Posted by : Vaig a Peu lunes, 31 de diciembre de 2018

Las dunas de Merzouga. A 35 Km. de Rissani, 50Km. de Erfoud y a 130 de Errachidia, por la carretera N-13, se encuentra este impresionante conjunto de dunas, llamado Erg Chebbi.Se trata de una región con clima, y paisaje desértico con desiertos de arena “erg”  y de piedra “hamada”. Existiendo cauces de ríos secos sobre los que se suceden los oasis en los que están asentados los núcleos de población. Esta población era originariamente nómada, hoy en gran parte asentada en las pequeñas poblaciones. El Erg Chebbi es el más accesible y por tanto el más conocido de los pequeños ergs. Ocupa una parte de la cubeta topográfica situada entre el macizo de Taouz y la hamada (desierto rocoso). Tiene unos 20 Km de largo y  4-5 Km de ancho, y algunas de sus dunas piramidales sobrepasan el centenar de metros de altura. La arena de sus dunas posee la típica coloración anaranjada de las arenas saharianas y está compuesta casi exclusivamente por granos de cuarzo de tamaño muy similar. Está situado al oeste junto al Valle bajo del Ziz, donde el río proveniente de la cordillera del Atlas es tragado por las arenas del desierto, ocasionalmente se producen inundaciones y lagunas. Destacando en la época de lluvia  (entre febrero y marzo), la laguna-presa  Daya Tamda ( 31°5’23″N   4°3’6″W) a  3 km, al oeste donde abundan las aves, como el flamenco rosa.Al norte de las dunas del Erg Chebbi está el pequeño lago Yasmina, un regalo de agua y vida a los pies de las dunas, muy solicitado por el turista, tiene una buena oferta de hoteles Vivac. En esta zona encontramos cultivos de fruta temprana con destino al mercado local y exportación. Al este se continua con la hamada pedregosa, que se extiende hacia Argelia. Junto a las dunas, rodeados de palmeras, hay tres poblaciones turísticas. Hassi Labied, al este, que destaca por su palmeral,  a 5 km. A sur se encuentra Merzouga,  que han crecido en los últimos años gracias al desarrollo de este tipo de turismo y a la agricultura. Khemliya, a 6 km, al sur de la anterior, que se caracteriza por su antigua población del África negra.


Hoy es el gran día. Nos levantamos temprano y antes del desayuno recorro los alrededores del pequeño riad y sus huertas para consumo particular. El dueño está trajinando en la caldera para que no falte agua caliente.


Luego nos quiere enseñar un diminuto establo con un burro, un buey, una vaca y un becerro. Le comento que he visto que tiene plantas aromáticas, y nos cosecha una bolsa. Pasamos por la cocina donde están haciendo las tortas y el pan.

Tras un buen desayuno con mermeladas y pan recién hecho cargamos el autobús y partimos hacia el desierto. Tenemos por delante bastantes kilómetros y lo mejor de Marruecos no son las buenas carreteras.


La primera parada es en un restaurante cerca de Rissani. Tiene un bonito jardín preparado para comidas, con varios toldos y techados con tapices, mesitas bajas y cojines para tumbarse a tomar el té con hierbabuena.


También tiene una buena exposición de chilabas y gandoras marroquíes. Todo el mundo quiere comprarse el traje para la fiesta de esta noche, por supuesto todos diferentes. Las chicas ya se lo dejan puesto.

Seguimos camino y el paisaje va cambiando a grandes planicies áridas y desoladas rodeadas de montañas. Paramos junto a un pozo donde un matrimonio berebere venden algunas baratijas y tienen una cría de asno.

Monerris nos propone hacer un Mannequin Challenge, para lo cual, nos distribuimos en la explanada en la posición que queramos pero sin movernos y él va haciendo fotografías para luego componer un video.  











Las mujeres intentan regatear al comprar algunas pulseras de latón y después montan un desfile de modelos ataviadas con sus chilabas, gandoras y turbantes. Proseguimos por la carretera hasta que se va dibujando alguna construcción.


