Posted by : Vaig a Peu sábado, 23 de marzo de 2013



El Parque Natural Sierra de Castril se encuentra ubicado al norte de la provincia de Granada. Este espacio natural pertenece al término municipal de Castril cuyo río, del mismo nombre, lo recorre de norte a sur. Una imagen global lo muestra como la prolongación del conjunto estructural conformado por los macizos de Cazorla y Segura. El carácter montañoso y las peculiaridades litológicas le imprimen unos rasgos físicos fundamentales. El agua es su elemento más recurrente y más importante. En las corrientes que lo pueblan habitan la nutria y la trucha común. Existen, además, numerosos manantiales como el de Juan Ruiz, Tubos, la Magdalena o Lézar. Al norte de Sierra Seca crecen pastizales naturales de una gran diversidad botánica. El Monumento Natural Peña de Castril se alza en las cercanías del parque. La orografía del Parque Natural viene marcada por la cabecera del río Castril, cuyo extremo sur se localiza en la Presa del Portillo y el pueblo de Castril. Su extremo norte encuentra descanso en los Campos de Hernán Perea y el Cerro de la Penadilla o Cabeza Alta. El río se entretiene en formar, entre sus pies y su cabeza, un valle estrecho y hermoso que pone distancia entre la Sierra de Castril y la Sierra Seca, dueñas de cumbres de más de 2.000 metros: Empanadas, Buitre y Cabrilla en la primera. Tornajuelos y Cerro de la Laguna en la segunda. La orografía del interior del espacio protegido es muy abrupta. En efecto, en un reducido espacio aparece un importante gradiente que se acerca a los 1.300 metros de desnivel en sus puntos álgidos. Las pendientes son muy acusadas y los relieves empinados y difíciles. Las áreas llanas son excepcionales y siempre de dimensiones muy reducidas.  Los lapiaces, por otro lado, copian geológicamente los Badlands tan comunes en la zona de Baza. La circulación del agua en su superficie origina cañones y encajamientos profundos y abruptos. Por último, otro aspecto importante que no conviene olvidar es la presencia de espectaculares y numerosas simas y cuevas que hacen de Castril un punto de encuentro habitual de los amantes de la espeleología.
CÓMO LLEGAR: Autovía E-15 a Murcia, hacia Granada, salida por la C-415 a Caravaca de la Cruz, seguir por la C-330 hasta Puebla de Don Fadrique, por la A-330 hasta Huescar, continuar por la A-326, pasar la pedanía de Fátima, continuar hacia Castril, y antes de llegar, en el punto kilométrico 29 a la derecha hay un cartel indicador del Parque Natural de la Sierra de Castril. Continuar por la carreterita de asfalto que enseguida cambia a pista de tierra en buen estado durante unos 10 kilómetros, pasando por el Camping del Cortijo, donde se come estupendamente y llegar al Cortijo del Nacimiento. Hay sitio para aparcar.
ITINERARIO: CORTIJOS DEL NACIMIENTO / LOS INHIESTARES / NACIMIENTO DEL RIO CASTRIL / CORTIJO PERALEJO / LOS PERALEJOS / BARRANCO DE MARFIL / BARRANCO DE LA OSA / TEJO MILENARIO / RINCÓN DE LA PUERCA / LA SERREZUELA / HOYA DEL PORTACHO / CORTIJO DEL MAESTRILLO / SALGAR DE TÚNEZ / PEÑÓN DE TÚNEZ / CHINAR DE TÚNEZ / CORTIJOS DEL NACIMIENTO.
COMPONENTES: VICENTE, JULIÁN, LOURDES, PATRO Y SANTI.

LA RUTA: La teníamos en cartera desde hace unos meses y al mejorar el tiempo este fin de semana nos hemos lanzado, aunque no esperábamos tanta nieve. No he podido bajar ninguna ruta al GPS pero tenemos mapas, además de que Julián y Lourdes estuvieron aquí el año pasado haciendo el Cerro de la Carrasca. Para la gente de Elche es un palizón hacerlo en una jornada, son casi tres horas para venir y otras tantas de vuelta, pero palos a gusto no duelen. Poco antes de llegar hemos contemplado la solitaria silueta de La Sagra colmadita de nieve.




Poco antes de las nueve estamos preparados y con las mochilas en ristre en los Cortijos del Nacimiento, junto a la gran tubería de la central eléctrica, donde hay unos carteles informativos del Parque Natural. Al otro lado, en la intersección de dos enormes placas de piedra plana, cae una bonita cascada, es la Cerrada de Túnez. A los cortijeros no les hace mucha gracia que hagamos fotos a su ganado de ovejas.









Iniciamos por la derecha, por el camino junto a la verja, dejando atrás el redil del ganado. Hace una temperatura excelente, 4º y no sopla el aire. Enseguida tenemos el río Castril a nuestra izquierda que baja con estruendoso caudal. Al fondo vemos sierras con sus cumbres nevadas.







