Cartagena, que al final del siglo XVIII
contaba con tres pozos. Además de estas dos ciudades, también tenían propiedad
Orihuela, que poseía dos pozos, y Lorca, Mula y Alhama que contaban uno cada
población. Las instituciones eclesiásticas y personas particulares disponían de
propiedades sobre alguno de estos almacenes de hielo. Así pues, la Pía Memoria
del Santísimo Sacramento de la Iglesia Parroquial de Moratalla era poseedora de
uno, que suministraba nieve a Cehegin, Caravaca y demás poblaciones del
noroeste murciano. Otro pozo pertenecía al Cabildo de la Santa Iglesia Catedral
de Cartagena. En cuanto a las neveras particulares, estas eran propiedad de
personas que residían en Totana y Alhama.
CÓMO LLEGAR: Autovía a Murcia, dirección Granada, salida
en Alhama de Murcia, por el centro del pueblo en dirección al Parque Regional
de Sierra Espuña, abandonamos la carretera que va al Berro y continuamos por la
izquierda hacia el Centro de Visitantes y sin dejar la carreterita que sube a
EVA 13 pasamos por la Fuente del Hilo, La Perdiz, llegamos al Collado Bermejo
(1.201) y seguimos subiendo hasta el Collado Mangueta (1.414 m.) donde dejamos
el coche en su aparcamiento.
ITINERARIO: COLLADO
MANGUETA / POZOS DE MURCIA / COLLADO BLANCO / FUENTE BLANCA / CRUZAR PUERTA DEL
PARQUE / BARRANCO DE MALVARICHE / DESVÍO CASAS DE MALVARICHE / PEDRERA Y CAUCE
/ CUEVA / MALVARICHE I / COLLADO / MALVARICHE II / COLLADO / TROCHA HASTA
CAMINO / COLLADO ELEUTERIO / POZOS DE CARTAGENA / COLLADO MANGUETA.
LA RUTA: Después de
tantos años recorriendo sus rutas clásicas, seguimos descubriendo rincones
inéditos para nosotros en Sierra Espuña. Este ascenso a los dos Malvariches por
su cara norte ha sido una grata sorpresa muy montañera, su acceso por el cerrado Barranco de
Malvariche y la exigente subida por la pedrera nos ha mostrado una de sus zonas
más agrestes. Hoy los muflones se dejan fotografiar.
Iniciamos desde el Collado Mangueta (1.414 m). Para que se entienda un poco la ruta de hoy os diré que, el Malvariche I (1.424 m.) es tan solo diez metros más elevado que este collado, por lo tanto bajaremos hasta Prado Mayor buscando la cara norte de estas dos moles gemelas. Con la cháchara matutina no nos damos cuenta y comenzamos al revés, por el Camino del Pedro López hasta llegar a los Pozos de Nieve de Cartagena, donde vemos nuestro error y tenemos que retroceder.
De nuevo en el collado, salimos a la carretera unos veinte metros para tomar el camino que lleva a los Pozos de Nieve de la Ciudad de Murcia. Primero nos eleva un poco, con lo cual tenemos a la vista las dos cumbres de hoy; luego bajamos al diminuto valle donde están ubicados.
Este es un lugar de fácil acceso que en los días de nieve se llena de visitantes. Hacemos el recorrido junto a los neveros cuyas estructuras están muy deterioradas, ninguno de ellos mantiene la cúpula de mampostería y la vegetación los invade. Es curioso que en plena economía de nieve, hasta los estamentos eclesiásticos fueran propietarios de algunos, e incluso Orihuela fue dueña de dos de ellos.
Todavía quedan en pie pero derruidas, las casas y almacenes de aperos de la época, vestigios de un floreciente negocio que sucumbió con la llegada de la luz eléctrica a las ciudades. Antes de sobrepasar el último, torcemos a la izquierda en dirección a un pequeño bosque de pinos.
Superado el bosquete, la senda continúa por la ladera izquierda del barranco en un descenso muy suave, poco a poco el paisaje se va abriendo a medida que nos vamos acercando al inicio del Valle de Leyva, del que tenemos una vista maravillosa hasta el mar. Observamos el denso bosque de pino carrasco que cubre todo el valle y del que sobresalen verticalmente sus hermosas paredes.
En el Collado Blanco (1.226 m.), y frente a la Morra de Juan Alonso (1.326 m.), por donde transcurrió nuestra anterior ruta, comenzamos a tener visión de la otra vertiente, totalmente distinta, sin la frondosidad de los bosques de pino y con la llanura de Prado Mayor.
Descendemos hacia la Fuente Blanca por la senda que cruza y evita las “eses” de la monótona pista de tierra. Esta conocida fuente mana durante todo el año, aunque cada vez con menos fuerza. Hay gente que ha llegado con coche a llenar garrafas y bidones para su consumo diario.
