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Posted by : Vaig a Peu
sábado, 14 de diciembre de 2013
Hace 200 millones de
años Sierra Espuña no existía y todo este territorio estaba bajo el mar.
Bonitos fósiles de hoy como el Ammonites sp., era entonces un molusco
carnívoro, parecido a los pulpos, aunque con concha, ágil nadador y depredador.
Su intensa actividad la desarrollaba en el fondo de aquellos mares primitivos.
Durante el Cretácico, hace unos 130 millones de años, se inició un lento
levantamiento del fondo del mar como consecuencia de la aproximación de África
a Europa. A finales de este periodo, hace unos 75 a 70 millones de años,
algunas zonas del sur de lo que hoy es Sierra Espuña (entre ellas Alhama, Aledo
e incluso El Berro) emergen sobre el
nivel del mar someramente, constituyendo grandes llanuras completamente planas
colonizadas por plantas herbáceas y arbustivas. Ammonites es ya un fósil. El
mar entra y sale continuamente y así, durante el Eoceno (hace entre 45 y 40
millones de años) las aguas cubren gran parte de la llanura a finales del Cretácico,
incluidas lo que hoy es Alhama y Aledo. Sobre el fondo marino se desarrollan
los Nummulites sp., protozoos foraminíferos con forma de moneda o lenteja, que
más tarde se convertirán en uno de los fósiles más característicos de Espuña.
Sin embargo Ammonites está ya oculto bajo tierra y así permanecerá hasta que 40
millones de años después alguien lo encuentre a 1.300 metros de altitud en el
Morrón de Alhama, por ejemplo. Durante el oligoceno África “viaja” hacia el
norte, dispuesta a incrustarse contra Europa. Pero España está en medio y,
comprimida entre dos continentes, “se arruga”. Surgen Sierra Nevada y otras
Cordilleras Béticas, entre ellas Sierra Espuña, la cual a partir de ese momento
(hace unos 30 a 20 millones de años) comienza a ser una montaña muy parecida a
la actual. El mar todavía cubre algunas zonas, con lo cual lo que hoy es Mula
estaría bajo las aguas, Pliego en la orilla de playa y El Berro sería una costa
arrecifal. Gran parte de los materiales que son arrastrados desde Espuña hacia
el mar que aún le rodea se depositan dentro de una cubeta que más tarde serán
los Barrancos de Gebas. Nummulites sp. es ya un fósil y junto con los
Ammonites, empieza a aflorar en alguna zona. Hace 5 y 6 millones de años,
durante el Plioceno, el se retira definitivamente y Sierra Espuña deja de ser
una isla. Las abundantes lluvias torrenciales de la época arrancan de esta aún
joven montaña grandes cantidades de derrubios que son arrastrados hacia los
valles de Guadalentín y Pliego, dándoles la forma con la que hoy los conocemos.
Entre los fondos de mar que emergen hay uno de materiales muy blandos que
pronto comienza a erosionarse: son los Barrancos de Gebas.
ITINERARIO: LA PERDIZ /
CORTAFUEGOS / DIENTES DE LA VIEJA / MORRÓN CHICO / COLLADO BLANCO / MORRA DE
JUAN ALONSO / PAREDES DE LEYVA / EL
PORTILLO / PISTA VALLE DE LEYVA / LA PERDIZ.
LA RUTA: En el año 2017
se cumplirán 100 años desde la inclusión de Sierra Espuña en el Catálogo
Nacional de Espacios Naturales, y sigue siendo en el ámbito europeo un modelo
de restauración hidrológico-forestal. Tocaba de nuevo volver, y para ello hemos
elegido una gran ruta con ingredientes nuevos, los Dientes de la Vieja y bajar
de las paredes de Leyva por el Portillo.
Aparentemente hace
un día precioso, pero en el fondo del valle hay una capa de bruma o nubes bajas
que cuando el sol caliente comenzará a levantarse con el riesgo de enturbiar el
ambiente. No hay nadie en el aparcamiento. La gente no suele madrugar mucho.
Iniciamos por la senda de los Dinosaurios marcada con barandas de madera y paneles informativos. La recorremos durante unos 350 metros aproximadamente, la dejaremos por la izquierda por la encrespada senda que ataja y remonta la ladera en dirección al cordal de la sierra.
Enlazamos con otra senda que viene por la derecha y llegamos al cortafuegos del Morrón de Alhama. Es la espina dorsal de esta zona de la sierra. Deforestada en su parte central, parece una brecha abierta en la masa forestal que permitirá acceder en caso de incendio.
Comienza un lenta subida por un piso firme y en constante inclinación, teniendo como primer objetivo el gran espolón en lo alto de la sierra. Hacia atrás vemos que al calentar el sol la bruma comienza a levantarse y enturbia en ambiente.
