Posted by : Vaig a Peu miércoles, 6 de noviembre de 2013

Es difícil imaginar que en lo más escarpado de las montañas de la Cordillera Cantábrica pueda existir algún pueblo habitado. Pero aquí, en el norte de la provincia de León el caminante curioso todavía puede encontrar gratas sorpresas. A poco que busquemos, conoceremos lugares que de alguna forma nos retrotraen a otros tiempos. Una de estas maravillas es el pueblo de Canseco y su espectacular hayedo. Este pueblo de alta montaña, encajonado entre las peñas, donde todavía guarda el recuerdo de un pasado más boyante entre sus estrechas callejuelas. La torre de piedra que nos saluda nada más entrar en el pueblo es de origen medieval. Por desgracia, el torreón está en un estado poco menos que lamentable, en parte porque algunas de sus piedras fueron utilizadas para la construcción de las casas del pueblo que también han sido muy castigadas, no ya por el tiempo, sino por la Guerra Civil. Los vecinos de un bando se empeñaron en quemar las casas de los vecinos del bando contrario y viceversa, y al terminar el conflicto el pueblo había casi desaparecido. Afortunadamente se está restaurando buena parte de las casas y con ellas la memoria de la aldea. Unos cuantos paneles explicativos narran y muestran al visitante los atractivos del entorno. Desde la plaza principal, donde una fuente mana abundantemente, un camino lleva hasta el barrio alto,  la iglesia y un minúsculo cementerio asentado en lo alto de la colina. Merece mucho la pena subir al camposanto para ver todo el pueblo a los pies. Y por cierto, Canseco conserva una de las mejores boleras (sino la mejor) de bolos leoneses, llamada el Malecón. Aunque el citado juego ya lleva varios años en desuso, todavía es posible verlo jugar el día de la fiesta  patronal, que se celebra en agosto.
CÓMO LLEGAR: Desde Vegacervera  la LE-311 pasar las hoces en dirección a Cármenes, continuar hasta Pontedo y siguiendo el curso del río Torío llegar a Canseco.
ITINERARIO: PUENTE DE PIEDRA / CAMINO CARRETERO / REGATO DEL MONTE BODÓN / COLLADO / REGRESO POR EL MISMO CAMINO.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI.

LA RUTA: Tras la ruta matinal de la Cervatina, poco después de las tres llegamos a Canseco, por la sinuosa carretera junto al río Torío. Hemos dejado atrás tres puentes que lo cruzan y en uno de ellos tenemos referencia del comienzo de la ruta, pero hemos decidido llegar hasta el pueblo para comer tranquilamente.

Pero el pueblo está solitario, no hay un alma por la calles. El paisaje que lo envuelve es encantador. Comemos nuestras provisiones en un banco de la plaza. Mientras voy haciendo fotos observo una casa que parece un bar y en una ventana veo moverse a una persona. Abro la puerta y hay unos ocho comensales en una mesa. Está cerrado, me dicen. Bueno, cerrado para nosotros. Les digo que solo quiero información sobre el hayedo y se extrañan cuando saben que soy de Elche. Preguntan cómo he sabido de este lugar: Internet. ¡Claro!, se maravillan. Confirman mis datos del inicio y me despido de ellos.

El puente medieval de piedra es la referencia, pero si queremos cruzar con el coche el río, tendremos que hacerlo sesenta metros más abajo por otro puente contemporáneo. Tenemos suficiente espacio en el arcén y lo dejamos en la carretera. Nos calzamos las botas y cargamos solo con una mochila. Cruzamos el puente.

Enlazamos con un ancho camino carretero. Las nubes bajas siguen merodeando por las cumbres de las sierras, el ambiente es húmedo y no  nos extrañaría que cayese alguna gota. Traspasamos una portilla para ganado que volvemos a dejar cerrada.

Tomamos un poco de altura, y vemos el curso del río Torío entre chopos y abedules deshojados que motean de amarillo una verde ladera de pinar. Por detrás, las nubes se acercan amenazantes y por algún resquicio, un rayo de sol se cuela iluminando la peña rocosa.

Enseguida tenemos una panorámica impresionante. Enfrente vemos las laderas de la Sierra del Mediodía cubiertas por un espeso manto de bosque otoñal, que quizás por lo avanzado de la época, o por los trasluces de las oscuras nubes, tiene un sombrío color entre el marrón y el morado.