Desde la fuente y por la pista de tierra nos dirigimos hacia las Casas de Prado Mayor que situadas a la izquierda, parecen las fichas de un jugador de dominó, están muy deterioradas y solamente una parece habitada. Las dos moles de los Malvariches cobran protagonismo en la llanura y por uno de los barrancos asoma el Morrón de Espuña (1.583 m.) con sus inconfundibles artilugios militares.
Continuamos por la pista hasta una arreglada Casa Rural, y dejamos el camino de tierra por la izquierda para cruzar la valla del Parque Regional por una puerta metálica, con las emergentes y cada vez más corpulentas imágenes de los Malvariches por su escabrosa cara norte.
El nuevo sendero comienza a descendernos gradualmente hacia el cauce del Barranco de Malvariche, y donde antes no veíamos nada ahora aparece un tupido bosque de pinos que ocupa el cauce y las lomas cercanas. Es de apretada vegetación y entorno más salvaje. Oímos, y apenas vemos, a unos sorprendidos muflones que escapan ladera arriba.
Pasamos por delante de una pequeña cueva y seguimos bajando hasta el cauce seco por el que transitamos hasta una área más húmeda, luego se va abriendo y comenzamos a salir por su ladera izquierda, cerca de una zona de antiguos bancales en total abandono. Nos cruzamos con dos montañeros que vienen de pasar la noche en los Malvariches.
Estamos en las Casas de Malvariche, pequeño núcleo de viviendas en estado ruinoso. Este es un desvío importante y el GPS tarda en reaccionar. Está claro que es a la izquierda, pero es transcendente tomar la dirección adecuada. Revoloteamos un poco hasta que encontramos el inicio de la pedrera apropiada.
Ahora viene lo bueno. Desde el collado Mangueta hemos descendido unos 550 m. que tenemos que remontar casi verticalmente hasta la primera cima. ¡Manos a la obra! Comenzamos por la pedrera en desnivel progresivo, es como una lengua gris abriéndose paso entre los pinos.
Al estar compuesta de piedras medianas avanzamos bien sin retroceder. Poco a poco se va inclinando más, las piedras se tornan blancas y empieza a formarse un cauce, al principio poco profundo hasta quedar metidos en una quebrada. Nos lo tomamos con calma y mirando hacia atrás vemos los Cuchillos del Cerro Piedras Blancas (1.274 m.)
Salvamos enclaves rocosos por los laterales, en otros, tenemos que trepar pero sin dificultad alguna. La inclinada rambla se vuelve más pedregosa con los materiales arrastrados torrente abajo por las aguas de lluvia. Hacia abajo vemos la verticalidad del tramo recorrido y hacia arriba las puntiagudas paredes están mucho más cercanas.
Este último tramo hasta las paredes es muy físico, pero técnicamente no tiene ninguna complicación. En la base de las rocas tomamos resuello contemplando el paisaje, el entorno de la montaña es agreste y quebrado. Ahora debemos escorarnos a la derecha, hacia una oquedad que vemos un poco más arriba.
Esta parte está más descompuesta por lo que nos metemos en una especie de canalón oblicuo por el que avanzamos eficientemente hasta alcanzar la Cueva de Malvariche. No es muy grande pero puede servir como primer refugio. La panorámica al Cerro de Piedras Blancas es grandiosa.
Seguimos ascendiendo por el lateral de la cueva para ir poco a poco rodeando el espolón de la sierra, llegar a una especie de colladito y por la cara sur alcanzar la primera cima de hoy. En esta cara el aire se deja notar, y grandes planchas de nubes dificultan la visibilidad.
Malvariche I (Oeste) (1.424 m.) Las ascensiones anteriores siempre fueron por la cara sur y nada tienen que ver con la intensa subida de hoy. Contemplamos la masa boscosa por la que hemos subido y el Morrón de Espuña, ahora más cercano. Buscamos un sitio resguardado para el almuerzo.
Repuestos y con nuevas fuerzas, recorremos parte de la cima para ladearnos a la derecha e ir descendiendo poco a poco hacia el collado entre las dos cumbres gemelas. No hay senda marcada ni mojones, pero es muy intuitiva.
En el collado, cogemos una senda lateral a la izquierda que nos va ascendiendo en diagonal. A medio camino nos detenemos al ver un rebaño de cabras cerca de la cima, se quedan dubitativas, pero emprenden la huida ladera abajo; es frecuente encontrar algún rebaño en esta zona, siempre menos transitada.
Malvariche II (Este) (1.389 m.) Vemos la solitaria cima gemela de la que venimos y el Morrón Grande todavía más cercano. A su izquierda y bajo el bosque de pinar, se distingue la cúpula de uno de los pozos de nieve de Cartagena, por donde hemos de regresar.
