Posted by : Vaig a Peu martes, 22 de mayo de 2018

El espectacular paisaje de Anaga es el resultado de la acción de las fuerzas erosivas sobre un territorio volcánico, originado en un periodo de intensa actividad eruptiva que comenzó hace unos 6,5 millones de años. Su desmantelamiento erosivo, ha excavada una densa red de barrancos y dejado al descubierto numerosos diques y pitones, testigos de antiguas emisiones volcánicas. Por su altitud y orientación, Anaga se beneficia de los vientos húmedos del NE (vientos alisios), que condicionan la existencia de un ambiente húmedo y lluvioso en las partes altas, en claro contraste con las zonas áridas, de elevada insolación y escasa pluviometría, de las costas. Esta diversidad de ambientes favorece el asentamiento de la vegetación en pisos, con comunidades vegetales muy diferenciadas. Entre los hábitats naturales de Anaga se encuentran algunas de las mejores manifestaciones de los ecosistemas de Canarias. Destacan por su buen estado de conservación, los bosques de laurisilva de sus cumbres, los sabinares como los de Afur, los cardonales tabaibales del extremo oriental del macizo, y pequeños enclaves de pinar y comunidades de agua dulce como las del Barranco de Tamadiste. Este abanico de comunidades alberga numerosas especies animales y vegetales con más de 120 endemismos locales (exclusivos de Anaga), algunos de ellos muy escasos y amenazados. Desde la instalación de los primeros colonos en el siglo XVI, comenzó el abancalamiento de las laderas de los barrancos con el fin de ampliar la superficie de cultivo y evitar la erosión de las tierras más fértiles. El esfuerzo invertido por aquellos campesinos ha llegado a nuestros días como un importante patrimonio paisajístico y cultural. Al margen de la actividad agrícola y ganadera propia de una economía de autoabastecimiento, se inicia entonces una importante actividad económica basada en el comercio del azúcar, la madera y, posteriormente, el vino. . estos productos se destinaban al comercio europeo a través de algunos embarcaderos situados en las costas de Anaga, como es el caso del Roque de las Bodegas, en Taganana. Durante las últimas décadas, la región ha sufrido un importante éxodo poblacional hacia zonas urbanas próximas, como consecuencia del auge del sector servicios. Esto ha supuesto en envejecimiento de la población y el progresivo retroceso de las actividades tradicionales.
CÓMO LLEGAR:Por la TF-312 hasta conectar con la TF-5. Tomar la salida 8B por la TF-13 en dirección Guajara/Tegueste hasta pasar La Laguna. En la rotonda tomar la TF-113 Camino de las Mercedes y más tarde por la derecha tomar la TF-12 que pasando por el Mirador de Jardina nos llevará hasta la ermita de la Cruz del Carmen.
COMPONENTES:VICENTE Y SUSI.
ITINERARIO:PARKING /  DESVÍO A LAS CARBONERAS / SALIDA DEL BOSQUE / ARCÉN CARRETERA / CASAS / DEPÓSITO DE AGUA / FUENTE Y CRUCE / CRUZ / CHINAMADA / MIRADOR DE AGUAIDE / CHINAMADA / POR CARRETERA / DCHA. A LAS CARBONERAS / LAS CARBONERAS / CRUZ DE LAS CARBONERAS / A CRUZ DEL CARMEN / FUENTE Y CRUCE / MISMO CAMINO HASTA EL PARKING.


LA RUTA:Ya estuvimos el otro día en el Centro de Visitantes del Parque Rural de Anaga, pero había niebla y llovía de vez en cuando, nos dijeron que hoy mejoraría, y así parece. Hemos escogido una pequeña ruta con variantes del PR-TF 10.


Iniciamos desde el parking cruzando la carretera y por la derecha del restaurante Cruz del Carmen comienza la ruta. Está balizada con postes con paletas informativas y paneles. En unos metros de sendero todo cambia por completo.


