Posted by : Vaig a Peu lunes, 4 de septiembre de 2017

Al norte de Reikiavik, en la península de Snæfellsnes, se encuentra una pequeña localidad de apenas 1.100 habitantes que ha sabido reconvertir su industria pesquera para volverse todo un reclamo turístico. Construida alrededor de un puerto natural unido a un islote de basalto llamado Súgandisey y que tiene un singular faro pintado de rojo. Es un lugar pintoresco con una actitud relajada y una dispersión de edificios de colores brillantes de finales del siglo XIX. Y es que Stykkislólmur es el mejor lugar desde el que recorrer el noroeste de Islandia, una de las zonas en la que más se suelen perder los que acuden por primera vez a este rincón del ártico europeo. Un ferry llamado Baldur es el que se encarga de que los intrépidos turistas conozcan de primera mano el fiordo de Breiðafjörður, uno de los más anchos del país y que bien podría considerarse una gran bahía; pero también otros rincones como el fiordo Occidental. Aquí la vida es tranquila, no hay nada prácticamente que perturbe la paz, quizás por ello fue la ciudad a la que pretendía escapar y mudarse el campeón de ajedrez Bobby Fischer antes de su desgraciada muerte en 2008. La presencia de Stykkishólmur en la película 'La vida secreta de Walter Mitty' fue todo un espaldarazo para su turismo. Pero, además, hay que añadir muchas casas de huéspedes. La mayoría son antiguas casas de pescadores, abandonadas primero y restauradas después, muchas de ellas en los años 80. A un paso de ellas, la Casa de Noruega, un museo pequeño que narra la vida de la comunidad y en el que se puede comprobar cómo era el día a día en el siglo XIX gracias a una reconstrucción de una casa típica. Su iglesia es muy interesante arquitectónicamente, y es un hermoso hito visible desde la tierra y el mar, las vistas desde su emplazamiento sobre  Breidarfjordur son espectaculares. También queda cerca el museo Volcano, que reúne las piezas estudiadas por el vulcanólogo Haraldur Sigurdsson durante más de cuatro décadas. Excursiones al glaciar de Snæfellsjökull, donde Julio Verne colocó la entrada al centro de la Tierra. Stykkisholmur se jacta de que sus habitantes son excepcionalmente conscientes con el medio ambiente y junto con otros cuatro municipios en la península de Snaefellsnes, es la primera comunidad en Europa para conseguir la certificación ambiental de EarthCheck. La ciudad interviene de la forma más amigable posible con el control del medio ambiente,  midiendo continuamente diversos indicadores ambientales. La ciudad fue también el primer municipio de Islandia en comenzar la clasificación completa de sus residuos, así como la primera ciudad en Islandia para recibir la prestigiosa etiqueta ecológica de la bandera azul para su puerto, y ha sido un destino europeo de excelencia (EDEN), desde 2011 .

La de ayer fue una jornada plena, entrando de lleno en la historia y el tremendo paisaje islandés. Hoy nos dirigiremos hacia la península de Snæfellsnes para dormir en Stykkishólmur, será el único emplazamiento en que pernotáremos dos noches. De camino haremos algunas actividades.

Con un buen desayuno tras mis matutinas indagaciones por los alrededores, cargamos la furgo y nos echamos a la carretera, con un paisaje llano de herbosas coladas de lava entre altas montañas. Nuestro primer destino es Barnafoss, la Cascada de los Niños.


Un camino nos conduce hacia los miradores de la cascada, situados sobre los riscos de un estrecho cauce socavado por el curso del río Hvíta. La cascada está constituida por una serie de rápidos y turbulencias que forma el río a su paso por una angosta caída.










Barnafoss recibe el nombre de “cascada de los niños” debido a una saga de la mitología popular islandesa protagonizada por dos niños de una granja cercana. Según la leyenda, un día sus padres fueron a la iglesia dejando a los niños en casa, pero más tarde salieron a buscar a sus padres.


Tomaron un atajo e intentaron cruzar por un arco de piedra natural que estaba sobre la cascada pero cayeron al agua y se ahogaron. Cuenta la saga que la madre de los pequeños lanzó un hechizo en el puente para que todo aquel que lo pisase se ahogase. El puente fue demolido en un terremoto.


Por un puente construido, tenemos buenas vistas frontales al río y cruzamos a la otra ladera. La fuerza del agua ha forjado pequeños puentes y arcos a su paso. Continuamos por camino río abajo hasta otro mirador para ver Hraunfossar.


