Posted by : Vaig a Peu jueves, 17 de junio de 2021

El Garoé era un espécimen realmente excepcional, un til (Ocotea foetens) del que no existía ningún otro ejemplar en la isla. Lo que hacia especial a El Garoé era su capacidad de captar agua de las nieblas, lo hacia, y aún lo hace, debido a que los vientos Alisios, de componente noroeste, afectan de forma constante a las Islas Canarias, predominantemente durante el verano. Cuando el aire asciende y se encuentra con las montañas, éste se condensa dando lugar a las nubes que forman lo que se conoce como “Mar de nubes”, el cual, al entrar en contacto con las montañas y los árboles , producen ligeras lloviznas y la denominada “lluvia horizontal”. En el municipio de Valverde, emplazada en las faldas del Macizo de Ajorce, se encuentra una réplica del verdadero Gaoré o Árbol Santo (til), el cual fue derribado por un huracán en el año 1610. Ante este desastre, los habitantes de la isla enviaron una carta al rey de España con la esperanza de que les proporcionara ayuda. Desafortunadamente, como en ella hablaban de un “árbol sagrado”, nadie les tomó en serio porque se pensaban que se trataba de una superstición. Muchos herreños murieron de sed. Los vientos alisios son los que determinan el clima de las Islas Canarias. Entran por el noroeste de las islas a ras de mar cargados de humedad. Al  encontrarse con las cumbre montañosas comienzan a ascender por sus laderas provocando la formación de grandes masas de humedad que se condensan entre los 800 1.500 metros de altura. Este fenómeno es conocido como mar de nubes. Esta humedad permite el crecimiento de abundante vegetación en cuyas hojas se depositan gotas de agua que provocan el continuo goteo hasta el suelo, permitiendo incluso la filtración al acuífero del suelo insular. A este fenómeno se le denomina lluvia horizontal. La lluvia horizontal determina la existencia del bosque de laurisilva, una reliquia milenaria que pervive en algunas islas del archipiélago  de la Micronesia. En El Hierro este fenómeno natural se aprovecha también para  recoger el agua en depósitos estratégicamente situados en las simas de la isla para utilizarla en la lucha contra los incendios forestales. En otros tiempos se recogió de manera artesanal y fue utilizada para riego e incluso para el consumo humano y de los animales domésticos. En esta isla la lluvia horizontal se produce entre los 800 y 1400 metros de altitud. El ejemplo mas conocido del aprovechamiento de la lluvia horizontal se produjo aquí en el Macizo de Ajonse, lugar donde creció el mítico Árbol Snto o G. El Garoé permitió saciar la sed a los antiguos aborígenes de la isla, los bimbaches o bimbapes, hasta finales del siglo XV, y posteriormente a los conquistadores españoles y quienes ocuparon esta isla tras la incorporación a la Corona de Castilla. Un terrible temporal derribó el Gaoré en 1610, hace 400 años. El siglo pasado fue replantado un nuevo til que perpetúa su memoria. El conjunto de charcas naturales  albercas que se reparten en estas zonas de los Lomos y sus barrancos, permite aún hoy conocer el ciclo del agua que se mantiene en El Hierro desde la época de bimbaches hasta nuestros días. 


Hoy será nuestra última ruta turística por la isla, mañana partiremos al mediodía aunque nos dará tiempo para ver alguna cosa más. Terminaremos de recorrer el municipio de Valverde por San Andrés y el árbol santo Gaoré.

 












Llegamos pronto al centro de interpretación y hemos de esperar a que abran. Como era de esperar, el mar de nubes está enganchado en la zona, el ambiente es húmedo y la bruma lo cubre todo con su halo misterioso.

 



Desde este punto parten varias rutas de senderismo hacia San Andrés, El Mocanal o el Pozo de las Calcosas. Entramos los primeros al Centro de Interpretación cuya visita dejamos para luego y vamos directos a ver el Gaoré.

 



Por un sendero protegido por muretes de piedras de lava subimos levemente para luego bajar por unos escalones. Pasamos junto a un pequeño pozo o alberca donde se almacena el agua que gotea del til. El grado de humedad es alto.

 



El sendero hace un recodo para encarar y subir hacia una cavidad en la pared. Otros escalones pasando otra alberca nos elevan hasta una plataforma semicerrada donde se haya protegido el til. La humedad se incrementa.

 













El Gaoré, el árbol santo, es un ejemplar de mediano tamaño con su troco y ramas cubiertas de musgo y líquenes y sus hojas atrapan la humedad y la condensan haciendo que se deslicen las gotas de agua como en un alambique.

 



El til actual fue plantado en 1957 para sustituir al antiguo y verdadero, que fue derribado por un huracán en 1610. Al posar junto a su tronco comprobamos la fina lluvia de gotas que caen y se filtran por el suelo.

 



Regresamos al Centro de Interpretación y partimos hacia Isora, pero antes de llegar al mirador aparcamos en el pueblo para digirnos a la Fuente de Isora. La verdad es que teníamos poca información y comenzamos a seguir los carteles.

 



En la bajada dejamos el pueblo atrás y por camino rural entre parcelas de cultivo descendemos un buen desnivel, pero no sabíamos donde estaba ubicada. Al no tener referencias decidimos abortar la bajada y regresar al pueblo.

 



Llegamos al Mirador de Isora, estructurado en varias plataformas y alturas es un otero excepcional, nos ofrece una perspectiva impresionante de la depresión de Las Playas, con sus imponentes acantilados y su perfecta forma de arco. 

 



Es producto de un deslizamiento gravitacional, que seguramente ocurrió en conexión con el de El Golfo. Se ha formado una bahía interior en las laderas que finalizan en una agradable playa, frente a la cual se encuentra el Roque de la Bonanza.

 



Nos recreamos con las impactantes vistas desde el acantilado que van desde el Monumento Natural de Las Playas y el Roque de la Bonanza hasta el Parador Nacional de Turismo emplazado en lugar extraordinario de paz y remanso.

 



Existe un sendero balizado que baja desde el mismo Mirador hasta el Roque de la Bonanza. Un descenso vertiginoso a través del barranco de Abra partiendo de una altitud de 820 metros de altura, con unas panorámicas extraordinarias y constantes del Sur de El Hierro.

 



Ahora nos vamos a Las Playas y al Parador de Turismo a comer, pasamos por el Puerto de La Estaca y luego antes de llegar, para pasar por el túnel que da acceso, vemos el único semáforo que existe en la isla de El Hierro.

 



Reservamos mesa y nos paseamos por todas la estancias del Parador, que de acuerdo con las perspectivas de la isla es un remanso de paz. Aquí si que estamos apartados de todo, solos con el ruido del mar 

 



Tomamos un aperitivo en una de las terrazas pero comemos dentro, se ha movido una ligera brisa. Excelente cocina herreña, el café la disfrutamos de nuevo en la terraza viendo las caprichosas formas de las nubes.

 



De regreso, y antes de pasar por el semáforo y el túnel, contemplamos flotando en el mar, el retorcido y quebrado Roque de la Bonanza. Volvemos a nuestra finca en Frontera a terminar de cerrar las maletas, mañana partimos con nostalgia.

 

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