Posted by : Vaig a Peu sábado, 2 de noviembre de 2013

El viernes, camino de León paramos en Madrid, en casa de Alex. Hacemos ruta gastronómica y el sábado él se va a escalar y nosotros ya teníamos planeado aprovechar la corta distancia que hay hasta el Tiemblo, menos de cien kilómetros, para visitar su espléndido castañar en otoño,  incluido dentro la Reserva Natural del Valle de Iruelas. El trazado de esta senda nos permitirá explorar y conocer unos de los bosques más hermosos y singulares de la comarca: El Castañar del Tiemblo, verdadero orgullo de los tembleños y el de mayor extensión del Sistema Central. Nos encontramos en la cabecera de la Garganta de la Yedra, donde los bosques mixtos de roble melojo o rebollo y castaño dan paso a una masa pura de esta especie, el castaño. A lo largo de la ruta podemos observar diferentes especies de árboles y arbustos que acompañan al castaño o forman parte del sotobosque del castañar (majuelo, avellano, olmo de montaña, cerezo silvestre, sauces, acebo, arraclán, abedul, brezos, helechos,…); así como una especie de aves de carácter forestal (arrendajo, trepador azul, mirlo, zorzal,…)
CÓMO LLEGAR: Desde Madrid debemos tomar la carretera M-501 que parte de la M-40 cerca de Boadilla del Monte en dirección a San Martín de Valdeiglesias y Brunete. Actualmente la llamada autovía de los pantanos se encuentra desdoblada hasta Navas del Rey. Al pasar la localidad de San Martín, cogemos el desvío por la nacional en dirección a Ávila, que nos lleva en diez kilómetros aproximadamente, hasta El Tiemblo. La pista de acceso al castañar parte del lado izquierdo de la calzada, a la entrada de la localidad, justo tras pasar una gasolinera Los fines de semana de Octubre y Noviembre se cobra 6 euros por coche y 2 por persona que quiera visitar el paraje natural, excepción hecha de los propios habitantes de El Tiemblo que no pagan cantidad alguna en el control de acceso. También hay un autobús gratuito para quien quiera dejar su coche en el control y no quiera subir a pie los 8 km de pista. En el área recreativa hay tres zonas de aparcamiento.
ITINERARIO: ÁREA RECREATIVA DEL REGAJO / FUENTE DE LAS CACERUELAS / REFUGIO DE MAJALVILLA / PINO RESINERO / EL ABUELO / PRADERAS DE GARRIDO / CASTAÑAR DEL RESECADAL / ÁREA RECREATIVA.
COMPONENTES: VICENTE Y SUSI

LA RUTA: A las ocho estábamos desayunando en la calle Atocha y a las diez en punto estamos pasando el control de acceso a la pista de tierra para llegar al parking. Los fines de semana de otoño es una barbaridad subir a pie y tragarte la polvareda de los coches.


Iniciamos atravesando el bosque por el camino que parte del Área Recreativa del Regajo, cruzando el puente de madera. Para nosotros comienza un espectáculo visual. Hay movimiento de gente, pero no todo el mundo tiene interés por hacer la ruta del castañar, su fin es otro: recolectar las castañas caídas de los árboles. Está claro que no es la primera vez que vienen y van preparadísimos, llevan bolsas de plástico, o de rafia, cestas de mimbre, y los más experimentados, guantes para sacar las castañas de su caparazón espinoso.

Hace un día precioso y agradable. Desde el comienzo de la senda transitamos entre jóvenes castaños de troncos rectos y espigados, dejando a la derecha una vaguada con avellanos, zarzas y rosales silvestres. La gente invade el bosque buscando junto a los troncos de castaños, entre la hojarasca caída, los deseados frutos. Comenzamos a habituarnos al ruido de las castañas al caer del árbol.


Pasamos la Fuente de las Caceruelas que a estas alturas del otoño está seca. Esto nos da una idea de la escasez de lluvias en la zona. Poco después llegamos a una bifurcación balizada con un poste informativo. Continuamos por la derecha. Entre los espigados y jóvenes castaños encontramos varios tocones de gran tamaño, corresponden a viejos ejemplares que llegaron a alcanzar una enorme envergadura.

Tras una corta y suave ascensión llegamos a una explanada donde el bosque se abre y está ubicado el Refugio de Majalvilla.  En esta zona podemos observar varios castaños de gran porte. El colorido del bosque con las hojas entre el verde-amarillo-ocre y los reflejos del sol, es cautivador.

Un poco más adelante, una estrecha senda nos lleva hasta una pequeña peana informativa de un pino resinero (Pinus pinaster) de considerable tamaño y verticalidad, que se encuentra como protegido entre los castaños, impidiéndonos ver su tamaño real.