Iniciamos por la senda de los Dinosaurios marcada con barandas de madera y paneles informativos. La recorremos durante unos 350 metros aproximadamente, la dejaremos por la izquierda por la encrespada senda que ataja y remonta la ladera en dirección al cordal de la sierra.
Enlazamos con otra senda que viene por la derecha y llegamos al cortafuegos del Morrón de Alhama. Es la espina dorsal de esta zona de la sierra. Deforestada en su parte central, parece una brecha abierta en la masa forestal que permitirá acceder en caso de incendio.
Comienza un lenta subida por un piso firme y en constante inclinación, teniendo como primer objetivo el gran espolón en lo alto de la sierra. Hacia atrás vemos que al calentar el sol la bruma comienza a levantarse y enturbia en ambiente.
Al fondo entre la
apretada masa forestal distinguimos el viejo edificio del Sanatorio
Antituberculoso, convertido ahora en albergue. El inmenso mar de pinos inunda
todo el paisaje que se empaña por momentos, al ir desgajándose las nubes bajas.
Alcanzamos la destrozada senda de mampostería que en su último tramo, por la derecha, se dirige a la Senda del Caracol, Las Escalerillas. Nosotros seguimos progresando directos hacia arriba. La senda se acaba pero el rastro es evidente y hay algún esporádico mojón.
Rodeamos el espolón por la derecha, sin apenas poner las manos, son pequeñas trepadas sin dificultad, también se puede hacer por la izquierda. Vamos tomando altura con facilidad y las vistas comienzan a ser fantásticas, lástima la bruma en la zona del bosque de pinos. Las paredes de Leyva se yerguen majestuosas.
En este tramo se nos une un grupo de tres que veíamos por detrás en el cortafuegos. El ascenso es continuo pero relajado. El Morrón de Espuña empieza a mostrarse por la izquierda.
Vamos culminando los erosionados dientes de la vieja y ya por el cordal sin senda ni hitos, tenemos una vista más elevada de las paredes de Leyva y la garita del Morrón Chico va asomando al frente.
Morrón de Alhama o Morrón Chico (1.444 m.) este es uno de los puntos más emblemáticos de Sierra Espuña. con o sin bruma, las vistas son maravillosas. Las nubes chocan contra las paredes de Leyva y se acercan al Morrón de Espuña. Tomamos hidratos de carbono y barritas para continuar, los demás se quedan almorzando, les hemos explicado nuestro recorrido pero no saben que harán.
Emprendemos el descenso en dirección a la Mora de las Moscas aunque no llegaremos a ella. Después de bajar el contrafuerte rocoso nos metemos en la vaguada, donde mirando hacia atrás tenemos hermosas vistas de la garita y el punto geodésico del Morrón.
Alcanzamos la destrozada senda de mampostería que en su último tramo, por la derecha, se dirige a la Senda del Caracol, Las Escalerillas. Nosotros seguimos progresando directos hacia arriba. La senda se acaba pero el rastro es evidente y hay algún esporádico mojón.
Rodeamos el espolón por la derecha, sin apenas poner las manos, son pequeñas trepadas sin dificultad, también se puede hacer por la izquierda. Vamos tomando altura con facilidad y las vistas comienzan a ser fantásticas, lástima la bruma en la zona del bosque de pinos. Las paredes de Leyva se yerguen majestuosas.
En este tramo se nos une un grupo de tres que veíamos por detrás en el cortafuegos. El ascenso es continuo pero relajado. El Morrón de Espuña empieza a mostrarse por la izquierda.
Vamos culminando los erosionados dientes de la vieja y ya por el cordal sin senda ni hitos, tenemos una vista más elevada de las paredes de Leyva y la garita del Morrón Chico va asomando al frente.
Morrón de Alhama o Morrón Chico (1.444 m.) este es uno de los puntos más emblemáticos de Sierra Espuña. con o sin bruma, las vistas son maravillosas. Las nubes chocan contra las paredes de Leyva y se acercan al Morrón de Espuña. Tomamos hidratos de carbono y barritas para continuar, los demás se quedan almorzando, les hemos explicado nuestro recorrido pero no saben que harán.
Emprendemos el descenso en dirección a la Mora de las Moscas aunque no llegaremos a ella. Después de bajar el contrafuerte rocoso nos metemos en la vaguada, donde mirando hacia atrás tenemos hermosas vistas de la garita y el punto geodésico del Morrón.
Remontamos la
vaguada sin hacer caso de la senda que en la confluencia del barranco se desvía
por la derecha en dirección a las Escalerillas. Dejamos también por la
izquierda la senda que se encamina hacia la Morra de las Moscas y proseguimos
hacia el Este en dirección al Collado Blanco.