El grado de humedad es muy alto y las tonalidades de verde infinitas. El camino esta mojado pero no resbaladizo, y su constante desnivel de bajada es moderado y cómodo. En la primera curva tenemos un grupo de escolares atentos a su profesora.


Se abren para dejarnos paso. El sendero hace unas curvas con rampas de bajada, a veces reforzadas con troncos hundidos en la tierra para evitar el desmoronamiento en las lluvias. Entramos de lleno en el bosque de laurisilva.


Los musgos y líquenes impregnan de verde los troncos retorcidos de los árboles y las ramas caídas, aquí la poda es natural y nada se toca de donde ha caído. Helechos de menor tamaño acompañan los bordes del camino.


Es un paisaje encantador como de cuento de hadas, muy similar al que pateamos hace poco por la isla de Madeira. Viene otro recodo en acusada pendiente también reforzado con troncos apuntalados por piquetas.


Llegamos a una bifurcación señalizada con paletas, a Las Carboneras, Chinamada y Taborno, de la que no hacemos caso, siguiendo por nuestro itinerario, que ahora hace una inclinada bajada algo escabrosa.












Entramos en una zona más abrupta y cerrada, en un entorno más salvaje bajando casi al lecho del barranco, con apretadas laderas de vegetación arbórea hasta llegar a un terreno más llano donde el desnivel se frena.


Pronto comenzamos a subir moderadamente remontando la otra ladera, también con abundante vegetación, en un sendero donde afloran las raíces de los árboles, un estrecho pasillo que termina bruscamente al salir del bosque.


La visión de unas grandes casas habitadas nos descoloca, la laurisilva ha desaparecido como por arte de magia y entramos en campos de cultivo rodeados de grandes montañas  atestadas de arboleda hasta sus cimas.


Esta área describe a la perfección como se vive en los núcleos rurales incluidos dentro del Parque Rural de Anaga. Cuidados bancales de papas de distintas especies, donde se aprovecha hasta el último palmo de esta fértil tierra.


Salimos a la carretera donde caminamos unas decenas de metros por el arcén para llegar a otro núcleo de casas de campo con bancales más extensos. Luego, seguimos descendiendo cerca de un depósito de agua junto a una arboleda.

Seguimos bajando del promontorio y el paisaje vuelve a permutar. Aunque el cielo está encapotado, tenemos miradas al mar y a la peculiar silueta del Roque El Fraile (714 m.) que nos acompañará en gran parte del recorrido.













Un poste de madera con paletas nos indica de donde venimos, a donde vamos,º y será el cruce de regreso a la vuelta de Las Carboneras. A partir de ahora la ruta es circular, y el tramo recorrido lo repetiremos al regreso.


Pese a la bruma que nos invade humedeciendo el ambiente, tenemos largas vistas al macizo de Anaga con sus afiladas crestas que se elevan entre los profundos surcos de los barrancos, salpicadas de casas de campo en el verde paisaje.


Bajamos suavemente para enlazar con la otra ladera que atravesamos a media altura junto a casas de campo ganaderas y con campos de cultivo. Nos llama la atención los muros de las terrazas cubiertos de helechos de un verde intenso.


Mientras rodeamos los contornos de la ladera, vemos como la masa nubosa se acumula y queda enganchada en las crestas de Anaga, soltando agua y humedad que mantiene vivo el ecosistema del bosque de laurisilva. 


En el otro lado las miradas se dirigen hacia el mar, a tres bonitas lomas redondeadas, que unidas por sus laderas forman un diminuto conjunto montañoso con varias casas diseminadas  a diversas alturas. Es Chinamada.


Merece la pena detenerse a contemplar el bucólico paisaje, por la izquierda la agresividad del desgajado macizo de Anaga, por delante la suavidad de las lomas que cobijan Chinamada, y por detrás el suave azul del mar en un día nublado.


El fuerte desnivel de bajada se hace más llevadero por los peldaños excavados en la colada de lava. Un rayo de sol ilumina las aristas montañosas mientras pasamos por la valla de un chalet que tiene dos bonitos dragos.


