Posted by : Vaig a Peu sábado, 12 de diciembre de 2015

Los orígenes de Polop se remontan a la cultura íbera, como atestiguan los restos hallados en su territorio. A lo largo de su historia, Polop ha destacado por la posición estratégica como enclave militar gracias al castillo que coronaba el cerro. Conquistados los territorios del Reino de Valencia, y establecidas los límites en el tratado de Almizra, Polop quedó entre las posesiones del rey Conquistador quien, en 1268, lo cedió a doña Berenguela Alfonso, señora que, al morir sin descendencia, dejó sus tierras en posesión de la Corona nuevamente. Tras la rebelión de Al-Azraq, en 1271, Jaime I de Aragón cedía el castillo y villa de Polop a Beltrán de Belpuig. El 8 de abril de 1276, el mismo rey perdonaba a los musulmanes de Orcheta y Polop tras su rebelión, y por medio de sus señores les otorgaba las condiciones para su mantenimiento en las citadas alquerías. En 1290, Alfonso cedió al caballero Bernardo de Sarriá los castillos de "las montañas", entre los que se encontraba el de Polop. Este caballero, que tampoco tuvo descendencia legítima, legó sus posesiones al infante don Pedro de quien, por herencia, pasarían en 1355 a su hijo el infante don Alfonso de Aragón y Foix, primer conde de Denia. Juan de Aragón, conde de Denia y Duque de Gandía, hereda las posesiones y cede el castillo de Polop a Ruy Díaz de Mendoza en agradecimiento por los servicios prestados. Según algunos autores, la baronía de Polop pasaría a la familia Fajardo al casar Diego Fajardo con la hija de Ruy Díaz; otros, por el contrario, afirman que éste, en 1457, cedió el señorío de Polop que formaba baronía con los lugares de Benidorm, La Nucía, Alfaz del Pi y Chirles, a su sobrino Diego Fajardo. Por una u otra vía, lo cierto es que la familia Fajardo ostentó el señorío hasta mediados del siglo XIX, al morir la última baronesa de Polop. En 1520, los moriscos que habitaban la villa, ante el asedio de los agermanados, se refugiaron en el castillo, muriendo muchos de ellos en manos de los insurrectos al finalizar la revuelta. El decreto de expulsión de 1609 provocó un notable vacío demográfico al perder más de dos tercios de su población. En el siglo XVII se contabilizaron 91 casas (contando las de las alquerías de La Nucía y Chirles) que en 1713 ascendían a 154. El censo de Floridablanca asigna a la población 1.851 habitantes que un siglo más tarde habían quedado reducidos a 1.793. La pérdida de población continúa hasta el año 60 de nuestro siglo en que se censaron 1.286 habitantes. A partir de esa fecha se inicia una paulatina recuperación que ha llevado a los 3.636 habitantes del censo de 2006.
CÓMO LLEGAR: Por la Autopista AP-7 hasta Benidorm, salida nº 65 BENIDORM (LEVANTE) / CALLOSA D’EN SARRIÁ en la rotonda nº 1 de La Nucía tomar la salida hacia Guadalest por la CV-70. En la tercera rotonda tomar la salida hacia la Avda. del Balcó del Ponoig hasta llegar al aparcamiento del Helipuerto de Polop y zona de escalada.
COMPONENTES: VICENTE, PATRO Y SANTI.
ITINERARIO: HELIPUERTO / BARRANC DE LA CANAL / COLLADO DEL CIGARRÍ / COLLADO / PASSET-1 / PASSET-2 / PONOIG / COLLADO DEL LLAMP / COVETA DE LA MOSCARDA / CASA DE DIOS /MAS Y FONT DEL PÍ / MIRADOR / SENDA BARRANCO / HELIPUERTO.

LA RUTA: El Ponoig es un clásico entre los clásicos, pese a estar lindando con el mágico Puig Campana y medir 225 m menos, tiene un gran tirón entre los senderistas por sus paisajes y rutas de acercamiento, además de ser un paraíso para escaladores con importantes vías abiertas y una conocida ferrata.