Descendemos por el mismo sendero hasta el collado y por la derecha de los pinos, enlazamos con otra senda que comienza a remontar la loma y va desapareciendo. Nosotros debemos de ir subiendo de frente y un poco a la izquierda, hasta conectar con el camino que va del Collado Eleuterio al Pedro López.
Una vez en el camino, nos dirigimos por la izquierda al Collado. Se da la paradoja de que volvemos a estar casi a la misma altura de las dos cumbres de los Malvariches. En el Collado Eleuterio proseguimos por la izquierda.
Por el camino de tierra marchamos entre la umbría el bosque de pinos para llegar pronto a los Pozos de Cartagena, donde esta mañana tuvimos que retroceder hasta el inicio. La tarde se ha abierto y luce algo más el sol. Llegamos al Collado Mangueta y nuestro coche.
Iniciamos desde el Collado Mangueta (1.414 m). Para que se entienda un poco la ruta de hoy os diré que, el Malvariche I (1.424 m.) es tan solo diez metros más elevado que este collado, por lo tanto bajaremos hasta Prado Mayor buscando la cara norte de estas dos moles gemelas. Con la cháchara matutina no nos damos cuenta y comenzamos al revés, por el Camino del Pedro López hasta llegar a los Pozos de Nieve de Cartagena, donde vemos nuestro error y tenemos que retroceder.
De nuevo en el collado, salimos a la carretera unos veinte metros para tomar el camino que lleva a los Pozos de Nieve de la Ciudad de Murcia. Primero nos eleva un poco, con lo cual tenemos a la vista las dos cumbres de hoy; luego bajamos al diminuto valle donde están ubicados.
Este es un lugar de fácil acceso que en los días de nieve se llena de visitantes. Hacemos el recorrido junto a los neveros cuyas estructuras están muy deterioradas, ninguno de ellos mantiene la cúpula de mampostería y la vegetación los invade. Es curioso que en plena economía de nieve, hasta los estamentos eclesiásticos fueran propietarios de algunos, e incluso Orihuela fue dueña de dos de ellos.
Todavía quedan en pie pero derruidas, las casas y almacenes de aperos de la época, vestigios de un floreciente negocio que sucumbió con la llegada de la luz eléctrica a las ciudades. Antes de sobrepasar el último, torcemos a la izquierda en dirección a un pequeño bosque de pinos.
Superado el bosquete, la senda continúa por la ladera izquierda del barranco en un descenso muy suave, poco a poco el paisaje se va abriendo a medida que nos vamos acercando al inicio del Valle de Leyva, del que tenemos una vista maravillosa hasta el mar. Observamos el denso bosque de pino carrasco que cubre todo el valle y del que sobresalen verticalmente sus hermosas paredes.
En el Collado Blanco (1.226 m.), y frente a la Morra de Juan Alonso (1.326 m.), por donde transcurrió nuestra anterior ruta, comenzamos a tener visión de la otra vertiente, totalmente distinta, sin la frondosidad de los bosques de pino y con la llanura de Prado Mayor.
Descendemos hacia la Fuente Blanca por la senda que cruza y evita las “eses” de la monótona pista de tierra. Esta conocida fuente mana durante todo el año, aunque cada vez con menos fuerza. Hay gente que ha llegado con coche a llenar garrafas y bidones para su consumo diario.
Desde la fuente y por la pista de tierra nos dirigimos hacia las Casas de Prado Mayor que situadas a la izquierda, parecen las fichas de un jugador de dominó, están muy deterioradas y solamente una parece habitada. Las dos moles de los Malvariches cobran protagonismo en la llanura y por uno de los barrancos asoma el Morrón de Espuña (1.583 m.) con sus inconfundibles artilugios militares.
Continuamos por la pista hasta una arreglada Casa Rural, y dejamos el camino de tierra por la izquierda para cruzar la valla del Parque Regional por una puerta metálica, con las emergentes y cada vez más corpulentas imágenes de los Malvariches por su escabrosa cara norte.
El nuevo sendero comienza a descendernos gradualmente hacia el cauce del Barranco de Malvariche, y donde antes no veíamos nada ahora aparece un tupido bosque de pinos que ocupa el cauce y las lomas cercanas. Es de apretada vegetación y entorno más salvaje. Oímos, y apenas vemos, a unos sorprendidos muflones que escapan ladera arriba.
Pasamos por delante de una pequeña cueva y seguimos bajando hasta el cauce seco por el que transitamos hasta una área más húmeda, luego se va abriendo y comenzamos a salir por su ladera izquierda, cerca de una zona de antiguos bancales en total abandono. Nos cruzamos con dos montañeros que vienen de pasar la noche en los Malvariches.