La senda continúa para poco después dejarnos ante la joya de la corona: “El Abuelo”, monumental castaño centenario, de enorme perímetro y sugerente silueta, del que comentan los viejos del lugar que su tronco hueco es capaz de dar cobijo a todo un rebaño de cabras. Se cuenta que por descuido se quemó su tronco, pero ha conseguido aferrarse a la vida y todas las primaveras florecen nuevos vástagos. Está incluido en el Catálogo de Especímenes Vegetales de Singular Relevancia de Castilla y León. Su nombre científico es Casanea sativa, tiene una edad aproximada de unos 525 años, una altura de 19 metros, y otros 19 metros de perímetro del tronco.

El bosque está en pleno esplendor. Familias jóvenes con niños pequeños les enseñan a recolectar castañas y hacen competencia entre ellos. Para nosotros que venimos del sureste, el castaño es un árbol mágico. Tenemos que llevar cuidado al quitar el caparazón para no pincharnos. Las castañas son deliciosas.



Continuando por el camino, discurrimos paralelos al curso del arroyo de la Garganta de la Yedra, con agua todo el año y con una hilera de alisos que formando un pequeño bosque de galería, serpentean junto al arroyo. Hay un menudo puente de madera para cruzar a la otra orilla.

Seguimos por la pista de tierra en leve ascenso. Cerca de las orillas del arroyo encontramos varios ejemplares de buen tamaño. El bosque se hace más ralo y aparecen algunos robles. Alcanzamos la explanada denominada las Praderas de Garrido.

Prosiguiendo el camino giraremos a la izquierda para atravesar un pequeño rebollar. La falta de humedad por las escasas lluvias hace que los helechos estén más secos de lo habitual. Poco a poco los castaños vuelven a tomar el mando y se hacen más frecuentes.


El camino se estrecha convirtiéndose en un sendero que nos introduce en el paraje conocido por el castañar del Resecadal. Nuestros ojos se abren de asombro, y nuestra mente vuelve a la niñez, a los cuentos de hadas y bosques encantados. En este paraje los castaños son gigantescos, de imponentes troncos y delgadas ramas que parecen agitar como brazos. Es fácil evocar historias y cuentos infantiles.


Ante nuestros ojos tenemos una serie de árboles monumentales, todos ellos centenarios y de majestuosos troncos. Uno de ellos presenta una enorme brecha vertical en la que se pueden cobijar varias personas. Muy cerca está el castaño del Codao, que muestra un aspecto característico de los castaños: su viejo tronco central ya muerto pero del que surgen rodeándolo múltiple rebrotes en corona, sus vástagos creciendo con vigorosa fuerza.

Dejamos atrás nuestros sueños infantiles, y de nuevo por camino iniciamos un prolongado y suave descenso entre el bosque de castaños que imperan de nuevo. A la izquierda vemos un enorme tocón, vestigios de antaño que nos dan noción de su grandiosa envergadura.

En el denso bosque, de nuevo vemos a la gente afanada en su recolección de castañas, rebuscando entre la hojarasca marrón, con el sonido regular de las castañas al caer de los árboles. Esta parte es más umbrosa y el suelo está tapizado de hojas caídas.

Salimos a la bifurcación inicial donde tomamos el camino de la derecha. Aquí nos cruzamos con gente que llega y con los que han terminado su recolecta, con pesadas bolsas llenas o sus cestas de mimbre a rebosar, una persona accede gustosa a que fotografiemos la suya. Últimas fotos al bosque.

En el Área Recreativa siguen llegando coches y hay gran afluencia de gente. Logramos coger una mesa vacía y nos tomamos nuestro tentempié antes de marcharnos. Ha sido un recorrido fabuloso.

De regreso, a pocos kilómetros nos detenemos a visitar los famosos Toros de Guisando, esculturas en forma de berracos, cerdos o toros (pues todavía hoy no hay un acuerdo unánime), que permanecen anclados en la tierra como testigos de la cultura que los erigió. Los Vettones, un pueblo de origen celta que poblaba las provincias de Ávila, Salamanca y Portugal antes de la llegada de los romanos, nos dejo múltiples berracos de piedra de tosco relieve que aún hoy se conservan en varios castros y localidades del centro peninsular. Quizá los mejores ejemplos los tenemos aquí, porque suelen presentarse de forma más aislada.

Nos desviamos también a San Martín de Valdeiglesias para ver su iglesia y luego continuamos hasta Madrid. Alex también ha tenido un buen día de escalada. Después de una tonificante ducha y un descanso salimos a cenar. Mañana emprendemos viaje hasta León y Vegacervera.

RECORRIDO: CIRCULAR
AGUA EN RUTA: SI. (En el Área Recreativa)
DISTANCIA: 7,00 KM.
TIEMPO: 03:00 HORAS (Más de asombro que de caminar)
ALTURA MÁXIMA: 1.206 M. (Praderas de Garrido)
ALTURA MÍNIMA: 1.092 M. (Área Recreativa del Regajo)
DESNIVEL POSITIVO: 147 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 150 M.

DIFICULTAD: BAJA

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