Seguimos elevándonos y el camino serpentea  al unirse al regato del Monte Bodón. Bonitas y onduladas lomas de verdes pastos nos acercan más a la Sierra del Mediodía. El pequeño y encajonado valle se va cerrando poco a poco.


A cada curva el paisaje va cambiando por nuestra ladera. Hayas y abedules comienzan a salpicar de colores más vivos el entorno forestal, el pequeño torrente se acerca más a nosotros. En el siguiente recodo ya tenemos el bosque de hayas a nuestra izquierda.


El otoño es la mejor estación en la que podemos disfrutar de las sensaciones que nos produce el multicolor despliegue de las hojas de los árboles antes de caer al suelo para integrarse en su fundamento, base de la vida. Las hayas son los árboles que producen unas mayores tonalidades en sus últimos momentos, y por ello, nada mejor que un hayedo para conocer y fotografiar durante el otoño.


La subida se acentúa más y el camino se va deteriorando. Además del regato, cada vez más caudaloso, que nos acompaña por la derecha, un pequeño reguero baja por el camino. El ambiente es muy húmedo y las hojas han caído en gran cantidad alfombrando de color marrón todo el piso.


Susi nota el esfuerzo acumulado de todos estos días y prefiere quedarse en un pequeño claro ya que el camino se va estrechando y el agua que baja dificulta la subida. Yo voy a continuar. El entorno se vuelve más agreste y verde del musgo predomina en las rocas y los troncos de  algunas hayas.


No se ven grandes ejemplares, imperan las hayas jóvenes de delgados y retorcidos troncos, y a estas alturas, prácticamente deshojadas. El camino se embarra y se prospera mejor por el margen cercano al arroyo que ahora baja tumultuoso.


Un poco antes del collado, el sendero en que se ha convertido el camino está impracticable y las nubes más amenazantes. Nos habían avisado de que arriba, podríamos tener alguna dificultad para cruzarlo. El marrón de las hojas caídas es el color predominante. Decido dar la vuelta y regresar siguiendo el curso del arroyo.


Sin sendero, voy pasando de un lado a otro del arroyo fotografiando bellos recodos de una naturaleza salvaje y tupida. En este bosque de apretadas hayas parece imposible avanzar. Con el tiempo, unas cederán a otras en su lucha por el espacio y la supervivencia y permanecerán las más fuertes.


Alcanzo de nuevo a Susi y continuamos bajando. Como siempre, la perspectiva que tenemos ahora es diferente y nos permite fijarnos en partes del bosque que antes habíamos pasado por alto. En la parte inicial, al estar más protegida, quedan más hayas con hojas y su espectacular colorido.


Lentamente vamos saliendo del hayedo y por la sinuosa pista de herradura volvemos a ver, ahora a nuestra izquierda la abundante y oscura vegetación de las laderas del la Sierra de Mediodía, cubierta por las nubes en la parte alta. Comienzan a caer unas gotas de lluvia.

Alcanzamos el primer recodo del camino y entramos en el impresionante desfiladero de altas y tremendas paredes rocosas que forman el tortuoso cauce del río Torio. Cruzamos de nuevo el puente medieval y llegamos al coche. Mientras recogemos los trastos, se para junto a nosotros un coche que viene de Canseco. Es uno de los comensales del bar. Quiere saber si nos ha gustado el hayedo. Dice que hace quince días estaba impresionante.








Llegamos a Vegacervera y a nuestra Posada Real Chousa Verde http://www.chousaverde.com/ donde después de una reconfortante ducha, Aurora y Mariano nos han preparado una cena especial de despedida en el salón con chimenea y junto al fuego. Si os gusta la naturaleza venid a este lugar en la Montaña Central Leonesa. Mañana partimos.
RECORRIDO: LINEAL. IDA Y VUELTA POR EL MISMO SITIO.
AGUA EN RUTA: EN EL ARROYO.
DISTANCIA: 5,00 KM.
TIEMPO: 01:30 HORAS.
ALTURA MÁXIMA: 1.400 M. (Collado)
ALTURA MÍNIMA: 1.185 M. (Regato del Monte Bodón)
DESNIVEL POSITIVO: 252 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 260 M.
DIFICULTAD: BAJA.



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