Posted by : Vaig a Peu miércoles, 31 de agosto de 2022

La isla de Santorini, es un nombre de origen italiano otorgado por los mercaderes venecianos a Thera, nombre griego de esta isla cargada de historia. Ella y sus islotes contiguos, son hoy el resto de la caldera de un volcán que estalló en el siglo XVII a. C. Los efectos de su erupción provocaron un desastre ecológico, climático y cultural en todo el Mediterráneo oriental. La isla era el cono inmergido de un volcán del mismo tipo que el Krakatoa (que estalló en Indonesia en 1882 causando en el Planeta perturbaciones climáticas durante años) y su explosión destruyó todo el centro de la isla, haciendo que su orografía actual forme una especie de media luna recortada sobre la caldera inundada, donde aún quedan pequeños islotes. La civilización la Cretense y la Minoica, en la península griega, entraron en una época de decadencia a causa del maremoto y las perturbaciones para el clima, la agricultura y el comercio tras la erupción de Thera. Se piensa en que este desastre fue el origen, o uno de los orígenes del mito de la Atlántida, del que Platón habla en sus diálogos Timeo y Crítias, tal fue la intensidad y las consecuencias de la erupción. Santorini es pues, un lugar lleno de historia y monumentos.

 



Sobre las 08:00 fondeamos cerca del puerto de Santorini y al igual que ayer, a partir de las 10:00 varias embarcaciones nos irán llevando a tierra por turnos. Se puede ir y volver las veces que se quiera pero la última embarcación de regreso al barco será a las 19:00 horas.

 



Para hoy si teníamos contratada una excursión por lo que al desembarcar nos espera un autocar que nos subirá arriba, primero al Yacimiento de Akrotiri y luego a las ciudades de Fira y Oia con sus casas blancas situadas en los roquedales. El monumento símbolo de Santorini son las iglesias bizantinas con sus cúpulas azules.

 



El Yacimiento de Akrotiri, situado en la zona sur de la isla, es uno de los yacimientos arqueológicos con restos prehistóricos más importantes del Mediterráneo, ya que en él se han encontrado restos arqueológicos de principios de la Edad de Bronce, lo que muestra que Santorini fue uno de los centros urbanos más importantes del Mediterráneo. Se trata de una ciudad antigua subterránea que quedó enterrada tras la erupción del volcán de Santorini. De hecho, el estado de conservación en que se encuentra se debe a la ceniza volcánica solidificada que la cubría – se ha relacionado con la leyenda de la Ciudad Perdida de la Atlántida, y también es conocida como la «Pompeya Minoica».

 


El yacimiento fue descubierto en 1866 y sólo en 1967 se empezaron a hacer excavaciones gracias a las cuales aumentaron los conocimientos sobre la civilización minoica. La ciudad de Akrotiri tenía un fuerte vínculo con los minoicos, ya que compartían la misma religión – puede verse en los santuarios y en los frescos -. El yacimiento ocupa unas 20 hectáreas, y en él se han encontrado ruinas muy bien conservadas: edificios sofisticados de varias plantas con preciosos frescos típicos del arte Minoico.

 


De momento sólo se han desenterrado 40 edificios, lo cual representa una ínfima parte de lo que era la ciudad; el resto continúa bajo la lava solidificada, pero todavía se están realizando excavaciones, por lo que aún queda mucho que descubrir. Por otra parte, destaca el elaborado sistema de desagüe de los edificios, lo que, junto a todos los restos encontrados -muebles y utensilios que fueron importados de otros pueblos-, muestra que estamos antes una civilización floreciente con una importante actividad comercial con otras zonas del Mediterráneo.

 



Además de las casas, se encontraron también varias capillas o santuarios en los cuales había recipientes de cerámica o piedra (los «ritones»), jarras, copas, mesas de ofrendas…Los frescos que se encontraron en el baño lustral del santuario representan a una diosa y un altar. Pero en las casas (Casa de las damas y Casa del Oeste) también hay bellísimos frescos: «El joven pescador» y «El festival marítimo». Gracias al Yacimiento arqueológico de Akrotiri podemos imaginarnos cómo se vivía en las ciudades en la época Minoica.

