Es tiempo de volver a las Islas Canarias. En dos viajes anteriores visitamos Gran Canaria, Tenerife y Lanzarote. Soy senderista y la elección estaba clara: La Isla Bonita. Mientras decidíamos fechas, entré varias veces en Internet en las páginas de www.laislabonita.es y quedé gratamente sorprendido de como una isla de tan solo unos 706 km2 tiene tal diversidad paisajística y una red de senderos balizados y homologados de más de 1.000 km, pocos lugares en el mundo ofrecen unas condiciones tan favorable para la práctica del senderismo a todos los niveles.

Madrugamos, nos despedimos de Alex y desayunamos en el Invernadero de Atocha, recogida de maletas en Consigna y subimos para coger el autobús al Aeropuerto de Barajas, la T-4, qué gran terminal. Facturación de las maletas grandes, controles, embarque y despegue.

Dos horas y media de vuelo y una hora menos en Canarias. No había prisa por comer puesto que durante el vuelo tomamos un tentempié. En el mismo Aeropuerto recogimos el coche que previamente habíamos alquilado y en 4 km estamos en Los Cancajos. Nos asignan un apartamento espectacular, con terraza a la piscina y al mar, con cama de 2,5x2, cocina en el salón que se puede ocultar y Zona Wi-Fi para el iPad de Susi, que nos mantendrá conectados.

Deshacemos las maletas y en otros 4 km estamos en Santa Cruz de la Palma, la capital. Es nuestra primera toma de contacto. Visitamos el Barco de la Virgen y la iglesia de El Salvador, recorremos las dos calles peatonales con terracitas y tiendas de un gusto exquisito. Ampliamos información en la Oficina de Turismo, compramos frutas, papaya, kiwis, plátanos y algunas provisiones para la montaña en un supermercado, hemos decidido desayunar todos los días viendo amanecer desde nuestra terraza. Visitamos los balcones floridos y oímos cantar habaneras a un orfeón palmero. Mañana haremos la Ruta Norte en coche bordeando toda la costa, aunque en el maletero llevaremos las mochilas, botas, bastones y ropa de montaña por si se tercia.

Fundada el 3 de mayo de 1493 por Alonso Fernández de Lugo, la isla de San Miguel de La Palma quedó a partir de esa fecha definitivamente incorporada a la Corona de Castilla y a la cultura occidental. Se eligió para el asentamiento de la que sería su capital una bahía natural bien protegida de los vientos dominantes, de fácil comunicación, dada la función comercial que iba a desempeñar, y fácilmente defendible como medida de protección frente a posibles incursiones exteriores. Siguiendo la costa se fue produciendo paulatinamente un desarrollo urbanístico de carácter lineal, con calles paralelas y perpendiculares al mar y tres núcleos originales de población. En el norte d instaló desde 1508 el convento de franciscanos, alejado de los centros de poder en consonancia con su espíritu de pobreza; los dominicos al sur, asentados desde 1540; y en el centro, la plaza principal con los órganos de gobierno y administración de la misma. Muy cerca de ésta se fundó en 1514 el Hospital de Dolores. Su población estaba compuesta originariamente por flamencos, genoveses, portugueses, andaluces, extremeños, vacos, gallegos y castellanos, y su principal actividad se centró en el comercio –azúcar, vino en los primeros momentos, y más tarde la cochinilla-, que constituyó la base de su próspera economía, siendo por ello objeto de codicia de la piratería, cuyos ataques sufrió unas veces y repelió otras, gracias al acertado emplazamiento de sus fortificaciones costeras. Enclave privilegiado para el comercio triangular entre Europa, África y América, fue la primera isla de las Canarias en la que se estableció en 1558 el Juzgado de Indias para controlar el embarque de personas y mercancías con destino al Nuevo Mundo. El puerto construido como consecuencia del natural emplazamiento de la Ciudad a orillas del Atlántico, la puso desde muy tempranas fechas en comunicación con la metrópoli y Europa debido a su importante comercio del azúcar, producida en los ingenios azucareros de la Isla, que conllevaba, a su vez, la importación de obras de arte flamenco. Por ello, debido al volumen alcanzado por este comercio se le considera tercer puerto del Imperio Español después de los de Sevilla y Amberes. Fueron muchos los emigrantes que en determinados momentos de los siglos XIX y XX partieron de este puerto con destino al Nuevo Mundo –Cuba y Venezuela-, en  busca de mejor fortuna. Desde muy temprana época tuvo tratamiento de villa y a partir de 1542 el de Muy Noble y Leal Ciudad. Por otra parte, el haber tenido la primera central eléctrica de Canarias, el haber sido la capital desde la que por primera vez se estableció la comunicación telegráfica con el resto de Canarias, o la ciudad en que llegaron a existir más de diez publicaciones periódicas en la segunda mitad del siglo XIX son momentos de su historia que reflejan un carácter progresista e ilustrado.