Posted by : Vaig a Peu martes, 1 de enero de 2019

Zagora  زاكورة‎se sitúa a los pies del  Atlas, en el valle del rio Draa, un enorme palmeral de 200 km de longitud rodeado de frutales que se pierde en las arenas del Sahara. De clima árido y seco, la región del Drâa experimenta en otoño por las fuertes tormentas,  lluvias que en pocos minutos pueden convertirse en inundaciones devastadoras y causar muchos daños materiales y humanos. Antigua fortaleza Almorávide para controlar el comercio sahariano, fue fundada en la edad media por los Saadianos como puerta para la conquista de Marruecos y el Sáhara y como punto de salida de caravanas. Es de hecho la cuna de esta dinastía. La ciudad fue fundada junto a la kasba por los franceses en el protectorado para el control de la región. Hoy es una ciudad turística, gran mercado de los miércoles y domingos, y capital administrativa provincial (nº39) dentro de la región de Draa –  Tafilalet.Dominada por el Jebel Zagora, destaca el palmeral de Amazrao, la zona más turística. Es un entorno evocador de palmerales y kasbas. En sus cercanías comienzan las primeras dunas del desierto. Es también un centro agrícola, gracias a los cultivos en las zonas de oasis, siendo características la producción de dátiles y henna, de la que es el mayor productor de Marruecos. En los últimos años destaca los cultivos de sandía temprana, que está ocasionando dificultades en el abastecimiento de agua a la población.Ciudad base para el turismo del Sahara, con todos los servicios necesarios, de ella parten las rutas hacia las dunas de Mhmid o hacia el gran sur, por las pistas que llevan a la ciudad de  Foum Zguid y a la región del Taffilat. En la ciudad contrastan los grises edificios coloniales, como la aduana, con el verdor del oasis.


Hemos pasado una buena noche en las jaimas, sin frío ni calor, el saco y las mantas han hecho su papel, las gruesas lonas de las jaimas nos aíslan de ruidos. A las siete en punto estamos caminando los más puntuales hacia las dunas.


Las luces del amanecer pintan de fuego algunas nubes sobre las dunas y sus arenas mantienen un precioso tono rojizo. Hay gente en las altas dunas de ayer pero nosotros vamos al otro lado que son montículos más suaves.


Poco a poco acuden más compañeros del grupo a ver el bonito espectáculo. Hay algunos momentos en que se acumulan más nubes en la salida del sol  taponando la luz, por lo que conseguimos contraluces extraordinarios.


Vamos haciendo las últimas fotos de regreso, cresteando de duna en duna, dándonos la vuelta para seguir contemplando la salida del sol, que está en el momento de superar la altura de las dunas con un bonito cielo amarillo.


Con el sol arriba todo se va iluminando, las sombras desaparecen pero se mantiene un ambiente frío. En el pequeño oasis de  Erg Chebbi, comenzamos a recoger nuestras pertenencias en las jaimas y cargamos las mochilas.

Mientras llegan los 4x4 a recogernos para el traslado al albergue, tomamos un gratificante té que nos hace entrar en calor. Tampoco tenemos fotos del traslado en los vehículos pero a la llegada, el paisaje del desierto ha cambiado.


Hay nubes deshilachadas y las dunas aparecen blanquecinas como deslavadas, quizás sea el efecto del reflejo de las nubes, puesto que no sopla una brizna de aire. Ya ha llegado nuestra reata de camellos pero tienen que descansar. 


Dejamos las mochilas en el autobús y pasamos al albergue, donde nos han preparado un copioso desayuno para quitarnos la resaca del tracateo de los  4x4. Esta vez hemos vuelto en la cabina, que no sé que será peor.


Llega la hora del paseo por las dunas con camello. Necesitamos tres reatas de camellos para todos. Eligen el camello por la corpulencia de cada uno. Empieza la difícil tarea de subir al camello  estando sentado y hacer que se levante.


Tenemos que sujetarnos bien puesto que son movimientos muy bruscos aunque los camelleros están muy atentos. Una vez se levantan hay que adaptarse lo mejor posible. Acomodar al grupo requiere su tiempo.


Comienza la cabalgata. Es un paso cansino y monótono con vaivenes. A los camellos no hace falta guiarlos, ellos conocen perfectamente el recorrido y no se salen de su sendero. Sus huellas han marcado una vereda de arena en las dunas.


A la ida el sol nos da de cara y es complicado evitar los reflejos en las fotos. El día va mejorando y los tonos blanquecinos se van diluyendo, pese a todo tenemos que ir bien abrigados. Dejamos atrás el oasis y sus construcciones.


Solo en algunos rellanos entre dunas rompemos la hilera de reatas. Luego nos recomponemos para una fuerte subida con curva a una duna más elevada donde tenemos extensas panorámicas a las dunas del desierto. 


En otra explanada hacemos una parada para que descansen los camellos y podamos pasear por la arena. En la loma de una duna nos hacemos fotos con los camelleros con las palmas de las manos hacia arriba, dando gracias a Dios.


Volvemos a la ardua tarea de montar sobre los camellos, ahora con un poco más de experiencia, uno a uno conseguimos encaramarnos sobre las jorobas y las tres reatas emprenden el regreso acortando camino entre las dunas.


Con paso más suave y dominando nuestras monturas vamos llegando a las inmediaciones del albergue. Hacia atrás las dunas vuelven a tener un color blanquecino. Maniobra de aparcamiento, últimas fotos y al autobús.


Nos alejamos del desierto. En N’kob hacemos una parada para comer y por la tarde continuamos el viaje hacia Tansikhtt, atravesando el sublime Valle del Draa y su desfile de palmeras hasta llegar a Zagora. Cena y alojamiento en hotel.


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