Viene un bonito puente de madera que cruza el río, hacemos fotos pero volvemos al camino donde una acequia nos acompañará por la derecha y cruzándola  después quedará a nuestra izquierda paralela al río. Llegamos a una tarima de madera con una peana informativa de la cabecera del valle.





El paisaje se vuelve más agreste a ambos lados del río, las paredes se van cerrando y comenzamos a elevarnos; perdemos el curso del río y la senda hace varias “zetas” acercándonos a las paredes de la izquierda, donde el ruido ensordecedor del agua nos hace acelerar la subida hasta alcanzar un punto protegido con cables y picas de madera. El sonoro espectáculo es impresionante: El agua brota impetuosa por una brecha en la pared de la montaña. Todo un júbilo para los que somos de secano.






Hacemos muchas fotos mientras cada uno de nosotros guarda en su interior, en la carpeta de grandes sensaciones, este agradable momento. Proseguimos subiendo. Mirando hacia atrás tenemos una buena panorámica del valle del río Castril. Arribamos a las ruinas del Cortijo Peralejo, bonito emplazamiento en la cabecera del río.











Seguimos elevándonos por los Peralejos por senda muy cómoda y entramos en el Barranco de Marfil durante un trecho para luego cruzar su arroyo por la izquierda y encarar la subida a la segunda sorpresa de la jornada: El Barranco de la Osa.





Aparentemente es una estrecha y vertical hendidura en la pared que al internarnos en ella vemos con asombro que el sendero está formado por una escalinata con muchos peldaños de cemento; retorcida, encrespada y protegida por cables enlazados a unas piquetas de madera. No es muy montañero, pero resulta agradable y accesible a gente menos preparada.








A mitad del recorrido el cauce se amplia, y en las paredes calizas de la derecha, la erosión del agua al bajar con estrépito en las lluvias torrenciales, ha dejado formas caprichosas y la gran oquedad de la Cueva de la Osa. Continuamos izándonos hasta una estrecha cascada de unos siete metros en un rincón pétreo.






Culminamos en un angosto rincón donde está el Tejo Milenario, que dentro del agreste paisaje pierde suntuosidad y parece menos singular, pero tiene casi 6 metros de perímetro de tronco y su amplia y densa copa llega a los 10 metros de altura. En el duro invierno da cobijo a muchos animales, contemplándolo hacemos nuestra parada de avituallamiento.





Vemos una senda que continua por detrás del tejo elevándose mediante largas rampas por la vertical y pedregosa ladera. Una vez culminada, la senda sigue casi en línea recta salvando las ondulaciones del terreno. Continuamos un largo trecho hasta que nos damos cuenta de nuestro error al acercarnos al Rincón de la Puerca. Junto al tejo, teníamos que haber proseguido por el cauce del barranco hasta conectar con la otra elevación montañosa, pero la nieve nos impidió verlo.




Consultamos el mapa físico y del GPS. Decidimos no volver atrás y variar el rumbo elevándonos por las lomas que tenemos a la derecha en dirección al Cerro de la Carrasca y el Collado de Salistre. Encontramos rastros de sendas que muchas veces son de animales y que nos ayudan a elevarnos con facilidad. Atravesamos grandes palas de nieve no muy dura, que hace que nos hundamos hasta las rodillas y donde extremamos precauciones sin llegar a ponernos los crampones. Unos muflones emprenden la carrera al vernos.




Tenemos suerte de que el día es espléndido, no hace frío y no sopla el aire. En la parte más alta ya divisamos nuestro objetivo: El Cerro Empanadas, con mucha más nieve de la que habíamos imaginado. Julián recuerda algunas referencias. Atravesamos una meseta herbosa, es la Hoya del Portacho  y vamos en busca de una portilla por donde descenderemos un poco para rodear el Cerro de la Carrasca.









Cruzamos otra gran extensión de nieve por las pisadas de los animales, pero no aparece la portilla, recorremos una gran zona sin hallarla y volvemos sobre nuestros pasos acercándonos más a las rocas hasta que por fin damos con ella. En el otro lado, en la cara sur, la cantidad de nieve es enorme.








La Bajada se las trae, al ser umbría la nieve está mucho más dura. Extremamos precauciones y Patro decide ponerse los crampones. Llegamos a un claro rocoso y sin nieve donde nos colocamos las polainas; tomamos más hidratos de carbono y barritas. Continuamos sin crampones, siguiendo las huellas de animales por las nevadas laderas.


Pese a que ahora da el sol, la nieve sigue estando algo dura y en un pequeño traspiés he roto uno de los palos, son de los que no pesan nada y por lo tanto más ligereza, menor consistencia. No esperábamos tanta nieve, el piolet y otros palos se han quedado en el coche. Error. Ahora camino con menos seguridad y en un resbalón rompo el otro palo y me deslizo ladera abajo unos metros hasta que clavo el resto del palo en la nieve y detengo la caída. No ha sido un gran susto pero te hace pensar.






Lourdes me presta uno de sus palos que son más robustos y continuamos la marcha. La cantidad de nieve es enorme, por la izquierda la silueta del Cerro de la Carrasca y por la derecha el Cerro Empanadas, aparentemente cerca pero nos separa un valle. Remontamos un poco y llegamos a Collado de Salistre y por fin una fita de madera que nos indica el buen camino, nuestra experiencia ha dado buenos resultados.