Por este placentero sendero que transitamos sin perder mucha altura, nos vamos deleitando las bellas panorámicas al Valle de Leyva con sus impresionantes paredes hacia las que nos dirigimos. Visualmente buscamos el Portillo, pero al desconocer su ubicación, pensamos que es la gran brecha central, pero realmente está casi al final de la gran muralla, donde una lengua de pinar llega cerca del borde. Vuelven a unirse los tres murcianos que han decidido hacer nuestra ruta.
Una vez en el Collado Blanco cruzamos el camino y empezamos a remontar la ladera. Al principio la senda no es muy visible, pero una vez localizada es fácil de seguir. Hacia atrás, de nuevo el Morrón de Espuña y al que por la derecha se le une las quebradas cimas de los Malvariches.
En la loma la senda se pega a la valla del Parque Regional, junto a los pinos con abundante vegetación, y de la que tenemos que separarnos en algunos tramos inaccesibles. Ahora es la cumbre de El Bosque con su gran hendidura central la que tenemos más cercana.
La valla se va por la izquierda y nosotros continuamos superando los lomos de la sierra hasta que alcanzamos la máxima altura en la Mora de Juan Alonso (1.326 m.) Patro y yo decidimos parar a comer junto a unos pinos con una ventana de sol. Los otros tres van a continuar. Les leemos las notas que llevamos y les mostramos el resto de la ruta en el GPS.
Con las fuerzas repuestas proseguimos por la cresta. Comenzamos a andar por el borde de las paredes de Leyva ¡¡Impresionante!! Buscamos resquicios por donde asomarnos y tenemos a nuestros pies toda la masa forestal que cubre el Valle de Leyva. Apuramos al máximo el zoom de la cámara para distinguir el refugio.
Estamos alucinados con las miradas desde esta posición, pese a que la bruma acorta mucho la profundidad del paisaje. Frente a nosotros, en el Morrón chico vemos gente moverse alrededor de la garita.
Seguimos sobrepasando las pedregosas ondas que forman el borde de las verticales paredes ajenos a su desplome abismal. Apenas hay algún esporádico mojón y vamos atentos al track del GPS. Llegados a la gran abertura que veíamos desde enfrente, aparentemente factible para bajar, la tenemos que desechar y pensamos en el trío que nos precede y las dudas que habrán tenido.
Continuamos pateando por la rocosa cornisa que constantemente va cambiando de forma, ahora lisa y pétrea, ahora ondulada, que salvamos alejándonos de ella, para volver de nuevo y encontrarnos con prominentes contrafuertes que rodeamos por sus lomos.
Y por fin una señal inequívoca. Dos hitos bien visibles, a poca distancia uno de otro, como formando una entrada, una puerta a un descenso en principio poco pronunciado y factible. El entorno es contundente. A la derecha, el espigado espolón de la Morra del Portillo con 1.245 m. y la izquierda, la Morra de las Cucalas con 1.226 m. Culminarlas es sencillo pero debido al poco alcance de las vistas lo dejamos para otra ocasión. La altura en el Collado del Portillo es de 1.212 m.
Iniciamos el descenso con precaución haciendo un zigzag izquierda-derecha-izquierda, y enseguida vemos en el fondo a los tres murcianos que van a abordar el paso aéreo de la cuerda. A voces nos hacemos ver y nos dicen que todo va bien. Calculamos los 50 minutos de nuestro almuerzo más el tiempo en llegar hasta aquí, eso suma al menos una hora y media. Lo que nos hace suponer que han tenido que abortar alguna de las bajadas por errónea.
Es el único paso posible para superar la enorme pared sin técnicas de escalada. Afrontamos la bajada con mucha precaución, no es difícil pero si empinada. Los hitos de piedra nos acercan a las paredes de la derecha hasta llegar a una especie de rellano donde tenemos que rodear la arista.
Hay colocados entre 4 o 5 metros de cuerda que actúan de pasamanos y facilitan la sencilla maniobra, ya que tenemos múltiples apoyos para los pies. Una vez superado el paso aéreo, debemos seguir los mojones hacia arriba.
Atravesamos una zona rocosa en donde tenemos que apoyar las manos hasta llegar a la línea de los pinos a nuestra izquierda. Desde este punto disponemos de unas vistas grandiosas en la base de las enormes paredes. Comienza una presurosa senda que sorteando los pinos nos deposita en el camino del Valle de Leyva.
Por este placentero sendero que transitamos sin perder mucha altura, nos vamos deleitando las bellas panorámicas al Valle de Leyva con sus impresionantes paredes hacia las que nos dirigimos. Visualmente buscamos el Portillo, pero al desconocer su ubicación, pensamos que es la gran brecha central, pero realmente está casi al final de la gran muralla, donde una lengua de pinar llega cerca del borde. Vuelven a unirse los tres murcianos que han decidido hacer nuestra ruta.
