Posted by : Vaig a Peu viernes, 10 de junio de 2022

Benagil, un pequeño pueblo de pescadores en la costa sur del Algarve que se ha ganado su fama en los últimos años gracias a su increíble cueva hecha por el mar. Sin embargo, hay mucho más que simplemente una cueva para explorar en este destino algarvio tan pintoresco. En el Algarve, entre Carvoeiro y Armação de Pêra, se encuentran algunas de las formaciones rocosas y cuevas más hermosas del mundo. La más conocida es la cueva de Benagil (Gruta de Benagil), donde también se encuentra el Algar de Benagil. Esta gigantesca cueva recibe también el nombre de Catedral de Benagil debido a los arcos que forma, los cuales vistos desde el exterior de la cueva, la dan la apariencia de una catedral. El aspecto imponente de la catedral junto con sus diversos tonos de amarillo, nos recuerda el poder devastador de la naturaleza. Durante años, el viento y el agua excavaron una de las cuevas más maravillosas del planeta, que atrae a miles de turistas al barlovento del Algarve cada año. Pero la verdadera maravilla se encuentra en el interior de la cueva. Para empezar, su enorme tamaño nos hace sentir como si estuviéramos en un palacio. La segunda cosa que notamos cuando entramos en la cueva es la forma de sus paredes en espiral, que se elevan hasta el algar (el agujero en el techo). El color de las paredes oscila entre el naranja, el amarillo y el blanco, en una explosión de tonalidades tan deslumbrantes que es difícil creer que no hayan sido pintadas por manos humanas. Otro de los fenómenos que causa admiración es la playa de su interior y su agua de mar. El agua de mar adquiere un color turquesa dentro de la cueva, que nos transporta a una isla paradisíaca en el medio del Pacífico.

 


Ayer paseando por Albufeira reservamos dos plazas para un viaje en barco por la costa. Elegimos salir desde la Marina de Albufeira, muy cerquita de nosotros y también el que más largo hace el recorrido por el litoral hasta Benagil, así tendremos más oportunidad de ver mayor número de cuevas y formaciones rocosas, además del avistamiento de delfines.

 



A las diez en punto parte desde la resguardada Marina de Albufeira nuestra embarcación, es grande de dos cubiertas. N os instalamos arriba para que nos de el aire y tener mejores vistas al acantilado litoral.

 



Navegamos rumbo oeste y a poca distancia del quebrado litoral observando en su parte de arriba los grandes y exclusivos chalets que pueblan el borde del abismo costero. Algunos tienen pequeñas playas privadas de difícil acceso.

 



Vemos hermosos y coloridos frontales rocosos con pequeñas cuevas y senderos por el filo de los acantilados. En otros huecos de menor cantil a diminutas playas con fácil acceso y por supuesto con chiringuito.

 



Otras playas de mayor longitud y cortas de arena, son placenteras y muy vistosas por el colorido de las paredes, con peñascos en el mar. En un tramo sin acantilados vienen las extensas playas y pueblos marineros.

 



Pero enseguida vuelven a levantarse los altos muros del litoral y vemos un saliente al mar que separa dos bonitas playas, y arriba en el acantilados vemos una pequeña ermita. Un marinero nos da información y mañana iremos a visitarla.

 



Vamos llegando a la zona de Benagil, al principio los frontales son rectos y pétreos con alguna pequeña calita, pero enseguida el litoral comienza a agujerearse, nunca mejor dicho, y aparecen grandes cuevas por las que penetra el mar.

 



Algunas pequeñas embarcaciones tipo zodiac, y con un grupo de gente reducido pueden penetrar en su interior. Con nuestra gran embarcación no podemos hacerlo, pero si acercarnos hasta un limite de seguridad.

 



Seguimos paralelos a la costa y en otro rincón nos sorprendemos con un enorme arco de piedra que la erosión y el agua han ido moldeando y a poca distancia tenemos otro más como dando entrada a otra gran cueva.

 



Vuelven las hermosas playitas limitadas entre grandes contrafuertes rocosos que deben tener fácil acceso puesto que tienen servicio de hamacas y sombrillas. Mas frontales con cuevas y el mar comienza a llenarse de kayaks.

 



También aparecen más zodiacs en un frontal rocoso pero no muy alto y desigual de colores ocres y algunos farallones en el mar. Nuevamente vemos grandes arcadas y nos vamos acercando a las enormes cuevas.

 



La afluencia de kayaks y tablas se van concentrando en las bocas de entrada de las grandes cuevas, lo que posiblemente dificulte el poder acercarnos alguna de ellas, no es seguro cuando hay tanta aglomeración de gente.

 



Poco a poco nos vamos acercando a la gran cueva conocida por el Algar de Benagil o la Catedral. Pero en estos momento está abarrota de kayaks y tablas preparándose para entrar a su interior, y pequeñas embarcaciones zodiac que están dentro.

 



Al final logramos acercarnos lo suficiente para otear su interior desde fuera, por su tamaño nuestra embarcación no cabe. Nos perdemos la vista interior y su gran agujero a cielo abierto. Volvemos a mar abierto evitando los kayaks.



Ahora toca el avistamiento de delfines, aunque no está asegurado suele ser muy frecuente. Al igual que nosotros otras embarcaciones, también zodiacs y hasta una carabela comienzan a otear el horizonte. Primero vemos algún pez volador.

 



Todos están sin fondear esperado el aviso, y comienzan a moverse al ver la primera aleta salir del agua. Mantienen un prudencial distancia entre embarcaciones y procuran no agobiar a los defines, aunque ya estén acostumbrados y para ellos sea un juego.

 



Las manadas de delfines saltan en el agua y luego se sumergen, volviendo a salir en otra posición distinta, mientras tanto, todas la embarcaciones vuelven a estar a la espera para seguirlos. Logramos buenas fotos.

 



El mar queda en calma y emprendemos el regreso a un ritmo algo más vivo y tornan las vistas al quebrado litoral donde los kayaks que vuelven de la cueva retornan a su punto de inicio. Las calas está abarrotadas.

 



Recorremos toda la costa fijándonos en nuevos detalles hasta que llegamos a la resguardada Marina de Albufeira y desembarcamos. Tomamos unas cervezas mientras decidimos donde marchar y elegimos Faro.

 



Faro es la capital de el Algarve portugués. Planeamos pasear por sus comercios y comer allí, pero resulta que hoy es festivo en Portugal y está todo cerrado, al menos encontramos un buen restaurante con un hermoso jardín. La vuelta la realizamos por la costa.

 

 

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