Consultamos el reloj. Llevamos casi cinco horas de marcha, no hemos comido y calculamos cerca de dos horas más el llegar a la cumbre y otras tres el regreso. Asamblea. Triunfa el sentido común, la cumbre siempre va a estar ahí. Estamos pasando un día fabuloso y no lo queremos estropear con prisas en un terreno desconocido. Decidimos bajar a comer al Cortijo del Maestrillo. Desde el collado la bajada nos parece imposible. La nieve es preciosa, pero te juega estas malas pasadas cuando lo cubre todo. Ojeamos todo el collado hasta que vemos una loma en forma de istmo que antes hemos dejado a la derecha. Retrocedemos y volvemos a encontrar estacas de madera y la senda de bajada.


Comienza una bonita y entretenida bajada que nos deja en los bancales de nogales que plantó el Maestrillo, cruzamos dos veces el riachuelo y llegamos a un insólito rincón donde está su “Cortijo” (1.550 m.), su habitáculo es diminuto y está completamente derruido. Aquí habitó hasta hace pocos años un curioso personaje de Castril, Eduardo de la Encarnación Iglesias, apodado el "maestrillo", que durante muchos años vivió en soledad en estos alejados parajes, enseñando, de cuando en cuando, a leer y a escribir a pastores y cortijeros que vivían en las montañas. Su simpatía y amabilidad le granjearon el cariño y respeto de los habitantes de la sierra, en la que vivió hasta la edad de 86 años, cuando su estado de salud se agravó y tuvo que ser alojado en Castril, al cuidado de las gentes del lugar, donde al poco tiempo falleció.







Nos protegemos entre el resto de sus paredes y mirando al Cerro Empanadas sin rencor, nos damos un merecido festín en la comida, buen vino, café, té y el consabido bizcocho. Después emprendemos el regreso siguiendo la senda por el Barranco de Túnez, ahora sí, entre mojones y de vez en cuando alguna estaca de madera.






Bajando no salimos de nuestro asombro, de cómo un ambiente tan agreste y hostil puede resultar a la vez tan bello. Encajonados entre las altas paredes nevadas, volvemos la vista atrás despidiéndonos del Cerro Empanadas. A cada paso descubrimos abruptos espolones y solitarios cabezos coronados por pinos salgareños que se aferran a las rocas calizas en su afán de supervivencia.





El descenso es cómodo, pero no siempre es bajar, tenemos que remontar cuando el cauce se constriñe; cambiar de vertiente y cruzar varias veces las aguas del riachuelo que en algunos momentos resulta casi imposible no meter el pie en el agua. Vemos pequeñas cataratas y diferentes cascadas. Reparamos en una gran roca horadada, y sobre nuestras cabezas tenemos la entrada de una oscura cueva. ¡Es todo un espectáculo!









Pasamos bajo el Peñón de Túnez y nos elevamos en varias rampas para esquivar la Cerrada de Túnez, grandiosa portilla natural que vemos desde la altura y que precipita sus aguas frente a los Cortijos del Nacimiento. Culminamos un poco más y llegamos al portillo del Chinar de Túnez.





Este estrecho paso da acceso al Chinar de Túnez, espeluznante y vertical bajada que al principio no sabes cómo tomar, puesto que no hay hitos y apenas señales de PR. Nuestra experiencia nos aconseja tomarlo con calma, escorándonos  hacia la izquierda y comenzar a efectuar pequeños zigzags que alivian la tensión en nuestras piernas. Luego todo es más fácil, pero el mirar hacia arriba impacta por el recorrido que hemos hecho.






Con los pies por zona herbosa todo cambia y nos sentimos contentos. Dada la cercanía del ganado hay infinidad de sendas, pero nuestra intuición nos lleva por la izquierda a busca el cauce del río. Luego recordamos el puente de madera al cual nos encaminamos. Cerramos el círculo y siguiendo el cauce del caudaloso río Castril terminamos en los Cortijos del Nacimiento donde tenemos el coche.

Grandiosa excursión de alta montaña. En muchos momentos creíamos estar en Pirineos. Nos ha servido como toma de contacto y ubicarnos para próximas rutas por esta abrupta y bella sierra.
RECORRIDO: CIRCULAR.
AGUA EN RUTA: EN EL RIO CASTRIL Y DURANTE EL RECORRIDO HAY DIVERSOS PUNTOS DE ABASTECIMIENTO, QUE POR SUPUESTO EN VERANO DISMINUIRÁN.
DISTANCIA: 19,280 KM.
TIEMPO: 07:58 HORAS
ALTURA MÁXIMA: 1.850 M. (Collado del Salistre)
ALTURA MÍNIMA: 1.150 M. (Cortijos del Nacimiento)
DESNIVEL POSITIVO: 1.267 M.
DESNIVEL NEGATIVO: 1.275 M.
DIFICULTAD: DIFÍCIL. Con nieve.

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