La variante de hoy consiste en llegar a la cima por el “Passet”, una opción poco conocida y que nos llevará directamente, tras salvar pasos algo aéreos en los que hay que prestar mucha atención. La mañana está fresquita y una espesa nube encapota las montañas con un alto grado de humedad.

Iniciamos desde el helipuerto, donde unos escaladores están preparando su material y mirando al cielo por si llueve. Tomamos el sendero del Barranc de la Canal, preciosa senda entre el bosque de pinos que comienza a elevarnos con fuerza, el ambiente es fresco y con mucha humedad.

El lecho del estrecho barranco discurre entre la ladera izquierda por la que estamos subiendo, y las verticales paredes de la montaña, tan pétreas y lisas que parecen talladas a plomada. Sólo en el perfil lateral vemos como adosada una roca que asemeja la figura de un fraile.


Vamos tomando altitud con rapidez y el esfuerzo hace que nos tengamos que aligerar de alguna prenda. Hacia arriba la meta son dos grandes espolones rocosos que vemos entre los pinos, y por abajo la visión se amplía a Polop, Callosa y el Bérnia, pese a la nubosidad.

A la altura de los grandes espolones el barranco se estrecha y la distancia entre las paredes se reduce,  entre las oquedades observamos varios abrigos hechos con piedra seca por los pastores y también por los escaladores que más de una vez habrán tenido que protegerse de las inclemencias del tiempo. 

Con el desnivel superado, el barranco forma un estrecho pasillo hacia el mar, donde las vistas se extienden a las poblaciones y a la costa. Entre oscuras nubes vemos el final de la sierra de Bérnia, el Morro de Toix y el pequeño istmo del Penyal de Ifach adentrándose en el mar.


Poco a poco vamos culminando y alcanzamos el Coll del Cigarrí (930 m.) Este es un precioso otero, pero las borrascosas nubes nos impiden las panorámicas, hoy es lo que tenemos, su belleza es distinta, algo tenebrosa; el Puig Campana (1.408 m.) no se ve, ha desaparecido tapado por una densa nube.

Desde esta posición giramos hacia la derecha, dejando la senda oficial que prosigue para el Collado del Llamp. Hay otro pequeño rellano y los rastros de senda desaparecen en dirección a las paredes de la sierra. La bruma persiste y solo en el mar se atisba alguna claridad.

Atravesamos una pequeña pedrera virando un poco a la derecha, apartándonos de un grupo de carrascas, no hay que seguir de frente aunque parezca lógico, ir ladeándonos a la derecha hasta encontrar el primer hito de piedras. La nube ha mojado las rocas, guardamos los bastones para tener las manos libres.

Es un ascenso oblicuo, escalonado y pegado a las rocas, que al estar húmedas nos hace extremar la precaución asegurando cada paso. Los mojones de piedras colocados estratégicamente hacen fácil la orientación. En el primer paso volteamos una arista un poco aérea en la que utilizamos las manos.


Entre rastros de sendas vamos persiguiendo mojones, sin dejar de ascender lateralmente ceñidos a las rocas y rodeando la gran mole. Las vistas siguen siendo cortas por la niebla, pero impresionantes. Nos vamos acercando al segundo paso, algo más aéreo y expuesto que el anterior.


Lo abordamos con calma, buscando y encontrando buenos apoyos y agarres; en la parte alta se estrecha un poco pero se culmina sin dificultad. La niebla termina por invadirlo todo, y me hace pensar qué, si hemos pasado fácil, ha sido porque no veíamos dónde estábamos colgados.

Bromas aparte. Para gente sin vértigo y que no le importe apoyar las manos, es factible. Los mojones de piedras nos siguen guiando en la espesa niebla, el desnivel se atempera y el entorno es mucho más abierto. A estas alturas tendríamos que estar divisando el montículo de la cima, pero apenas vemos nada.