Una vez en el Collado Blanco cruzamos el camino y empezamos a remontar la ladera. Al principio la senda no es muy visible, pero una vez localizada es fácil de seguir. Hacia atrás, de nuevo el Morrón de Espuña y al que por la derecha se le une las quebradas cimas de los Malvariches.
En la loma la senda se pega a la valla del Parque Regional, junto a los pinos con abundante vegetación, y de la que tenemos que separarnos en algunos tramos inaccesibles. Ahora es la cumbre de El Bosque con su gran hendidura central la que tenemos más cercana.
La valla se va por la izquierda y nosotros continuamos superando los lomos de la sierra hasta que alcanzamos la máxima altura en la Mora de Juan Alonso (1.326 m.) Patro y yo decidimos parar a comer junto a unos pinos con una ventana de sol. Los otros tres van a continuar. Les leemos las notas que llevamos y les mostramos el resto de la ruta en el GPS.
Con las fuerzas repuestas proseguimos por la cresta. Comenzamos a andar por el borde de las paredes de Leyva ¡¡Impresionante!! Buscamos resquicios por donde asomarnos y tenemos a nuestros pies toda la masa forestal que cubre el Valle de Leyva. Apuramos al máximo el zoom de la cámara para distinguir el refugio.
Estamos alucinados con las miradas desde esta posición, pese a que la bruma acorta mucho la profundidad del paisaje. Frente a nosotros, en el Morrón chico vemos gente moverse alrededor de la garita.
Seguimos sobrepasando las pedregosas ondas que forman el borde de las verticales paredes ajenos a su desplome abismal. Apenas hay algún esporádico mojón y vamos atentos al track del GPS. Llegados a la gran abertura que veíamos desde enfrente, aparentemente factible para bajar, la tenemos que desechar y pensamos en el trío que nos precede y las dudas que habrán tenido.
Continuamos pateando por la rocosa cornisa que constantemente va cambiando de forma, ahora lisa y pétrea, ahora ondulada, que salvamos alejándonos de ella, para volver de nuevo y encontrarnos con prominentes contrafuertes que rodeamos por sus lomos.
Y por fin una señal inequívoca. Dos hitos bien visibles, a poca distancia uno de otro, como formando una entrada, una puerta a un descenso en principio poco pronunciado y factible. El entorno es contundente. A la derecha, el espigado espolón de la Morra del Portillo con 1.245 m. y la izquierda, la Morra de las Cucalas con 1.226 m. Culminarlas es sencillo pero debido al poco alcance de las vistas lo dejamos para otra ocasión. La altura en el Collado del Portillo es de 1.212 m.
Iniciamos el descenso con precaución haciendo un zigzag izquierda-derecha-izquierda, y enseguida vemos en el fondo a los tres murcianos que van a abordar el paso aéreo de la cuerda. A voces nos hacemos ver y nos dicen que todo va bien. Calculamos los 50 minutos de nuestro almuerzo más el tiempo en llegar hasta aquí, eso suma al menos una hora y media. Lo que nos hace suponer que han tenido que abortar alguna de las bajadas por errónea.
Es el único paso posible para superar la enorme pared sin técnicas de escalada. Afrontamos la bajada con mucha precaución, no es difícil pero si empinada. Los hitos de piedra nos acercan a las paredes de la derecha hasta llegar a una especie de rellano donde tenemos que rodear la arista.
Hay colocados entre 4 o 5 metros de cuerda que actúan de pasamanos y facilitan la sencilla maniobra, ya que tenemos múltiples apoyos para los pies. Una vez superado el paso aéreo, debemos seguir los mojones hacia arriba.
Atravesamos una zona rocosa en donde tenemos que apoyar las manos hasta llegar a la línea de los pinos a nuestra izquierda. Desde este punto disponemos de unas vistas grandiosas en la base de las enormes paredes. Comienza una presurosa senda que sorteando los pinos nos deposita en el camino del Valle de Leyva.
Ahora solo nos queda seguir la ancha pista o el cauce del barranco hasta la pasarela, y por la Senda del Dinosaurio llegar a nuestro coche. A estas horas hay más movimiento, y gente joven se entretiene usando los tramos de tirolina. Ha sido una gran excursión, en la que hemos disfrutado de una subida directa al Morrón Chico y culminado con la espectacular bajada por el Portillo.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 13,7 KM.
TIEMPO: 05:35 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1.444 M.
(Morrón Chico o de Alhama)
ALTURA MÍNIMA: 686 M. (La
Perdiz)
DESNIVEL POSITIVO: 873 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 881 M.
DIFICULTAD: MODERADA. Aunque en el paso del Portillo se
requiere experiencia por ser algo aéreo, está equipado con una cuerda
que ayuda a su tránsito.