Posted by : Vaig a Peu sábado, 25 de enero de 2014

La ermita de las Santas Patronas Alodía y Nunilón se encuentra situada al pie de la Sagra y es dónde permanecen las imágenes de las Santas hasta que el lunes de pascua son bajadas al pueblo de Huéscar. Posteriormente y después del lunes de pentecostés las imágenes son entregadas a las autoridades de la Puebla de Don Fadrique para que las bajen a la puebla donde permanecerán hasta el domingo siguiente al día de San Juan que son devueltas en romería hasta la ermita. Hijas de padre musulmán y madre cristiana, las gemelas Nunilo y Alodia fueron educadas en el cristianismo tras morir su padre siendo todavía muy niñas, aún estando obligadas a profesar la fe de Mahoma. Al fallecer su madre, un pariente que pretendía conseguir el patrimonio perteneciente a las niñas las denunció a las autoridades y fueron hechas prisioneras en los calabozos del castillo de Alquézar. Jalaf ibn Rasid, máximo poder musulmán de la región, fue quien las juzgó, y viendo las intenciones del pariente y la indefensión de las niñas, resolvió ponerlas en libertad. Pero el familiar no se contentó y las denunció ante el gobernador de Huesca, quien las condenó a muerte. Fueron decapitadas el 21 ó 22 de octubre de 851. Dice la leyenda que tras arrojar sus cuerpos en un lugar alejado de las murallas, las aves rapaces no los tocaron, sino que más bien fueron sus cuidadores. Y lo más sorprendente es que a lo largo de una noche, unos cristianos vieron destellos luminosos que salían del mismo lugar donde fueron arrojadas las santas. La devoción a las Santas llegó a tierras granadinas en la época de los Reyes Católicos tras la conquista de la ciudad de Huéscar, que fue donada a Don Luis de Beaumont, conde navarro de Lerín, como el Marquesado de Huéscar. Tras un destierro por parte del último rey navarro Juan III de Albret, el conde de Lerín se refugió en Huéscar junto con una gran cantidad de familias navarras, que trajeron consigo la devoción a las Santas Alodia y Nunilo.  Posteriormente, tras la conquista del reino de Navarra, el conde de Lerín recuperó sus posesiones y regresó a Navarra, pero muchas de las familias permanecieron en territorio granadino. De esta manera, las Santas han llegado a ser actualmente patronas tanto de Huéscar como del municipio adyacente de la Puebla de Don Fadrique. En esta zona reciben el nombre de Alodía y Nunilón, más conocidas como "Las Santas", y sus fiestas constituyen la celebración más importante de toda la comarca oscense.
CÓMO LLEGAR: Autovía E-15 a Murcia, hacia Granada, salida por la C-415 a Caravaca de la Cruz, seguir por la C-330 hasta la Puebla de Don Fadrique, seguir por la carretera de montaña a Huescar durante unos 11km hasta el desvío a Las Santas. Aparcar en la ermita.
ITINERARIO: LAS SANTAS / CRUCE / COLLADO DE LAS VÍBORAS / MORRO DE LAS ZAMARRILLAS / LA SAGRA / LA SAGRA CHICA / COLLADO DE LA SAGRA CHICA / BOSQUE VERTICAL / COLLADO BLANCO / CORTIJOS NUEVOS / CAMINO DE LA UMBRÍA DE LA SAGRA / CRUCE / LAS SANTAS.
COMPONENTES: VICENTE Y JULIÁN.

LA RUTA: La Sagra en invierno son palabras mayores y exige prudencia. Dependiendo de la ruta que vayamos a efectuar y las condiciones meteorológicas, el material técnico de alta montaña se hace imprescindible. No pueden faltar los bastones, el piolet, los crampones, cortavientos, gafas de ventisca, etc. Ahora no es como antaño y la gente viene más preparada.

Esta integral la teníamos guardada en espera de poderla combinar con alguna nevada, y el miércoles así sucedió. Las previsiones eran buenas, nieve, poco frío, cielo tapado que al medio día se despejaría y ráfagas de aire entre los 20/25 km. hora. No todo se cumplió y por eso siempre hay que ir preparado. La nube se quedó enganchada como un penacho en la cumbre y las ráfagas de aire superaron los 40 km.