Más que una cascada, Hraunfossar es un conjunto de innumerables surgencias de agua que emergen a través del campo lava del Hallmundarhaun y fluyen hacia el río Hvitá mediante varios saltos y caídas a lo largo de casi un kilómetro.


No tiene altura y no nace del caudal del río, sino del agua acumulada en el campo de lava que resbala sobre las rocas formando un bello espectáculo. Su nombre traducido al castellano sería “cascada de lava”.


Proseguimos para hacer una parada en Deildartunguhver, que es el manantial termal más caudaloso de Europa con 180 litros por segundo de agua caliente a 100º. La hacen circular por una red de tuberías por el sur de Islandia, donde es usada como calefacción central.


Debido a unas obras que están realizando apenas pudimos ver el manantial. Cerca había un curioso puesto de venta de tomates por autoservicio, coger las bolsas de tomate y depositar en un buzón las 300 Kr. Como todo, carísimo. Al cambio unos 7€ el kg.


Hoy es un día de furgo, pero vamos haciendo paradas. Una de ellas junto a un cercado prado con una manada de caballos que se acercan al vernos. Hay una excursión optativa a caballo que al final no se realizó por falta de cuórum, solamente éramos nosotros dos.


El caballo Islandés es la única raza de caballos en Islandia, donde están haciendo todo lo posible para protegerlos. Todas las importaciones de caballos a Islandia están prohibidas, sin excepción alguna. Una vez que el caballo sale de Islandia, nunca va a poder regresar. De esta manera los islandeses se aseguran la pureza de la raza y la protección frente a enfermedades foráneas.


El caballo Islandés mide unos 135 centímetros de promedio y vino a Islandia cuando los primeros colonos vikingos llegaron en torno al año 800, aunque recientes estudios sitúan su origen en la Inglaterra de la Edad Media y no en Escandinavia.

A pesar de no ser un caballo grande, es muy fuerte, puede llevar a un hombre y se ha adaptado muy bien a las condiciones meteorológicas de Islandia. La mayoría de los caballos pasan mucho tiempo  libres en el fiordo.









Durante el frío Invierno sobreviven gracias a la gruesa capa de grasa que los protege de los vientos fríos y fuertes. Islandia es uno de los únicos países del mundo en donde se come carne de caballo (también hoy en día). Nosotros recomendamos que lo probéis.


Llegamos a nuestro destino de hoy, Stykkishólmur. No ha sido un día desapacible pero no ha dejado de llover. Primer problema con los albergues. La situación es magnifica junto al puerto, es una casa antigua de tres plantas y nos han dispersado.

Hemos tenido que guerrear para conseguir un hueco en los frigoríficos para nuestra comida, los vikingos son impasibles, exageran sus servicios y luego vienen las disputas, no te puedes achantar. Una vez conseguido salimos a pasear.


Las mujeres se han quedado porque sigue chispeando y luego les toca preparar la cena. Pese a lo tapado del día la visión del puerto es bucólica y tremendamente relajada, todo está en calma, me recuerda a algunas fotos de las costas irlandesas.

Lo que más llama la atención es la redondeada roca basáltica del islote Súgandisey alfombrado como una pradera. Rodeamos el puerto por la derecha para llegar a su base y su frontal donde podemos admirar las verticales e impresionantes lajas que lo componen.


Al islote se accede por una escalera con baranda metálica y escalones de tablón de madera, luego un serpenteante sendero te eleva hasta la parte más alta la loma donde está ubicado el curioso faro de reducido tamaño.










Es metálico y circular con un capuchón arriba, apenas mide tres metros de altura y está pintado de rojo. La poca alzada del islote no impide tener unas espléndidas vistas a Stykkishólmur y su puerto, donde destaca el singular edificio de su iglesia.


Hay otros cortos senderos que nos llevan a recorrer el pequeño islote, ofreciéndonos miradas a un  mar salpicado de ínfimas islas llanas que componen un micro archipiélago en los alrededores de la península de Snæfellsnes.




Descendemos y nos dirigimos hacia la iglesia, situada en la parte alta del pueblo y cerca del mar. Su diseño vanguardista destaca desde todos los puntos. A estas horas está cerrada y no podemos acceder, pero tenemos largas vistas al otro lado de la península.


Tomamos otras calles y vamos regresando al albergue para colaborar en la preparación de la cena. En el grupo somos varios “cocinillas” y el nivel de los platos es diverso y esmerado, con alguna rivalidad de la que se aprovecha la guía.





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