martes, 5 de noviembre de 2013
La Reserva de la Biosfera de Los Argüellos tiene una superficie de 33,26 Ha y la componen tres Municipios: Valdelugueros. Cármenes y Vegacervera. La Reserva tiene unos rasgos geomorfológicos, entre los que destaca la existencia de numerosas cuevas, como las de Valporquero, Llamazares y Barredo, junto a las que aparecen espectaculares estrechamientos, como las Hoces de Vegacervera y Valdeteja. Sobre este territorio se puede contemplar una vegetación variada, que abarca desde los pastizales alpinos hasta los melojares ya cercanos al ámbito mediterráneo, pasando por una abundante serie de especies endémicas, como los bosques de Juniperusspp. Destacan otros ecosistemas, como las zonas subestépicas de gramíneas anuales, tuberas altas activas, y manantiales petrificantes con forma de tuf. En las numerosas cuevas y oquedades conviven 15 de las 26 especies de murciélagos existentes en la Península. Junto a éstos, aparecen una relevante representación de aves rapaces y dos de vertebrados propios de ambientes montunos y cántabros: la perdiz pardilla y la liebre de piornal. También hay que destacar entre la fauna el Oso Pardo, una de las especies más amenazadas de la Península.
CÓMO LLEGAR: Desde Vegacervera por la
LE-311 apenas son 10 km pero hay que pasar las Hoces de Vegacervera. En estas
fechas es carretera poco transitada, por lo que podemos aprovechar los sitios
de estacionamiento para contemplar este hermoso desfiladero abierto por el Río
Torío.
ITINERARIO: IGLESIA DE
CÁRMENES / CUADRA COMUNAL / ENLACE CON
PISTA / COLLADA DE CÁRMENES / PINAR DE LAS REGÁS / TRASNORIOS / PICO GALLO / PEÑA
GRANDE / HAYEDO MONTE BRICIÓN / PISTA FORESTAL / IGLESIA DE CÁRMENES.
COMPONENTES: VICENTE Y
SUSI.
LA RUTA: De camino a
Cármenes hemos pasado por las Hoces de Vegacervera asombroso desfiladero donde
el río Torío rompe peñas y abre bosques para trazar una de las entradas más
sugestivas a la Montaña Central Leonesa. La carretera cruza varias veces el
cauce del río. Hay pequeños espacios para estacionar y hacer fotos.
Desde la iglesia de
San Martín iniciamos por la calle de la carretera contemplando viejas casonas
de piedra y bebiendo fresca agua en sus dos fuentes urbanas. Siguiendo las marcas
abandonamos el asfalto por la izquierda, introduciéndonos en un Cármenes
todavía más rural.
El camino continúa
paralelo a la carretera y atravesamos amplios pastizales que pertenecen a la
cuadra comunal y donde las vacas pastan a su albedrío. Una hilera de abedules y
un reguero de agua marcan los límites de camino, que aquí trascurre sin marcas.
Enlazamos con la
pista que viene del collado y comenzamos a elevarnos suavemente. El paisaje ha
cambiado. El entorno es montañoso y de apretada vegetación salpicada por los
amarillos y ocres otoñales. Atravesamos una majada con ganado vacuno.
El día está gris,
brumoso y húmedo, pero apenas chispea un poco. El camino se empina un poco
hasta alcanzar la Collada de Cármenes junto a una espectacular peña rocosa. La
bruma impide ver la población de Cármenes y en el otro lado el Valle de
Valverdín.
Desde este punto el
camino va girando a la derecha para poco a poco adentrarse en el Pinar de las
Regás. En unos metros, nuestros ojos se abren como platos, entramos en el
bosque encantado de setas y hogos, solamente falta el gnomo dando saltitos. No somos
recolectores y por tanto no cogemos setas en los montes. Nos encantan las setas
pero las compramos en el mercado o las comemos en bares y restaurantes. Éstas
están diciéndonos a gritos que son venenosas. Sombrero: globoso de color rojo anaranjado, recubierto de
copos blancos. Pie: blanco,
central y cilíndrico, engrosado en la base. Es la AMANITA MUSCARIA. Estos datos los he comprobado a través de
las fotos.