De camino a Las Santas paramos en el bar de La Puebla a tomar café, la sorpresa fue mayúscula, estaba abarrotado de gente montañera, hasta un  autobús del Centro Excursionista, con Pascual a la cabeza que iba a la Guillamona. Antes de llegar bajamos del coche a fotografiar la inmensa mole de La Sagra y su impresionante nube como chápela.






Iniciamos desde la ermita subiendo las escaleras que van a la Fuente de Las Santas que mana abundante por la pequeña acequia escalonada. Parece que el sol quiere abrirse paso entre las nubes y en esta zona el aire apenas se nota. Por una senda alcanzamos la ancha pista de tierra que lleva al Collado de las Víboras.

Por la pista, tras dos hermosas carrascas, tomamos el desvío de la izquierda. Este camino nos lleva hasta un cortijo abandonado; poco antes de llegar a la casa, junto a unos  nogales nace una incipiente senda que comienza a elevarnos. Este tramo es distinto al clásico por la pista al Refugio y Toscanillos. Desde arriba vemos la diminuta alberca junto al cortijo.

La senda se reafirma con mojones y nos eleva entre los pinos. Comienza a aparecer la nieve que al principio salpica a rodales la senda hasta hacerse constante en todo el recorrido. La vegetación se torna más espesa y abundante, pero avanzamos con fluidez lejos de la monotonía de la pista.


A medida vamos subiendo se amplían las vistas a los parajes de los alrededores, todo ello dentro de un entorno gris producido por la nube que tenemos encima. A lo lejos distinguimos el Castellón de Mirabetes (1.939 m.) emergiendo en el paisaje nevado y con una oscura plancha de nubes encima.

Poco a poco vamos llegando al Collado de las Víboras (1852 m.)  Aquí el viento ya comienza a vapulearnos. Tenemos panorámicas a las dos vertientes, aparentemente tétricas por los negros nubarrones y algunas ventanas horizontales que se abren entre ellos, pero de una belleza increíble. Protegidos por los pinos tomamos geles y barritas energéticas.

No hace frío pero por el viento nos colocamos los gorros y guantes. Al no haber hielo ni mucho espesor de nieve, seguimos sin utilizar las polainas y los crampones. Ahora vamos a por el Morro de las Zamarrillas (2.010 m.) Comienza la parte más dura del recorrido.


Guiados por los mojones vamos buscando el mejor acceso entre las rocas, es una suerte que no haya helado y la nieve sea en polvo, esto facilita que vayamos avanzado pese a los fuertes golpes que las ráfagas de aire nos deparan. Estamos asombrados de las vistas que tenemos entre ventana y ventana de nubes.


Continuamos moviéndonos con lentitud pero avanzando con seguridad. Comenzamos a desviarnos hacia la derecha para rodear el gran espolón. Al dar la vuelta quedamos al descubierto y el aire se ensaña con nosotros, las rachas son realmente fuertes. Por unos momentos tenemos a la vista la arista de la sierra a la altura de la Pedrera con unos montañeros que vienen en nuestra dirección.

Atacamos la Cima Este de la Sagra (2.369 m.), que se bordea antes de llegar al final. Hay unos tramos de lento ascenso y otros en los que hay que poner las manos, donde  la nieve lo  complica un poco, y más si nos cruzamos dos grupos en el mismo punto. Pero impera la cordialidad y la cordura. En una de estas rocas el hielo y el viento han esculpido una bonita cencellada.

Nos queda que rodear un trecho más de la Cima Este y un pequeño paso junto a un pino que el viento complica en exceso. La panorámica es espectacular y alpina. En un ambiente hostil y metida dentro de la nube vemos  a la gente moverse como hormigas en el cordal de la sierra, mientras otros suben por el Embudo y la Pedrera.


Por la diagonal senda que conecta con el espinazo de la sierra, el viento vuelve a ser terrible. Empezamos el ascenso a la cumbre cruzándonos con mucha gente en los dos sentidos, nunca la había visto tan concurrida. El tramo es físico más que por el desnivel, por el viento, que igual te echa una mano cuando te golpea en la espalda que te hace retroceder cuando cambia de lado.


Cumbre de la Sagra (2.383 m.) La visibilidad es casi nula, apenas una ventana que se abre y se cierra al deshacer el viento alguna nube, es como encender y apagar una luz en una habitación oscura. Hacemos y  nos hacen fotos, pero decidimos proseguir y buscar un lugar más abrigado para el almuerzo.