Cesan los mojones en este tramo, así que, GPS en mano intentamos seguir paso a paso el Track. Alcanzamos la explanada y diversos rastros de sendas nos conducen hacia farallones rocosos, a los que procuramos no acercarnos demasiado sabiendo que lindan con los precipicios.

Cima del Ponoig (1.181 m.) Es una de las cumbres más singulares de la provincia, formada por un montón de rocas con una caja metálica para notas escritas y al filo de un gran cortado abismal. Años atrás había una pequeña cruz de madera que desapareció. No tenemos buenas vistas.

Para nuestro merecido almuerzo, la fresca brisa y el ambiente húmedo nos hacen buscar cobijo en el bosquecito de carrascas que hay un poco más abajo. Privados de las majestuosas vistas al Puig Campana y al mar, nos centramos en la comida, el postre de Mary, el café y el té. Comenzamos a bajar.


Cogemos la senda del PR-CV 13 que en 1,8 km de moderado descenso llega al Collado del Llamp (977 m.). La niebla es menos contundente en esta zona y podemos entrever los peculiares Castellets de Sella (819 m.) y la tremenda muralla rocosa del Penyó Cabal (1.189 m.).

En el Coll del Llamp nos cruzamos con un nutrido grupo de gente que viene haciendo otra ruta. Nosotros seguimos bajando por la derecha hasta entrar en el impresionante Barranc de Gulapdar, con grandiosas vistas al valle de Guadalets y las inmensas paredes del Penyó Cabal.


Nos asomamos a la curiosa Coveta de la Moscarda y entramos en el tramo más vertiginoso de bajada por el barranco. Nos sorprende una perdiz en la senda, y a la que le cuesta arrancar el vuelo. El entorno es espectacular con las últimas estribaciones del Penyó Cabal y las laderas del Ponoig.


Tras varias rampas el descenso se amortigua llegando a la Casa de Dios (654 m.). Arropada por la contundente mole del Penyó (789 m.). La bonita casa pintada de azul cielo, está emplazada en un lugar privilegiado y cruce de caminos, con unas vistas embaucadoras.

Por ancha pista proseguimos el PR hasta el Mas del Pí ahora abandonado y pintarrajeado. Existe un sendero que nos lleva a la fuente y la balsa del mismo nombre. Es trayecto de ida y vuelta de algo más de un kilómetro y que dejamos para otra ocasión.


Llegamos al mirador, a los pies del Penyó, donde el ayuntamiento de Polop ha instalado unas barandas y bancos de madera para contemplar las amplías panorámicas. Tenemos buena imagen del Castellet (566 m.) coronado por las ruinas del Castillo de Al-Azraq.

Desde aquí, el piso de la pista es de cemento y el desnivel se acentúa haciendo rampas y eses en precipitado descenso. Tenemos que estar atentos puesto que a los pies del Castellet tenemos un desvío importante. En su base vemos a unos escaladores progresando en las paredes.


A unos metros de un pequeño aparcamiento, se inicia una senda a la derecha, en una piedra hay marcado un punto azul. Cansados de la pista, la senda es una delicia, nos baja lateralmente hasta el cauce del Barranc de Gulapdar que cruzamos, y hacemos una fuerte subida por la otra ladera que comienza a rodear el Ponoig.

La bonita senda nos conduce a media altura por la umbría de la pineda. Avanzamos con rapidez y obviamos algunos trazos de senda a la derecha que se dirigen a las paredes, son accesos para escaladores; bordeamos la valla metálica de una finca y cruzamos el cauce del Barranc de la Canal para llegar al Helipuerto.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: NO.
DISTANCIA: 12,25 KM.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 05:10 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.181M. (Ponoig)
ALTURA MÍNIMA: 367 M. (Barranc de Gulapdar)
DESNIVEL POSITIVO: 895 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 895 M.
DIFICULTAD: MODERADA.


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