Arribamos a una especie de albergue-cafetería que es la puerta de entrada al desierto. A partir de aquí ya no pueden pasar los vehículos particulares. Para llegar a las dunas de Erg Chebbi hay que ir en camellos o vehículos 4x4.


Los camellos no se pueden reservar por teléfono, hay que contratarlos a la llegada y ya no quedan libres hasta mañana, por lo que iremos al pequeño oasis donde están las jaimas en vehículos 4x4 que también tenemos que contratar.


Las vistas al desierto son impresionantes y más con una reata de camellos tumbados esperando para salir. Tomamos más té mientras nos organizamos, debemos de llevar el saco y lo imprescindible en la mochila, el resto se queda en el bús.


También dejamos pagada y contratada una caminata con camellos para mañana al regreso de Erg Chebbi, ya que si vamos en 4x4 tenemos que regresar del mismo modo. Seguimos haciéndonos fotos con los camellos.











Mientras esperamos nuestro turno para el viaje en 4x4 hacemos tiempo tomando té en el albergue, con maravillosas perspectivas desde su interior, por sus rejadas ventadas y hermosas puertas ojivales, o viendo como parten los camellos.

Llega nuestro turno en el 4x4, que son tipo pick ap, dos personas con el conductor y seis en la carrocería descubierta. Nos toca el primer turno, Susi en la cabina y yo detrás. No logramos hacer ni una sola foto.

El trayecto es acojonante, hay que vivirlo. Los conductores hacen el recorrido varias veces al día y están acostumbrados a bajar y subir las dunas, pero nosotros tenemos que sujetarnos donde podamos, e ir gritando para soltar la adrenalina.


Entre risas recuperamos el sosiego en Erg Chebbi. Mini oasis con arboleda donde están instaladas la jaimas formando un callejón y un cuadro. Nos asignan una para seis personas, el resto estará en otra algo más alejada.


Extendemos los sacos de dormir sobre los colchones en el suelo y preparamos varias mantas sobre ellos, dejando espacio para las mochilas. En espera del resto del grupo decidimos subirnos a una de las dunas para ver atardecer.


Es bastante fatigoso subir por las dunas, hay que tener mucha paciencia para no retroceder, e ir paso a paso, la arena siempre está en movimiento. Alcanzamos una altura media y la recompensa de las vistas es maravillosa.


Preciosos paisajes de arenas doradas. Por los laterales vemos gente subir por una inclinada arista de arena. Llega el resto del grupo, y Susi nos alcanza. El color dorado de las dunas se va apagando tornándose más rojizo.


Al bajar nuestras mesas están preparadas junto a la hoguera. La noche va cayendo y sacamos nuestra viandas de la mochila, jamón, lomo, chorizo y queso, todo envasado. También cervezas y alcohol que conseguimos ayer en un tugurio.











Con la noche cae la temperatura, y los cocineros que se han afanado en su jaima, van depositando sus platos en una larga mesa para que a modo de self service, cada uno se ponga lo que le apetezca, tajin, ensaladas, verduras, cuscús…












Antes de que decaiga la fiesta, los cocineros bereberes avivan la hoguera y sacan sus timbales y panderos formando un circulo a su alrededor. Calientan la piel de los timbales y comienzan a tocar con un ritmo frenético.


Todo el mundo se acerca a la hoguera, lo que no contaban es que en nuestro grupo, Joan, Joanet y Monerris, son especialistas en percusión y se entabla una pequeña competencia que hace la delicia del resto de viajeros.






Cerca de las doce, viene otro grupo de músicos bereberes con turbantes y chilabas blancas que con crótalos dobles de metal y panderos recitan mantras. En la mesa con velas encendidas forman 2019 y nosotros a falta de uvas utilizamos gajos de mandarina y con un pandero repicamos una a una las horas. Feliz año 2019. Nos vamos a las jaimas y a nuestros sacos. Mañana queremos madrugar para ver amanecer.

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