Proseguimos por el ancho lomo de la sierra en suave descenso y visibilidad entrecortada. Queda poca nieve en el suelo, el viento se ha encargado de trasladarla hacia las laderas y la que queda es dura pero no hay hielo. Pasamos junto a dos cruces de hierro posiblemente en memoria de algún montañero y que no recuerdo haber visto en otras ocasiones.

Arribamos a la Cima Oeste de la Sagra (2.351 m.) y empieza un descenso más brusco. El fuerte viento hace que el cielo se vaya abriendo dejando grandes ventanas por donde se cuelan preciosos paisajes. Ya vemos la cresta de la Sagra Chica (2.040 m.), por detrás de ella el embalse de San Clemente, y por fin, tirando de zoom, Sierra Nevada con todo su esplendor.

El inclinado descenso nos hace tener preciosas vistas de las que esta mañana apenas hemos podido disfrutar, con Castril y Cazorla en el horizonte. Alcanzamos el Pino Bandera que resiste maltratado por los vientos y las duras condiciones ambientales, es el ejemplar a mayor altura de la sierra, cerca de él están los retorcidos troncos de un compañero caído.

Nos desviamos a la derecha siguiendo unos hitos y el Track del GPS, es un tramo algo complicado por la acumulación de nieve, el sendero discurre entre los pinos pero apenas se distingue, no hay que bajar demasiado y siempre hacia la izquierda. Al ser la zona límite de supervivencia de los pinos en altura hay muchos de ellos abatidos, y sus retorcidos esqueletos son como esculturas esculpidas por la naturaleza.


Llegamos a Collado de la Sagra Chica (2.027 m.) y en su cara sur, debajo de la cresta y de cara al tibio sol nos zampamos nuestro merecido almuerzo. Una vez repuestos emprendemos otro fuerte descenso pero dentro de un marco incomparable: el Bosque Vertical. Compuesto por grandiosos ejemplares de pino salgareño de gran porte, algunos de ellos con alturas entre los 25/30 metros, siendo la especie más longeva de la península.

La primera parte de la bajada resulta bastante técnica por la acumulación de nieve que ha escondido la senda, no hace frío, está blanda y es propicia para resbalones. Los pocos que han abierto huella por este lado lo han hecho por el cauce que en determinados momentos se complica.

A mitad del recorrido atisbamos por la derecha los hitos y la senda que poco a poco se va haciendo realidad. Ahora es mucho más sencillo caminar, dejamos el cauce y la nieve va menguando paulatinamente a medida que la vegetación de matorral aumenta.

En el Collado Blanco (1.555 m.) Tras unas dudas con el GPS encontramos el buen camino y proseguimos. Consultamos horario y distancia que nos queda; hemos perdido mucho tiempo en la travesía de altura con la nieve y el viento, serán unos 10 km y 02:30 horas, pero el recorrido es por pista y alguna senda.

Atravesamos una valla por su puerta y a buen ritmo llegamos a los Cortijos Nuevos de Abajo. Todavía quedan coches y gente que está bajando de la cumbre. Tenemos que volver a cruzar la verja, aquí hay una gran puerta metálica que siempre está cerrada, nosotros la saltamos junto a unas rocas que lo facilitan. Es algo que no entiendo, la valla no ha detenido el flujo de gente que sube o baja por esta parte, con una pequeña puerta se solucionaría todo.

Una vez dentro, junto al riachuelo, comienza un camino que sigue la dirección del Refugio pero sin pasar por él, es el camino de la umbría de la Sagra, por el que vamos cogiendo  menor altura y luego conectamos con una senda que nos lleva a la pista. Poco después llegamos al cruce de esta mañana con las dos encinas. Lo que se debe hacer es seguir la pista hasta las Santas. Nosotros por atajar nos salimos por la izquierda y nos metimos dentro de una finca y para salir volvimos a trepar una valla de dos metros. Gajes del oficio.
Ha sido una travesía invernal espectacular que recomiendo. En primavera recorrer los caminos de la umbría debe ser una alegría para los sentidos.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: SI. (Fuente de las Santas, en la ermita)
DISTANCIA: 22,3 KM.     
TIEMPO: 08:30 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 2.383 M. (La Sagra)
ALTURA MÍNIMA: 1.284 M. (Ermita de Las Santas)
DESNIVEL POSITIVO: 1.385 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 1.373 M.
DIFICULTAD: DIFÍCIL. (Con viento y nieve)

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