Arribamos a la carretera. Dudamos en rodear el montículo para ver el mar, pero decidimos ir al mirador de Aguaide siguiendo el sendero PR que va a Punta del Hidalgo. Todo está cerrado y muy tranquilo. 


No hay nadie en las casas cueva, el restaurante no está abierto, estamos en temporada baja y el resto de instalaciones son comunitarias, la ermita, el local de la Asociación de vecinos, ya que las casas del pueblo están repartidas por la montaña.


Nos elevamos por la loma más prominente y enseguida tenemos vistas al último tramo que hemos recorrido. Dejamos el sendero principal que baja por la izquierda, y por la derecha pasamos cerca de una casa de campo.


Al tomar altitud tenemos buenas vistas al mar y a los riscos cercanos. Llegamos al mirador de Aguaide, en forma de media luna con barandas de madera, de amplias vistas al acantilado y al faro de Punta del Frontón.











De regreso nos fijamos en algunos preciosos ejemplares de tajinaste escondidos en las laderas y disfrutamos de generosas panorámicas de este bonito rincón. Llegados de nuevo al primer caserío, seguimos de frente por la carretera.


Para hacer la ruta circular tenemos que patear algo de carretera, éste es el trozo más largo con 1,25 km. Al principio no tenemos vistas pero enseguida aparecen los riscos y el mar con la figura del Roque El Fraile.


Veremos a la derecha un muro de piedra y unos escalones que nos elevan hasta media altura por la ladera del Tenejías (814 m.) donde un agradable sendero se abre paso entre helechos y matorral bajo en plena floración.













La nubosidad en el mar ha mejorado y a esta altura las miradas son abrumadoras. En primer plano el Roque El Fraile en el que se distinguen todas sus estrías y, por detrás, uno de los Roques de Anaga flotando en el mar.


Aunque el paisaje es el mismo, al ir rodeando la montaña las perspectivas van cambiando ofreciéndonos miradas distintas. No tardamos en tener a la vista sobre un pequeño rellano el pueblo de Las Carboneras con sus coloridas casas.


Otros escalones labrados en la piedra y protegidos por barandas de madera nos descienden lateralmente a la carretera y las primeras casas del pueblo que dormita plácidamente. Seguimos por la carretera la dirección de las balizas.


A continuación, vemos bajo la protección de un tejadillo, la Cruz de Las Carboneras con maceteros repletos de flores dada la reciente celebración. Poco más adelante por la derecha, dejamos la carretera subiendo por unos escalones.

El nuevo sendero nos mete otra vez en la vegetación comenzando una lenta subida, todo cuanto hemos bajado en la ida tenemos que remontarlo, aunque de una forma más dócil. Damos la última mirada a Las Carboneras y al Roque El Fraile.


Insistimos en la subida hasta alcanzar la fuente, a la que han cambiado el caño por un grifo de cierre automático, a unos metros tenemos el cruce de senderos balizado donde se cierra el círculo de la ruta, ahora repetiremos camino.
Las nubes enganchadas en las alturas se van cerrando y comienza a llover moderadamente, pero su persistencia nos hace enfundarnos los chubasqueros y guardar la cámara para protegerla. Seguimos deshaciendo camino.
Al entrar en el bosque de laursilva  la humedad es más acusada y la lluvia se cuela entre las hojas pero sin llegar a encharcar el sendero, lo que nos permite mantener un buen ritmo y cerrar la ruta en el Restaurante Cruz del Carmen.
RECORRIDO:CIRCULAR.
AGUA POTABLE EN RUTA:SI. (En las Carboneras)
DISTANCIA:13,5 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO:05:00 HORAS.
ALTURA MÁXIMA:957 M. (En la Cruz del Carmen)
ALTURA MÍNIMA:594 M. (En Chinamada)
DESNIVEL POSITIVO:630 M.
DESNIVEL NEGATIVO:683 M.
DIFICULTAD:MODERADA.


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