Atravesamos el
apretado bosque de espigados pinos, solamente salpicado por algún abedul otoñal,
que rompe con su colorido el recio marrón de los troncos y el duro verde de su
pinocha. Siguen apareciendo numerosas setas venenosas, de las que hacemos
muchas fotos.
Salimos a los claros
de Trasnorios donde de nuevo se abre el paisaje, aunque la bruma limita el
alcance de las panorámicas al Valle de Almuzara, con el Bodón (1.845 m.) al fondo, y el valle que culmina en la Collada de Valdeteja. Desde aquí a un tiro
de piedra, la subida al Pico Gallo (1.557 m.) Su nombre dio título a la revista Picogallo, en cuyas páginas posaron su
pluma alguno de los más prestigiosos escritores leoneses contemporáneos. Apenas
son sesenta metros de desnivel a superar. Decidimos no subir por la persistente
bruma.
La ruta sigue las
veredas del ganado entre los pastos y afloramientos calizos, algunas marcas en
piedras nos van acercando al Hayedo del Monte Brición. Primero por la parte
alta para comenzar a bajar en forma de zigzag. Las primeras hayas llaman mucho
la atención por su colorido.
Luego viene una
parte donde están más expuestas y deshojadas, avanzamos casi horizontalmente
saliendo de este grupo de hayas hasta un saliente rocoso de calizas, una flecha amarilla nos indica por donde
iniciar el descenso, virando a la izquierda y metiéndonos en el hayedo.
Comienza el
espectáculo. Al inicio son hayas jóvenes y delgadas, de retorcidos troncos y
ramas con musgos y líquenes. A Cármenes se llega atravesando el hayedo pero sin
bajar demasiado hasta conectar con una pista de tierra. El Sendero parece claro
pero desaparece.
Las hayas
desarrollan un follaje muy espeso y denso, de forma que imponen unas duras
condiciones de sombra que impiden el crecimiento de otras especies. Vamos
entrando en al centro del hayedo, las hayas aumentan de tamaño y la naturaleza se
vuelve más salvaje y hermosamente descuidada. El sendero se pierde entre la
hojarasca y tenemos que seguir los puntos amarillos en algunas piedras y en la
base del tronco de algunas hayas.
Entramos en una zona
de grandes hayas, muchas de ellas derribadas por motivos naturales o
meteorológicos, con sus quebrados troncos caídos tal como quedaron al ser
abatidos. Verde musgo y el suelo con varios centímetros de hojas caídas hacen
que contemplemos estampas de verdadera naturaleza salvaje.
Poco después alcanzamos
la pista forestal que flanqueada por abedules y hayas, forman un cromático
pasillo otoñal con la silueta del Pico Gallo al frente. El monte de Cármenes se
encontraba acotado todo el año, aunque se efectuaba una corta anual en la que
cada vecino podía extraer la leña suficiente como para llenar un carro.
Por la pista
seguimos observando las hermosas laderas del hayedo cuyas pendientes caen al
Valle del Torío. Aferradas al canchal las hayas soportan estoicamente las
avalanchas del invierno y la presencia de un suelo rocoso y duro.
A menor altura
crecen arbustos de frutos rojos que hacen un fuerte contraste con las hojas de
la hayas. Arribanos a la iglesia de San Martín, construida en el siglo pasado y
atribuida a Torbado, que recreó con acierto el espíritu de las iglesias que en
el Medievo erigieron los mozárabes en esta misma zona. Está cerrada y nos
cobijamos en su portal para comer y tomar fuerzas. Ha sido una excursión plena y variada. Ahora nos vamos al Fayedo de
Ciñera.
AGUA EN RUTA: EN LOS
ARROYOS.
DISTANCIA: 13,6 KM.
TIEMPO: 04:40 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1504 M.
(Trasnorios)
ALTURA MÍNIMA: 1.160 M.
(Cármenes)
DESNIVEL POSITIVO: 543 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 560 M.
DIFICULTAD: MODERADA.