Estamos en las Casas de Malvariche, pequeño núcleo de viviendas en estado ruinoso. Este es un desvío importante y el GPS tarda en reaccionar. Está claro que es a la izquierda, pero es transcendente tomar la dirección adecuada. Revoloteamos un poco hasta que encontramos el inicio de la pedrera apropiada.
Ahora viene lo bueno. Desde el collado Mangueta hemos descendido unos 550 m. que tenemos que remontar casi verticalmente hasta la primera cima. ¡Manos a la obra! Comenzamos por la pedrera en desnivel progresivo, es como una lengua gris abriéndose paso entre los pinos.
Al estar compuesta de piedras medianas avanzamos bien sin retroceder. Poco a poco se va inclinando más, las piedras se tornan blancas y empieza a formarse un cauce, al principio poco profundo hasta quedar metidos en una quebrada. Nos lo tomamos con calma y mirando hacia atrás vemos los Cuchillos del Cerro Piedras Blancas (1.274 m.)
Salvamos enclaves rocosos por los laterales, en otros, tenemos que trepar pero sin dificultad alguna. La inclinada rambla se vuelve más pedregosa con los materiales arrastrados torrente abajo por las aguas de lluvia. Hacia abajo vemos la verticalidad del tramo recorrido y hacia arriba las puntiagudas paredes están mucho más cercanas.
Este último tramo hasta las paredes es muy físico, pero técnicamente no tiene ninguna complicación. En la base de las rocas tomamos resuello contemplando el paisaje, el entorno de la montaña es agreste y quebrado. Ahora debemos escorarnos a la derecha, hacia una oquedad que vemos un poco más arriba.
Esta parte está más descompuesta por lo que nos metemos en una especie de canalón oblicuo por el que avanzamos eficientemente hasta alcanzar la Cueva de Malvariche. No es muy grande pero puede servir como primer refugio. La panorámica al Cerro de Piedras Blancas es grandiosa.
Seguimos ascendiendo por el lateral de la cueva para ir poco a poco rodeando el espolón de la sierra, llegar a una especie de colladito y por la cara sur alcanzar la primera cima de hoy. En esta cara el aire se deja notar, y grandes planchas de nubes dificultan la visibilidad.
Malvariche I (Oeste) (1.424 m.) Las ascensiones anteriores siempre fueron por la cara sur y nada tienen que ver con la intensa subida de hoy. Contemplamos la masa boscosa por la que hemos subido y el Morrón de Espuña, ahora más cercano. Buscamos un sitio resguardado para el almuerzo.
Repuestos y con nuevas fuerzas, recorremos parte de la cima para ladearnos a la derecha e ir descendiendo poco a poco hacia el collado entre las dos cumbres gemelas. No hay senda marcada ni mojones, pero es muy intuitiva.
En el collado, cogemos una senda lateral a la izquierda que nos va ascendiendo en diagonal. A medio camino nos detenemos al ver un rebaño de cabras cerca de la cima, se quedan dubitativas, pero emprenden la huida ladera abajo; es frecuente encontrar algún rebaño en esta zona, siempre menos transitada.
Malvariche II (Este) (1.389 m.) Vemos la solitaria cima gemela de la que venimos y el Morrón Grande todavía más cercano. A su izquierda y bajo el bosque de pinar, se distingue la cúpula de uno de los pozos de nieve de Cartagena, por donde hemos de regresar.
Descendemos por el mismo sendero hasta el collado y por la derecha de los pinos, enlazamos con otra senda que comienza a remontar la loma y va desapareciendo. Nosotros debemos de ir subiendo de frente y un poco a la izquierda, hasta conectar con el camino que va del Collado Eleuterio al Pedro López.
Una vez en el camino, nos dirigimos por la izquierda al Collado. Se da la paradoja de que volvemos a estar casi a la misma altura de las dos cumbres de los Malvariches. En el Collado Eleuterio proseguimos por la izquierda.
Por el camino de tierra marchamos entre la umbría el bosque de pinos para llegar pronto a los Pozos de Cartagena, donde esta mañana tuvimos que retroceder hasta el inicio. La tarde se ha abierto y luce algo más el sol. Llegamos al Collado Mangueta y nuestro coche.
Recomiendo esta ruta
por su belleza agreste, no es para principiantes, por el fuerte desnivel hasta
la primera cumbre, y sí para gente acostumbrada a desenvolverse en ambientes de
alta montaña.
RECORRIDO: CIRCULAR.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Fuente
Blanca)
DISTANCIA: 12,8 KM.
TIEMPO: 06:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.424 M.
(Malvariche I)
ALTURA MÍNIMA: 872 M.
(Barranco de Malvariche)
DESNIVEL POSITIVO: 848 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 853 M.
DIFICULTAD: MODERADA.