 



La isla de Santorini tiene tan solo 73 kilómetros cuadrados. Al oeste, se encuentran las ciudades de Fira y Oia, con sus casas blancas situadas en los impresionantes roquedales, un espectáculo en sí mismo. Y al este, las ciudades de Perissa y Kamari, con sus playas de arena volcánica negra.

 



Hoy, la isla es un santuario de paz, calma, un rincón idílico donde los turistas de todo el mundo pasan unos días alejados del mundanal ruido, si así lo desean. Santorini es una isla para hacer una escala en nuestra singladura por las islas Cícladas o por las islas griegas en general (Rodas, Mykonos, Lesbos, Naxos, Kos,…), un alto antes o después de visitar Creta la magna, un remanso de paz para descansar con la mirada fija en el sol que se sumerge en el mar continuando su viaje casi eterno.

 



La estancia en Fira es muy breve para hacer algunas fotos desde los miradores y luego el autocar nos deja en Oia donde el comercio está muy animado aunque no tiene la calidad de Mykonos, pero hay mayor afluencia de gente por sus empinadas calles.  

 











Sin dejar de subir, hay que ir asomándose a todas la callejuelas de la izquierda donde se encuentran los acantilados y podemos observar la tortuosa costa con todas las casas arracimadas sobre el cantil pintadas de blanco reluciente con sus pequeños parterres de flores y terrazas que miran al mar.

 













Realmente es un espectáculo digno de contemplar y su gran atractivo turístico. Entramos visitar los hermosas iglesias bizantinas con sus espadañas apiladas y sus cúpulas pintadas de azul que son el símbolo de la isla de Santorini.

 



En todas las callejuelas que entramos contemplar las terrazas de los edificios, son todas descubiertas, solo de vez en cuando alguna sobrilla, por lo que a la hora de tomar el sol todo el mundo se está observando.

 



Hay algunas iglesias cristianas con sus altas espadañas de una sola campana, se distinguen porque sus cúpulas no son redondeadas ni están pintadas de azul. Pero toda la gente busca hacerse a la foto cerca de las cúpulas azules.

 



En uno de los roquedos más apartados, en un saliente al mar, vemos otras construcciones, entre ellas una iglesia, que están sin pintar de blanco, como más antiguas o que están terminando de edificar, aunque la gente llega hasta el lugar.

 










De todas las callejuelas, hay una de ellas que baja por unas escaleras y donde se consigue la foto más icónica junto a dos cúpulas azules de una iglesia. Pero hay que guardar turno para hacerse la foto y tener paciencia por la cantidad de poses que quieren conseguir para subir a sus redes sociales.

 



Una vez conseguida la foto, buscamos un pequeño restaurante con terraza por supuesto, donde tomamos unas exquisiteces griegas y poco a poco vamos regresando entrando en nuevos callejones que no habíamos visto.

 



A medio retorno hay unas escaleras que entre zigzags y curvas te descienden directamente hasta el puerto. Desechamos esta opción y preferimos deshacer camino con poco desnivel hasta el autocar que nos lleva al punto de embarque de las lanchas.

 


Hacia el atardecer el barco comenzará a navegar hacia Bari, nuestro próximo destino, la distancia entre Santorini y Bari es de 581 millas náuticas, por lo que mañana tendremos otro día de navegación, con lo que volveremos a la piscina, sala de lectura y salones de cócteles con largas charlas con la gente que hemos compartido el crucero, hasta la hora del teatro y la cena. En uno de los restaurantes preparan enormes sandias que están siendo esculpidas por los artesanos cocineros. También volveremos a atrasar en nuestros relojes la hora que adelantamos al entrar en Grecia.

 

 

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